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TODORELATOS » AMOR FILIAL » LA PETICIÓN DE MI HERMANA (14)
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Fecha: 08-Ago-23 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

La petición de mi hermana (14)

Alfonso
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Mi hermana persigue sus objetivos y le toca a mí madre Version para imprimir

Reunión familiar

Me volví a la terraza con la paja a medias de hacer y esperé mientras se me bajaba la dureza. Ahora mi cabeza volvía a dar vueltas pensando cómo lo iban a plantear para implicarme.

Cuando salieron con los platos a la terraza dándome una voz ya iban vestidas de nuevo, bueno, si a eso se le podía llamar vestidas. Comimos hablando de cosas vanales aunque podía denotar de vez en cuando alguna sonrisa cómplice entre ellas. Estaba algo nervioso, pero a la vez sonreía por dentro pensando en la situación.

Acabamos de comer y me fui a fregar los cacharros y al momento apareció mi hermana.

-         Ya está hecho! – exclamó a la vez que me agarraba por detrás.

-         El qué está hecho? – la pregunté cínicamente.

-         Le he hecho una mamada de coño a mamá antes de comer que la he dejado extasiada.

-         Y se ha dejado? – continué con el mismo cinismo

-         Ha sido más fácil de lo que pensaba, jajaja.

-         Por lo que me dices supongo que le ha gustado.

-         Tanto que me ha dicho que se lo como mejor que papá.

-         Vaya, parece que eres una putita perfecta.

Bajó la mano y la metió dentro de mi pantalón para tocarme la polla. La erección comenzó al instante.

-         Y no te gusta que sea una putita?

Me giré para ponerme frente a ella y vi grabada en su cara la lascivia, la lujuria y el incesto. Era una combinación deliciosa. Me agarré a su precioso culo y la besé con pasión, una pasión que ninguna otra chica había despertado antes en mi. Su forma de besarme, de sobarme y de restregarse contra mí, despertaban mis instintos más promiscuos.

-         No sólo me gusta, me encanta que seas una putita tan deliciosa.

-         Pues estoy deseando ver cómo te montas a mamá. No la he visto follar, pero me da que tiene que ser una yegua trotona, jajaja.

Le abrí el culo con las manos como si lo fuera a desgajar y toque su agujero estrellado.

-         Crees que me dejará que me la folle… y además delante de ti?

-         Viendo cómo se ha puesto cuando la he comido el coño te diría que lo está deseando. Cuando vea ese rabo que tienes no parará hasta que lo sienta en sus entrañas.

Los besos de mi hermana me ponían cachondo, pero ahora lo hacía con sus palabras.

-         Y como lo vamos a hacer? No creo que se lance como una loba por si sola.

-         Claro que no. Comenzaré yo con los flirteos. Un baile, unos besos, unos roces, y todo irá de corrido.

La sentía entusiasmada por la situación y mientras mantenía una mano en su culo, pasé la otra por delante para tocarla el coño a través del pequeño tanga.

-         Estás calentita?

-         Ufff, estoy ardiendo. No lo notas?

-         Le has chupado el coño a mamá, crees que ella te lo chupará a ti? – pregunté sin saber si ella lo deseaba.

-         Tendré que probar cuando esté muy caliente, jajaja. Creo que cuando tenga tu polla dentro será capaz de cualquier cosa.

Me había sacado el erecto miembro por encima del pantalón y se lo restregaba entre los muslos.

-         Quieres que te la meta?

-         Si, pero solo un poco, para que los dos salgamos calentitos.

Ella misma retiró la tela del tanga e introdujo el capullo entre su raja.

-         Joder, como te deseo! – exclamó metiéndose media polla a la vez que me daba un beso suculenta mente lascivo.

Pensé que no se iba a poder reprimir y que acabaríamos follando allí mismo, pero lo hizo. Dejó que mi polla penetrara hasta el fondo y después se separó apretando los labios.

-         Diosss, espero que te la folles con ganas! – fue lo último que me dijo antes de irse.

Acabé de fregar y salí a la terraza. Habían puesto música y servido unas copas. Mi madre estaba sobre una tumbona y su corta bata apenas podía taparle las bragas. Mi hermana me esperaba de pies con dos copas en las manos. Estaba preciosa en camiseta y bragas. Los pezones se le marcaban de una forma espectacular. Me ofreció una de las copas y dimos un sorbo a la vez. Después me agarró la mano que me quedaba libre y me hizo bailar junto a ella. Su cuerpo iba y venía y se restregaba lascivamente contra el mío. Con cortos pasos de baile se fue girando hasta ponerse de espaldas pegada a mí, y comenzó a restregar el culo contra mi polla. Se me había bajado algo, pero volvió a empinarse de inmediato formando una tienda de campaña bajo el fino pantalón. Flexionaba ligeramente las piernas haciendo que su hermoso culo subiera y bajará contra mi polla.

Después de ponerme cardíaco le hizo una seña a mi madre para que se nos uniera al baile. Mi madre se levantó, también con su copa en la mano, y poco a poco mí hermana hizo que se colocará entre los dos. Con los brazos subidos, la bata no era capaz de taparla el culo, y los dos tremendos glúteos desnudos comenzaron a rozarse contra mi empalmada verga.

Mi hermana estaba frente a ella, totalmente pegada, y las tetas se rozaban y aplastaban entre ellas. Lentamente fue acercando la boca hasta que los labios se encontraron. Besos cortos, suaves, lascivos, en los que las lenguas salían para jugar en un baile lascivo al compás de la música. Yo ya había bajado mi mano libre y tocaba la deliciosa carne del culo de mi madre cuando mi hermana hizo que se girase para ponerse frente a mi.

Fue muy rápido el movimiento y me sobresaltó. Nuestras miradas se encontraron y vi como me giñaba un ojo a la vez que ponía los brazos sobre mis hombros. Coloqué la mano libre en su cintura y sentí como abría levemente las piernas y se restregaba contra mí polla en ese baile cargado de lujuria. Mi hermana se colocó detrás de mí sin dejar de bailar, y fue un momento delicioso al sentirme apretado entre las dos preciosas mujeres.

-         Vamos… bésala… - susurró Lore a mi oído.

Con lentitud fui acercando mi boca a la suya. Un beso corto, otro más largo, y un tercero denso, húmedo y profundo mientras mi hermana restregaba las tetas contra mi espalda provocaron que la sangre me ardiera.

Mi hermana metió las manos entre los dos y con rapidez le desabrochó la bata. Le tocó las tetas apenas cubiertas con el pequeño sujetador y se lo bajó lo suficiente para que los pezones salieran de su prisión.

Yo no sabía cuánto podría seguir así. Tenía la polla que parecía que me iba a estallar cuando sentí la mano de mi hermana llegar hasta ella y sacarla fuera del pantalón.

Lore parecía la directora de orquesta, y la dejábamos que marcara el ritmo. Derramó pequeños chorritos de whisky sobre el pecho de mi madre a la vez que me volvía a susurrar.

-         Chúpala los pezones… le gusta fuerte, como a mí.

Incliné levemente la cabeza y comencé a lamer las duras cerezas impregnadas de whisky. Mi madre dio varios suspiros que se convirtieron en gemidos cuando se los empecé a chupar.

-         Verdad que te gusta, mamá. – oí a Lore.

-         Ufff, me habéis puesto muy caliente y se me va a caer la copa. – contestó mi madre entre gemidos y jadeos.

Lore le quitó la copa de la mano y la posó sobre la mesa a la vez que la suya. Mi madre ya tenía las dos manos libres y abrazó mi cabeza apretándome contra su pecho. Ya no estaba actuando, realmente estaba caliente, excitada, y deseaba más, pero no sé atrevió a decirme nada para no descubrirse ante Lore.

Moví una mano hacia delante y retiré la poca tela que tapaba su vulva. Me agarré la polla y comencé a restregarla contra la jugosa carne. Lore, con rapidez, me quito mi copa para dejarme las dos manos libres, me agarré al portentoso culo de mi madre y el baile se convirtió en movimientos pélvicos suaves que turbaron mi mente aún mas. Parte de mi polla comenzó a entrar y salir entre la humedad de la vulva y mi hermana se puso pegada a mí culo acompañándonos en los movimientos. Podía sentir el calor de su coño sobre mi culo y eso me excitó de una forma especial, era como si ella me follara a la vez que yo me follaba a mi madre.

No hablábamos, tan solo nos movíamos entre jadeos y gemidos. El aliento de mi madre sobre mi boca y el de mi hermana en la nuca eran como una nube que envolvía mis sentidos. Me había sumido en una corriente de sexo que me arrastraba con una poderosa fuerza. Mi polla intentaba profundizar lo máximo posible, pero en esa postura y con mi hermana arremetiendo por detrás era imposible que se la clavara entera. Sentí a mi madre más caliente que el resto de las veces que había estado con ella y movía su pelvis con una energía atroz. Comenzó a temblar como si le diesen calambrazos y tuve que sujetarla cuando le cedieron las piernas al correrse.

Mi hermana me abrazaba y se apretaba sobre mi espalda como una lapa, estaba casi fuera de sí.

-         Ves, te lo dije. Sabía que le iba a gustar! – oí tras mi nuca.

Mi madre buscó una silla y se sentó sobre ella temblorosa y jadeante intentando recuperar el aliento, y Lore aprovechó para besarme de nuevo. Mi polla s guía dura y noté como se restregaba contra ella.

-         Ummm, esto no hay que desaprovecharlo.

Me agarró de la mano y me llevó ante mi madre. No sabía que pretendía, pero estaba claro que ahora me tocaba follármela. Me dio la espalda para ponerse frente a ella y se inclinó para besarla. Tiró de sus hasta sacárselas por los pies y abrió sus piernas dejándola medio culo fuera de la silla. La vulva semiabierta rebosaba humedad y paso los dedos por ella para después meterlos en mi boca.

-         Te gusta el sabor de mamá?

-         No está nada mal! – contesté después de chuparle los dedos de forma lasciva.

-         Pues ahora pienso hacer que se corra otra vez, pero quiero que mientras tú me des placer a mí.

-         Y como quieres que lo haga?

La pregunta era innecesaria, pero me salió sin pensarlo.

-         Pues… - comenzó con esa sonrisa pícara mientras acariciaba mi mejilla – primero quiero que me calientes el culito un poco, pero solo un poco, jijiji.

-         Y lo segundo?

-         Quiero ese rabo bien dentro, como sabes que me gusta.

Se dio la vuelta de nuevo y se inclinó para besar a mi madre. Todavía le faltaba el aliento, pero no se opuso. Bajó lentamente por la tetas dando unas buenas succiones a los endurecidos pezones arrancando la algún gemido. Yo iba viendo cómo poco a poco su culo se ponía en la posición adecuada y pasé una mano sobre los hermosos glúteos divididos por la gran raja que escondía la tira del tanga. Tiré de la escasa tela y se lo baje hasta los pies, y ella misma los movió para deshacerse de él.

Su culo se abrió más y pude ver el sonrosado agujero. Me pareció delicioso para taladrarlo, pero no era el momento. Ya había bajado hasta los muslos abiertos y pude oír como chupaba la vulva sonoramente. Era mi turno, y mirando las duras nalgas le aticé con la mano abierta en cada una de ellas. Pude ver cómo la dura carne vibraba y no espere más. Me agarré el miembro que seguía como el mármol e inserté el capullo entre la raja.

Fue una delicia sentir como penetraba entre el calor y la humedad de su vagina, una vagina que presionaba mi capullo provocándome una sensación indescriptible. Comencé a bombear viendo cómo mi madre me miraba a los ojos con una sonrisa cómplice espatarrada en la silla. Había puesto las manos sobre la cabeza de Lore y la apretaba suavemente en cada chupada. El placer se denotaba en su cara y me guiñó un ojo entre jadeos. Era el momento de empezar con el verbo.

-         Ummm, que putita que eres cariño. Nadie me ha comido el coño como me lo comes tu.

Sabía que sus palabra la encantarían a Lore y la pondrían más salida, pero también esperaban algo de mi, algo que fuera fuerte y que incluyera a las dos.

-         Vamos hermanita, chúpaselo bien a mamá y ponla muy zorra mientras te reviento el coño.

Mis propias palabras me excitaron y comencé a embestir como un toro. A cada empujón la cara de Lore se hundía más entre los muslos abiertos de mi madre y los dos aumentamos los jadeos.

-         Ahhh, como me gusta follarte, hermana!

Tuvo que levantar la cabeza para coger aire entre jadeos al sentir que se corría. Su cuerpo tembló, vibró con fuertes espasmos y sentí como una corriente de semen recorría mi polla para saltar en su vagina. La sujeté de las caderas para que no cayese de rodillas y seguí embistiendo como un animal hasta que salió la última gota de leche.

El sudor y el olor a sexo nos invadió a los tres. Cuando me retiré vi como el semen mezclado con su flujo se desprendía de su vagina para chorrear entre sus piernas. Mi madre había cerrado los ojos y todavía jadeante vi la satisfacción en su cara. Lore se incorporó para darse la vuelta y quedarse frente a mi. En sus ojos ardía la llama del deseo cuando me besó de nuevo. Fue un beso suave, tierno, lascivo y profundo, un beso que era capaz de transmitirlo todo. Esta vez no dijo nada, aunque yo pude sentir todas las palabras que no dijo.

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