...
Unos días más tarde, Elvira visitaba al Gran Maestre en su oficina.
-Buenas noches Elvira.
-Buenas noches Gran Maestre.
-¿Qué tal? Desde que dejaste la policía no sabía nada de ti.
-Ya sabe que en la policía no hacía nada, no tenía sentido seguir haciendo el paripé.
-Al menos tenías el sueldo de policía.
-Usted sabe que con lo que me paga no me hace falta el sueldo de inspectora.
-Inspectora jefe.
-Ya.
-Haz lo que quieras Elvira, te lo has ganado, ya sabes que te seguiremos pagando toda la vida.
Elvira miraba al Presidente pensando.
-Mire, la visita es para comunicarle algo, ya estoy mirando casitas en la playa, quiero vivir tranquilamente lo que me quede de vida.
-¿Lo dices por lo de venir a visitarme?
-Viviré lejos, no será como ahora que puedo presentarme aquí en cualquier momento.
-Llámame.
-¿Qué?
-Eso, me llamas, de vez en cuando me llamas al móvil y hablamos.
-¿A qué móvil?
-Al de siempre Elvira, al que tenemos solo para nosotros dos.- Elvira reía.
-Ya no me acordaba de ese móvil, ya le quitaré el polvo para volver a utilizarlo.
Los dos reían.
-Estoy contento de que las cosas te vayan bien, sé feliz.
-Le iré llamando Gran Maestre.
Se despidieron y Elvira se fue, los dos sabían que aunque hablaran de tanto en tanto, su relación laboral se había acabado, en realidad ya hacía mucho que no había relación laboral, Elvira no tenía nada que hacer, mientras él fuera Gran Maestre seguiría pagándole a Elvira, por agradecimiento, por conseguir lo que pensaba que no conseguiría nadie, cambiar la mentalidad de la Logia, a la fuerza y por cojones, pero lo consiguió.
Llegó el día de la boda de Mónica y Álex, entre ellos y los amigos, García, Susan, Benítez y Vicente, principalmente, lo organizaron todo para celebrarla en su casa, en el jardín, eran más o menos los mismos invitados que en la fiesta de inauguración de la casa, con los padres de Mónica, esta vez no podían faltar. Tenían al cura y un catering que les servían, no les faltaba de nada. Cuando se abrió el baile, se fueron intercambiando las parejas, hasta que… inevitablemente, la novia bailaba con Fran y Elvira con el novio.
-¿Estás contento?- Le preguntaba Elvira a Álex.
-Sí, es un paso más en la relación.
Álex se quedó callado pensando, Elvira lo miraba con una sonrisa.
-Sabes- Continuaba hablando Álex.- siempre pensé que en este día, tú serías la novia.
Elvira seguía mirándolo con una sonrisa.
-No siempre salen bien los planes, no siempre se puede tener lo que se desea.- Dijo Elvira sin perder la sonrisa.
-Seguramente.- Contestaba escuetamente Álex.
-¡Escucha! No te puedes quejar, Mónica es una mujer excelente, es guapa, guapísima, hacéis muy buena pareja, solo hay que veros, es muy inteligente y… tiene un sexto sentido de puta madre.
-¿Sexto sentido?
-Las mujeres sabemos que es eso, ella lo tiene, además de ser muy inteligente, no se le escapa nada, te lo digo yo.
-¿Y vosotros? ¿Cómo estáis?- Preguntaba Álex.
-Muy bien, nos hemos comprado una casita en la playa y nos iremos a vivir allí.
-Espero que no esté muy lejos.
-Tranquilo que nos podremos ver cuando quieras.
-Bien, otra cosa ¿Sabes que ya no me miro los antiguos casos de la policía?
-¡Ah no! Mejor, así no te meterás en líos.- Se cachondeaba Elvira.
-Ahora miro noticias, noticias curiosas, como esa que salió en un medio local de un rinconcito del mundo, una en la que explicaban que un mega yate había explotado en sus costas ¿Sabes? Precisamente el propietario era uno de los traficantes de armas más buscados ¿Y sabes qué? Murió haciendo negocios, o eso creo yo, con varios señores de la guerra que también murieron ¿Qué curioso, no?
-Pues sí, sí que es curioso.
-Vosotros estabais de vacaciones.
-¿La noticia decía que nosotros estábamos por allí?
-No, eso no lo decía, pero…
-¿Pero qué? Mira que eres malpensado.
-Lo hizo igual que en aquel cementerio ¿Con un cohete?
Elvira pensaba sin perder la sonrisa.
-No, unos veraneantes que eran muy aficionados al buceo, fueron guardando cada día un explosivo en una bolsa escondida en el arrecife, los explosivos eran pequeños, pero no podían llevarlos todos juntos o se hubiera notado algo raro, imagínate unos buceadores con una mochila o algo parecido, no sé, es raro ¿No? Así que cada día entraban en el agua con un explosivo escondido. El último día, recogieron la bolsa, bucearon hasta el barco, los repartieron por el casco, los explosivos eran pequeños pero matones, que potencia…
-Lo sabía ¿La explosión fue tan espectacular como la que vi yo en el cementerio?
-¡Qué va! Fue mucho mejor.
Contestaba Elvira partiéndose de risa, siguiendo el ritmo de la música abrazada a Álex.
-Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí.- Le agradecía Álex.
Elvira por un momento paró de bailar, mirando fijamente a Álex, aquella frase, aquella frase le martilleaba la cabeza ¿Sabría Álex la verdad? Seguía mirando a los ojos de Álex intentando descubrir si lo sabía o no. Él le sonreía, intentaba decirle que lo sabía sin decírselo.
-Siempre he tenido la sensación de que te has cuidado de mí, no sé, una sensación extraña, tal vez también sea un sexto sentido.
Elvira no dijo nada, apoyó su cabeza en el hombro de Álex y siguieron bailando.
-¿Cómo los ves?- Le preguntaba Fran a Mónica.
-Estupendamente, se lo pasan bien bailando, hablan y ríen.
-Nos vamos a vivir a la playa, ya tenemos una casita.
-¿Muy lejos?
-No, Elvira se preocupó de que estuviera lo suficientemente cerca, hasta os ha preparado una habitación para cuando vengáis a visitarnos.
-Está Elvira, es que está en todo.
Se cachondeaba Mónica.
Un poco más tarde, se sentaron juntas en una mesa, Elvira y Mónica, las dos tomando una copa de champán.
-Me alegro mucho de que estéis casados.- Le decía Elvira.
-Es lo que buscabas desde el principio ¿No?
-¡Joder! Cómo estáis los dos hoy.
-¿Ha pasado algo con Álex?
Elvira pensaba bebiendo de la copa.
-Me ha dicho que ahora mira noticias por el mundo.
-Sí, como la del barco que hundisteis.
-¡Madre mía! No lo hundimos, lo reventamos ¡Joder! ¿Es que no se puede guardar un secreto?
-No, ninguno.
Le contestó Mónica mirándola fijamente. Elvira sabía que se estaba refiriendo a algo delicado.
-Está bien, habla sin tapujos.- Le pedía Elvira devolviéndole la mirada.
Mónica pensaba ¿Valía la pena? ¿Era ella alguien para desvelar lo que ponía en los documentos de aquel sobre? Un sobre, que si Álex nunca le enseñó, lo leyó ella cuando accidentalmente lo encontró en el cajón del despacho, si era porque no quería que se enterara, lo entendía, lo que desvelaban aquellos papeles eran cosas que afectaban directamente a sus vidas, a la de Elvira y a la de Álex, pero… dejarlos en el cajón, sin esconder, arriba del todo, cuando él sabía que ella también abría aquel cajón, estaba claro, Álex quería que ella también lo supiera. Si Álex no le había dicho nada a Elvira, o eso creía ella, más que creer, conociendo a Álex, no lo veía capaz de decirle a Elvira que lo sabía todo y remover la mierda del pasado.
-Lo de la casita en la playa ¿De verdad nos has preparado una habitación a nosotros? ¿Tanto nos echas de menos cuando no nos vemos?
Elvira se partía de risa, por un momento pensó que Mónica sabía mucho más de lo que pensaba, una mirada a los ojos mutua, mientras bebían de la copa, esa mirada, le confirmó a Elvira que sí que sabía cosas, muchas. Y también le confirmó otra cosa, que nunca diría nada, que lo dejaría todo como estaba, igual que había hecho ella, igual que lo había hecho Álex, si lo sabía Mónica es que lo sabía Álex, eso seguro, pensó Elvira sonriendo, sonreía por la manera que habían tenido los dos, Mónica y Álex, de decirle que lo sabían todo sin hablar del tema.
-Es mi regalo de boda, ya ves que no te he regalado nada, podréis venir a mi casa cuando queráis, delante hay una playa muy bonita.
-Ya te dije que no hacía falta que nos regalaras nada, estás invitada porque eres una persona importante en nuestras vidas. Además, una habitación en tu casa puede ser para cualquiera, esa escusa como regalo es muy mala.
Las dos se miraban sonriendo.
-¿Dónde vais de viaje?- Cambiaba la conversación Elvira.
-Hacemos un crucero, después pasaremos unos días tranquilos en un buen hotel tomando el sol.
-¿Y la noche de boda?
-Aquí, en casa…
-¡No me jodas!
-Elvira, ya hemos pasado muchas noches de boda en esta casa, no hace falta otra esta noche, mañana llevaré a mis padres a la estación y por la tarde tenemos un vuelo nosotros, ya tendremos esa noche de desenfreno mañana o cuando sea.
-Yo ya sé como son esos ‘desenfrenos’…
-¡Claro! Los tuviste tú antes…
-No, no es por eso.
Se volvían a mirar una a la otra. Elvira pensaba sonriendo, dudando si decírselo o no.
-Me lo dijo Mari…
-¿Mari? ¿Qué coño sabe Mari?- Se extrañaba Mónica.
-Se pajeaba mirando como follabais en el campamento.
-Será hija de puta la mosquita muerta ¿Dónde está? Le voy a pegar dos hostias que la voy a matar.- Saltaba Mónica buscando con la mirada a Mari.
-Tranquila, deja a Mari en paz, no ves como baila con su marido, no lo suelta para nada. Como ves sabemos muchas cosas una de la otra.
Se miraron, sonrieron y brindaron sin decir nada más.
Se acabó la boda muy tarde, aguantaron hasta que pudieron para no dejar de pasárselo bien, era una noche épica. Hasta el padre de Elvira y Álex jugaron una partida de petanca en el jardín, los dos muy borrachos, las mujeres y todo los demás se morían de risa viendo como jugaban, no daban una.
Al día siguiente ocurrió lo que Mónica le dijo a Elvira, acompañó a sus padres a la estación y por la tarde se subieron a un avión para iniciar su viaje de bodas. Esa misma noche embarcaban para hacer un crucero, antes de cenar, Mónica se metió en el cuarto de baño, Álex la esperaba mirando por la terraza del camarote o mirando la televisión. Cuando salió Mónica, a Álex se le cayeron los huevos al suelo, Mónica se había comprado un conjunto de lencería, blanco, claro, como corresponde a una novia, que dejó a su marido sin habla, no podía dejar de mirarla, estaba viendo la mujer más guapa y sexi que había visto en su puta vida, se puso de pie sin pensarlo. Mónica se le acercó, sonriendo, se había dado cuenta del efecto que había causado en Álex, mucho mayor de lo esperado, le besó en los labios.
-¿Te gusta? Lo compré para nuestra noche de bodas, esta noche.
-Estás… estás preciosa cariño, me da cosa hasta tocarte…
-Más vale que deje de darte cosa, tengo muchas expectativas esta noche.
Le susurraba Mónica mientras le acariciaba la polla y los huevos.
-Me podías haber avisado, para ponerme algo a la altura yo también.
-Si te aviso, ya no habría sido una sorpresa.- Le volvía a susurrar Mónica, mirándole con una intensidad y un deseo enorme.
Álex no aguantó más, se quitó la camiseta, la besó con pasión, a la vez la agarraba con las dos manos del culo levantándola del suelo, la estiró en la cama, besándola y acariciándole todo el cuerpo, ella también acariciaba el cuerpo de Álex, y la cara, y el cabello, aquella simpática colita que se hacía con el pelo encima de la cabeza. Mónica le quitó el pantalón corto y la ropa interior, le agarró la polla y se esmeró en una mamada que tenía a Álex gimiendo de la excitación y el gusto, él seguía acariciándola, sintiendo la fina tela encima de aquel cuerpo espectacular, ella se movió colocándose encima de él, poniéndole casi en la boca el coño, se puso en un sesenta y nueve de manual, Álex le apartó el tanguita y empezó a comerle el chichi. De la excitación, Álex movía las caderas arriba y abajo, follándose la boca de Mónica, ella dejaba que el metiera la polla hasta la garganta y la sacara, le gustaba sentirla toda dentro de su boca. Él le comía el coño entero, por todas partes, no le comía el culo porque no llegaba, los dos, no sé cómo explicarlo, hacían ruido con la boca, una especie de gemido raro les salía al tener la boca ocupada. Álex estiró boca arriba a Mónica, la miraba, ella sonreía, le gustaba ver la cara de pervertido y deseo de su marido. Le quitó el pequeño sujetador, no le cabían las buenas tetas de Mónica dentro, se tiró a comerle las tetas, a acariciárselas, a chupárselas, a lamérselas, le puso los pezones tan duros que parecía que iban a reventar, a la vez le acariciaba el coño, metiéndole la mano por debajo del tanguita, ella le agarraba la polla y se la pajeaba lentamente, notando su dureza, le gustaba sentir lo tremendamente dura que era capaz de ponérsela.
Álex le quitó el tanga, Mónica se quedó solo con el liguero y las medias, él apoyó la espalda en el cabecero de la cama, ella se sentó encima de él, se besaron, se besaban con pasión, con ganas, con lengua, abrazándose. Mónica le agarró la polla, se la apuntó y se dejó caer empalándose, metiéndosela de golpe, los dos gimieron de gusto, se miraron con pasión, los dos sabían que esa noche no iban a cenar, al menos a la hora que tocaba, la follada tenía toda la pinta de ser una follada épica. Mónica empezó a moverse encima de Álex con la gracia que la caracterizaba, a él lo ponía como una estufa de caliente y ella se daba un gustillo que llegaba un momento que no podía soportar, de lo fuerte que lo sentía. Llegó un momento que gritaba de placer sin miramientos, le importaba un bledo que la escuchara medio barco, Álex sentía las penetraciones muy suaves, la vagina de Mónica segregaba tanto flujo que le dejaba la polla blanca.- Me voy a correr, cariño me corro.- Le advertía Mónica, cuando Álex le miró la carita, vio como se le ponían los ojos en blanco, como los cerraba, como abría la boca y empezaba a correrse, a sentir un fuerte orgasmo que dejaba salir por la boca gimiendo, dejó que ella acabara, que parara de moverse encima, que lo abrazara colocándole la cabeza en medio de sus tetas, que se recuperara un poco.
Álex la giró, la estiró en la cama abriéndole las piernas y colocándose en medio, le metió la polla en el coño, ella le acariciaba con una mano la nuca, con la otra la parte baja de la espalda, se besaban, mientras Álex se movía dentro de ella. Ese momento para Mónica era celestial, después de haberse corrido, Álex, con sus movimientos de cintura penetrándola, conseguía llevarla al paraíso, le hacía sentir un gusto continuo, un placer que la inundaba, que le hacía cerrar los ojos disfrutándolo, que no dejaba que parara de gemir, ese placer, era tan intenso y duradero, que se podía correr varias veces seguidas, perder la cuenta. Dicen, que hay mujeres de un solo orgasmo y otras de varios pequeños, Mónica pensaba que ella era de los dos tipos, tenía un orgasmo intenso y después podía tener muchos pequeños, casi seguidos, y si hacía falta tenía otro intenso entre medias, y eso lo conseguía él, Álex, nunca antes, con otra relación sexual que hubiera tenido, habían conseguido que lo hiciera, solo Álex sabía cómo moverse, como apretar o aflojar para mantenerla de esa manera, para volverla loca de placer, de gusto, incluso para pasarla de la línea pareciendo que se iba a morir de tanto correrse, de tanto placer que sentía. Álex, en ese sentido no perdonaba, cuando la veía disfrutar de aquella manera hacía todo lo posible para reventarla, para dejarla destrozada de tanto correrse, cuando veía que Mónica no podía más, le cambiaba la posición, la ponía a cuatro, las piernas casi no le aguantaban el cuerpo, a él le daba igual, ya la sujetaba firmemente por las caderas y la volvía a penetrar, a follársela con dureza, le gustaba ver como Mónica perdía las últimas fuerzas que tenía corriéndose varias veces más, y cuando ella se dejaba caer, estirada en la cama boca abajo, cansada y relajada de tantos orgasmos, él se ponía encima, le apuntaba la polla en el culo y… suavemente la penetraba, ella lo esperaba, le gustaba ese momento, estaba tan relajada, y tenía el agujero del culo tan lubricado, junto con los flujos que Álex tenía en la polla, que se la metía suavemente y ella ni se enteraba, o casi. Sí Álex se movía sin dejarse llevar por la pasión y las ganas de correrse, podía conseguir un último orgasmo de Mónica metiéndosela por el culo y se corrían los dos, eso ya era sublime, como ocurrió esa noche, en su noche de bodas.
Esa noche tenía que ser especial, así que Mónica le pidió a Álex que descansaran un rato y volvieran a empezar, fue una noche de folleteo constante con paradas para tomar champán, una noche que se destrozaron el uno al otro sexualmente. Una noche de celebración y pacto, aunque no lo expresaran, un pacto de respeto, felicidad y mucho folleteo.
Por la mañana temprano, desayunando copiosamente, estaban muertos de hambre, le llegó un mensaje a Mónica, era Elvira.
-¿De verdad te pensabas que no os haría ningún regalo? Que inocentes sois, os voy a hacer uno, tenéis que pinchar en el link, en la página a la que os dirigirá, ponéis en el usuario, vuestros nombres, juntos, primero el de él, la primera letra con mayúscula, y… en la contraseña, tendréis que acordaros de dónde íbamos a follar en el campamento, todo junto y la primera en mayúsculas, solo tenéis tres oportunidades para entrar, si no lo conseguís porque sois unos zoquetes, os quedáis sin regalo. Un beso. Elvira.
Mónica se lo enseñó a Álex, los dos se miraban.
-Será una broma de Elvira, ya la conoces.- Decía Álex.
-¿Entramos?- Preguntaba intrigada Mónica.
-Venga, a que esperas.
Mónica fue escribiendo dentro de la casilla del usuario.
-¿Así estará bien?- Preguntaba Mónica.
-Seguro, es fácil, nos ha dicho nuestros nombres empezando por el mío, juntos y con la primera letra en mayúsculas, está correcto.- Opinaba Álex mirando la pantalla del móvil.
-¿Y la contraseña?
-¿Dónde se follaba en la cabaña?
-En la cima.- Contestaba Mónica.
-Pues eso.
Mónica escribió rápidamente y aceptó, salió un mensaje de error.
-¡Hostia! No es ‘Cima’, y solo nos quedan dos opciones.- Se sorprendía Mónica
-A ver, pensemos, nos ha dicho que se escribía todo junto, creo que debe ser…
-¡Claro coño! ‘Lacima’, todo junto, no solo ‘Cima’, es ‘Lacima’.
Mónica lo volvió a escribir, le dio a ‘Aceptar’ y apareció una redondita dando vueltas indicando que estaban entrando en algún sitio. Los dos miraban el móvil fijamente, apareció una página.
-¿Esto qué es?- Preguntó Álex
-Esto… esto… parece.
-¡Hostia puta!- Soltó Álex sorprendido.
-Está a nuestro nombre, nosotros somos los propietarios de esta…
-¿Has visto el banco?- Preguntaba Álex.
-¡Dios! Este banco está en un paraíso fiscal, lo pone aquí, debajo del nombre raro que tiene.
-¿Una cuenta bancaria en un paraíso fiscal? ¿Esto nos regala Elvira? Desde luego que está fatal…
Mónica miraba a Álex con los ojos abiertos como platos y quieta como una estatua, intentaba hablar y no podía.
-¿Qué pasa? Parece que has visto un fantasma.
Mónica giró la pantalla para que lo viera Álex, con precaución para que nadie más pudiera verla. Se veía la cantidad de dinero depositada en esa cuenta. Álex miró, parpadeó un par de veces y volvió a mirar, volvió a parpadear y miró a Mónica, los dos se miraban con una cara de gilipollas para vérsela.
-Está loca.- Acertó a decir Álex.
-Esto, esto… no puede ser, tú has visto…
-Sí, sí, lo he visto, lo he visto. Vamos a llamarla.
Buscaron un lugar discreto para poder hablar con Elvira los dos en manos libres.
-Hola ¿Qué tal el viaje de bodas?
-Tú… tú estás loca ¿No?- Le decía Álex.
-¿Por?- Se hacía la loca Elvira, nunca mejor dicho.
-Mira Elvira- Hablaba Mónica.- te has pasado, no lo podemos aceptar…
-Hacer lo que queráis, la cuenta es vuestra, supongo que os habréis enterado que está a vuestro nombre.
-Es una locura, tanto dinero, si no sabemos ni qué hacer.- Decía Álex.
-¿Sois tontos o que os pasa? ¿Qué coño vais a hacer? Vivir tranquilos, como os dé la gana, cuando volváis de viaje, nos vemos en mi casa, así os la enseño… y de paso os enseñaré como podréis disponer de ese dinero sin problemas.
-¡Joder! ¿También eres experta en eso?- Pregunta, se cachondeaba, Mónica.
-No, me rodeo de los mejores especialistas.
-Bueno, ya pensaremos que hacemos.- Comentaba Álex.
-Eso, seguir vuestro viaje y pasarlo bien… y follar mucho, no sea que se os olvide.
-Elvira, vete a la mierda un rato, anda.- Se despedía Mónica.
Elvira, cuando colgó la llamada, reía, sabía que los había sorprendido, no era raro, les acababa de solucionar la vida para siempre, dudaba de que ellos en esos momentos fueran conscientes de lo que había pasado, seguro que con los días se darían cuenta.
Mónica y Álex se miraban.
-Elvira nos acaba de solucionar la vida, podríamos vivir de eso y no trabajar nunca más.
Mónica movía la cabeza dándole la razón, aquello fue inesperado y… ¿Por qué? No podía dejar de pensarlo ¿Por qué? ¿Por qué Elvira les dio todo ese dinero? Tal vez se estaba pasando buscando una razón que no había, pero…
Cuando volvieron del viaje y descansaron unos días, Elvira les llamó para invitarlos a su casa, Mónica estaba deseando que ocurriera, esperaba con ganas el momento de hablar con Elvira. Desde el día que descubrieron el ‘regalo’ de Elvira no habían vuelto a hablar de ello con Álex.
Después de enseñarles la casa, tardaron un rato porque la casa era enorme, ya se lo imaginaban, aquellos dos no vivían en cualquier parte, y si Elvira era capaz de poder hacerles el regalo que les hizo, era porque debía tener mucho más dinero, una barbaridad vamos. Salieron a la calle, miraban la fachada desde fuera, desde el paseo marítimo.
-Ahora tendremos que enseñaros vuestra habitación.- Les decía Elvira, a Fran se le escapaba la risilla.
-¿Nuestra habitación? Yo pensaba que sería alguna de las habitaciones que nos habéis enseñado.- Decía Mónica extrañada.
-¿No está aquí nuestra habitación?- Preguntaba Álex.
-No, está aquí.- Les respondía Elvira señalándoles la casa de al lado de la suya.
Álex y Mónica miraban con los ojos muy abiertos la casa vecina, era muy parecida en tamaño a la de ellos. A Fran se le seguía escapando la risilla.
-Vamos chicos, quitaros esa cara de bobos que tenemos que verla también.- Se cachondeaba Elvira metiendo una llave en la cerradura de la verja de la casa.
Les enseñó toda la casa, espectacular como la suya, Mónica y Álex no pararon de decirle a Elvira lo loca que estaba, por supuesto les encantó. Después volvieron a la casa de Elvira para tomar algo, los chicos se quedaron en la cocina, Elvira salió a la terraza, Mónica la siguió colocándose a su lado.
-¿Me tienes que decir algo?- Le preguntó a Elvira.
Elvira la miraba sonriendo.
-Ya sabía yo que tendríamos esta conversación, se lo dije a Álex, tu mujer es muy inteligente y tiene un sexto sentido muy bueno.
-Ese sexto sentido es el que me dice que algo pasa, no es normal lo de la cuenta esa y lo de la casa ¿O sí?
-Mira Mónica, tu sexto sentido no sé lo que te dice, sé lo que te voy a decir yo a ti, no vamos a andar con tonterías a estas alturas, tú sabes que yo tuve que hacer un sacrificio muy grande- Mónica abrió los ojos sorprendida, no esperaba que Elvira le hablara de algo tan personal.- Y también sabes porque lo hice.
-Por amor.- Susurró Mónica.
-Por amor, por amor al hombre de mi vida, con el que soñaba algún día estar con él como lo estás tú ahora, en aquel momento… él, él era todo lo que tenía, todo por lo que vivía, no puedes ni imaginarte lo que… lo que duele…
-Elvira, no hace falta, me lo puedo imaginar.
-Sí, te lo puedes imaginar, te lo puedes imaginar porque lo quieres tanto como lo quería yo en aquel momento, y lo entenderás, yo sabía que no podría estar con él nunca más, pero… si sabía que tenía que hacer, protegerlo, protegerlo más que a mi vida, y es lo que he hecho desde entonces, y lo seguiré haciendo…
-¿Así…? ¿Así es como lo has superado…?
-Bueno, al menos hasta que conocí a Fran, él le dio otro sentido a mi vida…
-La cuenta está a nombre de los dos, no solo es de Álex.
-La casa también está a nombre de los dos, ahora os protejo a los dos.
-Ya nos has protegido para toda la vida.
-Nunca se sabe que puede pasar, sea para lo sea siempre me tendréis para ayudaros.
Se hizo un silencio, se miraban a los ojos.
-¿Queréis cerveza?- Se escuchó la voz de Fran.
-Sí.
Contestaron las dos, se sonrieron y empezaron a caminar juntas para colocarse con sus parejas.
-¡Escucha! ¿Tú no tendrías nada que ver en que me destinaran precisamente en la comisaría donde estaba Álex?
-¿Yo? No sé de qué me hablas.
-Hija de puta, lo sabía.
-¿Qué es lo que sabías cariño?- Preguntaba Álex.
Las dos lo miraban sonriendo.
-Qué… qué la casa sería preciosa.- Contestaba Mónica.
-¿A que sí, a que son preciosas las dos?- Añadía Elvira, disimulando también.
-Ya lo creo, sin duda.- Contestaba Álex.
-Chicos, salgamos a tomar las cervezas a la terraza.- Les proponía Fran.
Salieron los cuatro, se sentaron alrededor de una mesita de centro de exterior.
-Veréis… todo esto- Hablaba Elvira.- todo esto lo he hecho con un sentido.
-¿Sentido? ¿Qué sentido?- Preguntaba Álex ¡Ay madre mía! Pensaba Mónica, a ver que nos dice esta ahora.
Elvira los miraba, como si no se atreviera a decírselo.
-Venga cariño, dile lo que me dijiste a mí hace un tiempo.- La animaba Fran.
-¿Tú lo sabes?- Preguntaba Álex.
Fran movía la cabeza.
-Ya, me vas a contestar que más o menos, igual que haces siempre cuando algo no te conviene.- Le decía Álex, Fran se reía.
-Mirad chicos- Volvía a retomar la conversación Elvira.- yo sé que algún día, y no será muy lejano, llegará un momento que querréis tener hijos, en ese momento, cuando Mónica esté embarazada, pensaréis que no tendrá ningún sentido seguir trabajando en la comisaría, y más sabiendo que no os hace falta, os interesará más cuidaros de vuestra familia que del trabajo.
Elvira los miró, Mónica pensaba, Álex parecía que estaba procesando lo que acababa de decir Elvira.
-No me digas que quieres hacer lo que me estoy imaginando.- Le decía Mónica a Elvira.
-Ves como tienes una mujer inteligente de cojones.- Le decía Elvira a Álex.
-No entiendo nada.- Decía Álex.
-Explícaselo Mónica, es tu marido.
Fran seguía sonriendo escuchando la conversación, se le notaba que se lo estaba pasando bien.
-Álex- Le llamaba la atención Mónica.- lo que creo que quiere Elvira, es que cuando nos aburramos de jugar a ser policías, nos mudemos aquí, que vivamos una familia al lado de la otra.
-¡Coño!- Se sorprendía Álex.
-Y… algo más.- Dijo Elvira.
Mónica y Álex miraban fijamente a Elvira, ese ‘algo más’ no se lo esperaban.
-Como os he dicho, creo que no habéis captado el detalle, cuando Mónica esté embarazada, Mónica tendrá un niño, y… poco después yo tendré una niña…
-No ¡No me jodas!- Levantaba la voz Álex.- ¿Quieres crear la misma relación que tuvimos tú y yo con nuestros hijos? ¿Eso quieres?
Mónica se tapaba la cara con las manos, no podía creer hasta donde podía llegar Elvira manipulando.
-Tampoco es tan descabellado, somos vecinos, amigos, casi familia, se criarían juntos, jugarían juntos, muchas horas compartiendo…- Defendía Elvira su teoría.
-Crecerían… y a lo mejor… ¿No? Esto es descabellado…- Afirmaba Álex.
-Eso ya sería cosa suya, no pienso meterme en medio, lo que pase entre ellos pasará.
-Sí, lo mismo que me dijiste a mí.- Le decía Mónica.- No, tranquila, no te preocupes, yo no me meteré nunca en tu relación. Pues menos mal que no te has metido guapa.
-Bueno, tan mal no os ha ido, si me he metido ha sido para ayudar.
Fran empezó a reír, no se podía creer aquella conversación, los demás lo siguieron.
-Que cosas tiene esta Elvira.- Decía Mónica.
-¿Vendréis a vivir a la casa de al lado o no?- Insistía Elvira.
Álex y Mónica se miraban.
-Mal, lo que se dice mal… aquí no viviríamos.- Opinaba Mónica.
-Además, estaremos distraídos espiando a nuestros hijos, a ver si se meten mano o no.- Se cachondeaba Álex.
-Eso solo pasará si ellos quieren.- Decía Mónica.
-Desde luego.- Añadía Elvira.
-Que miedo me das tía.- Reía Mónica.
Rieron, hablaron, hicieron planes, pero… eran planes de futuro, no inmediatos, lo que sí fue inmediato es que Mónica y Álex empezaran a disfrutar de la casa en la playa los fines de semana. Por supuesto no se olvidaron de sus amigos en Ciudadseca, seguían viéndose con ellos, en la ciudad o invitándolos a su casa, tenían sitio para todos.
Y el futuro, los planes que en principio parecían tan lejanos llegaron sin darse cuenta, solo que el principio fue al revés de cómo lo soñaba Elvira, Mónica y Álex tuvieron una niña y ella un niño. Poco después se invirtieron los papeles, Elvira parió a su niña y Mónica al niño. Fuera como fuera, acabaron siendo vecinos en unas casas maravillosas en la playa, allí se criaron sus hijos, conviviendo, jugando, estudiando en el mismo colegio y pasando muchas horas juntos, los niños dormían en una casa o en la otra, eran dos familias totalmente unidas. Lo que pasara en el futuro, los niños decidirían cuando crecieran, lo cierto es que sus madres los veían jugar en la playa con más amigos y ellos siempre se mantenían juntos, Elvira y Mónica se miraban y se sonreían, sobre todo Elvira, estaba reviviendo con los niños su gran aventura de amor y amistad con Álex.
FIN