Narra Pamela
Mi esposo se excusó, cuando nos dejó en el restaurante. Dijo que quien le rentaba el coche, para que realice sus labores de taxista, lo necesitaba urgentemente. A mí me pareció otra de sus excusas para no pagar por la comida, pero en esta ocasión no le iba a reclamar nada, estaba tan feliz que nada podía arruinar mi día. Casi con disimulo llevé mi rostro hacia el cuello del buzo que llevaba puesto, solo para respirar aquel aroma que me hacía recordar a la noche de ayer. De solo traer a la mente los recuerdos, mis piernas temblaban y la temperatura de mi cuerpo se elevaba. Todavía podía sentir a Rapha detrás mío, siendo todo un hombre… Sonreí como una chiquilla.
—¿Mami? —preguntó mi niño.
—¿Sí, cariño? —traté de disimular la sonrisa.
—El joven lleva esperando la orden
Volteé al costado, efectivamente, un jovencito no me despega la vista. Le sonreí por cortesía.
—El niño ya ordenó. Falta usted, bombón.
—¡Ay, perdón! jaja… Mmmm ¿Qué me recomienda?
Narra Tony:
¿Acaso estaban coqueteando? ¿Qué es esa sonrisa que tiene ahora? ¿Qué pasó ayer? Tantas preguntas y quizá me estoy preocupando en vano. Algo en el uniforme de ella me recordaba a algo, pero no podía recordar a qué.Se despidieron, aún riendo.
Mi madre siempre fue muy inocente. Varios de mis amigos me habían comentado lo “buena” que estaba, y que a menudo notaban cómo todos se la quedaban viendo. Eso tampoco era ajeno a mí, cada vez que salía con ella, muchos señores me preguntaban su número a cambio de unos dulces. Otros incluso me fastidiaban llamándome hijastro. Felizmente sabía que mi madre solo les seguía el juego por cortesía y que jamás se dejaría llevar por esos comentarios o acciones.
—¿Y dónde estuviste ayer? —pregunté comiendo.
—Lo mismo que preguntó tu padre…
—A mí no me lo contaste.
—Estuve con una amiga, ya se los había dicho —sonrió.
—¿Qué pasó con tu ropa?
—¡Pero son las mismas preguntas que hizo tu padre! —alzó un poco la voz.
—Solo quiero saber, es por tema de conversación.
—Oh, bueno —parecía calmarse—. Debes saber que los vestidos son incómodos para dormir. Ella me prestó uno de sus buzos, dijo que lavaría mi ropa y me la entregaría más tarde. Muy amable ella.
—Su esposo debe ser inmenso…
—No tienes idea… —me respondió casi al instante.
—¿Cómo?
—No tienes idea de lo que me pasó ayer jaja… Quedé… Toda un desastre…
—¿Bebieron?
—No, sabes que yo no bebo.
La conversación continuó igual de extraña. Llegó el momento de regresar a casa, mi madre pagó la cuenta. Pude notar cómo el joven le entregó un papel a mi mami. Él volteó a verme, riéndose.
—Vamos, Tony.
—Sí —no le dije nada.
Ya afuera, caminamos un rato por la acera. Mi cabeza explotaba, hasta que nos acercamos a un bote de basura, ella arrojó un papel arrugado.
—Deberemos comer en otro lado ahora —rió.
Aquello me calmó ¿Qué estaba pasando conmigo? ¿Desde hace cuánto empecé a desconfiar en mi madre? Sonreí y la tomé de la mano.
Narra Pamela:
Creo que aquel muchacho había confundido mi educación y mi falta de lucidez ¿Entregarme su número telefónico junto a su dirección? Reí. Tenía que calmarme, ya había sido suficiente de portarme como una adolescente.
Mi hijo me tomó de la mano, recargándose un poco. Sentí una punzada en mi hombro, aquel dolorcito rico producto del esfuerzo. Por reflejo me aparté un poco.
—¿Todo bien mami? —preguntó él.
—Sí, cariño. Solo un pequeño dolor.
—¿Te caíste? Desde que venimos noto que tienes dificultad para caminar.
—Un pequeño dolor de tobillo, es todo.
—Puedo cargarte, si quieres.
Se colocó detrás mío, intentando cogerme de la cadera. Sabía que estábamos en público, pero aún si fuera cómplice de aquella maniobra, él jamás podría conseguirlo.
—¡Ay, mi niño! —dije agachándome para darle un beso en la frente.
—Ya no soy un niño —me dijo.
Traté de no hacerle caso, pues entraríamos en otra de esas discusiones. Finalmente llegamos al departamento. Esta vez sabía que mi aún marido no estaría dentro. Rápidamente me senté en una silla de por ahí. Me acomodé despacio, sintiéndome algo más aliviada.
—Creo que se me hizo tarde —mencionó mi hijo desde su habitación.
—¿Vas a salir cariño? —pregunté sacando mi celular.
—Sí, tengo clases hasta la tarde.
Lo que más me llamó la atención fue una alerta de un número desconocido, me habían enviado un mensaje. Lo abrí.
—Mmmm… —se me escapó un recuerdo.
Era un mensaje de Rapha, más precisamente una foto. Estaba por entrar a lo que parecía una ducha, recordaba que había ido a sus entrenamientos en la universidad. Todo su cuerpo estaba sudado, se le resaltaban los músculos y las venas. Había una que se extendía desde su pelvis y se perdía en una toalla pequeña que cubría su cintura. De pie de mensaje me escribía:
“Como desearía que estuvieses aquí, mi amor”
Sonreí, llevando uno de mis dedos a mi boca.
—Hoy estás mu feliz, mami
—¡Sí! —exclamé sorprendida, ocultando la pantalla del celular en mi pecho.
—Me alegra. Bueno, ya me voy.
—¿Llegarás para la cena. cariño?
—Mmmm… Creo que no, voy a tardar un poco con el tema de los disfraces y eso.
—Ok, cariño. Nos vemos.
Me levanté y fui a mi cuarto, cerrando la puerta. Siempre despedía a mi hijo con un beso en la frente, pero esta vez lo había olvidado. Escuché el portazo de salida de mi hijo, me acosté boca abajo sobre la cama y escribí.
“Tengo que regresar, precisamente. Ayer dejé mi coche en el estacionamiento, espero que nadie se lo haya llevado jaja. Quizá nos encontramos, ¿quién sabe?”
Aproveché para quitarme el buzo y dejarlo sobre la cama, quedándome totalmente desnuda. Fui a mi armario para tomar la ropa interior, una sencilla. Decidí descansar un rato, necesitaba recuperarme de aquella increíble, pero agotadora noche.
Narra Rapha:
Era lo último de la noche. Tan pronto como pude tomar mi teléfono, revisé el mensaje de Pamela. Sin dudarlo, le hice una videollamada.
—¿Con quién hablas? —preguntó uno de mis amigos que pasaba por los vestidores.
—Con tu madre —le dije, riendo.
—Jaja. Las maduras son otro nivel.
—Para ti.
—Nooo —me dijo, acercándose—. ¿Te tiraste a una?
—Sal de acá —lo empujé, quedando otra vez solo.
Ella tardó un poco en contestar, pero lo hizo finalmente. Aunque su pantalla estaba totalmente negra.
—¿Amor? —pregunté con descaro.
—¿Qué pasa, Rapha?
—No te veo.
—Me estoy cambiando.
—Nada que no haya visto.
Ella calló un momento, pero pude oír cierta risa.
—¿Estás con tus amigos?
—Nadie va a entrar.
Le mostré con el celular todo a mi alrededor. Me había quedado de último así que era imposible que alguien se acerque. El celular se movió un poco, hasta que finalmente la pude ver. Sentada sobre su cama, mirando hacia otro lado. Podía ver sus pechos contenidos por el ancho bra, su aspecto de madura resaltaba.
—¿Estás nerviosa? jaja.
—Un poco —me respondió esta vez viéndome.
—Quiero verte toda.
Alejó su teléfono, mostrando el gordo culo sobre la suave cama. Mi verga reaccionó al instante.
—Tu coche sigue donde lo dejaste. Vienes en media hora, te espero.
—No tengo para el taxi…
—Mando uno a tu dirección. Alístate. Nos vemos, amor.
—Bye…
Mientras me duchaba, una idea brotó en mi mente. Sonreí.
Narra Pamela:
Rápidamente busqué ropa en mi armario. Simplemente me colocaría un jean y una blusa holgada, quería pasar algo desapercibida esta vez. Salí del edificio, notando aquel taxi que me esperaba afuera, el mismo comparado con la foto que me había enviado Rapha. Lo abordé con seguridad y partimos.
De camino solo podía pensar en nuestro reencuentro, ninguna otra idea cabía en mi cabeza. Incluso estaba desesperada, quería estar ya allí. Para mi fortuna, sucedió más pronto de lo que esperaba.
El sol ya estaba oculto, las luces de la universidad estaban encendidas, yo caminaba sola hasta el estacionamiento. Parecía no haber ningún alma en esos instantes. Por momentos me sentí observada, hasta que llegué a mi coche. Coloqué la llave en la puerta, esta vez se abrió fácil.
—Sorpresa…
Sentí como alguien me arrinconó contra el coche. Supe de inmediato que era él. Solo coloqué mis manos en la puerta y dejé que él hiciera lo que quiera conmigo.
—Te extrañé —me dijo besándome el cuello y frotando mi culo con sus manos.
—Yo tam..
Iba a responder, pero escuché como unas personas gritaban no muy lejos de nosotros.
—Sube —me ordenó.
Me cogió de la mano hasta llevarme al asiento del copiloto, sabía lo que sucedería después y no me iba a negar. Él tomó el asiento del piloto.
Lo que antes parecía ser un cementerio, ahora se convertía en una marcha multitudinaria, o al menos eso parecía en mi cabeza.
—Estas lunas no nos van a cubrir —me dijo, tomándome del muslo.
—No quiero que nos vean —coloqué mi mano sobre la suya.
Él tomó la llave y nos sacó del lugar. Quizá volveríamos a su casa.
—Deben ser los de años superiores. Hoy tuvieron un campeonato. Pero bueno, ¿todo bien en casa?
—¿No jugaste? Todos estamos bien, gracias.
—Ya venía muy cansado desde el último campeonato, ayer apenas te follé y hoy volví a entrenar. Hasta yo tengo mis límites jaja.
—¿Apenas…? —pregunté, golpeándole el brazo.
—Si fuese en serio, no estarías caminando.
Me callé unos segundos.
—¿A dónde vamos?
—Te haré unos regalos.
Nos detuvimos en una especie de centro comercial, jamás había estado allí. Por fuera se veía todo tan adornado y limpio.
Salimos juntos. Ahora no me importaba que nos viesen, pues nadie allí debía reconocerme. Tranquilamente podían pensar que éramos madre e hijo.
—Por aquí.
Entramos a lo que parecía ser una tienda de ropa.
—Dénle lo que quiera. Yo vuelvo luego —ordenó a una de las señoritas.
Efectivamente, una jovencita me acompañó. Comenzó a decirme lo que me quedaría bien y etc. Luego de unos minutos, ya teníamos una cantidad considerable de ropa. Entré al vestuario.
Narra Rapha:
No me había demorado mucho. Regresé al local con algunas bolsas en la mano. Pregunté a la señorita dónde estaba Pamela. Me indicó un vestuario e ingresé.
—¡Rapha! —me susurró sorprendida al cerrar la puerta.
Ella estaba casi desnuda, solo se cubría con un vestido. Dejé las bolsas a un lado y la tomé de la cintura para besarla.
—Tú la dejaste abierta —susurré.
—Rapha…
Me agaché, quitándole el vestido. La tomé de los muslos, haciendo presión abajo y que se siente sobre la banca del vestuario. La abrí de piernas, besando los interiores de sus aplastados muslos. Ella posó su mano sobre mi cabeza, jugando con mi cabello.
—Rapha aquí…
Pasé mi lengua por su clitoris. Levanté una de mis manos y cubrí su boca con fuerza. Introduje mi lengua.
—¡Mmmmhhhh!
Cogió mi cabeza con fuerza. Yo no me iba con rodeos, quería que ella sepa lo necesario que yo era en su vida. A instantes, subía la intensidad, para luego sacar mi lengua y dejarle tiernos besos. Ella se golpeaba la cabeza contra el muro, no le iba a dejar gritar.
Tan solo introduje mis dedos brevemente. Sabía reconocer sus espasmos, ella estaba a punto. Fue allí cuando me levanté. Traté de acomodarme un poco el cabello frente al espejo.
—Escoge cualquiera de las bolsas. Ellas te ayudarán a llevar todo. Te espero en el coche.
Le di un beso en la boca, antes de ver sus furiosos ojos. Salí.
Narra Pamela:
No tardé nada. De todos modos, ya todo estaba comprado. Ya me imaginaba lo que había en las bolsas, tomé una de las lencerías más reveladoras. Por encima me coloqué un vestido fácil de sacar y salí del vestidor.
Las muchachas me pidieron que esperara un momento. Querían anotarme para algo, yo lo que quería era terminar de una vez, literalmente.
Finalmente salí, ya habían dejado todo en el coche. Abrí la puerta con fuerza para sentarme.
—¡Túúúú…!
—Silencio y comienza.
Tenía los pantalones abajo. Su erecto miembro daba saltos, no lo pensé.
Repetimos nuestra anterior escena en el coche, solo que esta vez era en el mío; y esta vez, tenía un fuego en la boca. Se la chupé con furia, mientras él conducía.
—¡Kghh! ¡Kgggg! ¡Kghhh!
Me la enterraba ya sin dificultades.
—¿Tú hijo está en la casa?
—Nogg.. Séggg… —le respondí con la boca ocupada.
—Llámalo.
—Paggg… ¿Para qué? —la saqué de mis labios.
—¡Llámalo! —me la volvió a enterrar.
Narra Tony:
Estaba camino a casa cuando escuché mi móvil. Esperé a estar dentro del ascensor del edificio para contestar. Era mi madre. Contesté.
—¿Aló, mami?
—Tognyygg.. *Chuck* Cariño, ¿dónde estás?
—Ya estoy llegando al departamento ¿Por qué?
Me parecieron oír susurros. Como si mi madre estuviese conversando con alguien más. Era casi como ayer, cuando dijo que estaba con sus amigas y la señal parecía perderse. Creí que me esperaría en el departamento.
—¿Mami? —volví a preguntar.
—Naggdaagg cariñogggg… Yaagg vo… Voyggg.
Me colgó sin decirme nada más. Fue algo extraño. Por suerte ya había cenado, así no la esperaría con el estómago vacío. Quizá ella había salido a cenar.
Algo me llamó la atención en mi móvil. Había sido incluido en el grupo del equipo de fútbol. Revisé que no se trataba de un error, aunque quizá haya sido por eso. Aproveché para revisar los perfiles de las porristas. No les enviaría mensajes, pero al menos podría masturbarme con las fotos que postearon. Quizá mi suerte había cambiado al final de todo.
Narra Rapha:
Ese imbécil lo había arruinado, pero al menos me quedaba el plan B. Estaba a punto de llegar al departamento de Pamela. Apagué el motor, aparcando frente, pero debajo de un frondoso árbol. La separé de mi verga y le quité la blusa. Usaba dos diminutos triángulos como bra, apenas le cubría los pezones. Sonreí y fui por ellos.
—¡Ahh! ¡Raphaa! ¡Siguen… Sensiiiblesss!!!
No le hice caso y continué con mi juguetona lengua. Pasé mis manos por detrás y se la quité.
—Ven, mi amor. Ven por tu leche.
—¿Todavía tienes? —me preguntó, acomodándose sobre el asiento.
—Virtudes de que tengas un novio joven.
—¿Eres mi novio? —preguntó agachando la cabeza.
—¡Claro que sí! —levanté mis caderas y la tomé del cabello.
Saqué mi celular, que lo había colocado cerca a mi asiento. Comencé a grabar, sin que se diera cuenta.
—¡Mira la verga que te comes! ¿Te gusta?
Se la enterré unos segundos, liberándola luego para que pudiese respirar.
—Ahhhfff ¡Me encantaaa! —respondió con dificultad.
Ella quiso voltear a verme, pero yo no se lo permití.
—¡Concéntrate en tu comida favorita!
—*Chuck* *Chuck* *Chuck* Ahggg…. Sigueggg ¡Kghhhh!
Dentro suyo, comencé a follarle la boca. Escuchándose solo cómo ella batallaba para respirar y no ahogarse con el pedazo de carne dentro de su garganta.
—¿Quieres tu leche, mi amor? Espero que no dejes ninguna gota.
—¡¡¡Ninggggunaggg!!!
—¡Tómala! ¡Putaaa!
Empujé mi cadera con fuerza hacia adelante, cada vez que mi cremoso fluido salía disparado a su interior. No la solté en ningún instante, tan solo sentí cómo la lengua de ella se esforzaba en retener todo el líquido que le había vertido. Era demasiado para ella, incluso logré oír cómo tragaba este, con dificultad. Finalmente la dejé.
—Ahhh… Dejashhte demashhiadoo… —dijo aún con líquido en su boca.
—Trágatela toda… —palmeé su cadera.
Ella sonrió, con la boca cerrada y los pechos expuestos. Pude notar que mi semen había desbordado sus labios, además de parte de su cuello y de sus tetas. Pamela lo tragó todo, engullendo cada gota que le había caído dentro, incluso dejando mi verga limpia.
—Aaaa —dijo abriendo la boca y mostrándomela vacía. Qué puta era.
—¿Te gustó tu leche?
—Me encantó —dijo acomodándose el vestido.
—¡Espera!
Sin que tuviese tiempo para nada. Saqué mi celular y tomé una foto directa. No salió para nada borrosa, aunque sí un poco oscura. Se notaban sus dos enormes pechos, con algunas gotas de fluido cremoso y blanquecino sobre ellas.
—¡Noo! ¡Rapha, bórrala!
Acerqué mis manos a sus pechos, riendo. Pasé mis dedos, borrando las manchas del semen en su cuerpo.
—No sale tu rostro. Además. es solo para mí Confías en mí, ¿cierto?
Le coloqué mis dedos, con semen, cerca a su boca. Ella me vio a los ojos.
—Sí —me respondió, succionando mis dedos.
—Ya estás limpia. Supongo que debes marcharte —maliciosamente dejé algo en sus labios.
—Sí, Tony me espera. Quizá pueda sospechar si ve a uno de sus amigos conmigo, aunque tú eres casi como su mejor amigo ¿no? —dijo colocándose el bra y lo demás.
—Ahh, sí. Mira, ya llegó mi chófer. Que te vaya bien, mi amor.
—Nos vemos…
Narra Tony:
Culos bonitos los de las porristas. Seguramente… Un ruido de afuera de mi ventana me alertó. Reconocía el motor del coche de mi madre. Fui a mi ventana solo para ver. Había un coche debajo del gran árbol, pero no sabía si era el de ella. Me quedé un rato, después de todo ya había terminado. Otro coche llegó. Uno negro, bastante lujoso… Casi que se parecía al que habíamos visto ayer con mi padre, pero no recordaba muy bien si era el mismo.
Iba a tomar un poco de papel, cuando vi que un hombre salió del coche debajo del árbol. Giré la cabeza para volver a ver, pero no encontré a nadie. Aquel coche se encendió y el coche que había llegado, se marchó. Quizá me lo había imaginado. Esperaba a que pudiera ver mejor la escena, pero una alerta en mi móvil me hizo perder la concentración nuevamente: era del grupo del equipo de fútbol. Una publicación con foto incluída.
Cuando volví a ver la escena por mi ventana, ya no quedaba nada. Tan solo más personas caminando y conversando como si allí nada hubiese ocurrido. Abrí la alerta de mi móvil, comencé a limpiarme hasta que…
—¡Jodidas tetas!
Era el imbécil de Rapha. Había subido una foto de unos enormes pechos perfectos. Apenas se notaba lo demás, pero claramente lo único que se metió en mi cerebro fueron aquellos grandes pechos. De pie de foto escribió:
“Nada mejor que una perra madura”
—¿Tony?
¡Era mi madre! Rápidamente guardé mi celular y terminé de limpiarme. Me vi al espejo, todo estaba bien. Salí.
—¡Mamiii! ¿Saliste de compras? —dije viendo las bolsas.
—Un poco…
—Son demasiadas, no tenemos dinero.
—Solo son unos regalos, tranquilo. Voy a servirme la cena.
Fui al “comedor” y encendí la luz. Mi madre llevó su plato a la mesa y empezó a comer.
—¿Puedo ver?
—¿Lo de las bolsas?
—Sí.
—Es solo ropa, cariño. Luego te compraré algo.
—¿Cómo el disfraz que vimos?
—Quizá algún día…
Iba a cambiar de tema, pero algo en ella me llamó la atención. Ella se dio cuenta que la miraba mucho. Me acerqué y tomé algo blanquecino cerca a sus mejillas.
—¿Estuviste comiendo helado? —quise probar.
—¡¡¡NOOO!!! —gritó ella.
Se acercó y me chupó el dedo. Solté un pequeño gemido, incluso creo que me corrí. Esperaba que ella no se haya dado cuenta.
—Ahmmm… Era de mi favorito… —respondió y volvió a comer.
—Ok… —respondí aún nervioso—. Me iré a dormir temprano, mañana tengo un examen y debo estar lúcido.
—De acuerdo, cariño. Te deseo mucha suerte.
Casi corrí a mi cuarto. Me bajé el pantalón y no pude evitar correrme fácilmente luego de aquella maniobra en mis dedos ¿Qué había sido eso? A veces me manchaba con comida, pero ella jamás me había hecho algo como eso.
Tomé algo más de papel para limpiarme. Me acosté sobre la cama.
Narra Pamela:
Me sentía tan sucia… Pero bueno. Dejé todo para lavar, también me fui a mi habitación, aunque no tan deprisa como mi hijo. Cargué las bolsas de una en una hasta mi cuarto, seguramente las ordenaría mañana, pues ahora estaba muy cansada para hacerlo.
Me quité toda la ropa. Siempre había usado un pijama muy holgado, pero esta vez recordé que una de las señoritas me había recomendado uno de esos babydoll para dormir. Constaba de una fina tela lila transparentada. Me la coloqué, sin usar ropa interior.
No podía creerlo, era sin duda lo más cómodo que me había puesto en mi vida. Se amoldaba muy bien a mi figura. Cubría todo mi cuerpo, aunque lo transparentado me hacía lucir tan sexy y provocativa.
Justo allí recibí una video llamada de mi aún esposo. Esta vez le contesté.
—¿Aló? —tuve cuidado de enfocar mi rostro y lo transparente de mis pechos.
—Mi-ierda… —susurró.
—¿Cómo? —respondí como si no lo hubiese escuchado.
—¿Pamela? ¿Quieres que vaya a verte?
—Jaja piérdete Anthony ¿Por qué me llamaste?
—Nena, podemos int…
—Anthony ¿Por qué me llamaste? Voy a colgar.
—Halloween será en unos días. Pensaba que podíamos salir juntos, como antes. Ya he preparado mi disfraz.
Pensé en mi hijo, a él le encantaba desde siempre esa fecha. Incluso estaba más que emocionado con el disfraz que él mismo estaba creando.
—Lo pensaré —respondí finalmente.
—Y bueno, si estás disponible, puedo ir a…
—Adiós Anthony.
Colgué, luego me reí. No me conocía, acababa de provocarlo con malicia. Me acosté sobre la cama, aún tenía esa llama en mi anterior. No dejaba de pensar en Rapha, me había dejado con las ganas. Llevé las manos a mis pechos, acariciándolos por sobre la fina tela. Solté un leve quejido, me lo imaginaba encima mío, sometiéndome como a él le gustaba tratarme. Lentamente mis dedos buscaron mi intimidad, me tapé la boca con mi mano y comencé con el trabajo, pensando en Rapha y en cómo estaría disfrutando siendo follada por él. Recordé la foto que me había enviado. La abrí, mojándome y soltando ruiditos. Mi cuerpo quemaba.
Narra Tony:
Recostado sobre la cama, pensaba en lo que me había sucedido hoy y en los últimos días. Algo había cambiado. Recibí mensajes de mis amigos.
“Como quisiera follarme esas tetas” “Está buenísima” “Me dio hambre jaja” “Son más grandes que la de tu madre”
Les había compartido la foto. También les dije que era de Rapha. Ese idiota se follaba a quien quisiera, ahora nos restregaba en la cara uno de nuestros sueños : follarnos a una madura.
“Me he enterado que es una madre de alguien de la uni”
Ese mensaje me descolocó. Hasta las madres caían en su trampa. Felizmente la mía estaba segura conmigo, jamás caería en los trucos de él.
Volví a poner la foto, masturbándome una última vez ese día. No sabía que mi madre hacía lo mismo, aunque con una de mi peor enemigo.