Cuando llegaron a Barcelona, Muriel se puso en contacto con la exasperada Maui. Para evitar nuevos llantos, fue enviándole mensajes de voz por whatsapp con la ayuda de su copiloto desde que pasaron Lleida y le iba informando para que tuviera sus cosas recogidas.
Dos maletas junto a la puerta avisaron a Luppo que Maui lo abandonaba. No podía decir que no era previsible, pero él siempre pensó que Maui no lo abandonaría, que estaba realmente enamorada de él. Había soportado todas sus infidelidades con otras modelos, tal vez por su bisexualidad manifiesta que le llevaba a considerar divertidas algunas de aquellas experiencias. Alguna vez le había prestado dinero para sus vicios y él nunca se lo había devuelto. Ella se esforzaba por mantener limpia la casa cuando él nunca recogía y ensuciaba como un puerco. Para él soportar todos sus abusos eran indiscutibles muestras de amor, en lugar de considerarlos pequeñas gotas que iban colmando el vaso de la indiferencia. Su apatía sexual de los últimos tiempos, en parte por el interés despertado por otras modelos y en parte por los efectos nocivos del consumo de droga y alcohol unido a su vejez prematura, tampoco había contribuido a renovar el amor de Maui que en una semana se había transformado en odio, asco y desprecio.
Muriel había informado de sus planes a Vika cuando se despertó después de Zaragoza:
-Recogeremos a Maui de la casa de su novio. Ella nos estará esperando con todo recogido. Esta noche la pasaremos con un amigo, Manuel y con su novio, Celso. Aunque es homosexual también es muy masculino, ya verás que es bastante guapo. Mañana haremos algo de turismo por Barcelona y después ya veremos qué hacemos. ¿Te parece bien?
-Genial -respondió la ucraniana con bastante cansancio.
El resto del viaje, Vika lo pasó mirando su móvil. Le pidió el perfil de Instagram a Muriel y observó sus fotos. Muchas eran de Luppo y no pensó que fuera el mismo fotógrafo. Empezó a seguir a los tres, a Maui, a Muriel y a Luppo en Instagram. Le encantaban las fotos desnuda de Muriel con su tatuaje de serpiente en la pierna, aunque tuviera los pezones difuminados. También había fotos donde Muriel y Maui aparecían desnudas con sus pechos rozándose o besándose apasionadamente. Descuidadamente Muriel le indicó que en Twitter había menos censura.
Metieron el coche en el aparcamiento de la Boquería. El estudio de Luppo estaba en una casa heredada de su tía en el Raval.
Muriel y Vika subieron al piso y saludaron a Maui y Luppo. La tensión se podía cortar entre ambos y Maui sólo quería irse. Muriel hubiera saludado a Luppo amistosamente e incluso hizo el amago de presentárselo a Vika. Maui indicó que debían irse cuanto antes. La mirada depravada del fotógrafo recorrió cada milímetro de la piel de la adolescente. Hipnotizado por el eclipsante escote de Vika, devoró con sus ojos las piernas que desnudaba el corto vestido y se relamió al ver cómo al girarse el vuelo del vestido dejaba asomar los glúteos. Vika se sintió incómoda por aquella mirada depravada.
Cogieron una maleta cada una y bajaron por las escaleras. En el portal, Maui se abrazó a Muriel y empezó a llorar. Entre sollozos, le explicó:
-Solo quiero irme de aquí. Quiero irme de aquí.
-Tranquila. Esta noche nos acogerá Manuel. Podemos quedarnos con él lo que queramos, pero eres libre de decidir lo que quieres. Yo estoy aquí contigo para apoyarte -animó Muriel.
Manuel les abría la puerta media hora después en Poble Nou. Vivía en un apartamento nuevo junto al Forum. Les explicó cómo se alojarían esa noche: Muriel y Maui tendrían que dormir juntas en la cama de matrimonio de la habitación de invitados y Vika dormiría en el sofá-cama del salón. Insistió en traerles alguna bebida caliente, hacía mucho que no se veían y deberían ponerse al día. Finalmente, le prepararon la cama en el salón a Vika y la dejaron durmiendo y los tres adultos se fueron a la cocina a preparar un café. La vieja pareja hablaba de cosas intrascendentes mientras Maui seguía ausente. Al terminar el café, Manuel insistió en que fueran a saludar a Celso a la cama. Al llegar se lo encontraron fumando con toda la pluma del mundo, llevando su cigarrillo a la boca solo con dos dedos y separando los dedos justo en el momento en que daba una calada, como hacen las guiris para que no les queden manchas amarillas en los dedos. Aquellos delicados movimientos, más femeninos que los de Muriel y Maui juntas, revelaban que su apariencia viril solo existía fuera de su intimidad real.
La canícula y el cariño que se tenían las dos amigas condujeron ambos cuerpos desnudos a un abrazo sudoroso de horas. Se dijeron pocas palabras aquella noche, pero no las necesitaban. Aquella primera noche Maui sudó su enfermedad y se despertó reconfortada, se volvía a sentir querida por alguien, segura junto a su resoluta amiga, pero todavía no era capaz de contar lo que le había pasado en los días anteriores.
Sábado, 16 de julio
Al día siguiente, Vika deseaba conocer Barcelona y Maui no era capaz de expresar lo que quería. Salieron temprano de casa, recorrieron Montjuic, bajaron a la plaza España y pasaron la tarde en el parque Güell. Imposible pasear por las Ramblas con las hordas de turistas y mucho más difícil conseguir entrada para la Sagrada Familia. En el parque Güell, Vika paseó por su cuenta. Grabó videos con bailes atrevidos y sugerentes con un lagarto vestido de azulejos detrás.
Las modelos catalanas se separaron en un paseo íntimo por el pórtico de las columnas torcidas. Cuando llegaron a la zona menos transitada, Maui se bajó el pantalón y se subió la camiseta y apareció la misma frase escrita en las tres lenguas: “اغتصاب لي, rape me, viólame” Aún así, Muriel no acababa de entender lo sucedido.
-Luppo me vendió para ser usada como mesa humana y puta para cualquiera en una fiesta de un jeque árabe para pagar sus deudas a un camello de cocaína. Me tatuaron esto drogada para que cualquiera de la fiesta supiera qué hacer conmigo -aclaró Maui por fin.
La crudeza de las palabras enmudeció a la menuda Muriel. No podía entender que nadie tatuase esa frase, no podía entender a esos hombres que usaban en tropel a una mujer a la que no le habían pedido permiso, no podía entender que nadie fuera obligado a ser mesa humana. Ambas se fundieron en un abrazo, pero Muriel sabía que no sería capaz de consolar a Maui.
-Deberíamos ir a la policía y denunciar, ¿no? -resolvió la inquieta morena.
-¡Noooo!! -exclamó con pavor la rubia -. No podemos. Me matarían a mí y a Luppo. Son muy poderosos.
La ágil mente de Muriel unió dos destinos que no hacía tanto que se habían separado. Recordó a su prima Irene, con la que ambas habían compartido piso. Nunca le explicó mucho, pero hubo un cambio en su vida que solo podía deberse a un episodio desagradable. Pensó que ambas podrían apoyarse.
-No te preocupes. Te vamos a cuidar -explicó Muriel sin aclarar el plural. Después de una llamada, le explicó a Maui que se iban de Barcelona. Pasaron por el piso del enfermero, recogieron todas sus cosas y pusieron rumbo a un pueblo del Maresme.
Aunque Vika iba en el asiento trasero del descapotable, se empapó del paisaje Mediterráneo, tan diferente a todo lo que había visto. Nunca había sentido sus pies tan reconfortantemente cálidos y secos, salvo en aquellas vacaciones en Turquía. Le encantaba el verdor tranquilo de pinos y encinas contrastando con el mar calmado de un verde vivo. Vika se sorprendió por la cantidad de enormes masías con fincas de muchas hectáreas y piscina gigantes, así como por las hileras de chalets adosados idénticos donde vivían familias que imitaban la felicidad de los ricos en pequeñas dimensiones.
Llegaron al centro ecuestre donde vivía Irene sobre las siete de la tarde. Aún quedaban multitud de adolescentes rezagadas practicando sus ejercicios de hípica vestidas con pantalones ceñidos, polos sudados, botas altas y sonrisas impolutas. Era la primera escuela de equitación que veía Vika, pero le pareció un sitio muy agradable donde pasar unos días, rodeada de bosque mediterráneo y con vistas lejanas al tranquilo mar.
Todas las chicas miraban descaradamente la sonrisa ajada de Toni, el profesor de equitación, ese Antinoo un poco añoso, que no dejaba de recordar al hombre más guapo de la historia, con su pelo rizado, sus ojos verdes, sus dientes grandes, aunque uniformes, su cuerpo trabajado, aunque con los abdominales no tan marcados como cuando era un escuálido adolescente, y con brazos mucho más gruesos y musculados que los muslos de aquellas púberes. No habría templos que exaltaran su belleza durante siglos, pero las pupilas de cada una de esas nínfulas amazónicas eran el altar donde se veneraba su cuerpo con ofrendas de deseo silencioso. Sincronizadas miraban la entrepierna que guardaban celosos aquellos vaqueros como el más preciado tesoro, como la octava maravilla del mundo, como la promesa de la felicidad más certera. Cada chica que daba una vuelta con su caballo, buscaba insistente en la cara de Toni ese débil gesto de aprobación de haber hecho el ejercicio correctamente, admiraba cómo se comunicaba telepáticamente con el caballo y le explicaba con la mirada qué debía hacer la próxima vez que fuera montado por esa amazona. La primera imagen de aquella casa marcaría a Vika: decenas de adolescentes montadas a caballo con ropa monísima bajando su mirada hacia el sexo de Toni discretamente guardado en unos vaqueros.
Irene y Muriel se fundieron en un efusivo abrazo. Que se llamaran zorra la una a la otra no quitaba un ápice de cariño y complicidad a cada frase. La tercera zorra no tardó en unirse a la fiesta del reencuentro al poco de bajar del coche. Aquellas tres ex compañeras de piso habían vivido demasiadas juergas y experiencias juntas como para esperar recordar un momento divertido después de cada frase. Vika, con sus ojos muy abiertos, bebía cómo eran las relaciones adultas, aunque no diferían tanto de las que ella había mantenido con sus amigas, aunque el sexo estaba menos presente en su recién abandonada infancia ucraniana.
Cuando terminó la clase y todas las alumnas se despidieron, Toni se acercó a las mujeres y Irene lo presentó:
-Toni, el hermano de Daniel, mi novio. Entre los tres llevamos este centro ecuestre. Yo también vigilo la salud de casi todos los caballos del Maresme.
-¡Hola! -dijo con o nasal, aunque voz grave, el experto jinete.
-Después de acomodaros podemos dar una vuelta con los caballos antes de que anochezca -invitó Irene a las tres chicas.
Muriel y Vika fueron alojadas en el mismo dormitorio, mientras que Maui compartiría cama con la anfitriona, ese día Daniel estaba en Francia procurando que su preciado semental preñara a las yeguas galas y las dos tenían muchas ganas de recuperar el tiempo perdido. Muriel y Irene ya habían comentado esta organización, mi perra sabía que el apoyo que podía prestarle Irene a Maui era mucho mejor que el suyo.
Al bajar las tres invitadas, Toni estaba esperándolas sobre un enorme caballo negro capón y con tres dóciles yeguas sujetas de sus riendas. Irene esperaba de pie junto a su yegua favorita, Alazana. La veterinaria ayudó a las tres chicas a montar y las yeguas se regocijaron al sentir el escaso peso de sus amazonas. Comenzaron a subir sin descanso siguiendo a Toni y vigiladas desde atrás por Irene. Maui seguía a Toni sin quitarle ojo, no se sentía demasiado segura sobre la yegua y había visto como su animal siempre obedecía al mayoral. Al terminar el recorrido entre encinas, llegaron al mirador de Veinat del Far. Los caballos descansaron en la pradera y las novatas se recuperaron de la sensación de estar tanto rato con las piernas abiertas botando sobre sus entrepiernas y de paso admiraron las vistas despejadas a las montañas cercanas.
En el camino de vuelta, atravesaron un riachuelo. Los cinco acabaron con sus ropas mojadas, pero el calor del día y de los caballos tras la subida hacían agradecer el remojón. Muriel casi nunca llevaba sujetador y pese a la actividad deportiva, aquel tampoco fue el día en que se decidió a usar la prenda antigravitatoria. Toni fijó sus ojos en aquellos pezones endurecidos que se transparentaban bajo su camiseta. Maui intentó inútilmente interceptar aquella mirada levantando su culo sobre la yegua y cabalgando de pie como había aprendido a hacer de pequeña en un curso de verano. Las fotos de Vika a caballo con su ropa mojada y rodeada de modelos catalanas y veterinaria guapetona volvieron a marcar un hito de corazones acumulados en su Instagram.Un nuevo seguidor se sumó a su cuenta, un fotógrafo llamado Luppo y añadió “me gusta” a algunas fotos antiguas de Vika, pero donde ya se apreciaban las turgencias de sus pechos prominentes. Vika no le dio demasiada importancia a su primer seguidor español, además Muriel también lo seguía a él, lo que le dio cierta confianza.
Durante la cena vegana, preparada por Irene, no faltaron el vino y las risas. Vika se mantuvo abstemia pero con una enorme sonrisa por integrarse en un grupo de viejas amigas mayores que ella en otra lengua. A la segunda botella, Toni perdió toda la vergüenza y sacó un papel:
-¡Mirad la carta que me ha enviado la Marta! Léela Irene.
-Marta es una alumna pija. Viene a clase desde los ocho años -explicó Irene.
-Léela, léela, Irene -ordenó de nuevo Toni.
-Está bien. Traduzco del catalán:
“Querido Toni,
Mañana estoy de cumpleaños y cumplo la edad legal para el consentimiento en una relación sexual. Mireia estuvo la semana pasada. Desde la primera vez que me masturbé, he pensado que tú serías mi primer amante. Siempre he tenido la misma fantasía desde que mis dedos encontraron mi clítoris: nos escondemos la Mireia y yo para ver a la monta de una yegua por vuestro semental, esa escena que siempre nos prohíbiais cuando éramos pequeñas.pero que ya sabíamos en qué consistía, todas habíamos buscado escenas parecidas por internet.
Tú vestías solo tus vaqueros ajustados, esos que anuncian el miembro por el que todas suspiramos”.
En ese momento rieron los cuatro mayores, Vika se solidarizó con Marta y no entendía por qué se burlaban de ella. Supuso que sería por el exceso de vino.
-El miembro de Toni no es obra de la naturaleza -aclaró Irene -. De pequeño tenía un huevo subido y le recetaron testosterona hasta convertirlo en el semental que es hoy.
-Pero nadie nota la diferencia -se defendió el jinete catalán.
-Continúa, por favor -suplicó Muriel entusiasmada por la idea de invadir la intimidad ajena.
“Tú vestías solo tus vaqueros ajustados, esos que anuncian el miembro por el que todas suspiramos y las botas de montar. En lugar de tus espuelas inglesas redondas, usabas las espuelas brillantes de gallo que tenéis en el mostrador de la entrada. Mucha gente piensa que torturáis a los caballos en lugar de educarlos cuando ven la ruleta de pinchos.
Tú diriges el apareamiento, separas a tu semental con el látigo hasta que la lengua le mea varias veces y el caballo lame el sexo de la hembra. Mireia y yo no podemos evitar gritar al ver el enorme sexo en erección del caballo, del tamaño de tu brazo. Tú nos descubres con una mirada furtiva, pero disimulas. Tu semental monta a la yegua en celo y le muerde el cuello. En ese momento la Mireia y yo estamos tocándonos sin descanso. Tú dejas que el semental cumpla con su función y atento lo llevas a las cuadras y le das una zanahoria de recompensa por el trabajo bien hecho y vuelves al picadero.
Das una vuelta y aunque la Mireia y yo permanecemos inmóviles, tú nos descubres y te enfadas. Nos gritas que cuántas veces nos has dicho que no podíamos estar allí. Nosotras hacemos por desaparecer, pero nuestra ropa alterada nos delata. Tü no tienes duda de que hemos ido allí a masturbarnos y decides castigarnos. Nos vas guiando a ambas con el látigo y nos atas los brazos extendidos a una viga de madera. En ese momento nos sentimos superindefensas y a tu merced, pero terriblemente excitadas. Las dos nos sentimos la yegua en celo y te vemos como el semental. Allí nos desnudas indefensas, nos castigas con el látigo y después nos violas. En ese momento me corro siempre, cuando te imagino violándome después de haber visto cómo violabas a la Mireia, aunque a veces me he corrido varias veces antes.
Mañana por favor, desvírgame”
Esta vez quien no rió tanto fue Maui.
-¿Qué vas a hacer? -preguntó retóricamente la veterinaria.
-Solo puedo hacer una cosa: desvirgar a la Marta vaginalmente y a la Mireia analmente. Ya sabes cómo funciona el negocio y lo buenas que están -aclaró el mayoral -. La muy zorra de Mireia no le ha contado a su mejor amiga que no fue capaz de esperar una semana.
-Nadie podría justificar los precios que cobramos solo por mantener un caballo que visitas una o dos veces en semana como mucho para dar un paseo y unas clases de hípica que no te garantizan participar en las olimpíadas. Nuestras clientas saben que pueden ser elegidas por el semental del Maresme para ser desvirgadas y eso se ve como algo exclusivo en ciertos círculos. Toni no es un gigoló, no se consigue con dinero, pero es cierto que venir a esta escuela te da la opción de conocerlo estrechamente y que te elija. Vendemos también la ilusión de ser elegida por tu objeto de deseo -aclaró Irene a las miradas incrédulas.
-Ya mi padre tuvo que desvirgar a gran cantidad de pijas antes de que se fueran de hippies a una comuna en Menorca. Llegar virgen a una comuna de aquellas era peor que llegar sin chocolate -y Toni hizo el gesto de fumar -. También contaba la historia de Quim Rius, que tenía un casoplón en Menorca. Montó una comuna con sus colegas y tenían a siete u ocho tías progres allí dentro. Un día aceptaron un moro porque traía mucho hachís y al cabo de las dos semanas era el único hombre que follaba en la comuna, se había quedado con todo el harem. En quince días el Quim disolvió la comuna y empezó a renegar del movimiento hippie, hasta convertirse en el católico independentista que es hoy. Eh, y no solo se fijan en mí. El Dani también me ayuda.
-Dani elige follarse a menos, ya me tiene a mí todos los días. ¿Qué frase decía tu abuelo? -apuntilló Irene.
-Molts hereus munten millor per sang que per cognom -Toni recordó la sentencia de su abuelo -. Él se jactaba de ser el padre de muchos de los primogénitos de la comarca y nos decía en qué nos parecíamos a la mayoría de los potentados de la región y con qué chicas no debíamos casarnos ni procrear... Voy a enviarle un whatsapp a la Marta y que me aclare los detalles de su fantasía y dónde esconderse si quiere ver la monta en el picadero y ser desvirgada después. Lo de la Mireia lo aclararé poco a poco.
La tercera botella de vino parecía un exceso para esa primera noche, así que decidieron repartirse en los dormitorios. Vika y Muriel compartían cama en la habitación de invitados. Las dos decidieron acostarse desnudas. Vika tenía una enorme curiosidad sobre el sexo y había encontrado en Muriel una fuente inagotable de sabiduría. Sintiéndose protegida por la oscuridad, la ucraniana preguntó a bocajarro:
-¿A qué edad hiciste el amor por primera vez?
-Con tu misma edad. Era un tío mayor aficionado a la fotografía. Siempre había soñado con modelar y hay que reconocer que es una forma cómoda de ganar dinero. Me propuso posar para él, fue pidéndome fotos desnuda y una cosa llevó a la otra. Siempre me ha excitado ser observada, sentirme deseada.
-¿Y qué opinas de estas alumnas de centro ecuestre que explican cómo quieren hacerlo por primera vez? Yo aún no sé cómo querría que fuera.
-Son extrañas, parece que tienen muy claro lo que quieren, pero estas familias están acostumbradas a conseguir todo lo que desean. Si no sabes cómo quieres ser follada, siempre puedes preguntar a los candidatos cómo te desvirgarían y elegir la idea que más excitante.
-¿Cómo una subasta a la mejor idea? Me atrae el plan. Y de Irene… ¿Crees que su novio le es fiel rodeado de chicas enamoradas platónicamente de él o de su hermano?
-Ningún hombre es fiel, cuanto antes lo aceptes, mejor para ti. Los hay ligones, puteros y ligones y puteros. Dani es guapo y ligón.
-¿Qué es putero?
-Que paga por follar.
-Yo no sé cómo quiero que me follen, pero tengo claro que lo deseo cuanto antes. Solo me da miedo el dolor. ¿Me dolerá cuando me penetren por primera vez? -continuó sonsacando información Vika.
-Seguramente no, pero depende de lo que hagas. Si vas masturbándote e introduciendo cosas, romperás el himen y no te dolerá nada. De todas formas, a menudo el dolor trae el placer y viceversa, a mí me gusta mezclarlos. Aún así, en cuanto lleguemos a casa, te regalaré un vibrador para que vayas rompiendo tu himen.
-¿De veras? ¿Harás eso por mi? -Vika se abrazó a Muriel y la besó en la mejilla. Muriel notó el sincero agradecimiento entusiasta en los pezones endurecidos de la cría, pero el agotamiento del largo día la convenció para no dar más respuesta que cerrar los ojos y la boca e incrementar su ritmo respiratorio, se encontraba a unos segundos de su fase REM.
En la habitación contigua, yacía en su enorme cama Toni abrazado a su móvil. Se pasó un buen rato manteniendo conversaciones cruzadas con Marta y Mireia por whatsapp.
Jo: M'ha agradat molt la teva carta. Crec que el principal podrem fer-ho demà. Ve el meu germà Dani amb Sultà, el nostre semental de França el creuarem amb la Alazana, l'egua de Irene. Si no ho molestes i t'amagues, podries observar.
Marta: M'alegro que t'hagi agradat. On podem amagar-nos?
Jo: Mireia ja sap on amagar-se, va venir la setmana passada a la munta de Canela.
Marta: M'estic posant supercachonda de pensar en demà.
Jo: Em sembla bé. Has d’estar sense calces fins demà, però res de tocar-te o ficar-te alguna cosa en el cony. A l'arribar inspeccionaré com véns i no vull que t'hagis tocat. Entesos?
O en versión traducida para los perezosos:
Yo: Me ha gustado mucho tu carta. Creo que lo principal podremos llevarlo a cabo mañana. Viene mi hermano Dani con Sultán, nuestro semental de Francia lo cruzaremos con la Alazana, la yegua de Irene. Si no lo molestas y te escondes, podrías observar.
Marta: Me alegro que te haya gustado. ¿Dónde podemos escondernos?
Yo: Mireia ya sabe dónde esconderse, vino la semana pasada a la monta de Canela.
Marta: Me estoy poniendo supercachonda de pensar en mañana.
Yo: Me parece bien. Debes estar sin bragas hasta mañana, pero nada de tocarte o meterte algo en el coño. Al llegar inspeccionaré cómo vienes y no quiero que te hayas tocado. ¿entendido?
La idea de que Mireia hubiera ido a ver la monta de una yegua la soliviantó y decidió iniciar otra conversación con su casi ex, mejor amiga (para evitar duplicidad, solo ofrezco la versión traducida):
Marta: ¡Zorrón descarado! ¿Te has follado al Toni antes que yo? ¿No habíamos quedado en follárnoslo juntas en mi cumpleaños y que nos desvirgase?
Mireia: Eso era imposible, además hace un año que no soy virgen. Yo también quería un buen regalo en mi cumpleaños.
Marta: ¿Te lo follaste hace un año y no me has contado nada? ¡Vaya amiga!!!😠
Mireia: No me follé a Toni hace un año, lo hice con un amigo de mi hermano que no conoces. Era un gilipollas, pero estaba muy bueno. La cosa no tuvo mucha importancia, así
que pasé hasta que vi la oportunidad con Toni y no pude esperarte.
Marta: Yo estoy quedando con él para que me desvirgue mañana. ¿Tú querrás venir también o no?
Mireia: Se comprometió a romperme el culo antes que el corazón y lo tomé como una promesa. Mi culito sigue virgen para él, así no faltaré tanto a mi palabra.
En algún momento hubo tres conversaciones cruzadas con los mismos protagonistas emparejados, pero al final crearon un grupo para la ocasión. El grupo de whatsapp se llamó: “Monta de alazanas”, haciendo referencia al pelaje castaño claro de las dos jóvenes y la yegua.
Maui e Irene se fueron a la cama cogidas de la mano. Pese al tiempo transcurrido, su amistad no se había resentido un ápice. Al llegar al dormitorio, Irene encendió una luz tenue que dejaba entrever una amplia habitación con una cama enorme y chimenea. Irene fue quitándose las pocas prendas de verano y se metió en la cama desnuda. Pese al calor, Maui no quería quitarse ninguna prenda, pero no parecía oportuno meterse con la ropa de calle, ni había traído un estúpido pijama de verano. Se metió en la cama con la camiseta y las bragas, más cortas de lo que hubiera deseado para la ocasión, pero las bragas grandes para los días de regla no las encontró. Cuando el sudor empapó la camiseta de Maui, se vio obligada a quitársela a oscuras.
Irene encendió la luz para ir al baño. Había bebido demasiado esa noche. Al girarse para ver que no había despertado a Maui, vio que seguía dormida y leyó su intrigante tatuaje. Al volver del aseo no pudo evitar seguir el trazado de las dos rosas rojas entrecruzadas y apreció diversas marcas moradas en su piel que recordaban azotes de fusta o de látigo y de todo tipo de violencia. En algún momento, besó descuidadamente las marcas de aquellos castigos. Maui acercó su cuerpo a aquella fuente de calor y se despertó con una sonrisa, hasta que recordó el tatuaje de su espalda y se sintió terriblemente avergonzada. Movió nerviosa sus manos para taparse.
-¿Por qué no quieres que lo vea? ¿Te avergüenza?
Maui asintió con la cabeza. Finalmente confesó:
-Yo no lo quería. Me lo hicieron contra mi voluntad. Mi ex me uso como pago de una deuda. Me violaron más de 30 hombres en una fiesta y fui usada como mesa humana. Lo peor de todo es que a veces, me corría - dijo Maui entre sollozos y las lágrimas brotaron sin cesar.
Irene abrazó por la espalda a Maui juntando sus pechos a su espalda y rodeando el cuerpo de Maui con sus brazos. Los pezones de Irene sentían las palpitaciones aceleradas del corazón en la espalda de la modelo. Así abrazadas Irene le contó una experiencia pasada suya, mientras le acariciaba el pelo.
-A mí me violó el jefe del club donde trabajaba. Lo recuerdas, el Bang Bang. Fue un sábado noche, pero para las beatas ya era domingo -y guiñó un ojo, era una expresión que utilizaban cuando compartían piso y se cruzaban con señoras mayores que iban a misa y las miraban despectivas al ver el rimel corrido por sus mejilas y las carreras en sus medias-. Había trabajado como nunca. Entraron miles de guiris aquella noche, un montón de chavales de fiesta, algunos cuarentones a ver si ligaban con la nómina en una mano y la visa oro en la otra, algún famosillo. Estaba muerta. El uniforme para aquella noche consistía en unas botas altas de tacón, una minúscula camiseta sin cuello con el escote exagerado que parecía un roto en la tela y unos pantalones cortos de plástico simulando cuero del tamaño de unas bragas pequeñas, que pegaban multitud de pupilas a los culos de las camareras. Había servido un millón de copas con mi mejor sonrisa, incluso a aquellos que no dejaron de mirarme en toda la noche, pero nunca a los ojos.
Maui se pegó al cálido cuerpo de Irene y se dejó acariciar. Irene continuó relatando:
-Ya estábamos recogiendo. Se habían ido todas las camareras. Como apenas había nadie, iba a cambiarme detrás de la barra. Joan, el principal accionista, venía siempre a comprobar la caja total, especialmente los viernes y los sábados. Apenas me vio sentada en el suelo, quitándome las botas largas, con aquel pantalón-braga, creo que ya se empalmó. La postura me había dejado algo indefensa y no medió palabras. Sujetó toda mi larga cabellera contra el frigorífico de las bebidas y dejó mi cabeza inmovilizada. Yo no lo esperaba y ya tenía su polla en mi boca. Él era el dueño y no supe reaccionar. Me dijo solo “chupa” y chupé. Todo el mundo le obedecía en aquel local siempre. Cuando entraba en el local, todas las camareras se arremolinaban junto a él con una pícara sonrisa a preguntarle complacientes qué deseaba y aceptaban de buen grado las lascivas bromas asociadas a la ambigüedad de la pregunta. Yo imité lo aprendido: obedecerle y satisfacerle, sin cuestionarme gran cosa. Lo cierto es que el tipo no me gustaba, nunca me había parecido tan atractivo como para ligar tanto como lo hacía. Claro que cada chica que se liaba con él tenía acceso siempre que quisiera a la zona VIP y podía ligar con los futbolistas cuando venían. Pero aquella mamada fue solo el principio. Había bebido bastante aquella noche y no parecía dispuesto a correrse rápidamente con una mamada e irse. Al poco tenía mi cara contra la puerta superior del frigorífico, sobre la puerta que se abre para coger los botellines, mi culo en pompa y mi boca saboreaba el minipantalón, arrancado sin piedad por Joan. Debía estar en esa postura cuando apareció Albert, el encargado. ¿Te acuerdas de él? Era un tío monísimo, había salido en algún programa de Telecinco, lo tenían por el público que atraía. Con su flequillo a la moda, su barba de cuatro semanas, sus vaqueros skinny, su cuerpo trabajado en el gimnasio... Creo que nos habíamos enrollado un par de veces e incluso habíamos follado en los baños una noche de pocos clientes. El cabrón me encontró allí, contra el frigorífico y por cómo me sujetaba las manos a la espalda y el cuello con la otra mano, era difícil creer que estuviera así por propia voluntad. Cuando Joan le propuso compartirme, no lo dudó un momento. Cogió mi cabeza para llevarla a su polla y por el camino, escupí el pantalón e intenté morderle la mano. Aún me duele el bofetón que me dio. Creo que no era la primera vez que violaba a una chica a medias con Joan. Se coordinaban demasiado bien, era un trabajo en equipo. Al poco tenía una polla en la boca y otra en el coño. Nunca me he sentido tan indefensa y tan usada. Y además, de humillada, no entendía por qué Albert no mostró algo de empatía hacia mí, a mí él me gustaba hasta ese día, siempre le había tratado muy bien, con afecto y cariño. No entiendo qué pasaba por la mente de Albert, pero la realidad es que fue mucho más duro conmigo que el abusón de Joan. No sé por qué, pero en un momento escupió en el suelo y se empeñó que lo lamiese mientras Joan continuaba follándome. Como yo no reaccionaba, me puso su zapato en mi cuello y me obligó a bajar la cabeza. En el suelo sucio sentí su suela en mi cara y atemorizada por el brillo de su mirada, saqué la lengua y lamí su lapo. No podía sentirme peor. En ese momento, tiró de mi pelo y me puso de pie, siempre follada por Joan. Las manos de Albert tiraban de mi pelo y las de Joan de mis caderas. Por suerte no me rompí, pero no por el cuidado que pusieron ellos en tratarme. Joan entendió la jugada, pero cada uno tenía sus preferencias. Sujeta con el pelo en alto por la mano de Albert, me hicieron girarme, mi ano terminó junto a la polla de Albert y mi cara olía el aire caliente exhalado por el dueño del local. Mi vagina volvió a ser abierta por el miembro de Joan, mientras Albert desgarraba mi ano sin miramientos. Volví a escupir a Joan, era mi único recurso para expresar mi repulsa. En ese momento fue Joan quien me abofeteó y recuperé el sabor del pantaloncito en mi boca. Joan me sujetaba de las manos mientras me follaba cara a cara de pie, mientras Albert me enculaba sin piedad y con una mano tiraba de mi pelo hacia arriba y con la otra, bien golpeaba mis caderas, bien controlaba el ritmo de mi movimiento. Nunca me había sentido tan sucia, tan usada, tan indefensa. Y el traidor de mi coño, decidió correrse por su cuenta en ese momento. Era lo último que me faltaba, no solo me había decepcionado mi jefe y un amigo, incluso mi propio cuerpo me vendió. Joan fue el primero en apreciarlo y se lo comentó a Albert: “La muy puta se está corriendo” y me abofeteó de nuevo. Mi cuerpo, lejos de controlarse, cayó en la esquizofrenia absoluta y mientras yo lloraba, mi coño tenía una contracción tras otra. Fue horrible. Joan tardó poco en correrse, pero Albert tardó bastante, y al finalizar, me obligó a limpiarle la polla a conciencia. Ellos me dejaron sobre la barra sin preguntarme nada, sin despedirse, sin ayudarme a recomponerme. Lloré durante al menos una hora en el suelo y ya estaba sola en el local.
-¿Qué hiciste? ¿Fuiste a denunciar? -preguntó Maui, como le había preguntado Muriel el día anterior.
-La verdad es que no. Con la excitación, habían dejado la caja sin revisar y había más de treinta mil euros. Los cogí y no volví a aparecer por allí. De todas formas guardé fotos de las marcas, el pantaloncito con restos de semen y todos los demás restos orgánicos que pude y los congelé. Es mejor tener un seguro. Con ese dinero, terminé el grado y el máster de veterinaria sin tener que volver a trabajar, salvo en las prácticas de veterinaria que las hice con un veterinario ecuestre y ya visité este club. Pensé que era mejor obtener de forma inmediata mi indemnización y aunque sería mejor haberlos denunciado para que no se lo vuelvan a hacer a otra chica, no me encontraba con fuerzas para iniciar un largo juicio.
-¡Qué práctica! -alabó Maui y se giraron cada una sobre sí misma. Ahora eran los pechos de Maui los que tocaban la espalda de Irene. Las caricias de la modelo recorrieron la silueta de la veterinaria. Al llegar acariciando el glúteo medio derecho descubrió una protuberancia en la piel. Quiso verla en detalle y descubrió D enmarcada en un círculo.
-¿Esta marca? -preguntó descarada Maui.
-¿Ésta?. Es otra historia. Después de llevar un tiempo con Daniel, quise demostrarle que yo era suya y le pedí que me marcase como a una yegua al fuego. Fue una ceremonia íntima, aunque muy bonita.
-¿No te dolió?
-Muchísimo, pero le demostré que era suya. Quería que lo supiera, no importa con quién esté o qué haga él, yo soy suya y puede hacer conmigo lo que quiera. Me costó tiempo aceptarme como soy, pero soy mucho más feliz desde que me he aceptado y he encontrado un dueño que me acepta así.
Maui continuó besando a Irene, que se dejó hacer. Sin saber cómo, Maui le estaba lamiendo el sexo a Irene quien tuvo un discreto orgasmo. Apenas se recuperó, quiso devolverle el favor a su amiga y comenzó a besar todo su cuerpo. Cuando su boca quiso probar su sexo, Maui lo tapó con la mano. No quería que nadie tocase su sexo nunca más, ni siquiera ella. Quedaron abrazadas y Maui lloró un poco. al cabo de un rato, Irene sentenció:
-Volverás a querer estar viva, solo necesitas recuperar el deseo. A mí me costó un tiempo, pero reconozco que la naturaleza hizo que me reconciliase con mi naturaleza más animal.
Maui no quería discutir, solo seguir llorando abrazada a Irene, y así lo hizo. Pasaron la noche abrazadas y se levantaron desnudas y sudadas.
Si estás interesada en conocer algo más de mí puedes leer mis primeros 5 relatos donde cuento experiencias personales reales al 100%, o puedes escribirme a sirstephe@gmail.com. Si te decides a contactarme, exijo que me trates de usted y que seas mayor de edad (más de 18 años, NO VALE 17 años y once meses). También puedes buscarme en las redes a través de mis enlaces.