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Fecha: 22-Ago-23 « Anterior | Siguiente » en Sadomaso

Un castigo inmerecido (2/3)

yanine10
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Sigue las desventuras de la mujer y sus doncellas a manos de una sádica mujer sin que ninguna de ellas pudiera hacer nada por evitarlo Version para imprimir

Un castigo inmerecido (2/3)

(Para seguir el hilo del relato es necesario leer antes el Capitulo 1)

Capitulo 2.- Torturando al mismo tiempo a la señora y a su otra joven criada

Una vez que la joven criada Rosa fue llevada a una de las celdas tras ser torturada salvajemente en espera de volver a ser torturada de nuevo, y el centro de la cámara de tortura estuvo despejado, a una orden de Jun Mei, los guardias se apresuraron a traer un nuevo dispositivo de tortura que había pedido, llamado ‘el tigre'.

El dispositivo que ahora colocaban estaba hecho de latón y madera lacada en rojo… Diana pudo ver que el diseño básico era similar al que usaron con Rosa: una base resistente con dos montantes verticales metálicos, pero esta vez la barra de acero horizontal que estaba unida a los montantes... El borde superior de esta barra era delgado y además ondulado, formando una serie de pequeños picos redondeados a lo largo de toda su longitud.

Mientras Diana estudiaba el dispositivo, los guardias comprobaban las ataduras de los montantes... Bajaron la barra horizontal hasta que quedó lo suficientemente baja como para pasar por encima de ella.

Jun Mei le indicó a Lupe que fuera hasta allí... Le explicó:

- “Este es nuestro pequeño Tigre… Está especialmente diseñado para que lo monten chicas como tú... Ponte a horcajadas sobre la barra.”

Empujada muy suavemente por las dos chicas, Lupe se puso de pie, como le dijeron, con los pies a cada lado de la barra de acero pulido.

- "Ahora, no queremos que nada interfiera con tu disfrute."

A su señal, uno de los guardias comenzó a atar los brazos de Lupe detrás de su espalda… Cada muñeca se estiró con fuerza hasta el codo opuesto... Los antebrazos de la joven criada quedaron juntos.

Hecho esto, le ordenaron arrodillarse, separándole las piernas para poderlas atar cada una al extremo de cada montante vertical... Lupe quedó indefensa, sentada a horcajadas sobre la barra e incapaz de cerrar las piernas para proteger su coño.

- "Levantarla", ordeno Jun Mei.

Diana, mordiéndose el labio, observó cómo levantaban la barra hasta que ésta tocó los labios vaginales del coño de Lupe.

Jun Mei se inclinó, separando suavemente los labios vaginales de la joven para que la barra se metiera entre ellos.

- “De puntillas, ahora”, le susurró a la temblorosa joven, mientras levantaban la barra aún más alto... Lupe estaba arqueada y sus dedos de los pies ya estaban blancos por la tensión, cuando Jun Mei finalmente indicó a los hombres que dejaran de levantar la barra.

Jun Mei estudió la pose de la joven por un momento, deslizó sus manos entre sus piernas para verificar que los labios vaginales permanecían con la delgada barra metida entre ellos… Luego pellizcó uno de los pezones rechonchos de la criada antes de regresar a donde Diana continuaba arrodillada y atada.

- 'Vas a verla cabalgar mientras yo vuelvo a darte placer... Esta vez no la vamos a tocar... Ella cabalgará sola durante el tiempo que yo desee.

Sus dedos se movieron hacia el tierno coño de Diana y la inglesa gruñó de dolor cuando Jun Mei acarició de nuevo sus labios húmedos, diciéndole:

- “¿Te gustaría montar, una vez más, a mi falo de marfil?”

Diana, todavía dolorida por la larga y experta masturbación de Akira con el consolador, sacudió la cabeza frenéticamente.

- “Pensé que querrías”… Se giró hacia la chica, que había estado usando el terrible falo de marfil en Diana y le ordenó:

- “Akira, tráeme una ‘lengua de placer’, una de las pequeñas.”

La joven se rió mientras se apresuraba a cumplir las órdenes de su Ama.  

- "Esto es algo nuevo para que lo pruebes", dijo Jun Mei suavemente mientras Akira le entregaba un pequeño paquete... Ella lo desenvolvió, sacando un pequeño objeto que sostuvo ante los ojos de Diana para que ésta lo estudiara.

- “Míralo bien”, le dijo Jun Mei.

Diana miró el curioso juguete de color rojo que sostenía su torturadora... Era un mango pequeño, con hoyuelos en su superficie para un mejor agarre, terminado en un amplio cuello curvo.

Cuando Jun Mei movió el objeto en su mano, Diana pudo ver que el cuello curvo estaba aplanado, como una lengua y la pequeña punta terminaba en un pequeño bulbo… Girando el mango para que la punta de la lengua se curvara hacia arriba, Jun Mei miró a su víctima que lo observaba con avidez y susto.

- “Esto te dará placer a pesar de todo lo que intentes hacer por evitarlo... Sólo buscará un lugar, pero sentirás una agonía de sensación con cada toque... Akira, atiende los pechos de nuestra invitada mientras dejo que pruebe la lengua en su coño por primera vez.”

Diana se preparó para lo que esta diabólica mujer estaba a punto de hacerle, pero se estremeció cuando sintió de nuevo que las uñas de Akira le rascaban ligeramente la tierna piel de sus aureolas mamarias.

Intentó desesperadamente pensar en algo, en cualquier cosa, pero no pudo con la deliciosa y enloquecedora excitación de esos dedos que rodaban sus pezones y jugaban tirando de ellos.

Jun Mei esperó pacientemente mientras su joven ayudante lograba que los pezones se pusieran tieso… Akira disfrutaba de lograrlo y sosteniendo sus pechos en sus pequeñas manos, mordisqueaba y lamía los pezones, cada vez más duros y rígidos.

La lenta masturbación de la inglesa fue interrumpida por un repentino grito de la joven criada que se movía sobre la barra... Todas miraron hacia donde estaba el instrumento cuando oyeron el agudo chillido de dolor.

Los músculos de las piernas de Lupe finalmente se habían cansado, dejándose caer sobre el borde redondeado de acero... La presión cruel contra su coño era demasiado dolorosa y se había forzado a ponerse de puntillas nuevamente.

- “Ahora veremos como comienza a moverse”, ronroneó Jun Mei con satisfacción.

- “¡Aaaah!”, gritó de nuevo Lupe mientras se dejaba caer de nuevo en la barra tan sólo por unos instantes antes de volver a levantarse.

Diana pudo ver la cara de su doncella retorcida de dolor mientras intentaba equilibrar el dolor de la barra y el dolor en los músculos de sus piernas... La vio jadear y levantarse bruscamente una vez más sobre sus dedos de los pies.

Diana finalmente entendió cual era la tortura a la que estaba siendo sometida... Lupe, atrapada en este diabólico dispositivo, se vería obligada a subir y bajar continuamente de la barra torturadora… El dolor en su coño y piernas crecería cada vez más hasta que no pudiese soportar más dolor y se desmayaría.

- “Ahora quiero presentarte a mi pequeña ‘lengua de placer’… Mira hacia abajo y observa por ti misma mientras busca tu clítoris, tu lugar más delicado.”

Diana miró fijamente entre los pezones afilados de sus pechos, mientras Jun Mei metía la paleta curva entre sus labios vaginales, levantando el mango para que la punta se incrustara.

Diana, respirando con dificultad por las atenciones de Akira, lanzó un grito al sentir el cosquilleo de la hoja profundamente apretada en la ranura húmeda y sensible de su coño.

Diana tensó sus músculos, demasiado consciente del lugar que Jun Mei estaba buscando mientras movía la ‘lengua de placer’ entre los labios vaginales de su coño.

- “¡Aaaagggh!”

Diana no pudo evitar el grito cuando intentó impotente arquearse hacia atrás ante el impacto de la sensación placentera que sentía.

- “Oooh… Aaaah… Por favor... ¡Aaaggh!”

Ella se resistió de nuevo, incapaz de controlar los espasmos cuando Jun Mei encontró el lugar que quería, moviendo muy lentamente el pequeño bulbo de la ‘lengua de placer’ que acariciaba directamente su tieso clítoris.

Jun Mei movió de nuevo la ‘lengua de placer’ , provocando de modo que Diana se sacudiese… El marco de bambú crujió suavemente mientras ella tiraba de sus ataduras.

- “Oooh… P-por favor… No, no hagas eso… Es demasiado… P-por favor… ¡Aaaagggh!”, sollozó Diana cuando Jun Mei movía la ‘lengua de placer’ suavemente y se la metía dentro de su coño.

- “Akira, haz algo más que darle placer… Juega con ella para mí”, le ordenó.

La joven se movió rápidamente para situarse detrás de Diana, para poder estirar su mano y pellizcar los pechos de la inglesa mientras observaba a su Ama llevar a Diana a tener otro orgasmo.

Diana se retorció frenéticamente cuando sintió que los dedos de la joven Akira atormentaban sus tiernos pechos una vez más, pero también estaba desesperada por las sensaciones que ahora provocaban que su clítoris respondiera... Sus gritos se volvieron más suplicantes, más desesperados cuando sintió que la lengua le hacía cosquillas en el clítoris, llevándola a ese delicioso pico que ahora tanto deseaba.

Escuchó la voz de Jun Mei ordenar:

- 'Usa tus uñas en sus pezones, tan fuerte como quieras... Ella ya está a punto de correrse de nuevo”

Luego se produjo una ola de sensaciones placenteras cuando Diana alcanzó su tercer orgasmo en la cámara de tortura.

- “¡Aaaah!... Sí, sí, sí… ¡Sigue así!... Aaah… Aaah… ARRRRGGGGH!... Oooh, sí… Sí… ¡Oooh, Oooh, oooh… Aaaaaah!

Las dos torturadoras se sonrieron la una a la otra mientras miraban el cuerpo de Diana empapada de sudor colgando del marco de bambú, totalmente agotada.

‘Dos o tres orgasmos más y luego voy a comenzar a que descubra las reacciones al dolor y al placer’, pensó Jun Mei.

Mientras esperaba que Diana Brow se recuperara, Jun Mei miró hacia donde estaba la joven sirvienta.

‘Tiempo habrá para otra cosa algo más doloroso para que disfruten’, pensó.

- "Desmontarla", ordenó, señalando la figura oscilante de Lupe, aún luchando por equilibrar las agonías en su sexo y los músculos ardientes de sus muslos y pantorrillas.

- “Ponerla en un poste... Kioko va a probar su habilidad con un bastón de bastón mientras siente el eje dentro de ella”, añadió.

Lupe fue levantada de la barra, sus brazos liberados para permitirle el lujo de aferrarse a su dolorida ingle mientras se retiraba el marco.

Uno de los guardias lanzó una cuerda sobre un gancho colocado en el techo abovedado y luego los otros llevaron un disco de metal pesado, de unos 60 cm de ancho, al centro del área despejada, dejándolo caer con un golpe, quedando la cuerda sobre el disco metálico.

Cuando dejaron en paz a Diana, ésta comenzó a asimilar lentamente lo que estaba sucediendo mientras su respiración volvía a la normalidad y los espasmos de su orgasmo disminuyeron.

Observó sin comprender cómo la joven llamada Kioko colocaba dos cajas pequeñas a cada lado de la placa de metal pesado y luego se inclinaba para ayudar a los guardias a encajar un poste de metal en un receptáculo en el medio del disco.

- “Oooh, nooo… No pueden hacer eso… Oh pobre Lupe… La matarán”, susurró Diana horrorizada al ver el poste de metal surcado de relieve y la cabeza bulbosa que lo coronaban.

Observó con horrorizada fascinación cómo las manos de Lupe estaban separadas de su entrepierna y atadas fuertemente antes de ser atadas a la cuerda del techo.

Los guardias la empujaron hacia un par de pequeñas cajas de madera forzándola a subirse a ellas y luego situándola sobre la cabeza bulbosa… Cuando Lupe la sintió estirando la apertura de su sexo, comenzó a balbucear frenéticamente, retorciéndose y girando su cuerpo.

Su repentino murmullo de miedo fue la señal para que la cuerda se tensara, apretando hasta que sus brazos estirados soportaran la mayor parte del peso de Lupe.

Diana jadeó de horror cuando los guardias retiraron bruscamente las cajas de madera y su doncella quedo colgando con la punta redondeada del grueso eje alojado en la entrada de su vagina.

- "Bajarla muy lentamente hasta que esté de puntillas", susurró Jun Mei, acariciando el pezón manchado de sudor del pecho izquierdo de Diana.

- “Kioko, quiero que uses el bastón en ella”

Su mano se movió hacia abajo, acariciando el culo de Diana.

- “Kioko, comienza en el culo, pero sin parar de golpearla.”

Los dedos volvieron a hacerle cosquillas a los pezones de Diana.

- “Estos pequeños lugares también serán golpeados en tu doncella, claro que sí… Ya lo verás”, le susurró a su oído.

Diana no vio aflojarse la cuerda, pero Lupe de repente comenzó a patear locamente en el poste con los pies y tratar de presionarlos contra la superficie pulida para sujetarse a cualquier tipo de agarre que la sostuviera y detuviera el lento empalamiento que estaba comenzando estirar su vagina tan insoportablemente.

- "Mira, Kioko sabe cómo lidiar con ese pequeño juego", le dijo Jun Mei, con un cruel disfrute evidente en su voz.

Diana vio a la chica pasar las manos por el sudoroso cuerpo de Lupe antes de inclinarse para arrodillarse frente al poste y las piernas de la criada.

Mirando hacia atrás a su amante, sonrió como un gran gato con su presa mientras frotaba sus manos húmedas hacia arriba y hacia abajo por el poste pulido, dejándolo resbaladizo con el propio sudor de Lupe.

Repitió el proceso, esta vez concentrándose en la base del poste justo donde los pies de Lupe comenzaban a encontrar una pequeña cantidad de fricción para ayudar a sostener su cuerpo.

- “¡Aaaaaiiiiiiih… Noooooogg!”

Lupe gimió de angustia y frustración mientras Lupe acariciaba su cuerpo estirado... La chica se inclinó para hacerle cosquillas a la indefensa doncella debajo de los brazos, obligándola a retorcerse aún más violentamente mientras sus pies se deslizaban inútilmente contra el metal resbaladizo del poste.

Los gritos continuaron durante los siguientes cinco minutos mientras Lupe bajaba muy lentamente sobre el grueso falo que coronaba el poste de metal.

Finalmente, un dedo raspó la base del disco de metal y luego el otro... Los guardias continuaron bajando hasta que ella pudo descansar las puntas de sus pies sobre la base de metal.

Diana observó el rostro de su criada… Mostraba todo tipo de  muecas y contorsiones mientras trataba de hacer frente al grosor del tubo acanalado dentro de su coño.

Todos los intentos de tratar de agarrar el poste con los pies terminaron y ella se quedó muy quieta, el poste desapareció profundamente dentro de su coño… Sus brazos permanecían estirados por encima de su cabeza.

- “Lupe, cariño, ¿estás bien?”, le preguntó gritando Diana.

Lupe miró hacia el marco de bambú donde su señora todavía estaba atada, abierta de piernas… Vio cómo la mano de Jun Mei recorría los contornos de su pecho con todo descaro y sin pudor alguno.

- “Lo soporto, señora, pero mis piernas todavía me duelen mucho... ¡Aaaaah!”, grito al final cuando Kioko, sosteniéndola de sus caderas, la giraba un poco y luego la balanceaba hacia atrás para que pudiera mirar lo que le hacían a su señora.

Diana se mordió el labio, dándose cuenta de cómo ese movimiento debió haber raspado las crestas del falo incrustándolas contra la carne interna del coño de Lupe.

- "Ahora puedes ver cómo Kioko usa el bastón... Y es hora de que tus gritos se unan a los de tu sirvienta mientras disfrutas otra vez de mi pequeña lengua."

Diana se estremeció incontrolablemente cuando los dedos de Jun Mei se movieron sobre su cuerpo... Comenzó a jadear, tratando desesperadamente de prepararse para el éxtasis tortuoso de otro orgasmo, tratando de ignorar las sensaciones enloquecedoras mientras los dedos expertos pellizcaban y acariciaban los puntos sensibles de su cuerpo.

Jun Mei una vez más se concentró en los pezones rosados de Diana, volviendo a colocarlos rígidos y duros.

Ella asintió con la cabeza a Akira, quien tomó una pequeña caja tallada... Al abrirlo, le mostró el contenido a la inglesa.

Diana miró inexpresivamente las dos pequeñas cabezas doradas de serpiente que estaban en su interior.

Akira sonrió, levantando los objetos del tamaño de un dedo para mostrarle cómo estaban unidos por una fina cadena de oro.

Fue sólo cuando presionó la cabeza de una serpiente, y la boca se abrió para revelar una línea de dientes triangulares de acero, cuando Diana entendió lo que iban hacerle y le suplicó:

- 'No… No, por favor... No me pongas eso… Tengo los pezones demasiado doloridos… Por favor… P-p-p-por favor.”

Jun Mei se rió suavemente.

- “Pero esto es una cosa muy pequeña y además, no puedes hacer nada para evitarlo, ¿no?”

Jun Mei tomó el primer clip, separando las mandíbulas doradas para poder colocarlo sobre el pico sobresaliente del pecho izquierdo de Diana.

- “Siente la picadura de la serpiente”, le dijo.

Diana observó cómo las mandíbulas se cerraban sobre su pezón izquierdo... Jadeó al sentir los dientes mordiendo la ya tierna carne rosa del pezón y luego apretó los dientes mientras el dolor provocado por las mandíbulas recorría su cuerpo.

Jun Mei estudió las reacciones de la inglesa cuidadosamente, y luego sonrió con anticipación maligna mientras golpeaba el costado del globo curvo de su pecho izquierdo muy suavemente.

- “¡Aaaah!”, jadeo Diana cuando el golpe hizo que todo su pecho izquierdo se moviera, de modo que la pequeña pinza en su pezón bailó y se movió… Las mandíbulas trabajaron en la carne y enviaron más dolores punzantes a través del cuerpo ya agotado de Diana.

Jun Mei jugó con su víctima durante otros cinco minutos más antes de extender la mano para que Akira le diera el otro clip.

Esta vez, sabiendo exactamente lo que se avecinaba, Diana logró controlar su primer jadeo de dolor cuando los dientes se cerraron sobre su pezón derecho.

Pero, cuando las dos mujeres comenzaron a trabajar juntas, Jun Mei continuó con su ritmo de palmadas  en sus pechos mientras Akira tiraba de la cadena de eslabones dorados… El control de Diana se rompió y comenzó a gritar:

-  “¡Aaaah!... Por favor, no… ¡Aaah, Aaah!... No, nooo… P-Por favor, para, para, para!”

Sus torturadoras disfrutaron de los gritos, sonriéndose mientras la inglesa se retorcía y suplicaba bajo sus manos crueles y ocupadas en atormentarle sus pechos.

Sola, en medio de la cámara de tortura, Lupe estaba tratando de concentrarse en dos cosas a la vez: mirar a su señora retorciéndose en el marco de bambú y el bastón delgado de bambú que Kioko estaba flexionando entre sus manos.

Saciada por un momento, Jun Mei detuvo el tratamiento implacable de las tetas de Diana y dejó que la inglesa se desplomara contra el marco de bambú pulido.

Akira le dio a la cadena de oro un tirón final y luego extendió la mano para quitar las pequeñas gotas de sangre de las mandíbulas de las serpientes… Cogió la caja vacía y desapareció silenciosamente en la oscuridad.

Jun Mei estudió la figura colgante de Lupe por un momento… Detrás, estaba Kioko preparada para empezar una vez recibiera la orden.

Kioko se frotó sus pequeños pechos… Sus pequeños pezones estaban duros por la excitación de pensar lo que estaba a punto de hacerle a la joven Lupe, empalada en el grueso tronco metálico delante de ella.

Ella sonrió cuando su compañera Akira, que llevaba otro bastón delgado, se unió a ella al otro lado de la víctima.

La cabeza de Lupe se sacudió frenéticamente de un lado a otro, intentando sin éxito observar cómo sus dos jóvenes torturadoras se preparaban para comenzar a azotar sus nalgas.

‘Thwick!’

El primer golpe de Kioko atravesó la parte superior de cada nalga con un sonido nítido y agudo… Lupe grita, sacudiéndose lo más que puede sobre la barra.

Thock!’

El primer golpe de Akira fue similar al de Kioko.

Al escuchar el segundo grito ahogado de Lupe y verla temblar en el poste que tenía metido tan profundamente en su coño, Diana de repente notó que Akira era zurda.

Entre las dos chicas pudieron mantener una lluvia constante de golpes provenientes de ambos lados… No importaba cómo Lupe se retorcía, ya que cada parte de su culo iba a ser golpeado sin piedad.

´Thwick... Thock... Thwick... Thock... Thwick... Thock...’

Los dos bastones golpearon en ambas nalgas… En cuestión de minutos, Lupe estaba jadeando y llorando en voz alta mientras la lluvia de golpes, dejaba una marca punzante sobre sus suaves nalgas… Todo esto le provocó un creciente aumento de dolor mientras las rayas se cruzaban y la piel de cada nalga quedaba muy enrojecida.

Lupe comenzó a gritar incontrolablemente cuando el incesante dolor punzante se volvió demasiado intenso.

- “AaaRRRGH!... ¡Piedad!... Nooo, no no… Noooo!... ¡Aaah!... ¡Aaah!”

En su agonía, ella se movió y giró sobre el grueso falo alojado en su vagina… Ahora, las crestas que tenía el grueso falo en su parte superior, hacían su trabajo, frotando y estimulando la carne interior de su coño... Poco a poco, el tono de los gritos cambió.

Las dos chicas intercambiaron miradas de conocimiento cuando se dieron cuenta de que la joven sirvienta iba a llegar al clímax en unos minutos.

Llevado a un pico involuntario por la flagelación, y el movimiento incesante en el consolador enterrado en su coño, Lupe no pudo evitar correrse... El dolor y el placer se habían unido en su mente y todo lo que quería era la liberación.

- “Debes unirte a ella cuando se corra”, le susurro Jun Mei mientras sus dedos buscaban una vez más los clips que aún agarraban los calientes e hinchados pezones de Diana.

- “¿Estás lista para probar otra vez mi pequeña lengua.”

- “¡AaaH!... No, no, por favor, no, no más... No puedo, por favor… No me toques con eso… Por favor, déjame en paz.”

- “¡Shhh!... No malgastes tus fuerzas... Te dije que voy hacer que te corras y disfrutes hasta que no tengas fuerzas ni siquiera para llorar en la cima del éxtasis… Y luego, habrá dolor”, le dijo girando los clips para que Diana chillara y se lanzara contra las cuerdas.

- “Dolor, que hará que esto que te estoy haciendo se sienta como si nada”, le dijo de nuevo cogiendo la pequeña ‘lengua de placer’ roja del suelo

Jun Mei trazó la pequeña punta redondeada sobre las curvas sudorosas de los pechos de Diana antes de correr hacia los húmedos e hinchados labios del coño… La principal torturadora del jefe Isamu, sonrió mientras observaba a la inglesa luchando contra sus ataduras.

- “¡Aaah!… ¡N-n-n-no, no, no!… ¡P-por favor!... ¡Aaah!”

Diana jadeó y suplicó al sentir la pequeña ‘lengua de placer’ deslizándose suavemente entre sus labios vaginales... Sus palabras se interrumpieron en un grito de protesta sin aliento cuando la punta redondeada rápidamente volvió a acariciar debajo de la pequeña capucha de su clítoris.

Jun Mei hizo una pausa, esperando a que Diana se relajara antes de volver a mover la ‘lengua de placer’, usando el pequeño bulbo de la punta contra su clítoris para que se retorciera y gritara demente ante las insoportables sensaciones creadas incluso por el más leve movimiento de la mano de su torturadora.

Jun Mei, mientras jugaba con el cuerpo de la inglesa con una destreza diabólica, también escuchaba los gritos de la criada de Diana, que sus dos ayudantes le provocaban al usar sus delgadas cañas de bambú para azotarla en un frenesí de lujuria.

Jun Mei dio una orden a los eunucos para que, de inmediato, aflojaran la cuerda que sostenía a la pobre criada Lupe, que empalada en el grueso falo de bronce, chillaba desconsoladamente moviéndose de arriba abajo en un intento de escapar de los duros azotes.

Los gritos de su señora llenaron sus oídos cuando ambas mujeres se vieron obligadas a llegar al clímax a manos expertas de sus torturadoras… Fue sólo entonces cuando cesó la lluvia de golpes de los bastones que Lupe descubrió el nuevo horror al que se enfrentaba.

Manteniéndose de puntillas una vez más, Lupe trató de recuperarse de los efectos de su orgasmo... Lentamente, su respiración se relajó y pudo soportar un poco la tensión en sus brazos.

- “Mi Ama, ¿qué desea que golpeemos ahora?”

Era la voz de Kioko la que sonó en su oído y Lupe sintió los dedos suaves y burlones de las dos chicas acariciando y tirando de las puntas de sus pechos pequeños y tiesos.

Invisible en la penumbra de la entrada a las celdas, Isamu, el jefe de la Organización, observó cómo la joven criada mexicana gritaba y se retorcía en su estaca de metal.

Luego, su mirada se movió hacia el lado de la cámara, fuertemente iluminada, donde la mujer inglesa estaba arrodillada a horcajadas sobre un marco de bambú.

Él sonrió mientras miraba los costados agitados del cuerpo de Clarlotte, su piel brillante y empapada de sudor y las pinzas en forma de serpientes doradas que agarraban los pezones rosados ​​de sus pechos.

Como de costumbre, Lady Jun Mei había preparado bien a su víctima… Ahora la agonía de esta traidora podría comenzar y quería verla.

Continuará...

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