No llegue a decir lo siguiente, lo entendió como quiso y dio más fuerte, si cabía, mis gritos eran una mezcla de dolor, llanto y aun así, placer, le empujé un poco, pero cogió mi mano y mordía por todo mi brazo, se está descontrolando, está llegando ...
Desde mi posición puedo ver su maquiavélico cerebro mover todos los engranajes hasta dar con un método lo suficientemente humillante y pervertido que me lleve al extasis solo con un par de movimientos por su parte.
Me puse de rodillas sobre el colchón, sin mirarle, y me quite los zapatos y las medias, luego fui desabrochando los botones de la camisa y también acabo a un lado. Me pare un segundo, ¿ahora va la falda o el sujetador?
Lo vi entrar en el aula, alto, de pelo largo y rojo como el fuego, atado en un lazo algo pasado de moda, ojos negros que recorrieron a los alumnos y piel pálida. Sonrió.