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Fecha: 03-Jun-23 « Anterior | Siguiente » en Hetero: General

No fue traumático

Carlos Josem
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Ponte en mi situación: hacer lo que debes o lo que quieres Version para imprimir

NO FUE TRAUMÁTICO

Hola, mi nombre es Carmen y escribo estos acontecimientos sin rubor porque ya en su día no me pareció que lo sucedido me afectara ni física ni anímicamente. Ocurrió y lo hice por un bien mayor. Y al contrario de lo que muchos puedan pensar, estoy satisfecha de haber actuado como lo hice.

Mi padre es ejecutivo de una gran organización. Comenzó como comercial pero pronto lo fueron ascendiendo dada su intuición y sus dotes de liderazgo. En un momento crucial de su carrera necesitó de una ayuda extra que yo misma le proporcioné para que siguiera subiendo en el escalafón.

Mi madre es una señora a la que le encanta eso de vivir bien sin tener que trabajar. Dejó su empleo cuando vio que no hacía falta esforzarse por obtener todos sus caprichos. Ahora sus preocupaciones se centran en vestirse bien y relacionarse con gente de dinero.

Mi relato personal comienza cuando aún vivíamos en un pequeño piso y no teníamos ni para irnos modestamente de vacaciones. Yo estaba en el instituto y mi hermano aún terminando la primaria. 

Los jefes de mi padre nos invitaban a menudo a pasar los fines de semana en el campo en alguno de sus chalés. Le daban mucha importancia a eso de juntarnos como una gran familia, en el pensamiento de que mientras mejor nos conociéramos mejor irían los negocios.

Aquello me gustaba porque aparte de relacionarme con gente maja, también podía disfrutar del lujo de sus posesiones. Por eso, a pesar de que disfrutaba poco de la presencia de mi padre, deseaba que al menos pudiera conseguir algún día ese bienestar para nosotros.

Aquel fin de semana mis padres tenían que quedarse con mi hermano en una convivencia escolar. Mi padre me dejó bien temprano en la casa de campo del primo Juan y dándome dos besos me dijo: pórtate bien y sé obediente: esa frasecita tan cursi que suelen soltar para que los hijos no les dejen en ridículo o evidencia.

Tras terminar los deberes me pareció bien ayudar a Juan que ya había limpiado la piscina y ahora cortaba el césped. Empezó a darme conversación preguntando si tenía amigos o novio y cosas así. Aunque sus preguntas eran cada vez más personales, yo intentaba esquivar decir la verdad: que aún era virgen aunque ya había estado con varios chicos.

Me sorprendió que llegaran Ricardo y Esteban tan pronto, además sin mujeres e hijos. Dijeron que era para ir preparando la barbacoa y demás. Como de costumbre, me saludaron con dos besos y unas palabras bonitas. 

Ricardo era el jefazo, un hombre fornido de 56 años que hacía gimnasio y running. Su porte siempre recto, sus canas en las patillas y su atenta mirada le daban un aspecto de persona curtida, atenta y bien educada. 

Esteban tenía 42, delgado y de estatura media. Me gustaban sus ojos claros y su sonrisa siempre puesta como si fuera algo que viniera con él desde que nació. 

Juan era el más joven con 34 años. Bajito y regordete y con una cantidad de pelo rizado en el pecho que me hacía mucha gracia.

Llegó un momento que apretaba tanto el sol que todos nos metimos en la piscina. Estuvimos nadando hasta que Ricardo propuso un juego.

-R: ¡Oye Carmencita!, ¿has jugado alguna vez haciendo de balón? 

-C: No, dije con incredulidad

-J: Pues vamos a jugar, ¡acércate!

Se colocaron a mi alrededor y mi primo me tomó de espaldas por las axilas. Me dijo que agarrara mis piernas e hiciera como si yo fuera una bola. Me alzó sobre el agua y me tiró cerca de Esteban para que me recogiera, y así me fueron pasando como si yo fuera una pelota.

-¿Te gusta?, me decían entre risas

-Sii, es divertido, dije mientras me zambullían una y otra vez, tantas veces que apenas sabía en qué manos estaba

Se fueron cansando y cerrando hacia mí, tanto que ya no era tirarme al agua sino pasar mi cuerpo de uno en otro estrechándome contra el pecho. Cada cuál me daba un beso en las mejillas con tiernas palabras y me llevaban a brazos del siguiente. En cada pasada me palpaban la espalda y el culo y los besos se tornaron más ‘cariñosos’. 

En un momento noté el roce de mis tetitas contra el abundante vello de Juan, fue como un cosquilleo agradable. Entonces me di cuenta que había perdido el top del bikini, seguro que alguno me lo había desatado sutilmente dejándolos al aire. Sus miradas me pusieron nerviosa así que me retiré con la excusa de tener que ir al baño sin reparar que eso les podía molestar.

Dentro de la casa decidí restar importancia al tema pensando que seguro que todo formaba parte de un inocente juego de mayores. Me puse un top y una malla corta de color rosa ajustada y para justificar mi posible mala conducta, les llevé unas bebidas con frutos secos en una bandeja.

El sol me daba en la cara impidiendo ver con claridad pero conseguí llegar a la mesa donde estaban sentados sin derramar nada. Al meterme bajo la sombrilla vi que los tres estaban desnudos y hablando del juego en la piscina.

-J:Siéntate primita, tienes que escuchar lo que te vamos a decir. En la silla libre estaba el top de mi bikini que había dejado en el agua

Eran personas queridas y confiaba en ellos. Así que me quedé y escuché.

-J: No te incomodes, esto es algo normal. Entenderás que cuando estamos las familias en reunión todos vayamos con ropa pero así entre nosotros nos resulta más natural y cómodo ir a pelo. Espero que no te importe

-E: Además, tú ya habrás visto cuerpos desnudos, ¿no?

-C: Bueno…yo…. Balbuceé sin saber muy bien qué decir

-E: Tranquila chiquita, ya te hemos visto tus pechitos en la piscina, son muy bonitos y nadie  ha hecho nada que te moleste, ¿verdad?

-C: Pu…pues noo..

-J: Por eso mismo, ¡venga, quítate el top!

-C: Me llevé las manos a la prenda, cuando …

-R: ¡Espera! dijo Ricardo con voz ejecutiva pero dulce a la vez: si no te importa lo haré yo 

Se pusieron a mi alrededor de rodillas a corta distancia. Ricardo puso sus manos en mis hombros y bajó lentamente el top hasta mis caderas deteniéndose en el borde de mis mallas. Mis pezones estaban duros manteniendo mis tetitas erguidas apuntando a su cara mientras se recreaba en las formas. No tardó en seguir bajando llevándose consigo también mis mallas hasta el suelo, dejando todo mi cuerpo al descubierto.

Mi corazón daba saltos aumentando la respiración. Unas gotas de sudor salieron de mi frente y de mis axilas. Mantuve la vista en los ojos de Ricardo esperando que dijera que todo había terminado, que no pasaría de ahí.

Cuando vi que su polla había crecido hasta ponerse a la par de su vientre comprendí que aquello acababa de empezar. Me giró varias veces como a una muñeca para mostrar a todos mis intimidades mientras yo ponía ojos en sus rabos erectos.

-J: No debes temer nada primita. Además, tu padre también forma parte de estos juegos, por si no lo sabías

-E: Si, a él le encanta sobre todo cuando traemos a alguien como tu

-R: Te voy a explicar princesita. Todo el que ingresa en nuestro círculo empresarial se tiene que comprometer a formar parte de estas sesiones grupales. Consideramos que nos une y hace más fuertes para afrontar las adversidades de los negocios

-E: Si, formamos una especie de logia que vamos aumentando con conocidos y nuestra propia familia. Aunque no lo creas, ya somos más de veinte 

-J: Y ahora le tocaba a tu padre hacer una aportación. Lo está dudando mucho y no deseamos que se eche atrás. Y claro sobrinita, ya que estás hoy aquí podrías quitar ese peso a tu papá aceptando voluntariamente

-R: ¡Decídete!

Estaba aturdida sopesando pros y contras a toda velocidad. Por un lado, pensando que si me negaba le podría tocar a mi madre o a mi hermanito. Y por otro podría estar jugando con el futuro laboral de mi padre y consecuentemente el de nuestro bienestar familiar. Tenía que resolver aquél mar de dudas mientras ellos se masturbaban palpando mi cuerpo, salvo en lo más íntimo.

-J: Tranquila primita, no haremos nada que tu no quieras, me decía cariñosamente mientras hacía círculos en mi boquita con su índice 

El morbo entre ellos crecía igual que sus ganas por probar mi cuerpo. Se iban dando besos, caricias y frotis de pene mientras sujetaban sus ganas. Para ello solo esperaban una orden: la de Ricardo.

R: Vale nenita, entra en la casa a por unas bebidas y te traes crema y maquinilla de afeitar del aseo, te vamos a poner más hermosa todavía, dijo pasando la palma de su mano por mi vello púbico

Sabía lo que aquello significaba: Ricardo me estaba dando tiempo para pensarlo a solas, de manera que si volvía con ellos sería para entregarme al juego sin reparos, aunque nada me impedía coger el teléfono y llamar a alguien que me sacara de allí a toda prisa.

Continuará…

(Si así lo me piden los lectores)

 

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