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TODORELATOS » AMOR FILIAL » EL CHAT ME AYUDÓ CON MI SOBRINA 11 (REEDITADO) FIN
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Fecha: 15-May-23 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

El chat me ayudó con mi sobrina 11 (Reeditado) FIN

tauro47
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La entrega de unos documentos propició reencontrarme con Adela, que me invitó a comer en un hotel de lujo. Mi hermano siguió insistiendo con su plan hasta que… lo consiguió. Version para imprimir

A media mañana después de arreglarnos recogí la documentación del despacho de mi hermano, la que tenía que entregar, luego nos fuimos al hospital con Cris, encontramos a mi hermano bastante mejorado sobre todo de carácter, parecía que se había quitado un peso de encima, junto a él estaba Bea, había venido de mi ciudad para visitar a su padre, me alegré de ver a toda la familia reunida de nuevo.

A la hora de comer, después de acompañar a mi hermano en su almuerzo, salimos a un restaurante, las tres mujeres estaban maravillosas, parecían tres hermanas, cada una, en su estilo, iba vestida muy elegante, yo estaba orgulloso de acompañarlas, su madre estaba deseando contarles la última novedad respecto a su padre, como no tenían secretos entre ellas, les informó del deseo de su padre de compartirla conmigo, las chicas abrieron los ojos como platos y cuando se repusieron nos felicitaron a los dos, y nos besamos los cuatro ante la noticia.

 

Por la tarde volvimos al hospital, mi hermano estaba muy hablador y animado, todo era besar a sus hijas, incluso se empeñó que Sofía se sentara en la cabecera de la cama a su lado, yo los miraba a los cuatro con admiración.  Mi hermano me explicó que debía llevar la documentación al despacho de su socio Paco y entregársela en mano, pues era muy importante, por supuesto le prometí hacerlo como me había mandado. 

Como yo tenía que volver a mi casa y al trabajo, acordamos que Bea se vendría conmigo en el coche, el lunes tenía clase en la universidad, un momento antes de salir y mientras su hermana Cris se estaba despidiendo de su padre, Bea pasó al servicio, no me fijé en ella hasta que al salir, iba cerrando el bolso, pues me llamó la atención apreciar en su interior el blanco de su ropa interior.

Cuando salimos ya estaba anocheciendo, Cris tomó un taxi después de darme un beso en la boca, nosotros salimos en dirección a mi casa, en domingo, otoño y a esas horas, el tráfico era escaso, no tardamos en incorporarnos a la autopista, Bea observaba la carretera, yo la miraba de reojo esperando algún comentario sobre el tema de sus padres, sólo dijo de momento…

  • Me encanta…
  • Perdona Bea, ¿qué decías?
  • Que me encanta la idea de mi padre y me gusta más porque ha pensado en ti, me demuestra que quiere a mi madre, quiere lo mejor para ella.
  • Es verdad, es una decisión bastante arriesgada para tomarla a la ligera unilateralmente. 

 

Bea me miró, tenía los ojos humedecidos por una lágrima, con el reverso de mi mano se la retiré de la mejilla, mi sobrina me cogió la mano y la besó, se desabrochó varios botones de la camisa y acompañó mi mano con la suya hasta ponerla sobre su teta, la acaricié desde abajo hacia arriba hasta terminar en el pezón que estrujé entre mis dedos, sólo un suspiro se oyó en el coche sobre el rumor de la carretera.

Cuando la autopista se despejó de tráfico, pulsé el programador de velocidad, con la mano izquierda sobre el volante, la derecha estuvo despasando los últimos botones de la camisa, Bea se recostó entre el asiento y la puerta, sus tetas estaban a mi alcance, por el espejo estuve admirando los pezones hinchados y la piel dura y brillante de sus pechos que se elevaban agitadamente, lentamente fue subiendo su falda hasta dejarla en la cintura.

A la tenue luz del cuadro de instrumentos veía brillar sus labios húmedos abiertos, por la posición de sus piernas casi separadas; cuando recostó el respaldo del asiento, mi mano se perdió entre sus muslos separándolos hasta pasar la mano entre sus labios y abrirlos desde el Monte de Venus hasta el perineo, al pasar por su vagina todo estaba mojado, sus gemidos eran acompañados por su pecho respirando agitado cuando acaricié su clítoris. 

Bea girando la cabeza hacia mí, estiró las piernas y el cuerpo rígidamente hasta que se corrió entre varios espasmos, en mi mano sentía todas sus sensaciones mientras miraba a la carretera.  Cuando se repuso me soltó el cinturón, se inclinó a mi lado y se recostó sobre mi hombro, su mano no tardó en buscar mi bragueta y acarició el bulto apenas sostenible que había debajo, cuando la cremallera se deslizó hacia abajo, mi polla saltó debajo del volante.

Solté el bloqueo del asiento y lo deslicé al máximo hacia atrás, sólo manejaba el volante con la punta de los dedos, la cabeza de Bea bajó hasta mi regazo, sus labios rodearon a mi polla hasta la garganta, la presión que ejercía con la lengua entre ella y el paladar semejaba a la que me prometía con su coño. 

Aminoré un poco la velocidad, su cabeza subía y bajaba mientras con mi mano derecha, sobre ella, pasaba por detrás de sus nalgas y metía dos dedos en su vagina, prácticamente estaba arrodillada en su asiento, me aflojó el cinturón y bajando el bóxer hasta las rodillas sacó mi polla al exterior totalmente acompañada de los huevos, estaba todo mojado por su lengua, yo desconfiaba de mi, si tenía una eyaculación conduciendo, por lo que al ver un desvío hacia un área de servicio me salí y aparqué en un lugar sombrío. 

Bea se incorporó y pasó al asiento trasero entre los dos respaldos, yo me subí los pantalones, devolví mi asiento a su lugar y pasé junto a Bea, estaba tumbada apoyando la cabeza en la puerta contraria, con las piernas abiertas y la falda quitada sobre su respaldo, la camisa abierta del todo descansaba en sus lados, las tetas apuntaban al techo cuando me puse de rodillas entre sus piernas y me dejé caer sobre ella, cuando llegué lentamente, ya me había bajado mi ropa a los tobillos con sus pies, me guió la polla hacia su coño, y tirando de mis nalgas me atrajo hacia ella, entré suavemente, despacio pero de un tirón, cuando ya hice tope mi huevos descansaban en sus nalgas, mis manos en sus dos tetas y mi boca sobre la suya. 

Los cristales se empañaron muy pronto, nuestros cuerpos estaban calientes por dentro y por fuera, sudados y mojados de sus flujos, sólo se oía el rumor de los coches en la lejanía y el chapoteo de mi polla al entrar y salir  de su coño.  Bea me recibía con las piernas totalmente abiertas, una de ellas en el piso del coche, la otra sobre el respaldo de nuestro asiento, pero quise que participara activamente, me senté, ella lo hizo sobre mis piernas, encaró mi polla en su vagina y se dejó caer suavemente apoyando su espalda en el respaldo de delante.

Empezó a cabalgarme despacio, iba ajustando la cantidad y dirección justa de mi polla, su cabeza oscilaba a los lados con los ojos cerrados, concentrada en el trozo de carne caliente que estaba disfrutando, sus tetas sensibles gozaban de mis caricias y su voz apenas audible sólo me decía…

  • Por favor Alfonso, quiero correrme como nunca, hace demasiado tiempo que no lo hago, no te corras aún, aguanta, espérame, ya noto que está cerca, ¡ya me viene, ya está aquí, yaaa, sííí, yaaa, huummm! 

 

Me abracé a ella, sus muslos a los lados de mi cuerpo me rodeaban, mis manos apretaban sus nalgas cuando me llegó mi orgasmo, casi simultaneo, Bea se dejó caer entre mis piernas para meterse mi polla hasta adentro, mi vello se enredó con el suyo, cuando terminaron mis latigazos y se levantó, por mi polla se escurría toda mi leche junto a sus jugos.

Cuando volvimos a la autopista apenas se podía ver hacia adelante, mientras se desempañaban los cristales, tuve que bajar el cristal para acelerar el proceso, había demasiada humedad adentro.  Al entrar en la ciudad, Bea se abrochó la ropa, aún me ofreció sus tetas antes de hacerlo, no me pude resistir y se las acaricié suavemente, las toallitas húmedas no bastaron para achicar los jugos que todavía le salían del coño.  Al llegar a la casa, Bea se fue directamente a su habitación, cuando salió estaba totalmente desnuda, con solamente una toalla y la llevaba en la mano, me dijo…

  • Alfonso voy a ducharme, cuando salga, ¿cenamos antes o después?
  • Cenaremos antes, así tendremos más tiempo para nosotros. 

 

Sonreí para mis adentros y preparé la cena.  Cuando salió de la ducha, olía como los ángeles, una combinación a hembra caliente y a flores frescas, al sentarnos a la mesa vestía un leve vestido que apenas escondía nada, sus tetas bajo la suave tela se movían libremente, por detrás se le metía entre las nalgas. 

Estuvimos hablando del tema del año, no se imaginaba, ni yo tampoco, como se desarrollaría el encuentro entre los tres, su padre se podía arrepentir en el último momento y entonces tomarme celos y represalias contra su mujer, sería el caos, yo tendría muchos problemas para volver a relacionarme con Sofía y sus hijas, y mi hermano se olvidaría de mi. 

Mi sobrina, como mujer, me estuvo orientando como creía que debía acceder a Sofía en presencia de su marido para no hacerla de menos y hacerla sentir que ella era la princesa, debía dejar que tomara las riendas, además conocía a su marido en la cama.  Reconocí que tenía razón y me propuse estar preparado para cualquier reacción negativa.

Al día siguiente fui a mi trabajo, por fortuna no había mucho que resolver y antes de comer me acerqué al despacho de Paco, el socio de Carlos, me recibió su secretaria y se ofreció para recoger la documentación, decliné cortésmente e insistí en entregarla en mano. 

Estaba en la sala de espera cuando por una puerta apareció Adela, la esposa de Paco, la última vez que la vi fue en la casa de vacaciones de mi hermano, fue un día extenuante de follarla, era insaciable y acabé KO, procuraba evitarla pero ahora la tenía frente a frente, sus ojos cayeron sobre mí como un halcón, yo me veía cohibido a su lado, era una mujer de bandera aún sin saber de su ninfomanía, además de un monumento de mujer, vestía con mucho gusto y follaba como nadie.  Su voz a mi lado sonó calmosa y sensual…

  • ¡Hola Alfonso, que sorpresa, no esperaba verte!, ya hace demasiado tiempo que no coincidimos, ¿vienes para hablar con Paco?
  • Si Adela, traigo unos documentos de Carlos muy importantes, para entregarle en mano a tu marido.
  • Estupendo, ¡ah!  Por cierto… ¿Cómo está del accidente?  Espero que mejor, y sobre los documentos no te preocupes, pasa conmigo, se los entregas personalmente y luego te vienes conmigo, te invito a comer, tengo mucho apetito… 

 

Este último comentario me sonó casi como una amenaza.  La secretaria abrió la boca como para intervenir pero Adela le hizo una seña para que callara, se sentó conformada.

Paco estaba en un despacho inmenso, apenas se veía detrás de la mesa del escritorio, tenía papeles por todos lados, Adela le dijo…

  • Mira Paco, a quien te traigo, una grata sorpresa… 

 

Paco levantó la mirada y sonriendo al reconocerme, se levantó y me saludó afectuosamente, seguidamente me invitó a sentarme y me puso un vaso de whisky en la mano.  No suelo beber y menos en ayunas, pero ante el empuje de aquel hombre de negocios no pude contrariarle, le conté el motivo de mi visita y recibió los documentos con mucho agrado, me aclaró que eran muy importantes, pues no debían filtrarse a la competencia. 

 

Después de comentar lo bien que lo habían pasado en casa de mi hermano me levanté y con una excusa me despedí y me dispuse a salir, no contaba con Adela, que cogiéndome del brazo le dijo a su marido…

 

  • Como veo que tienes mucho trabajo, me llevo a Alfonso a comer por ahí, ¿cuándo vendrás a casa?
  • Desgraciadamente ahora que tengo los documentos, me reuniré con nuestros Abogados y no volveré hasta acordar las líneas de actuación.
  • Muy bien, llámame cuando vayas a venir, chao…
  • Perfecto, pasadlo bien, adiós Alfonso, recuerdos a Carlos. 

 

Adela se colgó de mi brazo nada más salir del despacho, la secretaria levantó una ceja al vernos, Adela no me preguntó donde prefería comer, simplemente me llevó hasta su coche y me invitó a que subiera.

 

Conducía endiabladamente, con una seguridad pasmosa, cuando quise darme cuenta estábamos en la entrada de un hotel de muchísimos pisos en la playa.  Un botones recogió el coche, al pasar por recepción le dijo al empleado mientras la saludaban servilmente…

  • Buenos días Matías, ¿me das la llave, por favor?...  ¿Te ocupas que nos sirvan dos comidas a la habitación?  Gracias.
  • Inmediatamente doña Adela, ¿el menú acostumbrado?
  • Por supuesto, gracias Matías.

 

Yo iba perdido, casi no levantaba la vista del suelo, me desbordaba tanto ímpetu.  Se volvió a coger de mi brazo y me guió hasta el ascensor, cuando la vio el ascensorista, marcó el piso y salió discretamente del habitáculo dejándonos solos. 

 

El aparato salió de la penumbra del hall del hotel para, de golpe, salir al sol de la playa, iba pegado a la fachada, era todo acristalado como una burbuja, no habíamos pasado del tercer piso, cuando Adela me cogió de los hombros y enfrentándome a ella me pegó sus labios carnosos sobre los míos, un beso que duró apenas tres pisos pero que me pareció todo un viaje lunar. 

Me sentía mareado, ya que si miraba al vacío me daba vértigo, pero al mirar a Adela su escote se pegó a mi pecho, y aún era más vértigo lo que provocaba, no tenía fin, ante sus redondos y morenos pechos se hundía un abismo que era insondable, por delante se abrían siguiendo las curvas hasta marcar los duros pezones. 

 

Antes de llegar a la mitad del recorrido ya me había bajado la bragueta y sacado la polla fuera, yo miraba alrededor, las ventanas pasaban al lado pero tan rápidamente que no daría tiempo a ver nada, al aminorar la velocidad el aparato, aún tardó en soltármela hasta que las puertas se abrieron con el tiempo justo de subirme la bragueta. 

 

Sus pasos felinos no se notaban sobre la moqueta, cuando pasó la tarjeta por la ranura de la puerta, ésta se abrió y pasamos, descorrió las cortinas opacas y las vistas me dejaron atónito, en el horizonte la vista alcanzaba hasta varias millas de mar, alguna vela y a mis pies la arena blanca de la playa hasta el infinito.

Se movía ágilmente, apenas rozaba el suelo, cuando abrió el armario sacó una bata que dejó sobre la cama, se descalzó y me indicó que la imitara, lo hice y me di cuenta que éramos de la misma estatura casi, el beso que me propinó me dio más seguridad, ya mis manos empezaron a actuar, el vestido fue abriéndose y las prendas quedaban sobre la cama gigante, sólo se quedó con un conjunto de lencería, que le presionaban para que salieran por encima de la prenda, que realzaba sus ya grandes tetas, las bragas eran tan sutiles que parecía que en vez de ocultar lo mostraban todo o atraían la mirada hacia lo que escondían. 

Con la mirada me indicó que mi ropa sobraba, sólo mis pantalones dependían de un botón que no duró nada y de la camisa casi saltaron los botones, yo temía cuando viniera el camarero pero Adela me alargó otra bata para mí.  Me equivoqué, en vez de un camarero vinieron dos, que apenas colocar los carritos con la comida y servirla adecuadamente, se retiraron discretamente, Adela me indicó que me acercara a la mesa, que ya estaba completada con una botella de champagne en un botellero con hielo, los manjares eran tan exquisitos que me olvidé de lo que había debajo de la bata de Adela y me dispuse a comer mirando al mar infinito. 

 

Adela tenía una conversación muy fluida, me contó muchas cosas, entre ellas que aquella suite la tenían reservada de continuo, aunque sólo la utilizaban cuando estaban deprimidos y querían aislarse o tenían alguna cita importante, tanto ella como Paco, su marido estaba al tanto de todo y procuraban no inmiscuirse entre los dos, incluso alguna vez habían hecho alguna reunión de dos parejas o algún trío, los empleados les consideraban como unos clientes vip y les mimaban, por supuesto porque las propinas también eran generosas. 

Cuando terminamos de comer, unos nudillos sonaron al otro lado de la puerta, volvieron los camareros y se llevaron el servicio, dejando una bandeja con licores y hielo.  A los pocos minutos tocaron otros nudillos, entró una doncella, abrió la cama y se marchó.

Adela se acercó al gran ventanal, acristalado hasta el suelo, mirando al infinito, yo admiraba su silueta a contraluz entre las cortinas y la ventana, se abrió la bata y la dejó caer al suelo, me acerqué por detrás, mientras me quitaba el bóxer bajo mi bata, cuando llegué a ella mi polla me precedía entre la bata, pasé las manos bajo sus brazos y las apoyé en su estómago, ella subió sus manos a la cabeza mientras las mías pasaban por debajo el sujetador levantándolo, dejando caer sobre mis manos las dos tetas suaves y duras.

Los pezones me esperaban ya hinchados, con los dientes despasé el sujetador que saltó hacia adelante y suspiró aliviada, por entre mi bata asomó mi polla erecta que se alojó entre las nalgas de la mujer, la cabeza buscó cobijo entre sus piernas, ella apoyó las manos contra el cristal sacando un poco el culo hacia atrás, sólo las separó y facilitó el acercamiento separándose el camal de las bragas y atrapándola al soltarlo.  La empujé hacia adelante presionándola contra el grueso cristal del ventanal, por encima de su hombro veía el vacío, la playa y el mar se perdían pareciendo que volábamos en un globo.

El calor de su cuerpo me enervó más, haciendo que el glande pasara por el arco de sus piernas y rozando sus labios saliera asomándose por el clítoris.  Simplemente le estaba pellizcando los pezones aplastados contra la ventana, cuando noté como por su espalda le recorría un escalofrío, las puntas de sus pezones se esforzaban por traspasar el vidrio, su estómago vibró y su vientre se encogió hasta llegar a su pubis que se abrió, cuando llegó a su vagina explotó en varios espasmos y me mojó la polla.

Sólo era el primer orgasmo de una serie que tenía que venir, ya conocía a Adela y sus orgasmos en cadena.  Cuando me llevó a la cama subimos por los pies, no llegamos a la almohada, en mitad de la cama abrió mi bata y me atrapó la polla con la boca, la vi desaparecer entre sus labios, sólo me quedó, con mis manos libres, quitarle las bragas ya mojadas y meter mi boca entre sus piernas y con la lengua abrir sus labios hasta que el clítoris se excitara lo suficiente para mordisquearlo con los dientes, a la vez que con la lengua le destapaba la capucha protectora. 

Cuando el clítoris estaba afuera y brillante, lo aspiré hasta tenerlo atrapado con la lengua, apenas lo conseguí sujetar, pues una serie de latigazos hicieron que se me escapara de los labios y tuviera que asegurarlo con los dientes, eso disparó más aún el orgasmo siguiente.

Sobre mis ojos se abrían las piernas de Adela, era una maravilla admirar sus curvas, que unían sus nalgas a sus labios y a su pubis, entre sus nalgas se notaba el ojo marrón arrugado, con sólo tocarlo se encogió como una flor, al notar la humedad de mi dedo se relajó lo suficiente para la primera falange desapareciera dentro, los labios de la vagina se abrían y cerraban como una medusa nadando, mi lengua entró en ella hasta donde alcanzaba, el sabor salado de sus jugos pusieron mi polla más dura si cabe, lo que agradeció la boca de Adela. 

El recto que estaba acariciando parecía una manga de seda que se perdía en el cuerpo de la chica, sólo podía aumentar el diámetro, por lo que añadí otro dedo, al estar lubricado no resultó muy difícil acompañar al primero, sólo cuando añadí el tercero, Adela encogió el ano un poco y gimió de placer, quizás por eso me dio la vuelta y aprovechó la dilatación y el grosor de mi polla para sentarse sobre mí, guiando mi falo entre sus nalgas hasta sentarse de dos empujones, al principio hizo un gesto lastimero pero pronto cambió por placentero.  Las tetas caían sobre mi cara, con lo que me fue fácil cogerlas desde abajo y subirlas mientras las juntaba y las presionaba hasta llegar a las puntas.

Adela se movía saboreando en su culo mi polla clavada, se movía oscilando, tocando con mi glande en todos sus rincones, una vibración en su vientre me indicó que llegaba otro orgasmo, no me extrañaba nada.  La chica era multi orgásmica, yo sólo podía proporcionárselos.  En su culo estaba muy cómodo, el roce de la flora intestinal me resultaba muy suave aunque la vagina era mucho más placentera, si quería correrme prefería el coño, me centré en acariciar sus labios menores para hacerle desear la polla en su vagina, no tardó en notar el cambio, sólo levantó el culo hasta sacársela y volver a sentarse con mi polla en su coño. 

Sus pliegues resonaban en mi glande como campanillas, cada movimiento hacía que palpitara de forma que la sangre llenaba el tronco haciéndolo más grueso y la cabeza cambiara de color del rojo al morado.  Cuando ya notaba que en mis huevos se arrugaba el escroto, le di la vuelta y la puse debajo de mí, sus piernas delante de mis hombros sobre su pecho, toda su raja presentada a mi disposición, la sacaba, la paseaba por sus labios haciéndole gritar, rogando que se la metiera, le castigaba el clítoris y la metía en el culo alternativamente, era la locura, ella no sabía por dónde se la iba a meter, acostumbrada a organizarlo todo, estaba desesperada.

Estaba a mis expensas, primero me exigía que parara, después me lo pedía por favor, luego me lo rogaba, los orgasmos eran sucesivos, ya no los contaba, cuando terminaba con uno esperaba con ansia el siguiente, hasta que, notando los calambres que me llegaba desde la nuca hasta los huevos, le clavé a fondo la polla, los huevos pegados a ella, no la saqué hasta que se bajó como un calcetín. 

Estaba desmadejada, por supuesto yo también, claro, quedé sobre ella, sus tetas impedían que me ladeara, cuando nuestros corazones recuperaron el ritmo normal me dejé caer a su lado, Adela estaba en X, de su coño manaba un chorro blanquecino de leche y flujo imposible de reconocer.  El sol había desaparecido por el horizonte, Adela miró su reloj de lujo, me dijo que lo había pasado de miedo, la había hecho perder la cuenta de veces que se había corrido y eso era lo que ella apreciaba más. 

  • Eres todo un semental, no sabes lo que te aprecio, follar contigo es toda una experiencia, no sé si debo decírtelo, pero tu hermano le ha propuesto a Paco en hacer un trío, o un intercambio con Adela.
  • ¡Vaya con Carlos, no sabía de sus aficiones, aunque no le culpo, eres una mujer especial!
  • No lo hacía por mí, lo hacía por Adela, una vez, después de follar contigo me contó algo, no sé qué rollo raro tiene con ella, parece ser que tu hermano tiene costumbres algo especiales, a mí no me gusta eso, prefiero follar sin freno contigo.
  • No sé, Adela no se merece eso.
  • Por eso no acepté, si hubiera sido contigo no lo hubiera dudado, pero con Carlos…

Cuando bajamos y dejamos la llave en recepción los empleados me miraron y sonrieron irónicamente.  Yo saqué pecho orgulloso.  Me dejó de vuelta donde estaba aparcado mi coche, la ventana de Paco aún estaba encendida, mi coche me dejó de vuelta en casa, estaba exhausto, sin duda me apetecía ducharme y dormir.

 

Al día siguiente me llamó Sofía desde el hospital, había pasado el médico que operó a Carlos, le dijo que, como iba tan bien, le daría el alta para marchar a casa.  Me alegré por los dos, en casa estaría mejor atendido, le dije que procuraría visitarles el fin de semana. 

El sábado por la mañana marchamos Bea y yo a casa de sus padres, al estar en casa Sofía se podía dedicar a su cuidado tranquilamente, mejor no podría estar.  Una gran parte del trayecto lo hicimos cogidos de la mano, Bea me daba una paz interior que ni ella lo sospechaba, era una chica muy madura y cabal.  Cuando llegamos a su casa, nos recibió Cris, estaba contenta, nos agasajó con su sonrisa y nos llevó hasta su padre, estaba acompañado de Sofía que le arreglaba la ropa de la cama, parecía un patriarca, sentado a la cabecera, con un brazo en cabestrillo.

Después de los saludos, las mujeres salieron para instalar a Bea, llevaron mi maletín a la mía, yo me quedé con mi hermano, le puse al corriente de la entrega de los documentos, le conté la impresión del despacho de Paco y de paso que había visto a Adela, mi hermano me miró de reojo y se sonrió…

  • Ya me lo ha contado todo Paco, te agradeció mucho el favor, representaba mucho para el negocio, en cuanto a Adela me contó que te llevó a comer afuera, me imagino que quedarías satisfecho con el menú, -me dijo irónico, yo me sonrojé un poco, me vi pillado, aunque imagino que sería de lo más obvio-.
  • Mmm, bueno
  • No sé si será buen momento, pero yo estoy muy ilusionado en intentar mi rehabilitación en la parcela sexual, si tú lo estás lo podríamos intentar, no te quiero presionar, de hecho no me extrañaría que desistieras y no te lo reprocho, pero creo que eres la persona ideal, Sofía te aprecia mucho, igual que las chicas.
  • La verdad, casi me había olvidado, pero si tú estás decidido de verdad, estoy dispuesto a ayudarte.
  • Gracias, sabía que podía contar contigo, hablaré con mi mujer.

A partir de ese momento la suerte estaba echada, todo empezó a rodar, Sofía se lo dijo a sus hijas, éstas decidieron salir de fiesta juntas, tardarían muuuucho en volver, yo se lo agradecí apretándoles las manos.  Normalmente Carlos se levantaba para ir al servicio, se movía por casa con dificultad pero esta noche Sofía preparó una cena suculenta, con toda clase de manjares y bebidas, la ayudé a montar una mesa sobre la cama, esta noche cenaría en ella, cuidado por nosotros, ayudé a su mujer a servir los diferentes platos y abrí las botellas, era una selección de vinos y champagne, la bodega de mi hermano era bastante selecta y no dudó en recomendar los mejores caldos. 

Estábamos muy animados, aunque nerviosos por el momento, mi hermano estaba hasta chistoso, yo cruzaba los dedos para que todo saliera bien, cuando retiramos los platos, llegaron los combinados que acabaron de ponernos en un ambiente de lo más distendido.

Cuando quitamos la mesa, se quedó sentado sobre la cabecera, con unos almohadones en la espalda, nosotros nos sentamos a sus pies, previamente Sofía había retirado la ropa de la cama plegándola a los pies, estuvimos un momento en silencio, no sabíamos cómo empezar y quien lo haría, mi hermano como promotor de la idea, comprendió que recaía en él la tarea de dar paso a la velada. 

 

En principio pidió perdón con palabras quebradas a su mujer, por las veces que la había humillado, aunque lo hizo sin conciencia de lo mal que le producía, estuvo muy emotivo, lo que hizo que su mujer se abrazara a él sentándose a su lado, lo rodeó con los brazos y aunque mi hermano estaba limitado en movimientos, le abrazó con una mano, la misma mano que recorrió el cuerpo de Sofía hasta posarla en una teta, la mujer se emocionó hasta el punto de besarlo y desabrochándole el pijama le acarició el pecho, le pasó la mano por el vello y le besó las tetillas, él demostró que las caricias de su mujer no le eran indiferentes, abriéndose el pantalón y enseñándonos la erección que ya presentaba. 

Sofía que hacía mucho tiempo que no se la cogía lo hizo, aún así el dio una encogida, quizás no lo esperaba y con la mano izquierda empezó a masturbarse, Sofía comprendió que no debía ir demasiado deprisa, tenía que darle un tiempo.  Mi hermano, cuando su mujer le cogió por un momento la polla, me hizo señas por detrás de ella para que me acercara e interviniera.

Me armé de valor, me acerqué y mientras ellos se besaban, yo me puse detrás de Sofía, le pasé la mano desde los pies hacia arriba, ella al sentirme, siguió besando a Carlos, mientras él se la meneaba, cuando mi mano pasó la rodilla y se internó en sus muslos, los separó permitiendo que sintiera un leve temblor ante lo desconocido, al llegar casi a su ingle, fue mi boca la que empezó a besar suavemente desde las rodillas hacia arriba, las piernas de Sofía estaban abiertas sobre la cama junto a mi hermano, cuando empecé a abrir su vestido y dejarla en sujetador, mi hermano me levantó el pulgar animándome, para mí fue como ver una avenida de noche y de momento encenderse todos los semáforos verdes hasta el horizonte. 

Me quité la ropa, mi polla estaba erecta, por curiosidad miré la de mi hermano, me ganaba en longitud pero no en grosor, me conformé al pensar en Adela, mis manos se perdieron entre las piernas de Sofía, fui subiendo hasta llegar a sus bragas, ella separó las piernas plegándolas al lado de Carlos, él, aceleró su mano, mi boca se aplicó al coño de su mujer, ella se arqueaba ofreciéndome su sexo, le bajé la prenda hasta sacársela por los pies.

Sofía ya no pudo resistir la tentación y suavemente fue dejando a su marido y se acercó a mí, que estaba tumbado a los pies de mi hermano, me cogió la polla y la puso vertical y la metió en la boca, primero tímidamente hasta que desapareció entre sus labios, mi boca también estaba entre sus piernas, las abrió del todo con lo que abarcaba todos los labios hasta su culo.

Mi hermano observaba, con la polla en la mano zurda, como nos comíamos los sexos mutuamente, Sofía fue la primera en correrse, fue un grito sincero de liberación, mi hermano levantó los brazos en señal de victoria, nos animó todavía más, me señaló el coño abierto y cuando se la metí mi hermano me empujó del culo para que se la metiera más hondo, entonces comprendí que era mía, la iba a follar como siempre lo había hecho, desde entonces era como si hubiera una cortina delante de Carlos. 

Mis manos buscaron las tetas de mi cuñada para estrujarlas y sacarle los pezones duros y comérmelos, las tetas se me salían entre los dedos pero no por ello las dejaba descansar, mi polla estaba dentro de ella dándole por detrás sobre los pies de mi hermano, las tetas colgando balanceándose, con la cabeza enterrada en la sábana, le eché saliva en el culo y sin dejar de clavársela en el coño me levanté hasta llegar a la altura del ano y la puse presionando suavemente hasta enterrar el glande. 

Mi hermano abrió la boca sorprendido, no se imaginaba de su mujer iba a recibir mi polla con tanta facilidad, era una novedad para él, eso le animó y aceleró su mano, le volvió loco de excitación verme clavarle la polla hasta los huevos por el culo, tanto que dando gruñidos se corrió con unos chorros increíbles que nos rociaron a nosotros, Sofía se limpió y se lo pasó por los labios.

Carlos se deshacía pajeándose la polla sin control, nosotros no dejábamos de provocarle cambiando de postura, sobre todo enseñándole nuestros sexos de frente, nos pusimos haciendo la cuchara, él veía como mi polla alternaba el coño o el culo a voluntad, no había ninguna dificultad en ninguno de los dos agujeros, pues gemía con la misma pasión.

En un momento dado, él se incorporó con dificultad, y al mismo tiempo que yo se la hincaba en el culo a Sofía, él le lamió y le besó el coño, en clara súplica de perdón por los daños y humillaciones que le había provocado.

Cuando él se había corrido tres veces, desistió de seguir meneándosela y fue cuando me corrí en la cara de Sofía a una distancia que viera claramente como mis chorros volaban desde mi polla hasta la boca abierta de Sofía para tragársela seguidamente.

Carlos estaba complacido y saturado de sexo, cuando nos dijo emocionado que le habíamos hecho muy feliz y que nos merecíamos un premio, nos dijo que lo tapáramos con la sábana y que nos fuéramos a mi habitación a seguir follando hasta rendirnos.  No nos hicimos de rogar, lo cubrimos y nos fuimos abrazados a mi habitación, ya fuera de la compañía de Carlos, todo fluyó mucho más fácil, mi polla reaccionó mucho más rápido y sus orgasmos no se hicieron esperar, el coño insaciable tragaba semen como nunca, mis huevos no pudieron seguir su ritmo, al cabo de cuatro eyaculaciones ya me corría sin leche.

Sofía temblaba cada vez más seguido, yo me admiraba y recordaba a Adela, Sofía seguía sus pasos, en la habitación sólo olía a sexo y sudor, las sábanas revueltas, manchadas de jugos vaginales y semen.  Casi estaba amaneciendo cuando se oyó la puerta de la calle, los tacones de las chicas repicaron en el salón, nos callamos, también se oían los ronquidos de Carlos en la habitación de matrimonio. 

La puerta de la habitación grande se oyó abrirse y cerrarse, luego el murmullo de voces de las chicas, nos buscaron hasta abrir mi habitación, nos encontraron abrazados bajo la luz tenue de la lamparilla, mi polla flácida descansaba tumbada sobre mi muslo mientras el coño de Sofía rezumaba leche y jugos.

Entraron atropelladamente, se sentaron sobre la cama y nos urgieron a contarles como había estado la velada, Sofía les contó lo más fielmente posible la noche, mientras lo hacía Cris me cogió la polla y la estuvo acariciando mimosa, la pobre no estaba para alegrías, aunque fue tan agradecida que aún se puso lo bastante dura para mantenerse casi vertical, mis manos acariciaban todavía las tetas de Sofía, no querían dejar pasar la noche dejándolas abandonadas.

Las chicas estaban interesadas en la posible continuidad de la fiesta en trío, yo me encogí de hombros, no sabía, aunque había advertido que a Carlos le gustó cuando se la metí en el culo y en el coño alternativamente y me corrí en su boca, esto le puso frenético y se la meneó como loco, seguro que si quería repetir lo daríamos por bueno, si después nos premiaba con toda una noche en solitario, así esto se podría repetir por mucho tiempo.

Fin.

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