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Fecha: 24-Jul-23 « Anterior | Siguiente » en Sexo con maduros

El semental desvirga a dos pijas muy putas

AmoMuyEstricto
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El profesor de equitación Toni desvirgará a las dos pijas conforme a sus sueños de perras sumisas. Vika grabará toda la escena y se descubrirá superexcitada. La sexualidad de Maui renacerá de sus cenizas para enseñar a las dos pijas cómo se adora la polla de un auténtico semental. (6/19) Version para imprimir

Domingo, 17 de julio

 

Daniel despertó a las más perezosas tocando el claxon de su furgoneta con el remolque para caballos. Su viaje a La Camargue había sido un éxito. La admiración por todo lo que sonara a animal salvaje español era muy bien remunerada al otro lado de Los Pirineos, especialmente en Languedoc. La monta de las yeguas era prácticamente un espectáculo para los interesados a la equitación, aunque muchos preferían la segura inyección del veterinario. En Francia aún había quien pagaba porque las tradiciones se mantuvieran lo más cercanas a la naturaleza.

Irene bajó rápidamente a saludarlo. La acompañaba Maui que no quería despegarse de ella, con Irene cerca volvía a sentirse segura, querida e incluso deseada de forma no violenta. Sultán, al salir del vagón, no paró de hacerle fiestas a la veterinaria, siempre la recibía con especial alegría, pero aquel día el semental reconoció el aroma a hembra redoblado. Ella aceptaba de buen grado todo contacto físico con el animal. Había que reconocer que era un semental impresionante, media tonelada de músculos marcados y pelo brillante. El caballo siempre olía testosterona, pero a Irene le agradaba el olor a sudor del corcel.

El desayuno fue una nueva fiesta. El buen humor acompañaba cada comentario. Irene quería retomar la conversación donde había quedado la noche anterior:

 

-¿Al final qué harás con las pijitas?

 

-Son más viciosas de lo que parece. Me van a dar bastante trabajo esta mañana. ¿El potro donde te atamos para marcarte, sigue donde estaba? -preguntó Toni.

 

-Supongo que sí. Lo dejamos en la cuadra detrás del picadero -respondió Daniel como si la pregunta fuera para él. Recordaba aquella noche como una noche feliz para los dos y siempre le deleitaba evocarla.

 

-Tendré que bajarlo al máximo y ponerle la grúa encima y un sistema de cuerdas. Estas chicas son muy pervertidas y han visto muchos vídeos de Sex And Submission -comentó como si todo el mundo fuera asiduo a los videos pornográficos. El desarrollo de la sexualidad de estas pijas había comenzado amenizando sus primeras masturbaciones con las lecturas de la serie de 50 sombras, descubrieron el amor romántico con After y profundizaron sus conocimientos de la vida en pareja con Megan Maxwell. En los últimos dos años, solían acceder a páginas web de videos pornográficos para azuzar a su inquieta libido.

 

Vika, ávida de referencias, memorizó las dos palabras inglesas, fáciles de recordar para explorar después con su móvil.

 

-Cuéntanos en detalle lo que te han pedido -se sorprendió Maui a sí misma demostrando más curiosidad de la que imaginaba en esos momentos.

 

Toni le pasó el móvil a la rubia y señaló los tres chats que mantuvieron y Maui se entregó a la lectura.”Somio que em violis des de fa més de set anys” recitó en voz baja al poco tiempo. Aquellas palabras se le clavaron en su mente como una espina.

 

-¿Sultan ha descansado? La Alazana ya está en celo y estoy seguro que el padre de la Marta va a pagar mucho por el potro que le haga el Sultán esta tarde -preguntó Toni, siempre preocupado por el negocio.

 

-¿Cuándo ha rechazado una yegua en celo nuestro Sultán? Parece mentira que lo pregunte el otro semental del Maresme -bromeó Daniel, conocedor de la avidez sexual de su hermano.

 

Al terminar el desayuno, Toni fue a preparar la monta de la tarde, especialmente la de las muchachas adineradas. Irene se quedó preparando las verduras y Daniel acompañó a las chicas a visitar el club y enseñarles algunos trucos para montar. También les explicó el sistema de cámaras que disponían que les permitiría gozar del espectáculo sin molestar. El picadero estaba junto a varias cuadras, donde podrían esconderse la chicas para ver cómo era la monta. Les indicarían que se escondieran en el que estaba el potro donde fue marcada Irene y la grúa para poder satisfacer sus fantasías más cómodamente. Seguramente Toni se bastaría solo, pero algunas veces necesitaba ayuda, bien de Irene, bien suya. Las explicaciones de Daniel eran muy austeras y nunca aclaraba si hablaba de la monta de la yegua o del desvirgamiento de las doncellas, pero las chicas no hicieron preguntas.

Marta y Mireia vinieron como les había indicado Toni. Sin ropa interior se apreciaban los pezones marcados en el polo de manga larga. No era infrecuente que las alumnas vinieran desnudas bajo la ropa para provocar a los profesores, además todo el mundo sabe que un pantalón de hípica hace un culo más apetitoso si se lleva sin bragas. Marta era consciente de que sería un día muy diferente desde que entró, nunca había visto las espuelas de gallo con la ruleta de pinchos en las botas relucientes de Toni, aunque siempre las había admirado en la vitrina de la recepción. Las quince horas que llevaba con sus diferentes pantalones rozando su clítoris y los destellos de cada uno de aquellos pinchos la excitaban sobremanera. El vaquero desgastado de Toni remarcaba aún más su paquete. Lo definitivo fue que al entrar les indicó que debían pasar a su despacho con aire circunspecto y sin apenas haberles prestado atención, como un director de colegio cuando va a castigar a un alumno rebelde. Cerró la puerta y cualquiera podía oír desde fuera la respiración entrecortada de las dos mancebas. Aunque las manchas húmedas de los pantalones las delataban, Toni les ordenó:

 

-Mostradme vostre sexe -y ambas bajaron simultáneamente sus pantalones ceñidos y mostraron sus sexos. El dedo de Toni repasó la perfección de la depilación a la cera.

 

Para comprobar que carecían de sujetador, Toni tiró de un pezón de cada chica y lo pellizcó hasta que vio las caras de dolor en ambas, aunque las chicas mordieron sus labios para reprimir el grito y recordaron más un maullido de placer reprimido que a una expresión de auténtico dolor. Mientras les retorcía el pezón, Toni les fue dando las instrucciones de dónde debían esconderse, pero la falta de atención de las alumnas fue compensada por la reincidencia de la repetidora Mireia. En toda la clase no les quitó ojo y ellas no estaban muy concentradas en los ejercicios, no obstante buscaban su aprobación de cada uno de sus movimientos.

Al ir saliendo todas las compañeras, ellas se hicieron las remolonas. Les habían indicado a sus madres, que vendrían a recogerlas, que ese día iban a hacer una excursión larga con los caballos y que vinieran al anochecer.

Las dos jóvenes se dirigieron a la cuadra que les había indicado Toni y se escondieron detrás de unas estructuras de madera recubiertas con paja en las que no repararon mucho. Allí permanecían escondidas con el corazón desbocado. La expectación iba en aumento como el ritmo de sus palpitaciones. Al ver aparecer a Toni llevando a la yegua tirando de sus riendas y dirigiéndola con el látigo, las dos gritaron débilmente. Como un actor consumado, alejándose de todo histrionismo, Toni dirigió una rápida y discreta mirada para localizar sus objetivos, pero hizo como si no hubiera visto a las lozanas catalanas. Siguió concentrado en dirigir a la yegua.

Ató a Alazana a la barra de saltos y fue a por Sultán. El caballo vino sabiendo que habría fiesta, el aroma de yegua en celo lo conducía directo hacia su ansiado destino. La presentación entre ambos cuadrúpedos fue breve, puso a Sultán junto a la yegua y se rozaron los cuellos para reconocerse. Sultán solo quería lamer el sexo chorreante de la yegua y la hembra le meó en la cara. Sultán le dio un lametón a aquel jugoso sexo y su sexo creció más de lo acostumbrado en estos lances. Toni sujetó a Alazana para que no se voltease y Sultán desde atrás la montó con su gran miembro erecto. Sujetó la yegua con sus cascos delanteros y mordió su cuello para que no se moviera. Permaneció allí dentro hasta que se sació y derramó todo su semen dentro de la yegua. La yegua relinchó contenta.

En el salón de la casa, se sentaban alrededor de la television la pareja anfitriona y las tres huéspedes. Vika no quería perderse nada, así que se sentó de rodillas más cerca del aparato. Daniel elegía qué cámara mostrar en la gran pantalla en cada momento. Había seis cámaras en el picadero y cinco en la cuadra. Aunque Daniel ejercía de realizador para sus invitadas, todas las cámaras grababan todo el tiempo y podía hacerse otro montaje si se deseaba posteriormente. Al ver el sexo descomunal de Sultán, Daniel hizo zoom desde el salón y las cuatro chicas rieron nerviosas.

Antes de terminar el acto sexual equino, Irene y Daniel fueron a ayudar. Irene se llevó a Alazana y Daniel a Sultán, cada uno a su cuadra, el romanticismo escasea entre los equinos y Irene quería garantizar el éxito reproductivo.

Toni se quedó en el picadero y simuló que oía un ruido, como Jack Nicholson en El Resplandor. Se dirigió donde sabía que estaban las chicas y las atrapó por sus cabelleras. Cada mano sujetaba una larga crin castaña. Fue retorciendo cada melena en sus manos hasta que sus nudillos presionaron el cuero cabelludo de cada potrilla. Conforme al guión, preguntó:

 

--Què fèieu aquí, putetes desobedients? Quantes vegades us he prohibit que vingueu aquí a ensumar? Us posa catxondes que us follin com eugues? Ara veureu!

 

Toni tiró con la fuerza de un semental y las arrodilló a sus pies.

 

-¡Limpiadme les botes, zorres! -exclamó el mayoral y ambas sacaron sus lenguas y se aplicaron a abrillantar el cuero con sus lenguas. Mientras se dedicaban a la limpieza, Toni puso su bota sobre el cuello de Marta, que tocó el suelo con su lengua y no pudo continuar con su tarea. Notaba la frialdad de la ruleta de pinchos sobre su nuca y no se atrevía a moverse. Aprovechó esta inmovilización de la más joven, para agarrar las manos de Mireia y atárselas. Al poco, cogió el garfio de la grúa y tiró hacia arriba, no sin antes ensartar el nudo reliado en las manos de Mireia en el gancho. La hembra ya desflorada quedó con los brazos en alto y los pies de puntillas, perfectamente inmovilizada mientras Marta no podía atreverse a mirar hacia arriba. El estado de excitación y nerviosismo de las jóvenes estaba en máximos y las palpitaciones de su sangre golpeaban las paredes de sus vaginas y sus clítoris.

Agarró a la benjamina de su melena, la desnudó violentamente y la tiró sobre el potro donde habían marcado a Irene. Consistía en cuatro patas de madera unidas por una gruesa viga con argollas para sujetar muñecas, tobillos y cuello. Sin perder tiempo, Toni cerró los aros metálicos sobre las extremidades de Marta que quedó a su completa disposición.

Cuando Daniel se fue a recoger a Sultán, Vika quedó con los mandos de realización del espectáculo televisivo. Aunque era simple, Vika había prestado suficiente atención como para poder seleccionar la cámara que deseaba en cada momento, moverla y hacer zoom. Maui y Muriel continuaban como espectadoras pasivas sentadas en el sofá. Como en una película de miedo vieron cómo Toni apresaba a sus víctimas voluntarias. Maui se asombraba de que estas chicas supieran que esos juegos les iban a excitar tanto y que se los hubieran pedido a Toni, pero ella había leído todos los mensajes y no cabía duda de que Toni se esforzaba en seguir el guión que ellas mismas le habían dictado, aunque en algún momento podría parecer que Toni era un psicópata y ellas unas pobres víctimas inocentes. Maui envidió lo que estaban disfrutando las dos amigas sin tener que temer por sus propias vidas.

Vika amplió la cara de Marta y pudo ver una sonrisa pícara mientras Toni apresaba su cuello en la fría argolla. La pija había soñado durante años con esa situación. En lugar de apresarla con la grupa en alto, como cuando marcaron a Irene, la había inmovilizado con su sexo expuesto y mirando hacia el techo. Los brazos y piernas le caían hacia atrás y quedaban sujetos por las muñecas y los tobillos a las patas del potro de madera. La flexibilidad juvenil ayudaba a usarla en esa postura de contorsionista.

Vika con la cámara se detuvo en cada argolla y la dejó enfocando el sexo palpitante y depilado de Marta. Se veían en la pantalla la respiración acelerada en el ascensor inquieto de su ombligo y el sexo absolutamente desnudo, sus labios pequeños y poco usados y esa entrada estrecha, pero suplicante.

En ese momento el mayoral se dirigió a Mireia y la despojó de sus dos prendas ceñidas. Como el polo no podía salir sin desatarle las manos, prefirió no liberarla en ningún momento y lo dejó reforzando la atadura de sus muñecas. A continuación, Toni cogió el látigo y la fusta que había tirado al suelo para apresar a las jóvenes. Siguiendo el guión pactado, empezó a azotar a Mireia en todo su cuerpo. Usó el látigo y procuró marcarle sus pechos, su barriga plana, sus muslos y su culo. Mirando hacia atrás, Marta podía ver el cuerpo invertido de su amiga cada vez más lacerado. A veces sentía la cercanía del látigo rozando su propio cuerpo o silbando admirado por su escultural belleza. Ese espectáculo la asustaba y excitaba por igual. Las líneas rojas que se dibujaban una tras otra en el cuerpo de una joven anunciaban cómo iba a ser tratada la otra. Para Toni era importante marcar bien el culo, quería que cuando la azotase manualmente al encularla, recordase cada mordida reciente del látigo.

Después Toni sacó una cuerda muy larga y gruesa y se entretuvo un rato en acomodar los nudos hechos por la mañana para crear una estructura que sujetara firmemente a Mireia en el aire, como una superheroína capturada, su cuerpo volador podría ser usado a su antojo y podría girarla con facilidad para hacer uso de su boca, su ano o su vagina a placer. El curso de Shibari que había hecho Toni le resultó muy práctico para rematar esa obra de arte de la cabullería. Finalmente los codos y las rodillas de Mireia quedaron unidas sobre su espalda y ella quedó suspendida del gancho de la grúa. Mireia estaba en una postura saludable, aunque no fuera cómoda, y Toni había tenido cuidado para evitar todo tipo de estrangulamientos o torceduras. Tiró de ella y ató la cuerda que atravesaba la polea y Mireia penduló de la grúa sobre el cuerpo inmovilizado de Marta. Le dio un guantazo a la chica mayor y su cuerpo giró hasta que encontró la palma de la otra mano de Toni que hizo de freno de la peonza juvenil. Su boca quedó exactamente dos centímetro sobre la vagina virgen de su condiscípula.

Era el turno de la fusta que iba a calentar ese coño inexplorado. Aunque la única visión de Marta era el sexo de su compañera, sintió los cinco fustazos en su clítoris que empezó a arder más de lo que ella había imaginado. El calor que desprendía aquel sexo fue apreciado por la mano derecha de Toni, que decidió calmarlo con la boca de su amiga.

-¡Treu la llengua, perra! -ordenó Toni a Mireia y recompensó su obediencia con una palmada sonora en la cara.

Agarrando el pelo de la chica suspendida, estampó su lengua en el clítoris del coño inusitado. Marta se veía cercana al orgasmo y Toni no quería que se corriera sin probar antes su polla. El garañón sacó su impresionante verga que quedó a escasos centímetros de la boca de la chica voladora.

La realizadora ucraniana volvió a centrar el plano en su foco de atención y recorrió varias veces con la cámara el enorme pene del semental del Maresme a escasos centímetros de una vagina impenetrada y una boca babeante. Maui se asombró a sí misma al sentirse fascinada por ese tótem falico que deseaba adorar.

Mireia se excitó tanto al ver y oler aquel falo descomunal que chorreó sobre la cara de Marta. Mireia repartía sus lenguatazos entre el glande de Toni y el clítoris de Marta según los designios de la mano severa de Toni, que sujetaba fuertemente su nuca del cabello y siempre sentía la presión de sus nudillos en la cabeza. Al cabo de un rato, el ariete de Toni penetró a Marta que gritó sorprendida, no podía ver lo que estaba pasando en la entrada de su orificio más lubricado. Era la primera polla que entraba en aquella vagina, aunque es cierto que ella había introducido todo tipo de consoladores. A la séptima envestida, aquel sexo femenino se había amoldado perfectamente al miembro superdotado. El orgasmo de la joven no tardó en llegar, en parte ayudado por los lengüetazos que a veces le dejaba dar Toni a Mireia. El macho siguió follándosela sin interrumpir el ritmo, solo decidió retorcer los pezones de la joven indefensa. Marta no podía imaginar que esa crueldad en sus pezones pudiera transformarse en descargas eléctricas en su clítoris y volvió a correrse.

Toni decidió sacar su polla chorreante y llevarla a la boca invertida y penetrarla. Marta disfrutó del sabor del semen de su maestro mezclado con el regusto del sexo de la alumna.

Maui estaba atenta a toda la escena desde el salón y recordó que ahora habría que encular a Mireia. Le recordó como Alina y Polina habían ayudado a que su cuerpo fuera usado indistintamente y decidió oficiar en la ceremonia. Fue corriendo hasta la cuadra y se encontró con la mirada sorprendida de Toni.

 

-¡Estas niñas aprenderán a servir a su único amo! -dijo determinada la modelo, convertida en la gran sacerdotisa del culto a su nuevo dios e improvisando un nuevo guión.

 

Toni bajó más el potro de tortura y el cuerpo volátil de Mireia cambiando el nudo que fijaba al suelo la cuerda de la polea. Maui se dirigió al tercer ojo de Mireia y aplicó su lengua a su orificio más estrecho. Lamió y lamió, y la pija volvió a soltar sus efluvios sobre la cara inmovilizada de Marta. Toni, como siempre atento, obligó a la chica recién desvirgada que abriera la boca y tragase los jugos de su amiga. El único macho de la cuadra volvía a empalmarse de nuevo y Maui se arrodilló junto a su ídolo. Desde hacía poco tiempo sentía especial admiración por los miembros monumentales y quería observar cómo crecía aún más en su boca.

Cuando el falo idolatrado volvió a encontrarse en plena forma, Maui se puso en pie y rodeó con sus manos las caderas de Mireia. No supo por qué, pero no pudo reprimir una fuerte palmada a ese culito perfecto de amazona y le explicó:

 

-Ahora tu Dios va a desvirgar tu culo y tú se lo ofrecerás como la perra que eres.

 

Toni puso sus testículos sobre la boca de Marta y penetró el ano de Mireia. La nariz de la novicia no era capaz de procesar todos los aromas llenos de hormonas que la invadían, pero asociaría todos esos olores para siempre al goce sexual. Las tres primeras embestidas fueron salvajes, pero poco a poco, el cuerpo de Mireia se fue acostumbrando. Maui se percató de la ociosa boca de Marta y decidió aplicarla al sexo volante de su compañera, pese a la poca libertad de aquel cuello que para obedecer a la imperante sacerdotisa sentía la presión del aro metálico. Mireia nunca supo si su orgasmo le sobrevino por la humillación de sentirse violentamente enculada por el obelisco de Toni, por las palabras de Maui, la hechicera, por los azotes irrefrenables del profesor o por la habilidad lingüistica de su compañera, pero tampoco le importó mucho.

Toni quedó extenuado y Maui pensó que debía recibir una recompensa por haber sido tan buen actor y haberse esforzado tanto en cumplir las fantasías de las chicas. Se arrodilló junto a su sexo y le realizó una nueva felación con veneración. Al cabo de un rato, el miembro de Toni resucitó engrandecido. Maui se sintió feliz de servir a ese milagro de la farmacopea y la naturaleza. Se giró y a cuatro patas, como la yegua en celo que se sentía, le suplicó:

 

-Haz lo que dice mi culo. Está hecho para ser violado y suplicar serlo.

 

Toni se asombró al ver por primera vez el tatuaje y aquel culo redondo y desnudo. No pudo evitar usarla como le imploraba.

 

-¡Azótame! -mendigó la nueva jaca baya de la cuadra.

 

Las palmadas en su culo se convirtieron en música para las chicas inmóviles que con la cabeza girada observaban a la intrusa.

 

Quedó poco rato para recomponerse antes de que vinieran a recoger a las chicas. Cuando llegaron las madres, Marta se congratuló porque la fiesta de cumpleaños sería al día siguiente, ese día estaba agotada. La madre de Mireia se sorprendió por lo arrugado que llevaba el polo su hija pese a lo coqueta que siempre se mostraba.

Esa noche, Maui no se despegó de Toni. Cuando su macho le pidió que completase la cena vegana que había vuelto a preparar Irene con sendos chuletones de ternera, fue solícita a la cocina y le preparó lo que le ordenaba su nuevo amo. Maui se sentía especialmente reconfortada mostrándose servil y dócil a Toni y podía venerar su enorme miembro sin sentirse culpable, ni tener miedo. No sabía si era su cuerpo musculado, su voz grave, la enorme finca aislada o la seguridad que transmitía aquel hombre, pero desde que estaba cerca de él no sentía ningún miedo. El orden de las camas se alteró aquella noche y Maui siguió a Toni hasta su cama.

Vika volvió a acostarse con Muriel y comentaron algo de lo que habían visto esa tarde, pero Muriel quería salir temprano al día siguiente para reunirse conmigo, así que hizo por dormirse pronto. Vika se quedó hasta tarde con su móvil y aceptó a una nueva seguidora: una modelo llamada Mar que tenía varias fotos atada en una cruz de San Andrés. Entablaron una pequeña conversación por Instagram. Algún día, Katia encontraría esta conversación en el móvil de su hija:

 

Vika: Hoy he visto cómo desvirgaban a dos chicas.

 

Mar: ¿En serio? ¿Era una película?

 

Vika; Más o menos.

 

Mar: ¿Eres virgen?

 

Vika: Pero no quiero serlo.

 

Mar: Eso tiene arreglo.

 

Vika: Estas chicas habían pedido exactamente cómo querían ser desvirgadas. Yo no sé aún cómo quiero ser desvirgada.

 

Mar: Podrías hacer un concurso de ideas y la idea que más te convenza, la llevas a cabo.

 

Vika: Eso mismo me dijo una amiga anoche. Estoy pensando en hacerlo….

 

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