Como en el resto de relatos procederé a cambiar ciertos datos como los nombres y cierta información de los participantes.
Esta historia nace cuando me presentaron a María, en aquel momento sentí cierta atracción, pero al estar ambos con pareja descarté un acercamiento.
Pasados unos años yo no tenía pareja, y a la amiga que nos había presentado la comenté que iba a dar una fiesta en casa, que si quería podía decírselo a su amiga y a su pareja. El día de la fiesta vino sola y estuvimos hablando un poco, no estaba con nadie. La sugerí el vernos de vez en cuando y ahí es donde surgió la magia.
Nos lo pasamos muy bien durante unos meses, en los cuales me hice además proveedor de la empresa donde ella trabajaba. Imaginad que vais a ver a un cliente y la dices a secretaria del gerente que se quite el tanga que vas a pasar a por él… La criatura se pillaba unos calentones bestiales, que luego aplacábamos cuando ella salía del trabajo en cualquier sitio. Principalmente en mi casa, recuerdo que un viernes por la tarde, cuando salió del trabajo la dije que se vistiera provocativa y sin ropa interior. Aquel viernes de octubre el calor en la ciudad invitaba a ir ligeros de ropa, sin embargo los bares estaban llenos.
Fue en La Lupe, al fondo en la parte de arriba.
—Ahora de forma discreta de vas al baño, y cuando vuelvas, te agachas y como buscando algo y me comes la polla. ¡Apoteósico! Lo hizo, no descargué, cuando sentí como me succionaba la polla de forma magistral vi como una chica me miraba, y tuve que parar. No era plan de ser descubiertos.
María era una sumisa de manual, con ciertos tintes de hotwife.
Con el tiempo dejamos vernos para follar y solo nos veíamos en la empresa. Ella conoció a alguien e inició una relación. El trato siempre profesional y cordial. Pero algo había ahí, porque me solía llamar los lunes o martes de cada semana para saber qué había hecho durante el fin de semana anterior, cosa que también la preguntaba.
Fue curioso cuando tras unos meses vi una rutina, un fin de semana al mes María se iba a Madrid sin su pareja, iba donde la amiga que nos presentó.
En una ocasión, la dije a María que tenía que ir a Madrid un viernes por la tarde, tenía una reunión el sábado por la mañana y prefería estar descansado, y la ofrecí llevarla si iba a Madrid, su respuesta fue rotunda.
—Tito no me importaría la verdad, pero es mejor que no, César se enfadaría mucho conmigo.
—No lo entiendo la verdad, mi ofrecimiento es para no ir solo, no he conseguido a nadie para llevar en Bla bla car. Te tiene subyugada a su voluntad, veo que has buscado un amo.
—No es ningún amo, solo que se pone en guardia cuando oye tu nombre.
—Bueno chica, una pena.
—Ya…
Total que me quedé con la mosca detrás de la oreja, y el viernes cuando llegué tras dejar las cosas en el hotel donde me fui a alojar, tras una ducha, prepararme para cenar algo, picar algo. Tomé un Uber y me fui al local Encuentros, un local liberal que por aquel entonces estaba muy bien, hace tiempo que no voy de ahí el apunte.
Tras pedir una copa vi a una pareja que conocía y que habíamos tenido ciertas experiencias, me saludaron y me invitaron a la zona de parejas a tomar la copa con ellos.
Nos estábamos poniendo al día, mientras aprovechaba a acariciar a Sofía y a darla besos por el cuello, cuando su marido se quedó mirando a la entrada con cara de asombro.
—Cariño, tranquilo. Dijo su mujer. Ya sabes que esas vienen con los chicos de turno y los que hayan seleccionado y se encierran en una habitación.
Al estar de espaldas pregunté.
—¿Qué sucede?
—Acaban de entrar tres chicas que siempre que vienen se encierran con unos cinco o seis chicos, los gritos y gemidos que salen de la habitación son muy morbosos. Luis está esperando que un día le llamen para participar.
No presté atención porque hubiese sido muy descarado. Sin embargo pasado un tiempo, el grupo pasó cerca de nosotros y pude ver a María con su amiga y a otra chica que no conocía.
Sofía que me conocía un poco soltó.
—Tito, conoces a alguna, tu cara te delata.
—Sí, me estuve viendo con la del pelo largo una temporada.
—Ve a saludarla, lo mismo te dejan participar.
—Mejor no.
—¿Es de las que no conocen esta faceta tuya?
—Podría ser. Dije sin ser muy convincente.
Tras la copa, nos fuimos los tres al jacuzzi y nos estuvimos follando entre Luis y yo a Sofía, ella me conocía bien.
—Cabrón, la tienes muy gorda y dura. Esa zorra te ha puesto cachondo, ¿verdad? Aaaaahhhh
—Siente como te abro bien el culo zorra, que veo que poco uso te lo han dado en los últimos tiempos.
—No encuentro a corneadores con los que conectar como contigo, cabrón.
—Luis, agarra bien a tu mujer de las piernas y clávasela por el coño.
—¡Cabrones me vais a partir! Aaaahhhhhhh
Estuvimos un buen rato disfrutando, lo cierto es que Sofía con sus treinta y cinco años estaba fabulosa, una piel suave, sabía besar como a mí me gusta, y que forma de mover sus caderas para follar, una delicia.
Después nos fuimos a las duchas, nos vestimos y tomamos otra copa.
Eran las tres de la mañana cuando me levanté para irme, cuando la amiga que nos presentó a María y a mí, Sandra, con una toalla como única prenda se dirigió a la barra, ahí nos vimos. Ella se ruborizó, la dije que hacía media hora que había entrado y que me había tomado una copa, que si quería mañana la podía llamar. Me dijo que tenía planes para todo el fin de semana.
Me despedí de ella con dos besos y me fui.
Continuará…