Eran las seis menos cuarto cuando nos estábamos secando tras la ducha, nos vestimos, cogí la bolsa con ropa para la mañana siguiente y acerqué a Nines a casa, iba medio dormida, muy relajada, la pedí que se tocase para mí durante el trayecto.
—Tito, he dejado debajo de tu cama la ropa interior, es un regalo por esta noche.
—Gracias, mañana la guardaré donde corresponde.
—Me gustaría que nos siguiéramos viendo en este plan. Dejó caer la rubia.
—No creo que a tu amiga la guste la idea.
—Tú y yo, ella no tiene por enterarse, creo que deberías hablar con ella.
—Sé que ha dejado de quererme, pero esta situación de quedar para follar de vez en cuando a veces me fastidia un poco.
—Habla con ella, te sigue queriendo mucho, pero debe ser sincera contigo.
—¿Qué sabes? Lo nuestro no funcionaría, es mejor que esto que apague poco a poco.
—Tito, habla con ella. Dijo en el momento que llegamos a la puerta de su casa.
Nos dimos un beso lleno de lujuria y pecado.
—Será nuestro secreto, me gusta sentirme una zorra. Gracias. Me susurró al oído.
Tomé dirección a casa de Toñi y pocos minutos pasados de las seis de la madrugada llegué, me desvestí en el salón y fui al dormitorio.
La vi tan bella, descansaba con una paz maravillosa, la respiración tan pausada, una sonrisa en sus labios. Estaba tumbada de medio lado, en su culito se veía el brillo de los flujos que aún salían, la giré hacia mí y pude apreciar que su coñito seguía brillando. Vaya corridas que había pegado.
Dormimos hasta el mediodía, una vez que nos despertamos, me dio un beso en los labios.
—Buenos días cariño.
—Buenos días cielo, ¿qué tal estás?
—Tengo algo de resaca, pero lo que vivimos ayer, en fin, fue todo producto del alcohol.
—Toñi, ¿te arrepientes?
—No, pero no sé cómo voy a volver a mirar a mi amiga.
—Algo me dice que tu amiga va a volver a por más.
—¿Te dijo algo?
—Que esto lo teníais que haber vivido en las vacaciones vosotras sin hombres de por medio.
—Me lo decías y no te creía.
—Ya está, ahora vosotras de vez en cuando quedaréis y follareis como campeonas.
—Tito, tengo que decirte algo. Su rostro se puso serio.
—Creo que así desnudo y sin haber desayunado me da que será algo que va a ser difícil de digerir.
—Sabes que te quiero mucho, ¿verdad?
—Eso dices, y esto me empieza a preocupar.
—Llevo unos meses conociendo a un chico, la verdad que me llena mucho.
—Joder Toñi, ¡esto no! Los cuernos han de ser siempre consentidos para mayor disfrute de todas las partes implicadas.
—Cuando pasó lo de vacaciones él estaba en la fábrica de turno de noche, le envié un mensaje y me llamó. Me dijo que te llamase a ti y que valorase lo que me había sugerido al poco de empezar a conocernos.
—Todo esto me suena muy raro.
—Verás, cuando conocí a Juan en parte fue mi paño de lágrimas. Te seguía queriendo, pero no veía futuro a lo nuestro, así que le hablé mucho de ti, lo delicado, tierno, lo salvaje y bruto, que eres el que me ha hecho disfrutar del sexo de verdad.
—Al final montaré un consultorio, ya verás.
—Calla tonto. Total que cuando nos acostamos la primera vez. Todo resultó bien pero sin más, y empezó a preguntarme por cómo me lo hacías tú. Le comenté varias experiencias contigo y se excitó, y volvimos a hacerlo. Siempre que vamos al tema me pregunta qué cosas hacía contigo. Eso le excitaba y me follaba con fuerza y rabia, su meta es superarte en ese aspecto.
—¿Por qué me cuentas esto?
—Cuando me hablabas de relaciones abiertas, de hacer tríos o que me liase con chicas para experimentar siempre te dije que no. Pero tras lo de hoy te digo que sí.
—A buenas horas, mangas verdes. Tu pareja tiene que estar de un contento.
En ese momento, coge el móvil de la mesilla, pulsa las últimas llamadas y allí estaba el nombre de Juan una llamada saliente a las cinco y media de la mañana y la duración de la llamada habían sido casi treinta minutos. Pulsó la tecla de llamar, y tras el primer tonó se escuchó:
—Buenos días amor, ¿ya has amanecido? Era la voz de un hombre.
—Mi vida, está puesto el altavoz, y tengo a mi lado a Tito. Como te dije hace un rato, ya ha pasado, he tenido una sesión bestial, y Tito está preocupado por si te he puesto los cuernos sin tu saberlo.
—Hola Tito, soy Juan encantado. Yo flipaba en colores.
—Hola Juan, ¿qué tal estás?. No sabía que decir.
—Gracias por darla tanto placer.
—Gracias a vosotros, qué quieres que te diga.
—Juan, vamos a salir a tomar algo por la zona de Parque Alameda, lejos de miradas indiscretas. Te llamo cuando esté sola, ¿quieres? Dijo Toñi.
—De acuerdo. Te quiero. Y colgó la llamada.
Toñi empezó a besarme y a ponerme de nuevo en plan de combate, una vez que mi polla estaba otra vez lista, se puso encima de mí, me empezó a besar y a cabalgar despacio.
Cogió el teléfono, sonrió y lo puso en su oreja.
—Hola guapa, buenos días. ¿Qué tal estás? Anoche follaste con Tito, ¿verdad? Preguntó Toñi.
Imaginé que hablaba con Nines.
—Ahora mismo lo estoy cabalgando, sigue muy excitado, sabe lo de Juan. Estoy muy excitada. Aaaaahhhhh ¡Dios cómo me entra! ¿Quieres ir esta tarde a su casa y calmarlo? No podemos dejar que este chico esté así por nuestra culpa.
Toñi seguía hablando con su amiga mientras se empalaba con mi polla. —Sí, sí, siiiiiii, me corro, me corroooooooo. Me tiró el teléfono y escuché unos suaves gemidos.
—Nines, ¿te estás tocando?
—Tito, estoy muy excitada ¿puedo ir esta tarde a echarme la siesta contigo?
—Esto se está yendo de control.
—Necesito sentir tu calor, no es necesario hacer nada. Aaaaahhhh un suave y largo gemido anunció que se estaba corriendo.
En este instante Toñi, volvió a correrse y se desplomó sobre mí.
Continuará…