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TODORELATOS » AUTOSATISFACCIÓN » VILLASOL (I). MI PRIMERA VEZ
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Fecha: 30-Mar-23 « Anterior | Siguiente » en Autosatisfacción

Villasol (I). Mi primera vez

Carlos Josem
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Supongo que todos recordamos nuestro despertar en el sexo. El mío coincidió con mi primera masturbación y fue en Villasol, un lugar donde poner en práctica todas mis fantasías. Version para imprimir

Me llamo Carlos y quisiera contarles algunos aspectos de mi vida que nunca confesaría a las personas que saldrán en estas narraciones, no sé si por pudor, cobardía o sencillamente falta de confianza mutua.

Actualmente cuento con 48 años y mi morbo por experimentar el sexo me sigue llevando por derroteros a veces inesperados.

Por dar un comienzo, os contaré cómo fue mi despertar sexual, tenía once años, era mi primer año de instituto y ocurrió en Villasol. 

Así se llama la finca que heredamos de mis abuelos, una enorme casa de campo rodeada por cuatro hectáreas de terreno, con piscina, pista de tenis y padel, árboles frutales y huertos. Un sitio a ocho kilómetros de la ciudad, muy confortable y aislado lo suficiente del mundanal ruido. Actualmente es propiedad de mi padre, mi tío y mi tía y las tres familias la usamos para nuestro ocio y esparcimiento. Y otras cosas más como ya les iré contando.

Pues aquella tarde llegamos en bicicleta mi primo Ángel y yo. Fuimos a recoger hojas del campo para un trabajo de biología pero antes de empezar mi primo sigilosamente me dijo:

  • Oye Carlos, ¿si te enseño algo me guardarás el secreto?

  • ¡Pues claro Ángel!, somos amigos, compañeros de clase y primos

  • Ven, vamos a ver algo que esconde tu tío

En Villasol cada familia tenía asignada sus habitaciones. Llegamos al dormitorio de sus padres y de un cajón sacó un montón de revistas eróticas de las de antes: el Lib, el Interviú, el Penthouse… Tengan en cuenta que por aquel entonces no había los medios que hay ahora y para ver un desnudo tenías que verlo en fotos o ir al cine a ver alguna peli clasificada X y ser mayor de edad.

  • Mira qué tías más buenas, ¿has visto algo así antes?

  • Noo, dije con los ojos abiertos como platos

  • ¿Tendrá así las tetas Luci, la de 1º-B que tanto te gusta?  dijo señalando a una señora de amplios pechos.

  • No sé Ángel, pero no te metas con Luci, dije con voz vacilante y sin dejar de mirar aquellos senos redondos de grandes pezones

  • Creo que sí, que ella tiene unos tetorros así de gordos, se le nota bajo la camiseta sudada y ajustada en clase de gimnasia

Y mira ahora. ¿has visto el mostachón que tienen estas tías entre las piernas?

  • Dobló la hoja y apareció un primer plano de la mujer abierta de piernas y con una copiosa mata de pelo y contesté: ¡Uau! ¿Tanto pelo tienen?

  • Algunas no, se lo recortan un poco, mira ésta

  • ¡Ostias primo! ¿Así es el coño de una chica? Tiene la raja tan grande que se une con la del culo

  • Eso parece, yo solo los he visto peludos, pero así debe ser

  • ¿En serio? ¿A quiénes se los viste?

  • A la prima Mari una vez, cuando perdió el bikini al salirse de la piscina y a mi hermana varias veces en el baño

  • Tienes suerte Ángel, yo no he visto ninguno y a decir verdad, esta es la primera vez en estas revistas, confesé un poco azorado

  • Mira esta otra, aquí se follan a la tía como a una perrita

  • Quedé perplejo, ni siquiera hubiera pensado que se pudiera hacer así: se la metía un hombre en postura canina mientras ella ponía cara de placer

  • Carlos, se nota que eres muy novato en esto. ¿Es así?

  • Así es primo, volví a ponerme colorado

  • ¿Sabes? yo he visto una vez a mis padres hacerlo y aunque no había mucha luz pude ver bastantes detalles

  • ¡Qué dices! ¿No te da vergüenza tu comportamiento?

  • Pues no, jaja, yo iba de noche al cuarto de baño y oí ruidos. Miré por la puerta que estaba entreabierta y vi a mi madre montada sobre mi padre mientras gemían. Se les veía disfrutar bastante

  • Y tu mirando sin más …

  • Primo, creo tienes un problema y es que aún no te pica la polla, estás verde en el sexo y te digo que cuando uno se excita, poco importan algunas cosas

  • Si, claro, como lo de espiar a tu hermana en el baño

  • Creo que si la vieras no me reprocharías nada. Tiene un cuerpo perfecto

  • Me sentía incómodo y cambié de tema: bueno, vamos a dejarlo y a terminar los deberes del instituto, que es a lo que vinimos aquí 

  • Vale pero me has cabreado, te has puesto en modo pudoroso, así que cada uno por su lado

Nos dividimos y mientras recolectaba las hojas no paraba de pensar en las mujeres del penthouse. Así que me apresuré y volví de nuevo a la habitación de mi tío, cogí un par de revistas y me fui al baño para mirarlas tranquilamente a solas.

Mi corazón palpitaba con más rapidez en cada escena, pude notar sus pulsaciones en mi garganta. Mi respiración se precipitó y un dulce candor invadió mi cuerpo al punto que el sudor hizo que me tuviera que desprender de la ropa. 

Al bajar mi calzón comprobé que se me había puesto muy tiesa, más que las veces que amanecía duro al despertar. Era la primera erección consciente y me sorprendí un poco de cómo se había puesto. 

Por entonces mi pene tenía unos diez centímetros y era más bien delgado, me lo medí porque todos los de mi clase siempre hablaban de eso. Aún conservaba el prepucio aunque a final de curso me tuvieron que circuncidar porque al tener el capullo casi cerrado decían que cogería infecciones. Recuerdo la de veces que me tiraba hacia atrás soportando el dolor a fin de evitar la intervención, pero solo conseguía terminar con el frenillo enrojecido negándose a desvelar la cabeza del glande. Después de operarme me fui al baño, me metí en la bañera y me quedé contemplando aquella maravilla largo rato. Tenía una cabeza perfecta, rosada, redondeada y notoriamente más gruesa que el resto del miembro. La sensación al tacto era muy extraña porque estaba muy sensible, tanto que no aguantaba el calor del agua tibia. Mi glande había conocido el mundo exterior.

De la parte central de la revista desplegué un póster donde una mujer era penetrada por un hombre mientras chupaba el pene de un chico muy joven. 

Mi mente se apoderó de mi voluntad y de manera impúdica e incomprensible imaginé que los protagonistas de la fotografía eran Ángel, su padre y su madre. No podía dar crédito a lo que estaba fantaseando cuando minutos antes había tachado de aberrante la conducta de mi primo invadiendo su intimidad. Pero lo cierto es que mi excitación me empujaba y deseaba experimentar eso que ya todos los chicos de mi clase se habían hecho: una buena paja.

El chico, que ahora era mi primo, sacó su pito de la boca de ella y le dijo a él, mi tío, que lo dejara follar a su madre. Mi tío entonces la puso a cuatro patas e invitó a Ángel a montarla por detrás.

Mientras tanto yo no paraba de agitar mi pene, noté que lo hacía torpemente y me sorprendí de usar la mano izquierda para ello. El calor me subía desde los tobillos mientras tensaba los músculos poniéndome de puntillas. Sujetaba la revista con la otra mano observando que cada vez la imagen era más borrosa, no sé si estaba perdiendo el conocimiento o era aquel temblor acompañado de calambres que recorrían mi espalda.

En la siguiente escena mi primo estaba acostado y la sujetaba con fuerza por la cintura mientras su madre lo cabalgaba y miraba con cara de lujuria. Su padre se mostraba extasiado mientras metía su falo entre los jugosos pechos de su mujer.

Sentí cómo la sangre hinchaba mi pene de sobremanera al imaginar a mi primo con el miembro dentro de su madre. Fue entonces cuando sentí una especie de contracción que me hizo parar el movimiento de mi mano. Vi cómo me salían unas gotas transparentes y pegajosas que formaban un hilo sostenido antes de llegar al suelo. Continué el movimiento de vaivén que no tardó en coger ritmo. 

Me centré en cómo se debería sentir mi tía siendo penetrada por su hijo con el consentimiento de su marido. Y si no tendrían reparo incluso en que yo llegara y la follara también. 

Una contracción me vino obligándome a encoger el culo hacia adelante. Mi verga asomaba dejando ver sus venas hinchadas. Mi mano no se detenía, apretando con fuerza y agitando sin control. Un fuerte nudo se me hizo en la garganta, contemplé en el espejo mi rostro enrojecido, mi boca de par en par dejando asomar mi lengua que quería chupar los pezones de mi tía. 

¡Uahh! Un escalofrío me recorrió de dentro a fuera mientras salía de mi un chorro de líquido lechoso hasta ahora nunca visto. Gemía sin control con cada convulsión expulsando más y más leche a medida que mi mano estrechaba aquella picha primeriza. Con la respiración aún entrecortada, el agotamiento me pudo y me senté. 

Delante mía quedaba un charco de leche que había alcanzado larga distancia y que también mojaba mis rodillas ya que mi cuerpo seguía manando. Sentí curiosidad, la olí y la probé de mis dedos. Era densa y tenía un sabor extraño. Sabía de oídas que había a quienes les gustaba y a quienes no. A mi en aquel momento no me sedujo mucho su sabor, cosa que cambiaría con el tiempo.

Mientras me relajaba me preguntaba cómo había sido capaz de montar aquella escena en mi cabeza. Quizás todo partió del comentario de Ángel que se quedó viendo a sus padres hacer el amor y de tacharme después de estar verde en temas de sexo. Ahora no me parecía tan mal, lo veía de otro modo aunque pensaba que eso nunca ocurriría en la realidad. La mente es maravillosa, pensé. 

Escuché a mi primo entrar en la casa y llamarme. Me apresuré a recoger todo con una toalla y bajé.

  • ¿Qué pasa Carlos? Veo que has terminado de recolectar hojas antes que yo

  • Si Ángel, pero llevo poco tiempo aquí

  • Vale, si te parece lo guardamos todo y nos vamos ya para casa. Voy antes al cuarto de baño para echar un pis

  • Estupendo, mientras las guardo en papel de periódico para conservarlas y mañana las seleccionamos y encuadernamos

Sacamos las bicis y mientras cerraba la cancela del portal de Villasol me quedé contemplando el lugar donde me masturbé por primera vez, donde probé lo que era correrse de gusto, como decían mis amigos. Donde probé por primera vez mi leche y sobre todo donde me hice una idea de hasta dónde llega la mente cuando te atrapa el impulso sexual.

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© Carlos Josem

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