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TODORELATOS » HETERO: INFIDELIDAD » MI VECINA INMA, LA MUJER DE MI MEJOR AMIGO
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Fecha: 26-Ago-23 « Anterior | Siguiente » en Hetero: Infidelidad

Mi vecina Inma, la mujer de mi mejor amigo

Deneb
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Esta es mi historia con Inmaculada, la mujer de mi mejor amigo y vecino. Jack y yo éramos buenos amigos desde tiempos de la Universidad. En todo ese tiempo, vivimos muchas cosas juntos y conocimos a nuestras mujeres. Inma, como descubriréis es toda una hembra. Version para imprimir

Capítulo 1: Conociendo a Inma.

Capítulo 2: En el cine.

Capítulo 3: Viaje a Marruecos.

Capítulo 4: Masaje en casa.

Capítulo 5: Conversaciones sobre sexo anal en la terraza del Centro.

Capítulo 1: Conociendo a Inma.
Jack y yo éramos buenos amigos desde hace muchos años, desde tiempos de la Universidad. En todo ese tiempo, vivimos muchas cosas juntos, compramos nuestros hogares en el mismo edificio (él, en el 6º y yo en 5º) y conocimos a nuestras respectivas novias que luego se convirtieron en nuestras mujeres.

Recuerdo perfectamente cuando me presentó a Inma y me pidió mi parecer acerca de ella.

Inma iba vestida, lo recuerdo bien, con un traje corto, de flores alegres y unas medias de color café, con unos bonitos zapatos de medio tacón. Tenía una sonrisa muy alegre y contagiosa y una conversación fluida e inteligente. En aquellos momentos, estaba haciendo el doctorado en psicología, al tiempo en que Jack lo hacía en física.

Cuando aquel primer día ella se fue y nos dejó solos, no pude evitar hacerle un buen repaso a su culo, que se contoneaba al alejarse.

Allí mismo, le dije a mi amigo que Inma me había gustado mucho y que no la dejara escapar.

La relación de Jack e Inma fue echando raíces. Al menos una vez al mes, mi novia, Verónica, Jack y yo quedamos para salir los cuatro, tomar una cerveza, cenar y echarnos unas risas.

En una ocasión, nos fuimos los cuatro a un piso que el padre de Verónica tenía en la sierra de Madrid a pasar todo un fin se semana.

Como no podía ser de otra forma, cada pareja se fue a una de las habitaciones y con el alcohol que llevábamos encima, cada cual folló con su pareja y aunque tratamos de no hacer mucho ruido para no tener ningún problema con los vecinos, ese día fui consciente de dos cosas: Que Inma no pude evitar gemir cuando se la están follando y que no le debe importar mucho que la llamen perra o zorra en esos momentos, porque esas palabras salieron de la boca de Jack varias veces aquella noche.

Sobra decir que a mí y a Verónica aquello nos puso a mil y incrementó el morbo de la follada (a mi novia/mujer nunca le había importado que me la follara con gente en casa), en la misma cama, por cierto, en que le había dado por el culo por primera vez hace solo unas pocas semanas.

A la mañana siguiente, feliz por el desarrollo de la noche anterior, me desperté pronto y salí del dormitorio, tumbándome en un sofá del salón. Estaba tranquilamente leyendo una revista cuando de repente se abre la puerta del dormitorio de nuestros amigos y sale Inma, con cara de sueño y sonrisa de felicidad, en bragas y sujetador de encaje, amarillo transparente y me dice, “ay perdona”, llevándose la mano al pubis, donde el pelo moreno de su coño destacaba y que no pude evitar “comerme” con los ojos, “¿Dónde está el baño?

La indiqué con una gran sonrisa en los labios que esta al otro lado del salón, me dio las gracias y su fue hacia allí, entrando en el baño y dejando la puerta entre abierta, los suficiente para que desde mi posición pudiera ver como se bajaba las bragas y se sentaba sobre la taza.

Inmediatamente, una erección levantó el pantalón de mi pijama como una tienda de campaña (nunca llevo ropa interior debajo del pijama), más si cabe recordando una conversación que habíamos tenido la noche anterior sobre una escena de una película mainstream, pero que empezaba básicamente con una lluvia dorada, todo esto mientras escuchaba perfectamente su meada, larga meada.

Un ratito después, salió del baño, cruzó el salón y diciéndome, “gracias, cielo, me vuelvo a meter en la cama”, se metió de nuevo en la habitación y cerró la puerta. Jack estaba todavía durmiendo. Creo que Inma se dio cuenta de la erección.

Yo por mi parte, traté de bajar el calentón. Verónica esta también dormida y aunque pensé en despertarla metiendo mi polla en su boca, razoné al fin que, dado que ella tiene muy mal despertar, eso no era buena idea.

Tras desayunar, llegó la hora de bajar a la piscina. Vero se puso un bañador bastante “casto” azul. Yo por mi parte, suelo usar estos bañadores tipo rocky, ajustado.

En cuando a Jack, ni me acuerdo, pero Inma se puso un pequeño bikini color naranja, con la parte de arriba tipo wonderbra que apretaba deliciosamente tus tetas.

Nos lo pasamos muy bien en la piscina, jugando con una pelota inflable. En uno de los lances, a Inma se le salió una teta. Ella no se dio cuenta, pero Jack y yo (y todos los demás en la piscina) si nos dimos cuenta. Jack nadó despacio hacia ella, de dijo “espera” y mientras la pegaba un buen morreo, se la metió de nuevo el sujetador.

A ella no pareció importarle mucho lo sucedido y seguimos disfrutando del agua un buen rato.

Otro detalle de aquella mañana es que cuando íbamos a salir de la piscina, mientras yo subía los primeros escalones e Inma estaba subiendo muy pegada a mi (tenía frio y quería coger la toalla cuanto antes), Jack me llamó por lo que literalmente mi culo y la cara de Inma se chocaron, y justo a continuación ella echó las manos a mis glúteos diciendo “tira, culo pollo” y finalmente me dio ella una cachetada sonora en el culo.

De vuelta en el solárium, las chicas se quedaron un tiempo tumbadas boca abajo y pude contemplar como sus culos engullían una buena parte de sus bañadores. No pude oír muy bien la conversación, pero me pareció entender algo sobre tamaño de paquetes y sobre lo finas que son las paredes de la casa, pues mi llegada cortó su conversación, que derivó luego en temas de spa y masajes. Con gusto las hubiera hecho a las dos un buen masaje, cosa que luego pude hacer con Vero a la que en el intervalo que pasó entre que subimos ella y yo, mientras Jack e Inma se tomaban una cerveza en el chiringuito de la piscina. Recuerdo que la comí bien el coño con el bañador todavía húmedo y luego follamos un polvo furtivo en el salón, ella apoyada sobre la mesa en la que minuto después íbamos a comer. Por fin me quedé un poco más relajado. Inma me había puesto cachondo desde primera hora. Ahora ya podía pensar en más cosas que en follarme a la novia de mi amigo.

Capítulo 2: En el cine
Varios meses después de aquel fin de semana, quedamos los cuatro de nuevo, esta vez para ver una película en el cine: “Entrevista con un Vampiro”. Ni que decir tiene que a las chicas les atraía mucho de esta película sus protagonistas, que, en más de una ocasión, habían ambas dicho a los cuatro vientos que se los fallarían vivos con gusto.

Recuerdo que, en días previos, en una conversación privada con Jack, hablando sobre fetiches, le había confesado que a mi me gustaban mucho que las chicas llevaran falda, medias y tacones y que me parecía muy sexy que ellas frotaran sus piernas, resultando ese característico sonido. Estaba algo fastidiado porque Vero solo se vestía así en las bodas. Tal vez sea casualidad, pero ese día en el cine, Inma, que se colocó con Jack a su derecha y yo a su izquierda, no dejó de frotar sus piernas y ponerse y quitarse sus bonitos zapatos de tacón durante toda la película, ante lo cual, la verdad, yo de vez en cuando no podía de dejar de retirar la mirada de la pantalla y llevarla a sus piernas.

Así pude ver que, juraría, entre como apretaba y soltaba y como la mano de Jack le sobaba el muslo, Inma se estaba masturbando allí mismo. De hecho, en una escena concreta, yo diría que se corrió, mientras yo y seguramente Jack teníamos la polla a reventar y yo pensaba si sus flujos habrían calado la entrepierna de los pantis.

Tampoco me cabía mucha duda de que Inma sabía que yo me había percatado perfectamente de ello. Inma se comportaba conmigo como una autentica calienta pollas… y me encantaba.

Capítulo 3: Viaje a Marruecos.
De este episodio, todo lo que os puedo narrar deriva de conversaciones tenidas con Jack en tardes en las que ambos quedábamos solo, sin las chicas, tras unas buenas cervezas. No era raro que en esas ocasiones, el tema sexual saliera a relucir. Por ejemplo, así me había enterado del gusto de Inma de follar en parque, a plena luz del día… ventajas de llevar falda.

Me imagino la cantidad de veces que Inma ha debido tener un rabo dentro del coño mientras la gente pasaba por delante de ellos y les veía tan acaramelados.

Sin embargo, aquel día me contó algo que les sucedió aun mas sensual, en un viaje que realizaron por Marrueco durante una semana santa. En busca de regalos para la familia y los amigos (por ejemplo, a nosotros nos trajeron un pipa de fumar), caminaban por el zoco, entrando en muchas tiendas.

Inma, que como decía antes es una mujer muy extrovertida, que además, domina perfectamente el inglés y el francés (y esto no lo digo con segundas… aunque será algo que os contaré en un capítulo posterior) iba entrando en muchas tiendas y preguntando a mucho de los dependientes, derrochando simpatía. Buscaban ciertas yerbas aromáticas de las que una amiga en Madrid les había contado que podrían encontrar en el zoco. Así, entraron en una amplia tienda, limpia bien iluminada, repleta de sacos con ciertos de productos a granel. En seguida les recibieron dos dependientes, moros, uno alto y fornido, con barba bien arreglada y otro más viejo, también de fuerte constitución.

Mientras este último preguntaba a Jack que producto deseaba, el primero se acercó a Inma y cogiéndole la mano se la besó en señal de respeto y seguidamente hizo una cordial reverencia hacia Inma, preguntándole en un empalagoso francés en que podía ayudar a una mujer tan bella en su humilde hogar. Inma se sintió tremendamente alagada y los cuatro comenzaron a hablar sobre de donde procedían los turistas, que habían visto en estos días en Marruecos, que les había gustado más, etc, etc. Los dependientes no tardaron en ofrecerles algo fresco que beber. No sería agua, si no una infusión especial, según les dijeron, que les daría fuerza para seguir conociendo los entresijos de la ciudad.

Tras unos pocos minutos, el viejo salió de la trastienda con 4 vasos, siendo dos de ellos del mismo color, los que tomaron para si los propios dependientes y los de Jack e Inma de color verde y rojo, respectivamente.

Amablemente, pidieron a sus invitados que tomaran asiento y que tomaran sin prisa sus bebidas. Y aquí es donde la historia se empieza a poner caliente.

Jack me contó que poco después de sentarse en los sofás, se sintió un poco mareado. Al tiempo que el se sentía cada vez más apagado, veía como, justo al contrario, Inma se sentía cada vez más excitada, como un poco borracha y a la vez cachonda y desinhibida, dejando cada vez más levantado su vestido y posiblemente ya enseñando sus bragas al descocido. Me contó también que notó como una bajada en la luz ambiental y como el cierre de una cerradura. Tras eso, solo recuerda que el moro mayor le comenzó ha hablar en árabe, que empezó a sonar una música ambiental tipo danza del vientre de tal forma que los ruidos del exterior se apagaron y que, aunque el tipo se ponía en medio, le pareció que el moro joven estaba cogiendo a Inma de la cintura, la cual había empezado a bailar agitando su vestido

Ahí el perdió del todo el conocimiento, quiso avisar a Inma de que la situación le estaba empezando a parecer peligrosa y que tal vez a él, le habían drogado para dejarle K.O y a ella la iban a violar, habiéndola drogado también, pero de forma muy diferente…

El caso es que pasadas 4 horas, no recuerdan ninguno de los dos muy bien, recuperaron la consciencia en los sofás de su hotel.

Como pistas, según me relató Jack, cuando se metieron en la cama, el estaba ya más despierto y descansado, pero ella estaba “destrozada”, según le contó y cayó rendida en la cama, por un momento. Tan fue así que fue el propio Jack el que tuvo que desnudarla, descubriendo que las bragas Inma las tenía empapadas, tanto por la zona del coño, como por la zona del culo.

Jack me dio a entender que los moritos se la habían follado los dos a la vez, por esta frase que se le escapó a Inma en su duerme vela, “si, moros, volved a metédmela los dos, os encanta mi culo”.

En fin, ojos que no ven. Los dos dimos completamente por sentado que Inma se había dejado llevar y no nos extrañó mucho. A mí la historia me excitó mucho y esa noche, mientras se la contaba a Vero, a la que también se puso burra, aproveché el contexto para meterle un plug delicadamente por el culo y follármela por detrás como un poseso, hasta que se corrió con gran gusto. ¿Qué sería aquel liquido licor rojo que tomó Inma?

Capítulo 4: Masaje en casa
En una ocasión, que no sucedía realmente muy habitualmente coincidió que Jack estaba de viaje y las cosas se dieron de tal forma que Inma me pidió que pasar por la casa que ambos tenía alquilada en una zona del norte de Madrid ya que Inma necesitaría ayuda para mover un mueble de lugar, demasiado pesado para hacerlo ella sola.

Como no podía ser de otra manera, ese día, bien duchado y bien vestido y perfumado, me acerqué para echarle una mano.

La verdad es que nos costó bastante. El mueble pesaba muchísimo realmente. Una vez colocado, Inma se afanó en limpiar el suelo, adoptando una postura prácticamente de yoga, quedando su trasero muy elevado y marcado… una vista impresionante desde mi posición.

El esfuerzo, unido al calor que hacía, nos hizo sudar a los dos un poco e Inma propuso que nos ducháramos, eso sí, por separado, lógicamente.

Así lo hicimos primero lo hice yo. Al entrar en el baño, en frente de la puerta, había un cesto lleno de ropa. No pude evitar fijarme: eran todo bragas, sujetadores, pantis y medias de Inma. No me atreví a cogerlos, tocarlos y olerlos, por miedo a que me descubriera, pero con ganas me quedé.

Finalmente me duché, con disciplina de no tocarme demasiado la polla, no era plan de salir de allí con un dolor impresionante de huevos.

Al salir yo del baño, entró ella y cerró la puerta, diciéndome que cogiera una cerveza bien fría de la nevera. Así lo hice.

En tan solo 10 minutos salió ella, ya con el pelo bien secado. Estaba para comérsela. Se había cambiado de ropa, llevando unas mallas grises muy ajustadas y un top blanco de licra.

Ya los dos en el sofá, me dijo que se había hecho algo de daño en el cuello. Me acerqué para observar si tenía algo y me indicó que si podía darle un masaje en la zona, que ella me enseñaría como hacerlo, pues hacía poco había realizado un curso de masajista.

Así lo hice aplicándome a fondo, apretando fuerte, siguiendo sus indicaciones, esparciendo abundantemente el aceite de masaje. El top me daba mucho espacio para rodear bien sus hombros y bajar “peligrosamente” a la parte alta de sus pechos, que marcaban deliciosamente ya sus pezones sobre el top.

Mi polla creía, tocando en alguna ocasión su espalda, al incorporarme.

Cuando decidí parar, Inma de dijo que me recostase sobre sofá y así los dos quedamos frente a frente a ambos extremos del sofá. Inma me quería enseñar otro masaje que había aprendido, esta vez en los pies. Me descalcé y subí los pues en el sofá en su dirección. Ella los tomó y los acarició con ambas manos, extendiendo sus piernas, enfundadas en unas bonitas medias cortas de cristal, en mi dirección. Se embadurnó bien de crema las manos y con ellas masajeó cada uno de mis pies. Lo hacía muy eróticamente, como si en lugar de pies fueran pollas, tanto que se los acercaba a la boca, abriéndola y sacando la punta de la lengua.

Lo más excitante fue cuando colocó de forma totalmente consciente uno de mis pies en toda su entrepierna y comenzó apretarlo fuertemente contra su coño, mientras estibara el cuello como mirando hacia el techo pero con los ojos cerrados.

Ya estaba a punto de sacarme la polla del pantalón para no reventar cuando suena el teléfono: Era la madre de Inma, que avisaba de que estaba por el barrio con su tía y que querían acercarse a saludarla.

Así que ahí termina la escena, con el morbazo que me da el recordar lo caladas que tenia las mallas a la altura del coño. Es una pasada ver chorrear así a una mujer sin siquiera haberle hecho nada más que lo que hicimos Inma y yo esa tarde en su sofá… algo que me dejó muy caliente.

Al llegar a casa, Vero recibió un tratamiento similar al que le da Michael Douglas a la psicóloga cuando vuelve de ver a Sharon Stone. Y todos tan contestos.

Capítulo 5: Conversaciones sobre sexo anal en la terraza del Centro
Con nuestras últimas vivencias, el nivel de confianza entre Inma y yo se incrementó mucho. Un buen ejemplo de ello fue una tarde de verano. Es tarde habíamos quedado a tomar algo en una terraza del centro Jack, Inma y yo.

Por problemas de tráfico, llegué 15 minutos tarde. Al hacerlo, Inma ya había llegado y esperaba sonriente tomando una cerveza helada. Al preguntarle por Jack me dijo que le había llamado y que a última hora se le había complicado un tema en el trabajo, por lo que se retrasaría como una hora. Así que eso nos daba 45 minutos para hablar de nuestras cosas.

Mientras apurábamos ya mi segunda cerveza y su tercera, Inma va y me suelta lo siguiente:

Inma: ¿A ti te gusta el sexo anal?

Antes de que pudiera articular un discurso coherente para contestarla, pero ante mi mirada de estupor y felicidad, Inma continuó:

Inma: A mi no me gusta demasiado pero he de reconocer que todos mis novios, excepto Jack, me han dado por el culo. No se que tiene mi culo que es una constante en mis relaciones, si. Todos me han dado por el culo. Y tu, ¿te has follado por el culo a tus novias? ¿te mola el sexo anal?

Antes aquella confianza de mostrada no podía menos que contestarla con sinceridad: la verdad es que me parece algo muy excitante. Demuestra una gran conexión y confianza. Si, me encanta, me excita mucho, me pone muy burro. Hay que hacerlo con cuidado y saber bien lo que estás haciendo, quiero decir, si te pones a follar por el culo, luego no quieras metérsela en la boca o en el coño, claro.

Inma: Claro, claro… reconozco que alguna vez, estando muy cachonda si me han hecho el culo-boca, pero evidentemente es mucho mejor el boca-culo que el culo-boca.

No sabiendo muy bien como continuar le contesté que, en descarga de sus novios, ella tenía un culo muy bonito, que a todo tio en su sano juicio le gustaría petar. Sin ir mas lejos, la semana pasada cuando estábamos en casa y te agachaste a recoger no se que debajo del mueble de la tele, que quieres que te diga, mi amiga se puso rápidamente morcillona, dije, poniendo mi mano sobre mi polla discretamente.

En estas que vemos a lo lejos llegar a Jack con cara de apurado. Tocaba ya cerrar esta conversación cuando Inma me dice:

Inma: Otro día me cuentas como preparas a tus novias para el sexo anal. Cambiemos ahora de tema que viene Jack. Te confesaré que he salido de casa duchada y con las bragas limpias, pero ahora las tengo chorreando y sucias seguro, ya que son negras, tras esta conversación.

SI VEO INTERÉS EN LOS COMENTARIOS, ESCRIBIRÉ UN NUEVO CAPITULO: POR FIN VECINOS Y EXPERIENCIAS EN LA PISCINA.

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