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TODORELATOS » AMOR FILIAL » LA CASA DE LAS FLORES.- SEGUNDA PARTE
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Fecha: 06-Dic-22 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

La casa de las flores.- Segunda parte

Julio
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Cinco hermanos huérfanos se quedan a cargo de sus dos tías, que ayudadas por una criada un poco mayor que ellas, educan a sus cinco sobrinos de la mejor forma que saben. Version para imprimir

La casa de las flores

Segunda parte

Mientras Rosa y Margarita se fueron escandalizadas, sorprendidas, divertidas y un sinfín más de sensaciones encontradas, por lo que acababan de ver en el dormitorio de Hortensia, Amapola reacciono y le dijo a su gemela:

-     Azu, voy a cerrar la puerta y a echar el cerrojo, no vaya a ser que lleguen las titas y nos vean en esta situación un tanto comprometida.

Se separo de los pies de la cama y cerró la puerta echando también el cerrojo, tal como acababa de decir, pero una vez asegurada de que la habitación estaba herméticamente atrancada, se sacó su vestido por la cabeza y se quitó las braguitas, quedándose completamente en pelotas, ya que no llevaba sujetador. Azucena al verla, la imito velozmente y ambas volvieron a su puesto de observación a los pies de la cama, comprobando asombradas como a escasos centímetros de sus narices, poco a poco, pero cada vez más profundamente, la verga de su hermano menor se introducía rítmicamente en el coño de Hortensia, hasta que al final acabo entrando en su totalidad, hasta que los huevos de Narciso chocaron con los cachetes del culo de su antigua niñera.

Esa visión tan próxima, así como el sonido de fricción y chapoteo que percibían nítidamente, dada la cercanía de sus caras al sexo de los amantes, las subió la temperatura a niveles como jamás en su vida habían experimentado, y ambas a la vez empezaron a masturbarse lentamente sin perder ni un solo detalle de la bestial cogida que su hermano le estaba haciendo a Hortensia.

Pocos minutos después, comprobaron como Hortensia tenía una especie de estertor, pues su culo, a pesar de tener encima el enorme peso de Narciso, se levantó casi un palmo, a la vez que emitía un tenue pero profundo y largo gemido de infinito placer, debido al salvaje orgasmo que acababa de tener. Por su parte Narciso, al sentir que las paredes de la vagina le apretaban su falo de una forma atroz y que su cuerpo saltaba como si le hubiese dado un calambrazo electico, creyó que la había lastimado y la saco inmediatamente.

Hortensia se quedó boca arriba, completamente sudada y con la respiración agitada, hasta que poco a poco se fue tranquilizando, y entonces dijo:

-     Ha sido lo más maravilloso que me ha pasado en mi vida. Al principio creía que no podría encajar todo el potencial que tiene esta criatura, pero al final me ha hecho disfrutar como no podía imaginarme que pudiese hacerlo. El problema es que me ha dejado sin fuerzas para un buen rato.

Entonces levantando un poco su cabeza vio a Narciso, aún de rodillas entre sus separadas piernas y con una erección enorme, pues su tranca apuntaba hacia el techo, y detrás de el a las dos hermanas completamente desnudas y con una mano en su sexo y la otra pellizcándose los pezones de sus pechos alternativamente, demostrándola que los tres hermanos tenían una calentura que no se les iba a quitar si no se desahogaban inmediatamente. Entonces les dijo a las gemelas:

-     Niñas, no podéis dejar a vuestro hermano de esa forma, ayudarle a terminar, masturbarle entre las dos, que a mí no me quedan fuerzas ni para eso.

-     Vale, yo ya pensaba hacerlo, porque a pesar de que me apetece mucho que me la meta igual que a ti, no creo que me entre. – dijo Amapola – Además al ser nuestro hermano no se si estará bien, y primero quiero que mi tía Rosa me aconseje.

-     Pero si se la chupamos no creo que hagamos nada malo. – apostillo entonces Azucena – Mientras una se la casca, la otra se la mama.

Narciso, que miraba fascinado el cuerpo desnudo de sus hermanas, y además escuchaba pasmado lo que estaban diciendo que le iban a hacer, no solo no se relajó, si no que su mandoble dio varias cabezadas, como asintiendo a lo que proponían. Mientras Amapola decididamente le cogió la verga y empezó a acariciársela suavemente ayudada por lo bien engrasada que la tenía, tanto por el aceite como por los flujos que Hortensia le había dejado, Azucena abrió su preciosa boquita y sacando su lengua empezó a dar lametazos en el glande de su hermano como si de un helado de fresa se tratase.

Narciso empezó a suspirar y murmurar frases ininteligibles, pero sin dejar de admirar a sus dos bellísimas hermanas. Pasados un par de minutos se decidió a acariciarlas, primero sus cabezas, como si de unos perritos se tratase, pero poco a poco se fue animando, primero las beso en sus cuellos, luego las acaricio los hombros y fue bajando sus manos hasta sus pechos, y con suma delicadeza empezó a amasárselos haciendo que ellas se afanasen más en complacerlo. Amapola reemplazo a su hermana, pero ella no solo lamio el capullo de Narciso, ella se lo metió en la boca y empezó a hacerle una felación en toda regla, metiéndosela hasta donde podía, mientras Azucena con una mano le hacia una perfecta paja, con la otra le acariciaba los huevos con suavidad y ternura.

Estaban en esos menesteres cuando de pronto oyeron a alguien gritar en la cocina diciendo:

-     ¿Hay alguien en casa? Rosa, Margarita ¿Dónde estáis?

-     Se abran ido al pueblo. - dijo otra voz ya en tono menos estridente pero aun lo suficientemente alto para que ellos pudieran oírlo – Vamos a dejar nuestras cosas en las habitaciones y luego las llamamos para decirles que ya estamos aquí.

Tanto Hortensia como los tres hermanos se habían quedado callados, procurando que nadie los pudiese oír, y fue Azucena la que dijo muy quedamente:

-     Joder, si son Petunia y Violeta. ¿No habían dicho que no vendrían hasta dentro de un par de días?

-     Si, eso dijeron. – ratifico Amapola – Pero si se van a las habitaciones de arriba podemos terminar con lo que estábamos haciendo.

-     Pero hemos de darnos prisa, que las titas pueden venir de un momento a otro. – matizo Azucena - ¿Te acuerdas de la película porno que vimos el otro día en que dos lesbianas rubias hacían la tijera? Pues podemos hacer lo que tu dijiste entonces, y así podremos acabar los tres a la vez.

-     Claro que me acuerdo, y tienes razón, podemos hacerlo ahora nosotras pues tenemos lo que les faltaba a ellas. – respondió con una sonrisa malvada Amapola - ¿Lo intentamos?

Ante la mirada curiosa de Hortensia y la excitada de Narciso, las gemelas se colocaron sobre la pelvis de su hermano haciendo una tijera con sus piernas, pero dejando entre sus sexos el tieso cipote del muchacho, y empezaron a frotar con desenfreno sus chorreantes chochitos a lo largo del miembro tieso y cada vez más duro del benjamín de la familia. Hortensia por su parte miraba extasiada lo que sus “niñas” le estaban haciendo a su hermano menor, algo que jamás se le había pasado por la cabeza, pero que por la cara de placer que los tres tenían, aquella masturbación a dos coños, debía ser algo divino. Pero lo que más le llamaba la atención era lo que aguantaba el “capullo”, pues daba la impresión de que iban a correrse las dos hermanas antes que él, cosa que a pesar de lo escocido que tenía su chumino, la volvió a calentar.

Pasados más de quince minutos, durante los cuales las dos gemelas habían llevado la iniciativa procurando hacer el menor ruido posible, estaban agitadas, cansadas, casi exhaustas y a punto de tener el orgasmo más intenso de su vida, cosa que sobrevino de pronto y a ambas a la vez como era común en ellas. Sus orgasmos, que parecían sincronizados, fueron inusitadamente brutales y ambas apretaron con frenesí los labios de sus sexos al falo de Narciso y enterraron sus caras en su pecho para no gritar, entonces él al sentir esa excitante, enérgica y húmeda presión, no pudo evitar que su pene palpitase hinchándose aún más, y empezase a soltar su semen a diestro y siniestro, que quedo esparcido por los ombligos y barrigas de los tres hermanos.

Hortensia ni se lo pensó, se lanzó a recoger con sus dedos todo lo que podía de lo que había quedado sobre la tripa del muchacho, para luego llevárselos a su boca y degustar la simiente de Narciso como si del dulce más sabroso se tratase. Las gemelas al verla, la imitaron y fueron limpiándose mutuamente la una a la otra, hasta dejarse completamente limpias y relamiéndose. Entonces Hortensia dijo:

-     Creo que hemos arriesgado muchísimo, vuestras hermanas mayores están arriba, y vuestras tías deben de estar al llegar. Hemos tenido suerte de que no nos han pillado, pero lo que ha pasado debe de quedar en el más absoluto secreto entre nosotros cuatro. Las consecuencias que nuestra conducta nos puede acarrear, sobre a mí, sería de unos efectos devastadores, sobre todo si llegasen a enterarse vuestros abuelos.

-     No te preocupes Hortensia, - dijo Narciso mientras se limpiaba con unos clínex los restos de saliva y semen de su cuerpo – Nosotros te queremos mucho, y a partir de ahora aún mucho más, ¿verdad chicas?

-     Por supuesto, - dijo Azucena mientras Amapola asentía – Vamos a ser tumbas, nadie se va a enterar de lo que aquí ha pasado.

-     Pero eso no quiere decir que cuando se tercie lo repitamos. – volvió a sonreír con malicia Amapola – A mí me ha encantado lo que hemos hecho y si se enterasen no podríamos repetirlo.

Con los clínex que Hortensia les había dado a los tres, terminaron de limpiarse y se vistieron, lo mismo que hizo ella que tuvo que recoger los jirones a los que había quedado reducido su tanga, arreglar la cama, y buscar en sus cajones otras bragas. Cuando consideraron que estaban ya visibles, abrieron con precaución la puerta y al comprobar que no había nadie en la cocina salieron, momento en que Azucena miro su móvil y vio las llamadas perdidas y los WhatsApp enviados por Rosa, y al indicárselo a su hermana esta comprobó que también le ocurría lo mismo, y entonces Amapola, con unos reflejos mentales rápidos, dijo:

-     Voy a ponerle el mensaje diciéndole que estamos aquí, que vengan cuando quieran, y la escusa que pondremos por no haberles contestado será que estábamos consolando a Hortensia, que estaba destrozada por la jugarreta que le ha hecho su novio.

-     Buena idea, inmejorable. – dijo riendo Azucena – Porque como le digamos que está destrozada por la pija de Narciso, no sé cómo se lo puede tomar.

-     Y a Petunia y a Violeta ¿Qué les decimos? – pregunto algo cohibido Narciso – Es evidente que por los berridos que han dado, deberíamos saber que han venido.

-     Pues lo mismo, - se rio Amapola – les decimos que no las hemos oído, que estábamos en el jardín trasero y que el disgusto nos tenía anonadadas.

-     Vaya par de sinvergüenzas que estáis hechas. – dijo entonces Hortensia simulando enfado – Sois unas manipuladoras de cuidado, seguro que más de una vez me habéis toreado de mala manera.

-     Bueno, ya he mandado el WhatsApp a Rosa, - dijo Amapola – Vamos a preparar la mesa de la cocina para merendar y las esperamos como buenos niños.

……………………………………

Cuando Petunia y Violeta subieron a la casa y una vez que oyeron cerrarse la puerta, de nuevo Rosa rompió a reír alegremente, diciéndole a Margarita:

-     Eres la leche, contigo no se puede tomar nada en serio, ¿Te imaginas si mama se llegase a enterar de lo que están haciendo sus tres nietos menores?

-     Como siempre nos echaría a nosotras la culpa. – dijo Margarita aun riéndose – Pero vamos a subir y escondidas observamos que hacen las universitarias, no vaya a ser que se unan a la fiesta.

-     Si, no sabemos cómo habrán podido evolucionar las dos en la ciudad. – opino Rosa mientras subían cautelosamente las escaleras que conducían a la cocina – Si los tres pequeños sin salir del pueblo se comportan tan desinhibidos, imagínate lo que pueden haber evolucionado ellas dos, siendo además dos mujeres muy guapas y sin nadie que las haya controlado.

-     Si sobre todo Petunia, que hija, a pesar de lo alta que es y los modales de marimacho que tiene, es quizás la mujer más guapa que he visto en mi vida. Quiero decir personalmente, no voy a compararla a ninguna actriz famosa. - opino Margarita – Aunque la verdad, poco tiene que envidiar a ninguna.

-     Bueno, vamos a subir y a ver como afrontamos el problema. – dijo Rosa iniciando el ascenso hacia la cocina – Pero sobre todo hemos de ser muy precavidas, que no trascienda esto a nadie, pues como nuestra madre se llegase a enterar, Hortensia tendría que irse del pueblo a la carrera, y a nosotras no nos interesa que eso ocurra.

Cuando llegaron a la cocina, y tras abrir la puerta, comprobaron que no había nadie, ni tampoco se oía nada, e incluso comprobaron que las maletas de Petunia y Violeta no estaban allí, por lo que supusieron que se habrían subido a sus habitaciones de la primera planta. Entonces con gran sigilo se acercaron a la habitación de Hortensia y comprobaron que la puerta estaba cerrada y pegando sus oídos a la madera intentaron escuchar lo que pudiese pasar en su interior, pero solo se oían tenues gemidos que no eran capaces de adjudicar a ninguno de los cuatro que estaban encerrados en la habitación.

Margarita que estaba agachada y en una posición incómoda, se sentó en el suelo para poder colocar su oído más firmemente en la madera, y entonces por casualidad vio que la puerta tenía una pequeña ranura horizontal bajo un adorno que la separaba en dos piezas, por lo que, pegando el ojo a ella, se podía ver meridianamente claro lo que estaba ocurriendo sobre la cama de Hortensia. Por señas indico a Rosa que se sentase a su lado y mirase lo que ocurría en el interior del dormitorio de Hortensia, y se quedaron las dos alucinadas observando como sus dos hermanas gemelas estaban masturbando con sus coños a su propio hermano mientras él las acariciaba los pechos, los tres estaban completamente desnudos, al igual que Hortensia, que contemplaba muy interesada lo que hacían los tres jóvenes. Era evidente que estaban disfrutando más que unos niños en un parque acuático, pues sus caras de felicidad así lo daban a entender.

De pronto se sobresaltaron al comprobar que tenían compañía, pues Petunia y Violeta las estaban mirando desde arriba con evidente curiosidad, cosa totalmente lógica ya que su actitud era completamente absurda e inapropiada, y Rosa poniendo un dedo sobre sus labios pidiendo silencio, las dijo muy bajito:

-     Joder, hoy no ganamos para sobresaltos. Anda, mirad que espectáculo tienen montado vuestros hermanitos.

Mientras ella se quedó de pie, sus dos sobrinas mayores se sentaron al lado de Margarita y comprobaron con estupor como sus dos hermanas pequeñas restregaban sus conejitos contra el falo de Narciso con gran entusiasmo y una energía desmesurada. Ambas miraron hacia arriba a Rosa con mirada interrogante y está encogiéndose de hombros y un movimiento de sus ojos, les dio a entender que ellas tampoco entendían nada de lo que estaba ocurriendo, por lo que volvieron a pegar sus ojos a la chismosa ranura para no perderse nada del tremendo espectáculo que les estaban brindando las gemelas.

Pasados unos minutos, cuando tuvieron un orgasmo compartido y apretaron sus vulvas contra el tremendo falo de su hermano y este tuvo un clímax tremebundo, es cuando Petunia y Violeta pudieron ver en todo su esplendor el vigoroso miembro del “peque”, como Petunia lo llamaba desde que nació. Cuando vieron que se estaban vistiendo y que iban a salir de un momento a otro, Margarita se incorporó rápidamente y con gesto les indico a las otras tres que la siguiesen y se dirigió de nuevo a la cochera, y una vez allí alborozada y risueña dijo:

-     Habéis visto como vuestros hermanos pequeños saben disfrutar de las cosas buenas de la vida. ¡Madre mía! Si son tres bombas sexuales, sobre todo las gemelas, porque Narciso, por lo que hemos visto en su relación con ellas, solo se deja hacer.

-     Joder Margarita, solo piensas en el sexo. – le recrimino su hermana mayor – Tenemos que hablar muy seriamente con los tres, y sobre todo con Hortensia, que después de que a ella la ha dejado más que contenta, ha permitido que en su propia cama los tres niños hicieran lo que hemos visto.

-     ¿Y qué vamos a hacer? – pregunto Petunia con cara de preocupación a su tía - ¿Despedimos a Hortensia y nosotras hacemos su trabajo?

-     Por mí, mientras tenga todo en orden como hasta ahora, - adujo Margarita – como si se folla a Narciso y a las gemelas tres veces al día. Y por cierto en esas tareas yo sí que la ayudaría de buen grado.

-     ¿También se ha liado Hortensia con las gemelas? – pregunto con cara de asombro Violeta - ¿Y desde cuando ocurre eso?

-     Que nosotras sepamos no había ocurrido nunca hasta hoy. – la contesto Rosa rápidamente – Y con las gemelas que yo sepa no se ha liado, solo las ha dejado ayudarla a que la perforase Narciso.

-     Entonces, antes de lo que acabamos de ver, ¿se ha follado Narciso a Hortensia? – pregunto Petunia ante la evidencia de que así había sido – Joder que orgullosa me siento del “peque”.

-     Tú te sentirás orgullosa, pero yo no estoy orgullosa y mucho menos satisfecha. – dijo Margarita muy seria, y luego rompiendo a reír de nuevo dijo – Yo estoy más caliente que el tubo de escape de la moto con la que tú has venido y tengo una envidia tremenda de las dos niñas y sobre todo de Hortensia.

-     Es que después de lo que acabamos de ver es normal, - dijo riendo también Violeta – yo estoy más mojada que la cuenca del Amazonas.

-     Pues a pesar de todo lo cachondas que nos hayamos puesto, viendo porno en directo, deberíamos de hablar con los tres, y también con Hortensia. – volvió a decir Rosa – Por lo menos Margarita y yo, porque somos las responsables del comportamiento de todas vosotras.

En ese momento una entrada de un mensaje en el móvil de Rosa, las dejo a todas calladas y a la espera de quien pudiese ser, por lo que, sacando su móvil del bolsillo trasero de su tejano, consulto y les explico a las demás lo que decía el mensaje:

-     Es Amapola, que dice que las perdone por no haber respondido ni a mis llamadas ni a mis mensajes. Que estaban atendiendo a Hortensia que tenía un tremendo disgusto, pues su novio la ha dejado y se va a casar con otra novia que al parecer tenía en la ciudad.

-     Yo creo que sería mejor esperar a ver que actitud tienen ellos, antes de decirles que los hemos descubierto. – propuso Petunia – Creo que debemos de darles un margen de confianza y ver si son capaces de explicarnos que ha podido ocurrir para llegar a esta situación. Si los presionamos corremos el riesgo de que nos mientan, o como mínimo que desvirtúen la verdad para justificar su conducta.

Tras debatirlo las cuatro, al final llegaron al acuerdo de esperar a ver si alguno de ellos se decidía a contar lo que había pasado, y sobre todo a lo que había desatado su lujuriosa actitud. Decidieron decir que Petunia y Violeta habían dado un viaje a la cochera para recoger sus últimas pertenecías y allí habían coincidido con sus tías que venían con la merienda, por lo que unas cogieron los últimos bolsos y las otras la cafetera con chocolate y la bandeja de los pasteles, y subieron hacia la cocina. Nada más entrar Petunia les pregunto de sopetón:

-     ¿Dónde estabais metidos? Al llegar hemos dado gritos llamando a todos y nadie nos ha contestado.

-     Estábamos en el patio consolando a Hortensia, - mintió con enorme desparpajo Azucena mientras su hermana asentía cabeceando – No os hemos oído.

-     ¿Y vosotras no ibais a quedaros para hacer unas gestiones? – dijo Amapola contraatacando e incluso con más osadía y desenfado que su hermana – Menos mal que nos hemos vuelto, porque si no habríamos dejado solo al pobre Narciso consolando a Hortensia.

La audacia y evidente descaro de las gemelas consiguió que se hiciese un silencio repentino, en el que Rosa y Margarita colocaron sobre la mesa de la cocina los pasteles y la cafetera, mientras Patricia llevaba varios bultos hasta el pie de la escalera y Narciso y Hortensia, visiblemente azorados e incluso sonrojados, mantenían la mirada en las losetas del suelo dando la impresión de estar avergonzados. Fue Violeta la primera en reaccionar y acercándose a Hortensia la abrazo y la dio dos sonoros besos en sus mejillas, a la vez que la decía:

-     Acabábamos de encontrarnos con las tías en la cochera cuando hemos bajado a recoger parte de nuestras cosas, y ha recibido el mensaje en el que Amapola le decía que tu novio te ha dejado. Lo siento mucho, pero él se lo pierde, tu vales mucho más que ese pedazo de gilipollas.

-     No os preocupéis, los niños me han ayudado mucho, me han demostrado que me quieren mucho más de lo que yo me podía imaginar. – dijo Hortensia halagada, pero sin atreverse a mirar a la cara a ninguna – Espero que vosotras cuatro me apreciéis igual que ellos y que me dejéis seguir viviendo en esta casa, que yo considero también la mía, y a vosotros mi única familia ya que no me voy a casar.

-     ¿Y porque te ibas a tener que ir? – le pregunto Rosa - ¿Alguno de nosotros te ha dicho o te ha hecho algo que pueda parecer que no te queremos aquí?

-     A mi particularmente me das una alegría al no casarte, - dijo Margarita con algo de cinismo – Así te quedaras con nosotros, y cuidaras de Narciso y las gemelas mucho mejor que nosotras, como has venido haciendo hasta hoy mismo. Estaba muy triste pensando que mi queridísima Hortensia se iría en unos meses.

-     Bueno vamos a merendar, y después nos cuentas que ha pasado, primero con tu novio, y después nos explicas como te han consolado el “peque” y las “repes”. – dijo Petunia haciendo valer su estatus de hermana mayor – Y no te preocupes, que para todas nosotras tu eres un ejemplo, te queremos, te respetamos y aceptaremos tus iniciativas como una más de nosotras, entre otras cosas porque sabemos que jamás nos traicionarías, confiamos ciegamente en ti.

Así lo hicieron, Rosa y Margarita se miraron y asintieron, pues la actitud de Petunia les demostraba que había sembrado en la moral de Hortensia la semilla de la duda, y que por su semblante vieron que estaba dispuesta a contar todo lo que había ocurrido, al contrario que las gemelas que se miraron entre ellas alarmadas. Se tomaron los pasteles y Petunia, dando tiempo a que madurara en Hortensia la infidelidad que suponía no decirles la verdad, les explico con gran simpatía por qué que habían venido por su cuenta, y les dijo que los abuelos las habían regalado una moto y un coche por haber terminado sus estudios. Cuando terminaron de merendar fue la propia Petunia la que dijo:

-      Vamos al salón, y allí tranquilamente que Hortensia se desahogue y nos cuente sus cuitas. A ti Narciso, después te enseñare la moto, y si te portas bien, hasta te dejare que la cojas un ratito.

-      Si me he de considerar parte de vuestra familia, - dijo Hortensia a punto de romper a llorar – he de ser totalmente sincera con vosotras, y luego me decís si merezco o no formar parte de esta extraña familia.

-      Lo primero que os voy a contar, es que el hijo de puta de Ernesto, tenía otra novia, más bien la verdadera novia en la ciudad, y yo solo era una distracción cuando venía a ver a sus padres. Pues bien, hoy me ha dicho que se casa la semana que viene y que podríamos echar el ultimo polvo. – explicaba Hortensia con los ojos llorosos mientras la miraban intrigadas las gemelas, intranquilas por si era capaz de contar todo lo que había pasado – Como comprenderéis le he mandado a tomar por culo y me he venido corriendo, he entrado en la casa y me he ido a mi habitación a llorar mi decepción, que no mi pena, porque realmente yo no quiero ni he querido nunca a semejante imbécil.

-      Al rato de estar llorando, - prosiguió Hortensia y ahora mirando con enorme devoción a Narciso – ha venido a consolarme el “peque” como dice Petunia, me ha dicho que haría por mi lo que fuese, que me quería, me le rompía el alma al verme llorar. Supongo que no os habrá pasado desapercibida mi gran cariño por Narciso desde que era un bebe, y que ese cariño se fue tornando en admiración al ver como evolucionaba su físico, grande, fuerte, atlético, y, por si fuera poco, desde hace un par de años, guapo de cojones. Ese cariño y admiración de pronto se convirtió en un deseo desbordado, una lujuria que me corroía y que alimentaba el evidente entusiasmo que desde hacía unos años el demostraba por mi anatomía, pues me espiaba constantemente y sus miradas delataban su deseo por poder acariciar mi cuerpo.

-      Para aplacar mis sofocos, y no cometer una locura con un muchacho al que doblaba en edad, me eche de novio al primero que me lo propuso, y como es lógico me lo follaba pensando que era mi “niño” el que me poseía. - suspiro profundamente mientras todas la miraban sorprendidas y curiosas – Por eso cuando Narciso me ha dicho que haría por mi lo que fuera, le he pedido que me follase, y le he declarado mi pasión por él. Toda la culpa es mía, él no se ha propasado lo más mínimo, pero cuando me he ofrecido a él sin reserva, me ha hecho la mujer más feliz del mundo, a pesar de que me ha dejado destrozada.

-      Lo que no nos esperábamos, ni yo ni su hermano, y por eso nos han sorprendido mucho, ha sido que de pronto apareciesen Azucena y Amapola como dos duendecillos, pues creía que estabais de camino a la ciudad. – explicaba ahora Hortensia a la vez que señalaba a las dos jóvenes que a la vez y de forma casi idéntica encogieron sus hombros como disculpándose – Y aún más nos ha sorprendido cuando nos han ofrecido aceite para engrasar el manubrio de Narciso. Lo que ha pasado después mejor lo explican ellas, y vosotras tomáis la decisión que creáis oportuna sobre mi futuro, que sea la que sea yo aceptare sin rechistar.

-      Luego decidiremos que hemos de hacer, - volvió a hablar Petunia que parecía haber tomado el mando de la familia – pero primero nos gustaría conocer la versión de las “repres”. ¿Qué tenéis que decir vosotras dos “duendecillos” peligrosos?

-      Pues no tenemos ninguna excusa, - dijo Azucena – a no ser que os sirva como justificación la extraordinaria y maravillosa polla de Narciso, a la que ninguna se puede resistir. Anda enséñasela a las tías y a nuestras hermanas mayores.

-      Pero que burra eres. – dijo riendo Amapola – Tal como lo has explicado puede dar la impresión de que nos hemos cepillado a nuestro propio hermano, y de eso no hay nada de nada. Solo le hemos hecho una paja para relajarlo, pues cuando Hortensia se ha dado por vencida, a él le hacía falta descargar para tranquilizarse.

-      Una paja, dice la niña que “solo” una paja. – exploto con una enorme carcajada Margarita – Si le habéis acariciado su enorme cipote con vuestros depilados coñitos. Vaya par de zorritas que nos habéis salido.

Ante la salida fuera de tono, pero con enorme gracia, de la tía menor, las otras tres no pudieron evitar imitarla con una hilaridad que parecía no tener final ante la extrañeza de las gemelas, Narciso y Hortensia, que estaban aturdidos por no entender cómo podía saber Margarita lo que le habían hecho a su hermano Azucena y Amapola. Entonces Narciso hablo por primera vez una vez que se hizo la luz en su mente y dijo:

-      La rendija, nos han estado espiando por la rendija de la puerta.

-      ¿Qué rendija? – pregunto confundida Azucena - ¿De qué hablas?

-      Una que hice yo para espiar a Hortensia. – le contesto su hermano con cara de circunstancias – Y resulta que ha servido para espiarme a mí.

-      Coño, como todo lo que hacen los hombres, - dijo socarronamente Rosa – suelen pensar con la polla.

-      Pues si Narciso es capaz de pensar con su trombón, - dijo riendo otra vez Margarita – llegara a premio Nobel, porque vaya masa cerebral.  

La carcajada con que celebraron las siete mujeres la nueva salida de la tía menor, ya que hasta Hortensia no pudo evitarla, dejo a Narciso rojo como la grana y cabizbajo, completamente avergonzado, ya que no tomo las palabras de su tía como un halago sobre el tamaño de su falo, si no que de alguna forma menospreciaba su inteligencia. Petunia que se dio cuenta de lo mal que le sentó a su hermano, más que las palabras de Margarita, las risas de todas ellas, se acercó a él y dándole dos sonoros besos en sus mejillas, le dijo:

-     No te enfades “peque”, a pesar de habernos reído, todas estamos orgullosas de cómo te has portado con Hortensia, primero como un caballero, respetando su dolor e intentando ayudarla, y después como un amante capaz de complacer a cualquier mujer. La pena es que esa parte nos la hemos perdido, solo hemos visto como los duendecillos te han ordeñado, y al parecer solo el final.

-     En cuanto a Hortensia, mi opinión es que se ha dejado llevar por la desesperación por haberse entregado a un hombre sin amarle, ya que según ella misma ha dicho es nuestro hermano pequeño el dueño de sus sentimientos. – siguió dirigiendo la reunión Petunia que había ya asumido el rol de cabeza de familia por encima de sus dos tías – Mi voto es que se quede con nosotros, y mientras ellos estén de acuerdo, y por supuesto fuera de los horarios de sus obligaciones y en total intimidad pueden hacer lo que les plazca, son los dos mayorcitos para tomar sus propias decisiones.

-     Pues a nosotras no nos importaría que nos invitasen a compartir su intimidad. – hablaba Amapola en su nombre y en el de su hermana – Nos gustaría que fuese Narciso el que nos iniciase en el sexo, y las dos teníamos acordado pedirle permiso a tía Rosa, pero como parce que ahora vas a mandar tú, te trasladamos a ti nuestra petición.

-     Pero que pretendéis ¿Qué yo os de mi bendición para que vuestro propio hermano os desvirgue? – las miraba a ambas atónita Petunia – ¿No os dais cuenta de que lo que pretendéis es incesto?

-     Desvirgadas ya estamos las dos, eso no es problema. – intervino Azucena – Y en cuanto a incesto, tampoco pretendemos que Narciso nos deje preñadas, solo queremos que el mismo cariño y ternura con el que nos trata en el día a día, lo traslade a una relación mucho más intima, porque las dos sabemos que nos quiere con toda su alma.

-     ¿Y le habéis preguntado a Narciso que opina él? – dijo Rosa cada vez más desconcertada por todo lo que estaban diciendo las dos hermanas pequeñas, y dirigiéndose a su sobrino le pregunto - ¿Y tú qué opinas? ¿Te parecería correcto lo que ellas pretenden?

-     Yo no sé si le parece o no correcto, pero gustarle diría que si le gusta. – dijo Margarita sin darle tiempo al muchacho a contestar - ¿No habéis visto cómo se dejaba hacer? ¿No habéis visto como ha eyaculado estimulado por los conejitos de estas dos diablesas? Y la verdad es que entiendo a las niñas, ya que a mí tampoco me importaría en absoluto ponerme en el lugar de Hortensia, sea incesto o como quieras llamarlo, pero si el “niño” tiene en algún momento un apretón, puede contar conmigo.

-     Joder, y conmigo. – sorprendió a todas con su rápida respuesta Violeta – Yo sé que Narciso, desde hace años, se la casca espiando a Hortensia, a las tías, a mí, e incluso a Petunia.

-     ¿Cómo que “incluso”? – se molestó la aludida - ¿Es que yo no puedo provocar deseo en el “peque”? Si hasta es posible que este más apetecible que ninguna de vosotras. Bueno, descartando a las “repes” que son preciosas, cada día están más buenas y encima vienen por duplicado.

-     Que Narciso se pronuncie, que sea él, el que diga cual de nosotras le pone más. – aprovecho Margarita para volver a incendiar la reunión con su desenfado – Y así nos quedara claro en qué lugar esta cada una de nosotras.

-     Tu eres capaz de ser completamente sincero y decirnos en que orden te ponemos cada una de nosotras. – volvió a hablar Margarita, pero ahora dirigiéndose a Narciso – Que sepas que te vamos a seguir queriendo lo mismo, por lo menos yo, aunque me consideres la última de tus preferencias.

-     Es que tal como lo planteas es complicado, - dijo algo cohibido y un poco sonrojado el aludido – todo depende del momento y de las circunstancias. Por ejemplo, recuerdo perfectamente la primera vez que desee a alguna de vosotras y fue a tita Rosa. Llevaba una camiseta de baloncesto, una que se le había quedado pequeña a Petunia, y que sin embargo a la tita la cubría casi hasta las rodillas, pero por la parte de arriba poco le tapaba. Yo estaba sentado esperando para desayunar y ella me sirvió la leche, pero al agacharse por el escote le vi sus dos preciosos melones, me levanté corriendo para que no descubriera mi erección y me fui a mi dormitorio a cascármela, me puso cachondísimo.

-     Lógico, es lo más normal del mundo. – dijo entonces Petunia – Tenemos que tener en cuenta que estamos siete mujeres en esta casa y sin pecar de modesta, diría que las siete levantamos pasiones, de hecho, hay que tener en cuenta las murmuraciones que hay en el pueblo en referencia a la denominación de esta finca, “La casa de las flores” y de lo que dicen de nosotras siete. Si a eso le unes que rodeábamos a un adolescente que empezaba a despertar sexualmente, y nosotras nos mostrábamos ligeritas de ropa, la ecuación es sencilla, se la estaría cascando a todas horas. Y con esto lo que quiero aclarar es lo que Narciso a dicho, depende de las circunstancias, o sea, si vamos más o menos ligeritas de ropa.

-     Vaya me siento halagada y a la vez culpable. – dijo entonces Rosa – No creía que recordase ese momento que yo sin embargo no he olvidado. Ese día me levante cachonda, aunque no recuerdo el motivo, pero le enseñe las tetas a Narciso adrede, quizás para sentirme deseada, y no veáis como se le puso el pijama, parecía una tienda de campaña. Supongo que Hortensia lo recordara igual que yo, pues me comento que vaya calentura que llevaba el niño, y las dos nos reímos.

-     Lo recuerdo perfectamente, pues en ese momento empezó mi curiosidad por Narciso. – dijo entonces Hortensia – Le pregunte a Rosa que había pasado y me enseño como le había provocado, enseñándole las tetas, y desde ese día, no pude evitarlo, estuve provocando al “niño” por curiosidad, por ver si yo también le hacía montar el campamento. Incluso, en alguna ocasión, cuando me duchaba y sabía que estaba merodeando, dejaba la puerta entreabierta y me exhibía en pelotas, cosa que me calentaba a horrores, la de pajas que me he hecho a costa de Narciso.

-     Pues si para que nos ponga nota hay que desnudarse, lo hacemos ahora mismo las siete y que decida quien le pone más. – dijo Violeta sorprendiendo de nuevo a todas – Supongo que a Narciso no le va a molestar ser el único miembro del jurado.

-     El miembro del jurado es el que se sentiría molesto dentro de los pantalones. – volvió a soltar otra gracia Margarita – Ja … Ja …Ja… me lo estoy imaginando, las siete en bolas delante del único jurado, para que decida cuál de nosotras es, según su opinión, la que está más buena, cuando todas sabemos que Petunia nos deja a las demás a los pies de los caballos.

-     Tienes toda la razón, - asintió Rosa – ella y su “peque” han salido a la familia de su padre, altos, guapos, esbeltos, gallardos, pero un poco sosos. Sin embargo, Violeta y las gemelas han salido a nuestra hermana y por lo tanto a nosotras, que tampoco somos nada feas, y aunque somos bastante más bajitas les ganamos en simpatía. En cuanto a Hortensia, que voy a decir, si incluso a mí me gusta, hasta el punto de que, en alguna ocasión, en mis sueños más húmedos he fantaseado con ella.

-     ¡La leche! – salto totalmente sorprendida Petunia – ¿No me dirás que también te atraen las mujeres?

-     ¿Es que no te habías percatado? – la pregunto aún más sorprendida Margarita – Rosa y yo nos apañamos solas, solo en ocasiones hemos metido en nuestra relación a algún hombre, pero muy seleccionados, que no se encaprichasen con ninguna, principalmente casados y con hijos, fuera de su ciudad por un corto plazo y necesitados de un buen polvo. Además de dejarnos satisfechas por un buen tiempo, nos servían para que nadie sospechase que también, si encartaba un buen ligue femenino, teníamos escarceos lésbicos, pero al igual que con los hombres, solo de una forma selectiva.

-     Pero esos ligues temporales, eran a título individual, o para las dos a la vez. – pregunto muy interesada Amapola – Porque yo y mi hermana no hacemos nada si no vamos juntas.

-     De todo ha habido, si alguien, hombre o mujer, se interesaba por una de nosotras, la otra le dejaba el campo libre, pero si veíamos que tonteaba con las dos no desaprovechábamos la ocasión, - dijo Rosa – Pero normalmente los ligues que hemos tenido con varones han sido a título individual, menos en un par de ocasiones y durante algún viaje, sin embargo, con las hembras que hemos congeniado si ha sido siempre de forma conjunta.

-     Eso quiere decir que entre vosotras has un lio de cojones. – dijo muy risueña Violeta – Con las mujeres no consentís en dejar el campo libre, y eso significa que tenéis miedo a que alguien os pueda destrozar vuestra relación, y ahora comprendo el inmenso cariño que os profesáis mutuamente. Como yo soy igualita a vosotras, pero no creo que Petunia esté dispuesta a tener una relación similar a la vuestra, tendré que buscarme una pareja, a no ser que vosotras me aceptéis como un tercer miembro en esa relación.

-     Por mi encantada, - dijo Margarita con evidente regocijo – Y no tendremos que buscarnos consuelo masculino fuera de la casa, ya que Narciso nos puede complacer sobradamente.

-     Y yo digo, - interrumpió Narciso a Violeta y a Margarita - ¿vais a desnudaros para que pueda emitir mi opinión sobre quien es la que más me pone?

-     ¡Pero “peque”! – exclamo Petunia a punto de reventar de risa - ¿Es que no puedes valorar nuestro atractivo vestidas? Joder, lo lanzado que nos ha salido el chiquillo.

-     Claro que puedo, pero tenía que intentarlo. – dijo Narciso guiñándola un ojo – Lo que pasa que Hortensia y las “repes” os llevan ventaja, las acabo de ver desnudas y realmente me han impactado. Pero si he de ser sincero para mí la más hermosa, bueno a la que más me gustaría follarme es a ti Petunia, me recuerdas a las heroínas de los comics que daban ostias a diestro y siniestro y que a mi aún me fascinan. Después como es evidente, a Azucena y a Amapola, más aún después de oírlas decir que ellas lo hacen todo juntas, cosa que me han demostrado con creces. Hortensia es especial, es y ha sido mi musa sexual en un sesenta por ciento de mis desahogos manuales, y como ha dicho la tía Rosa, es una mujer que tiene cabida siempre en los sueños más húmedos. En cuanto a las tías, tanto Rosa como Margarita, me parecen duces, suaves, apetecibles, sensibles, cariñosas, son muy bellas y han sido conjuntamente, y siempre las dos a la vez, prácticamente el otro cuarenta por ciento de mis desahogos. Como veréis ninguna de mis cuatro hermanas me han servido de excusa para cascármela, quizás porque consideraba que las profanaba a ellas y a la memoria de nuestros padres, y ahí entra Violeta, que para mí es mi hermana preferida, la que siempre ha estado a mi lado, la que más besos me ha dado y la que ha jugado más conmigo, por lo menos hasta que se fue. Quizás por eso me resulta muy difícil verla como una mujer, aunque hoy y dadas las circunstancias en que estamos, no puedo evitar dejar a un lado mi amor fraternal y me doy cuenta que es preciosa, simpática y mimosa, y si pudiese casarme con ella, dar por hecho que lo haría.

-     ¡Ostias! Me acabo de mojar enterita. – dijo Violeta sonriendo de forma bobalicona – De verdad que es lo último que me esperaba, y aunque es verdad que el “peque” y yo nos queremos muchísimo, no me consideraba su favorita. Y si he de ser sincera, yo tampoco lo había mirado nunca como a un hombre, pero después de ver cómo ha conseguido que las “repes” se corriesen, no tengo ninguna duda de que a partir de ahora mi hermanito será el que ocupara todos mis sueños, los húmedos y los románticos, pues soñare que me caso con él.

-     No quisiera que alguna de vosotras se sintiese ofendida, sois todas preciosas, y a todas os quiero muchísimo. – dijo algo azorado Narciso – Espero que ninguna se sienta ofendida.

-     Pero como vamos a sentirnos ninguna ofendida, si eres un primor de muchacho. – dijo riendo Petunia – Además lo único que has hecho es halagarnos a todas, pues a todas nos ves virtudes, pero sobre todo lo que ha quedado muy claro es que no te importaría jodernos a todas, de una en una o a pares. Pero como comprenderás eso no puede ser, no es correcto, somos familia, hermanos y tías. Incluso lo que ha ocurrido con Hortensia, podemos considerarlo un accidente, algo fortuito y producto de una situación compleja, pues se han dado una serie de circunstancias que lo han propiciado. Tu estabas solo, a Hortensia la ha dejado su novio hoy mismo, las “repes” han venido a buscarte, etc. etc.

-     Tiene toda la razón Petunia, - razono Rosa – Debemos olvidar este episodio y volver a nuestra vida como si no hubiese ocurrido. Vamos a arreglarnos y os invito a cenar, celebramos que han vuelto las dos hermanas mayores y hasta podemos brindar por el cumpleaños de Narciso que es pasado mañana.

Así lo hicieron todos, y cada uno se fue a su habitación a cambiarse de ropa para hacer lo que la tía mayor había propuesto. ¿Pero estarían todos dispuestos a cumplir lo que Rosa había propuesto? ¿Serían capaces de que lo que había ocurrido quedase en el olvido? ………              

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