Frida estaba sentada en un sillón de su consulta con un bolígrafo y una libreta en sus manos. A su lado, tumbada en el diván, estaba una modelo rubia, muy alta, de los ojos azules, con el cabello muy cortito y que empezaba a despuntar en las pasarelas. Vestía una blusa blanca, un pantalón de pitillo color beis y calzaba unas sandalias con un tremendo tacón. Fuera de la consulta, la secretaría de Frida, escuchaba por el intercomunicador a la modelo, que decía:
-No puedo controlarme, veo a alguien que me gusta y lo hago, lo mismo me da que sea entre pase y pase, que sea en el parque, que sea en el cine, que sea en una cafetería... Cualquier sitio me vale.
-¿Nunca se insinuó luego de ver a esa persona que le gustó?
-No, yo no me insinúo. Si una persona, hombre o mujer, me gustó mucho, mucho, mucho, le digo a la cara si echamos un polvo.
-Va de frente.
-Y de espaldas, también me gusta por detrás.
-Entiendo, a ver. ¿Dónde se ha masturbado por última vez?
-En mi auto, mientras conducía hacia aquí.
Frida se sorprendió de la confesión.
-¡Para matarse!
La modelo abrió el botón del pantalón, bajó la cremallera, metió la mano derecha dentro de la tanga y comenzó a masturbarse mirando para Frida, que al ver como se daba dedo, quedó mirándola con cara de tonta.
-¿Qué me pasa, doctora?
Frida, que tenía veintiséis anos, que era rubia, de ojos azules, alta, y que..., y que tenía un polvo brutal, le respondió:
-Le pasa que tiene hipersexualidad y que decoro no tiene mucho.
-Ya le he dicho que no me puedo controlar cuando veo a alguien que me gusta. ¿La hipersexualidad es peligrosa?
-Depende de lo que suba la libido, pero en principio no tenía porque serlo, si no se masturba conduciendo, claro.
No llevaba ni un minuto masturbándose cuando Frida vio como a la modelo la pelvis le daba un pequeño latigazo, vio como las pupilas se le escondían bajo los párpado y luego vio cómo los ojos se le cerraban de golpe. Cuando la modelo volvió a abrir los ojos y le sonrió, Frida, sorprendida, le pregunto:
-¡¿Siempre llega al clímax tan rápido?!
-Casi siempre.
-¿Cuántas veces llega al clímax?
Tuvo que esperar por la respuesta, ya que la modelo se estaba corriendo de nuevo.
-¿Qué me había preguntado?
-¿Qué cuántas veces llega al clímax?
-Depende del tiempo que me esté tocando.
-¿Cuál fue el máximo numero de orgasmos que ha tenido masturbándose?
-Creo recordar que fueron doce en unos quince minutos.
A Frida le salió el lado bruto.
-¡La ostia!
-¿Le parecen muchos?
-¿No me está mintiendo?
-Mentir se le miente a un amigo, no a una psiquiatra, por cierto, con un amigo me corrí más de veinte veces en ua hora.
-Así está tan delgada.
-Me voy a correr otra vez.
Dicho y hecho, se volvió a correr y después se siguió masturbando.
Frida, con las bragas encharcadas, siguió tomando notas.
-¿Nunca gime cuando llega al clímax?
-Gemía cuando me comencé a masturbar, pero al empezar a hacerlo en todas las partes, aprendí a no hacer ruidos de ninguna clase.
-¿Y en sus relaciones sexuales?
-Ahí gimo, jadeo, grito, muerdo, le clavo las uñas en la espalda a los hombres, le tiro del cabello a las mujeres...
-Al masturbarse tiene que volver a expresar lo que siente, eso hará que solo se masturbe en la intimidad.
-¿Le gustan las mujeres, doctora?
-No he tenido ninguna relación lésbica.
-¿Le gustaría tener una relación lésbica conmigo?
Se volvió a correr, Frida se mojó una cosa mala viendo cómo se corra. Dejó que acabar de correrse a y luego le respondió:
-El código ético no me lo permite, es usted mi paciente.
-¿Y si no lo fuera?
-Si no lo fuera no estaríamos hablando. Haga lo que le he dicho, cuando se masturbe gima y exprese lo que siente.
-Entonces lo mío no es de medicación.
-A ver, el diagnostico final es que es usted una ninfómana, y no, no necesita medicación, es más, en su caso yo diría que su ninfomanía siendo multiorgásmica es una bendición. Pero no se olvide, conduciendo no se vuelva a masturbar, pare el auto si la necesidad es mucha, y gima, gima y hable cuando sienta placer al tocarse.
La modelo se puso en pie, se bajó los pantalones, cerró los ojos y se siguió masturbando, esta vez gemía mientras se acariciaba el clítoris y luego dijo:
-Le estoy comiendo el coño, démela, démela, ¡Qué rica!. ¡Me corro en su boca, doctora!
Al acabar de correrse la modelo, le preguntó Frida:
-¿Fue más potente el orgasmo con gemidos y hablando?
La modelo, subiendo los pantalones, le respondió:
-Sí, voy a seguir sus consejos.
Al irse la modelo, Frida, estaba tan empapada que no le quedó más remedio que hacerse un dedo. Se puso en pie, se bajó el pantalón del traje y las bragas, se volvió a sentar, se abrió de piernas y echando la mano izquierda a las tetas se masturbó con dos dedos de la mano derecha... Sintió tocar a la puerta. Se sentó bien y dijo:
-Adelante.
Gemma, su secretaria, y prima carnal, que era una morena, gordita, de estatura mediana, de veinticinco años, que vivía en pareja con otra mujer y que era muy guapa, entró en la consulta con un papel en la mano, vio dos de sus dedos mojados y como al estar a solas la tuteaba, le dijo:
-Sé que no debería decirlo, pero si me necesitas para acabar lo que estabas haciendo...
Frida la miró con cara de sorpresa.
-¿Qué crees que estaba haciendo, Gemma?
-Viendo como tiene esos dos dedos, es obvio.
Frida miró para los dedos y se dio cuenta de que la había pillado con el carrito el helado.
-¿Cuántas veces te he dicho que no quiero nada sexual contigo, Gemma?
-Muchas, pero como esta vez te pillé caliente, pensé...
-Lo que debías pensar es en tu novia.
Gemma siguió probando suerte.
-A ella ya la gozo, pero sabes que me gustaría conocer el sabor de tu coño.
Frida tuvo una corazonada.
-¿Tú no estarías escuchando detrás de la puerta?
-No, pero escuché lo que hablabais porque dejaste el intercomunicador abierto.
-Podías haberlo cerrado.
-Una es mujer.
-Ya, y las mujeres somos todas unas curiosas.
-Tú no lo eres, si lo fueras tendrías curiosidad por saber que se siente al estar con otra mujer.
-¿Y quién te ha dicho a ti que no la tengo?
Gemma se llevó una alegría.
-Sacia tu curiosidad, di que sí.
Frida empezó a entregar la cuchara.
-No sé, es tan surrealista...
Gemma vio que era la suya.
-Di que sí.
-Es que...
-Lo pasaremos genial.
-Ya, pero...
Gemma le plantó un beso en los labios, beso que acabó con la lengua dentro de la boca de su prima. Luego vio que tenía los pantalones y las bragas bajadas y le volvió a preguntar:
-¿Sí?
Frida se tiró de cabeza a la piscina.
-Sí, cierra la puerta con llave.
Gemma cerró la puerta con llave y volvió junto a Frida, que le preguntó:
-¿Giro la silla para que me lo comas?
-No te precipites.
-¿Qué quieres hacer?
-Me voy a sentar en tus rodillas y te voy a dejar hacer.
-No sé si sabré.
-Sabrás, todo es ponerse.
Gemma se sentó en las rodillas de su prima, Frida le echó las manos a las mejillas y le besó un ratito el labio inferior y el superior, luego fue Gemma quien la besó así, después se turnaron y al final acabaron comiéndose las bocas.
Gemma llevaba puesto un vestido de asas con estampado de flores rojas que tenía un buen escote. Frida le besó las tetas por la parte de arriba y luego le dijo:
-Vamos para el diván.
Fueron. Gemma se echó boca arriba sobre el diván. Frida se echó a su lado y le lamió el cuello y las orejas, luego le magreó las tetas mientras sus lenguas jugaban en las bocas a quien lamía y chupaba mejor.
Gemma le desabotonó la camisa blanca. Luego Frida la quitó, junto a la chaqueta y el sujetador. Después le puso la teta izquierda en la boca a su prima y Gemma se la mamó. Se incorporó, le mamó la otra y luego le quitó los zapatos, el pantalón y las bragas. Gemma se quitó el vestido y acto seguido hizo que Frida se tumbase sobre el diván. Le echó una mano al coño mojado y se lo frotó con cuatro dedos, al tiempo que le lamía el cuello. Frida comenzó a gemir con ganas, Gemma fue frotando cada vez más aprisa y al final, Frida, arqueando el cuerpo, se corrió como una bendita.
Al acabar de correrse se volvieron a besar, bueno, besó Gemma a Frida, pues la psicóloga bastante tenía con tirar del aliento. Poco después, Frida, besó a su prima y le magreó las tetas, unas tetas grandes, esponjosas, con tremendas areolas oscuras y con enormes pezones. Luego, se puso encima de Gemma, le echó las manos a los lados de las tetas, lamió los pezones y las areolas y después le mamó las tetas bien mamadas, al rato bajo al pilón, lamió el interior de sus muslos y le mamó el coño por los lados, acto seguido lo lamió de abajo a arriba, muy despacito y con la punta de la lengua. Pasado un tiempo se lo mamó metiéndo todo el coño en la boca. Gemma no paraba de gemir y de arquearse. En el momento que Frida quitó el coño de la boca para mirar a su prima, le dijo Gemma:
-Follas mejor que mi novia.
Ya no paró de mamar hasta que Gemma se corrió, lo hizo moviendo su pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo con celeridad, gimiendo desesperadamente y tratando de romper el diván, con sus uñas, dijo:
-¡Me matas de placer, loba!
Al acabar de correrse y de reponerse, le dijo:
-Perdona por haberte llamado loba, no sabía lo que decía.
-No hay nada que perdonar, me gustó que me llamara loba una tigresa.
Frida subió encima de Gemma y le puso el coño en la boca.
-Lame el coño de la loba.
Gemma le echó las manos a la cintura, la atrajo hacia ella, hizo círculos con la punta de la lengua en el ojete, se la metió, se la sacó, se lo lamió y luego le preguntó:
-¿Te gusta aquí?
-¡Me encanta! Sigue.
Siguió jugando con su ojete un buen rato, luego Frida, le volvió a poner el coño en la boca, Gemma se lo lamio hasta que Frida le dijo:
-Clava tu lengua en mi coño.
Se la clavó. Frida comenzó a mover el culo... Poco después Gemma sintió cómo la vagina apretaba su lengua y como una cascada de jugos bajó por su lengua. Frida se corrió a lo grande.
Al acabar de correrse se quitó de encima y se echó a su lado. Cuando se iban a besar llamaron a la puerta de la consulta y luego oyeron una voz que preguntaba:
-¿Estás ahí, Frida?
Era el marido de Frida que la venía a buscar para ir a cenar. Le respondió:
-Sí, pero cerré la puerta porque me voy a duchar, espérame en el bar de enfrente.
El gorreado esperó por ella en el bar.
Unos días después, Frida, fue a casa de la abuela de su marido a quitar unas fotos en el interior y luego en el exterior para ponerla en venta, y es que su marido la había heredado. Metió la llave en la cerradura, y como si la llave hubiera tocado un resorte mágico, comenzó a sonar en el piso de arriba la canción, The Woman in Red. Pasar del completo silencio a escuchar la música, la puso nerviosa, ya que en la casa no vivía nadie. Luego del sobresalto inicial, pensó que la casa había sido ocupada por algún intruso.
Frida, además de psicóloga era fotógrafa aficionada y practicaba artes marciales. Comenzó a subir las escaleras. Iba por la mitad cuando se acabó la canción y sintió tararearla en inglés, un inglés que tenía un acento entre alemán, ruso y gallego.
-Sea quien sea se irá de aquí cagando leches.
Llegó a la puerta de la habitación y vio a una mujer rubia Llevaba puesto un vestido largo de color rojo y calzaba unos zapatos del mismo color con tacón de aguja. Tenía los ojos pintados de azul, los labios pintados de rojo, las uñas también pintadas de rojo, colorete en las mejillas, pestañas postizas, y unos pendientes de aro, grandes y de oro. Frida le dijo:
-O sales de aquí por las buenas, o te quito yo por las malas.
La "mujer", con la cabeza gacha, le dijo:
-Soy yo, Frida.
Frida reconoció la voz, era la de su suegro.
-¿Qué haces vestido así, Gustavo?
-Ya lo ves... ¡¿Y tú qué haces aquí, Frida?!
Frida, sonriendo, le respondió:
-Iba a quitarle unas fotos a la casa, pero visto lo visto, sería más interesante quitártelas a ti.
Gustavo no levantaba la vista del piso del salón.
-Si no fuera por lo avergonzado que estoy, no te creas que no me gustaría que me las quitaras.
-Pues no debías avergonzarte, cada persona es como es.
-Creo que has interpretado mal lo que estás viendo.
-¿De qué modo debería interpretar lo que estoy viendo?
Gustavo se sentó en el borde de la cama.
-Del modo correcto. Me gusta vestirme de mujer de cuando en vez, pero soy un hombre heterosexual, aunque te cueste creerlo.
-No, no me cuesta creerlo, y levanta la cabeza que no has matado a nadie.
Levantó la cabeza y le preguntó:
-¿Habló la psiquiatra o hablo mi nuera?
-Habló la psiquiatra, la nuera y la mujer. ¿Sabe María que te gusta vestirte de mujer?
-No, tu suegra no lo sabe. Tú lo entiendes porque eres psiquiatra, pero ella no lo entendería. Aunque la verdad es que esta afición me empieza a causar problemas.
-¿Qué clase de problemas?
-Tuve un sueño erótico con una cantante y creo que fue a consecuencia de mi afición a vestirme de mujer.
Frida se sentó en un taburete, cruzó las piernas, y le dijo:
-Cuéntame ese sueño.
-Verás, soñé con Taylor Swift. Había entrado a robar en nuestra casa una noche de verano. Venía vestida de hombre. Llevabas bigote y perilla. Mi esposa la sorprendió abriendo un cajón de su mesita de noche y me despertó. Yo me incorporé para ir a por ella, pero sacó una pistola y me amenazó. Luego miró a mi mujer y le preguntó:
-"¿Dónde tienes el dinero y las joyas?"
-"No tengo joyas, y dinero muy poco, el justo para hacer la compra mañana."
-"Pues yo no me voy a ir con las manos vacías.
-"¿Qué quieres que te dé?"
-"¿Cuánto tiempo hace que no follas?"
Tu suegra me sorprendió hasta mí, cuando dijo:
-"Si quieres que folle contigo, follo, no tienes que hacer preguntas."
-"¿Te gusto?
-"Mucho."
-"¿Te gustaría igual si te dijese que soy una mujer?"
-"Sé que eres una mujer."
Se quitó el bigote y la perilla, me dio la pistola y me dijo:
-"Guárdame esto y mira como follamos si quieres que te guarde el secreto."
Me desperté y le eché un polvo a tu suegra que la quedamos los dos mirando para Cuenca.
A Frida no la engañaba cualquiera.
-Ese sueño tendría su significado si no lo hubieras inventado.
Gustavo se puso serio.
-Yo no he inventado nada.
No le valió de nada.
-De los sueños no se recuerdan las conversaciones. ¿Por qué sigues mintiendo? Cuéntame como fue el seño en realidad, si es que lo has tenido. ¿A quién te follaste?
Gustavo, volviendo a bajar la cabeza, le dijo:
-A nadie, no me dio tiempo, la chica de mi sueño me acariciaba y me besaba, pero desperté cuando se la iba a meter.
-¿Era una desconocida?
-Sí.
-Ya vuelves a mentir.
-No, bueno, sí, pero es porque si te digo quien era te molestarías.
-No me molestaría que me hubieses dicho que la chica de tu sueño fui yo.
-¡¿No?!
-No, supe que habías tenido un sueño húmedo conmigo desde el momento en que pronunciaste el nombre de Taylor Swift, ya que ella y yo nos parecemos mucho.
-¿De verdad que no te hubieses molestado si te hubiese dicho que he tenido un sueño húmedo contigo?
-No, todos tenemos sueños húmedos, menos frecuentes de lo que quisiéramos, pero...
-¿Cómo fue tú último sueño húmedo?
-A ti te lo iba contar.
-Sé guardar un secreto.
Frida vio que la quería seguir enredando a ver si caía.
-Otro buen intento, Gustavo, otro buen intento, pero no soy una mujerzuela.
-Contigo no hay quien pueda, cuando yo voy tú ya vienes.
-Ahí le has dado. Bueno, me marcho. Ya vendré otro día a hacer las fotos. Hablando de fotos, me quedé con las ganas de quitarte unas cuantas.
Gustavo no la quería dejar ir.
-No te quedes con las ganas.
Frida volvió a sonreír.
-¡¿Me dejas quitarte unas fotos vestida de mujer?!
-¿Y desnudo no te gustaría quitármelas?
-No me iba a ruborizar si te desnudaras.
Le quitó tres fotos. Gustavo se desnudó. Su cuerpo era normal y la polla la tenia gruesa, larga, tiesa y descapullada.
-¿Por qué te has desnudado?
-Para ver si te ruborizabas.
-No, lo has hecho para que vea que tienes una buena polla. Ha sido otro buen intento.
-Sí, ha sido otro intento, pero me temo que no valdrá de nada con Doña Perfecta.
Frida miró de reojo aquella polla gruesa, larga, descapullada y mojada en la punta, y sin poder evitarlo empezó a mojar las bragas.
-De que no te valdrá de nada puedes estar seguro, pero estoy muy lejos de ser Doña Perfecta.
Gustavo le miró para las tetas.
-¿Tienes las tetas operadas?
Se empezó a dar, pero con sutileza.
-No, es otra cosa, pero no te la voy a decir porque te daría alas, y además es uno de mis secretos mejor guardados.
-Eres muy joven para haberte hecho cualquier otro retoque que no sea en las tetas.
-¡Y dale con las tetas!
-No me negarás que las tienes preciosas.
-¿Cómo puedes saberlo si no las has visto?
-Y pienso que nunca las veré. ¿Cuál es ese secreto que guardas con tanto celo?
Frida se siguió dando.
-Te voy a dar pistas, pero me temo que no lo vas a descubrir porque los hombres sois muy simples. Mírame de abajo a a arriba y dime qué ves.
La miró de abajo a arriba.
-Veo a una preciosidad.
-Me refiero a que llevo puesto.
-Un traje gris, una corbata del mismo color, una camisa blanca...
-¿Y?
-¿Y qué?
-Que el traje es de hombre, voy vestida de hombre y me gusta vestir así.
-¿Y eso qué pista me da para descubrir tu secreto?
-Lo dicho, los hombres sois muy simples. El árbol no os deja ver el bosque.
-El árbol, el bosque, no caigo.
-Ni caerás. ¿Seguimos con las fotos?
-Seguimos.
-Camina a cuatro patas.
Frida se separó de su suegro y fue tomándole fotos mientras gateaba. Ya estaba muy cachonda, por eso le dijo:
-Dale un poco más de erotismo a las fotos... Échate boca arriba sobre el parqué y agarra la polla con la mano.
Gustavo ya había olido la sangre. Se echó boca arriba, agarró la polla y bajó y subió la mano por ella. Frida le tiró varias fotos.
-Ahora ponte a cuatro patas de nuevo y camina hacia mí.
Fue gateando hacia ella, Frida, sacándole fotos y reculando, le dijo:
-Ruge como un león que me quiere comer.
-¡¡Arrrrrg!!
Siguió gateando y cuando Frida dio con el culo contra la pared, le echó las manos al cinturón del pantalón, y le dijo:
-Quiero comerte el coño.
Frida estaba deseando que le comiera el coño, pero se tenía que hacer la decente.
-¡Si me bajas los pantalones te caen las del pulpo!
Gustavo no se amilanó.
-¿Te has corrido alguna vez de pie mientras te comían el coño?
No se había corrido así y el coño se lo estaba pidiendo, pero siguió haciéndose la dura.
-¡Te voy a meter un rodillazo y te voy a quitar la mitad de los piños!
Le bajó el pantalón hasta las rodillas, acercó su nariz a las bragas y le olió el coño profundamente.
-Huele a pecado.
Dejó de amenazarlo.
-¿Sabiendo que te puedo dar una paliza...?
-Si me la quisieras dar ya me la hubieras dado.
Le bajó las bragas, le abrió el coño con dos dedos, y luego se lo lamió de abajo arriba. Frida no pudo evitar que un dulce gemido saliera de su garganta.
-Para, hombre, para, no me hagas esto.
-¿Qué te pasa?
Frida ya se dejó de tonterías.
-Que no quiero que sepas como soy cuando pierdo el control.
-Eso que has dicho me la ha puesto más dura.
Le metió y le sacó la lengua de la vagina varias veces, y a continuación le lamió y le chupó el clítoris. Al rato Frida ya se iba a derretir y perdió el control y la vergüenza.
-Me voy a correr, Gustavo.
-Corre.
-Quiero que hagas una cosa.
-Tú dirás.
-Después de derramar en tu boca no te tragues los jugos de mi corrida, quiero que me beses para saborearlos.
Paró de lamer, la giró, le separó las nalgas y le lamió y folló el ojete con la punta de la lengua.
-¡No sigas, que si sigues me corro!
Frida se dio la vuelta. Gustavo mojó el dedo medio de su mano derecha en los jugos del coño, se lo metió dentro del culo y luego, con la puntita de la lengua, le lamió el glande del clítoris, lo lamió despacito hasta que Frida, tensando su cuerpo, dijo:
-¡Qué corriiiiidaaaa!
Al acabar de correrse Frida, Gustavo, la besó con con lengua y la mujer saboreó los jugos de su corrida. Después de esto, Gustavo, la besó en los labios, el el cuello, en las mejillas, lamió sus orejas... Besando y lamiendo agarró la polla y se la frotó en el coño, primero entre los labios vaginales y después entre los labios y sobre el clítoris, luego, al frotarla entre los labios. le metía la puna de la polla dentro de la vagina. Tiempo después, Gustavo le preguntó:
-¿Quieres que te meta la polla?
-No, córrete así.
Le frotó la polla sobre el clítoris un tiempo.
-Deja que te la meta.
-No.
Poco después, Gustavo, comenzó a gemir.
-Deja que te la meta, por favor.
-No.
Al rato, le dijo:
-¡Me voy a correr, Frida!
Frida también estaba a punto, lo devoró la boca y luego le dijo:
-Métemela.
Se la clavó en el coño y ya se corrió. A Frida no le dio tiempo a correrse, pero no se iba a quedar con las ganas. Tan pronto como acabó de correrse Gustavo, le dijo:
-Hazme correr con la lengua.
Gustavo le quitó la polla del coño y con la última leche de la corrida saliendo de su coño, se lo lamió hasta que se corrió en su boca, y por no variar, acabaron el polvo besándose con lengua.
Luego de los besos, Gustavo, puso en un viejo tocadiscos la canción The Woman in Red, de Chris de Burg, y después fue a su lado. Frida ya había subido el pantalón y las bragas.
-Ahora pensarás que soy una cualquiera.
-De eso nada, tú eres única.
-Eso también es verdad.
Gustavo se quitó la peluca y las pestañas postizas, luego se quitó los pendientes ear cuff, de oro y de aro, se los puso a ella en las orejas, y le dijo:.
-Te quedan mejor a ti que a mí.
-Gracias, me gustaban tus pendientes.
La besó, después hizo una reverencia y le dijo:
-¿Me concede este baile, madame?
Frida se rio con ganas, después le dijo:
-Estás como una cabra, pero ya que hay música...
Bailando, besándose, y sintiendo la polla empalmada entre sus piernas, Frida, se puso cachonda de nuevo. Al acabar la canción, se quitó la corbata, se la puso alrededor de cuello a su suegro y lo llevó hasta sentarlo en el borde de la cama.
-Prepárate para gozar, bandido.
Frida se arrodilló y empezó a mamarle la cabeza de la polla sin tocarla con las manos. Mamó, mamó y mamó hasta que Gustavo se corrió en su boca. Después se puso en pie y con toda la leche en la boca lo besó con lengua, y besándose, se tragaron la corrida. Al acabar de besarse le preguntó Frida:
-¿Te habían besado así alguna vez, Gustavo?
-Es bien verdad que no.
-Ahora además de puta, sabes que soy una guarra.
-No se puede negar que eres una cochina a la que le gusta hacer cochinadas, vestida.
-¿Lo de vestida va con segundas?
-Va.
-Eso tiene fácil solución.
Se quitó la chaqueta y luego comenzó a desabotonar la blusa, lo hizo lentamente, y mirándolo a los ojos. Después se quitó el sujetador. Gustavo vio unas tetas medianas, redondas, con areolas rosadas y pezones generosos. Su polla se puso firmes para saludarlas. Después se puso enfrente de él y le dijo:
-Quítame los zapatos, los calcetines, los pantalones y las bragas.
Hizo lo que le había dicho. Gustavo vio sus largas y moldeadas piernas y vio de nuevo su coño, un coño rodeado por una generosa mata de vello rubio.
-Estás increíblemente buena.
Frida ya iba de sobrada.
-Lo sé.
Se inclinó hacia él y le puso las tetas frente a la boca.
-Cómele las tetas a una mujer que está increíblemente buena.
Gustavo vio las tetas colgando. Se las agarró, y magreándolas, lamió los pezones y las areolas, y después se las mamó hasta que se las quitó de delante.
-Toca cubana.
Frida agarró suss tetas, las juntó con la polla en medio y comenzó a hacerle la cubana.
-Ahora puedes opinar sobre mis tetas. ¿Qué te parecen?
-Son más hermosas de lo que yo me había imaginado.
La polla subió y bajó humedeciendo las tetas. Para Gustavo era cómo si estuviera follando un coño bien lubricado. Si él se puso cachondo, ella se puso perra perdida, tan perra lse puso que al dejar de hacerle la cubana siguió con una mamada y una lamida y chupada de huevos. Ya echaba por fuera, cuando le dijo Gustavo:
-Échate sobre la cama que te voy a follar a mi manera.
Frida se echó boca arriba a lo largo de la cama, flexionó las rodillas y se abrió de piernas. Gustavo se la clavó en el coño, le levantó la pierna izquierda y comenzó a lamerle la planta del pie izquierdo mientras la follaba con lentitud, luego le levantó la pierna derecha y le lamió la planta, le chupó los dedos y le dio a mazo. Tiempo después, Frida, ya no podía más.
.¡Me voy a correr, Gustavo! Me voy a correr. ¡¡Me corro!
Aj acabar de correrse, metió la cabeza entre sus piernas y le lamio el coño con la idea de limpiarle la corrida, pero cuando iba a sacar la cabeza, Frida se la llevó de vuelta al coño.
-Sigue.
Siguió comiéndole el coño hasta que Frida le apartó a cabeza de él y le dijo:
-Ahora échate tú boca arriba y déjame hacer.
Se echó. Frida le puso el coño en la boca. Gustavo le echó las manos a su estrecha cintura y después le lamió el coño desde la parte baja de la vagina hasta el clítoris, lo lamió lentamente, saboreándolo luego de cada lamida.
-Lo saboreas como si fuera un manjar.
-Eso que lo es, es un manjar, y cuando me des lo otro de nuevo...
-¿Quieres qué te lo de ya?
-Sí.
-Echa la lengua fuera y no la muevas.
Gustavo echó la lengua fuera. Frida lo agarró por el pelo, y moviendo su cabeza y su pelvis hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados y alrededor, le dio una tremenda corrida en la boca.
-¡¡Me corro!!
Luego de correrse y de saborear los jugos de su corrida entre lujuriosos besos, le dijo con sorna:
-Estoy cansada, necesito sentarme.
Se sentó, lo hizo dándole la espalda y sobre su polla, polla que entró hasta lo más profundo de su coño. Gustavo se sentó y le besó la espalda y el cuello, le echó las manos a las tetas y se las magreó. Frida, con la polla enterrada en su coño, movió el culo alrededor, moviéndolo, giró la cabeza, le echó una mano a la nuca y lo besó. Al dejar de besarlo comenzó a subir y a bajar el culo.
-Te voy a hacer ver las estrellas.
Gustavo sentía como la polla entraba y salía por aquella vagina estrecha y mojada y notaba como los jugos que salían del coño de su nuera iban bañando sus huevos. Al rato, Gustavo, puso a Frida a cuatro patas, y magreándole las tetas, le dijo
-La que va a ver las estrellas eres tú.
Su polla entró y salió del coño a diez por hora, a veinte, a cuarenta, a ochenta, a ciento sesenta... No sé si no iría a más de trescientos por hora cuando frenó en seco, y lo hizo porque Frida dijo:
-¡Me derrito!
Al acabar de correrse Frida, de dejar de temblarle las piernas y de gemir, se echó boca arriba sobre la cama y le dijo:
-Sé lo que estás haciendo. Quieres que quede totalmente satisfecho para que siga follando contigo. En otras palabras, quieres que me convierta n tu amante.
-Quiero, y si tu quisieras que fuéramos amantes, nunca pasarías hambre de polla, tendrías dos a tu disposición, ya sabes, si te fallar una, tendrías otra.
-Lo que tendría sería un montón de preocupaciones, por eso esta será la última vez que te dé mi cuerpo.
-Será lo que tú quieras, pero si esta es la primera y la última vez, voy a disfrutar de tu cuerpo hasta que te canses de correr.
-Te cansarás tú antes de que me canse yo de correrme.
-No creo, eres atrevida y guarrilla, pero algo blanda...
Frida decidió a dar un paso adelante, un paso que nunca antes se había atrevido a dar.
-¿Blanda yo? No dirías lo mismo si conocieses a la sadomasoquista que llevo dentro.
Gustavo se lo tomó a cachondeo.
-¿Una psiquiatra sadomasoquista? No me hagas reír.
-Lo que te haría es llorar si la conocieras.
Gustavo se echó a su lado sobre la cama.
-Enséñamela.
-No te gustaría verla.
-Que sea yo quien juzgue a esa sadomasoquista, enséñamela.
-Tendría que atarte para que no salieras corriendo.
Gustavo no le creía ni una palabra.
-¡Qué mal mentís las psiquiatras!
Frida salió de la cama.
-Espera aquí que ahora vuelvo.
En unos segundos volvió con su corbata.
-Échate boca abajo.
-¿Para qué?
-Para atarte las manos a la espalda, si no me tienes miedo, claro.
-¿Miedo yo? Vaya tontería.
Se echó boca abajo, le ató las manos a la espalda, luego fue al zapatero, agarro una zapatilla gris, la levantó, miró su piso de goma negro, sonrió y le preguntó:
-¿Estabas aburrida?
Gustavo la miró de lado.
-¡¿Estás hablando con una zapatilla?!
-¿Has oído, Cristina? Te ha llamado zapatilla.
Gustavo se empezó a preocupar.
-Joder, tú te has contagiado de alguno de tus pacientes.
Frida se metió en cama y le dio en las nalgas.
-¡Plassss, plassss, plasss, plassss!
A Gustavo le dolió.
-Ya llegó de bromas.
Frida cambió su tono de voz.
-Nos ha llamado payasas, Frida.
-Ahora habla la zapatilla. Me estás acojonando, Frida.
-¡Plassss, plassss, plasss, plassss!
-Estás enferma.
Volvió a hablar con su voz.
-Me ha llamado loca. -cambió la voz- ¡Dale más fuerte!
-¡¡Plasssss, plasss, plasss, plassss!!
-¡Para ya, neurótica!
-¡Plassss, plassss, plasss, plassss!
-¡Ponte de rodillas, perro!
Gustavo, para que no le diera más, se puso de rodillas. Frida le apretó los pezones y habló con otro tono de voz, un tono de voz de mimosa.
-¿Te duele, papi?
-¡Claro que me duele, loca!
-No seas quejica.
Apretó con más fuerza.
-¡Me cago en todo lo que se menea!
-¿Prefiere papi que le haga mimitos su nenita grande?
-¡Lo que quiero es que me sueltes, chalada!
Allí quien mandaba era Frida.
-La nenita grande le va a darle mimitos a papi.
Le lamió las nalgas, luego le lamió el ojete. Después le agarró la polla y comenzó a ordeñarlo mientras le lamía el ojete y le metía y le sacaba la lengua en él.
-¿Te gusta, papi?
Mintió con descaro.
-No.
Mojó el dedo medio de la mano derecha en la boca y se lo enterró en el culo.
-¿Te estoy desvirgando el culo, papi?
A Gustavo le gustaba, pero sentía que le jodía la hombría, y se reveló.
-¡Desvirgar el culo, te lo desvirgaba yo a ti!
-¡Qué travieso eres, papi!
Le folló el culo con el dedo y lo siguió ordeñando. Poco después, cuando vio que se iba a correr, lo colocó boca arriba, le puso el coño en la boca, agarró la zapatilla que había dejado encima de la cama, le metió la polla dentro, apretó y lo masturbó con ella. Frotó el coño contra la lengua para luego meterla en el coño, pero no le dio tiempo, ya que Gustavo se corrió dentro de la zapatilla y ella se corrió en su boca.
Al acabar la media faena, le dijo:
-Me gusta sentir cómo te corres, papi, pero me gusta más correrme yo.
Se dio la vuelta, le volvió a poner el coño en la boca, lo agarró por las orejas y no paró de frotar el coño contra la lengua hasta que se corrió de nuevo.
Al acabar de correrse, lo besó, y luego se tumbó boca arriba sobre la cama.
-¿Soy bena actriz, Gustavo?
A Gustavo ya se le había ido el cabreo.
-¡¿Era un juego?!
-Sí, aunque en él has visto mi lado, travieso, mi lado guarro, mi lado salvaje, mi lado oscuro... ¿No me has dicho si te gustó verlo?
-Si te dijera que no, mentiría. ¿Mi hijo lo conoce?
-No, tu hijo es muy tradicional y se cree que yo también lo soy.
-Dime la verdad, Frida. ¿Eres feliz en tu matrimonio?
-Sí, tu hijo me trata como a una reina y me da sexo cuando quiero, pero me falta algo.
-Yo te lo puedo hacer si me dices que es.
-No sé si confesarme contigo.
-Después de lo que sé de ti no sé como dices eso.
-Vale, me confesaré, en el sexo, a veces, se necesita algo diferente, siempre lo mismo aburre.
Se la puso botando.
-¿Mi hijo no te la mete en el culo?
Soltándolo, le respondió:
-No.
Gustavo le echó una mano derecha a su teta izquierda y magreándosela, la besó con lengua.
-Te daré sexo anal, pero antes me voy a hartar de ti.
-Harta.
Mamando la teta le echó la mano derecha al coño y se lo frotó con cuatro dedos. Los dedos se movían haciendo movimientos circulares sobre la entrada de la vagina, y luego, pringados de jugos, hacían los mismos movimientos sobré el clítoris. Frida comenzó a gemir cada vez con más ganas. Se lo estaba pasando genial, pero le gustaba más correrse en su boca.. Le agarró la cabeza con las dos manos y se la llevó al coño. Gustavo le metió la cabeza entre las piernas y su lengua hizo sobre la vagina y sobre el clítoris los mismos movimientos que estaban haciendo los dedos. Frida se puso tan cachonda que le dijo:
-¡Me voy a correr!
Iba, ya que Gustavo dejó de comerle el coño, la agarró por la cintura, se sentó en el borde de la cama, la puso en sus rodillas, y le dijo:
-¿Te creías que no me las ibas a pagar?
Con la palma de su mano derecha le dio en las nalgas, y le dio sin contemplaciones.
-¡¡Zassss, zassss!!
-¡Ay!
-Chilla, zorra, chilla.
- ¡¡Zassss, zassss, zassss, zaasssss!!
-¡Ay, que me corro!
-¿A quién vas a engañar tú, golfa?
-¡¡Zasss, zassss. zassss!!
-¡Me corroooo!
Se corrió convulsionándose una cosa mala. Gustavo, sorprendido al tal ver, dijo:
-¡Increíble!
Le echó las manos a las tetas y se las magreó.
-¡Aprieta mis pezones!
Apretó y se corrió chillando como una coneja..
Al acabar de correrse, la echó sobre la cama, metió la cabeza entre sus piernas y volvió a comerle el coño corrido de la misma manera que se lo estaba comiendo antes. Al rato, Frida, estaba perra de nuevo. Cuando Gustavo vio que Frida iba a correrse, dejó de lamer, se arrodilló delante de ella, la levantó cogiéndola por la cintura y le preguntó:
-¿La quieres en en el culo?
Frida le agarró la polla y la puso delante del ojete. Gustavo empujó y le metió el glande. Al ser la primera vez que se la metían en el culo, le dolió. Al dolerle aún se puso más perra, y le dijo:
-¡La quiero toda dentro!
Le agarró los pezones con cuatro dedos y se los apretó al tiempo que se la iba clavando en el culo.
-Tienes un vicio de cojones, Frida.
-Sí, y hasta los cojones quiero que me la metas.
Frida lloraba y gemía al mismo tiempo. Gustavo, con la polla enterrada en el culo de su nuera, dejó de apretarle los pezones, le magreó las tetas, le acarició las costillas y vio que tenía cosquillas. Frida pasó del llanto a la risa. Gustavo, al saber que tenía cosquillas, comenzó a hacérselas con ganas. Frida empezó a retorcerse y no era capaz de hablar. Al retorcerse se movía e iba quitando y metiendo la polla del culo. Acabo llorando de nuevo, pero esta vez con la risa y mientras se corría.
Al dejar de hacerle cosquillas, y sin quitar la polla del culo, la puso encima de él, le echó las manos a las tetas y magreándolas le dijo:
-¿Qué quieres ahora?
-Quiero cariño. Quiero que me ames cómo si fuera una reina.
-Con la polla dentro de tu culo, reina, reina..., como que no te veo.
Frida le dio un beso con lengua, largo, muy largo, y luego le preguntó:
-¿Es qué a las reinas no les dan por el culo?
-Depende de la reina, supongo.
Comenzó a follarle el culo, despacito, pero Frida quería acción, así que tomó la iniciativa y lo folló ella a él, lo folló al tran tran, pero metiendo y sacando casi toda la polla de su culo, al tiempo que le daba las tetas a mamar.
-Muerde los pezones de vez en cuando.
Le mordió los pezones, sin fuerza, y además le devoró las tetas.
Cuando Frida sintió que se iba a correr, quitó la polla del culo, la limpió con la sábana, se puso ella debajo, le colocó la cabeza de la polla en la entrada del coño y le dijo:
-Métemela y cuando te corras deja preñada a una reina.
A Gustavo no le gustó la idea.
-¿Padre y abuelo? Va a ser que no.
-Entonces nunca serás abuelo.
-¿Por qué?
-Porque tu hijo es estéril.
-En ese caso te voy a llenar el coño de leche.
Ni el marido de Frida era estéril, ni ella quedó preñada de su suegro, ya que tomaba la píldora. Se lo había dicho para darle más morbo a a cosa, y se la dio porque se corrieron jadeando como una perra y un perro.
En fin, con una buena follada, de suegro caliente y nuera desatada, se acaba este relato, que espero que os haya sido grato.
Quique.