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TODORELATOS » SADOMASO » LAS REFUGIADAS 3 - EL CASTIGO DE NURIA
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Fecha: 29-Ago-23 « Anterior | Siguiente » en Sadomaso

Las refugiadas 3 - El castigo de Nuria

JBWriter
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Pedro impone su castigo a Nuria por no haber ido con él antes. Version para imprimir

Esta historia está en la tercera parte de una saga. Si no la has leído y quieres leerla los capítulos publicados están en :

Las Refugiadas 1: https://www.todorelatos.com/relato/195640/

Con un resumen en: https://www.todorelatos.com/relato/203840/

Las refugiadas 2: https://www.todorelatos.com/relato/203244/

Con un resumen en: https://www.todorelatos.com/relato/204059/

Naturalmente en el resumen te vas a perder todas las escenas de sexo.

Y en cuanto a los capítulos de esta parte:

Susana: https://www.todorelatos.com/relato/204105/

Pilar y Susana: https://www.todorelatos.com/relato/204178/

Susana y Pilar: https://www.todorelatos.com/relato/204712/

Contrataciones: https://www.todorelatos.com/relato/204860/

Carmen la lesbiana: https://www.todorelatos.com/relato/204992/

Sara la sumisa: https://www.todorelatos.com/relato/205057/

Ama y puta: https://www.todorelatos.com/relato/205363/

El inicio de los problemas: https://www.todorelatos.com/relato/205594/

La importancia de las tetas: https://www.todorelatos.com/relato/205705/

Reclutamiento: https://www.todorelatos.com/relato/205746/

La fuga de Nuria: https://www.todorelatos.com/relato/205825/

Las curas de Nuria: https://www.todorelatos.com/relato/205917/

Y ahora os dejo con la historia:

Le soltó un par de guantazos para despertarla. Entonces la hizo tomar una pastilla con un vaso de agua.

—Sería mucho desear que fuese un calmante, ¿verdad? —susurró con voz ronca Nuria.

—Sí, lo es —respondió Pedro—. De hecho, no los busques. No hay aquí. Esto es antibiótico. Ponte de pie y súbete a la báscula que te pesemos.

A duras penas, y ayudada por Pedro y Olha, ya que los labios cosidos a los muslos le tiraban y dolían horrores, pudo ponerse de pie y subirse a la báscula.

—Cuarenta y cinco, coma tres kilos —dictó Pedro. Olha lo apuntó.

Nuria Pensó que por eso le colgaban tanto las tetas. Había perdido siete kilos en estos casi tres meses que Joaquin, la estaba manteniendo con castigos continuos a base de no dejarla comer. Si no fuese por los bocadillos que Pedro… Amo Pedro, ordenó a María que le diese estaría anoréxica.

—Bien. Ahora puede cenar —ordenó Pedro a la vez que Olha dejaba en el suelo un bol hondo metálico de los usados para dar la comida a perros grandes. Nuria miró y vio que el saco de papel grueso sobre el que había apoyado su cuerpo estaba abierto sobre la mesa—, mientras Olha y yo disfrutaremos un poco. Luego te daremos de beber.

La sonrisa de Pedro ya le hacía ver que no la iba a gusta la bebida que Pedro le daría. Olha se desprendió de la ropa y se tumbó sobre la espalda en la mesa, usando el abierto saco de cartón como almohada. Extendió las piernas apoyando los tobillos en los bordes de la mesa y sujetándolos con las manos de forma que la apertura era de algo más de 180 grados, lo que la dejaba con unos cuatro dedos de culo fuera de la mesa. Pedro dejó caer sus pantalones mostrando una verga erecta y dura. Dio un par de palmadas en los muslos de Olha y otras dos en el coño. Poco después la piel empezaba a ponerse roja dónde había golpeado, momento en que Pedro la tapó la vista de Nuria poniéndose delante de Olha y penetrándola de un solo empellón mientras la sujetaba con pellizcos en sus pezones. Nuria volvió la vista hacia su «plato». El contenido del mismo era apenas una tercera parte, o menos, de su capacidad de unas bolas marón rojizo: pienso para perros. Cogió una con la mano para llevársela a la boca.

—Tch.. tch… —oyó a Pedro—. Como buena perrita apoyaras las patas delanteras en el suelo y meterás la cabeza en el bol para comer. —Nuria soltó la bola y le hizo caso. «Este hombre parece que tenga ojos en la espalda —pensó—. ¡Y eso que está entretenido!»—. Y eso será siempre, aunque estés sola.

Nuria metió la cabeza en el bol y tomó la bola con la boca. Estaba dura. Joaquin, su amo, bueno su anterior amo, la había matado de hambre, la había hecho ingerir mierda, diciendo que debía tomar algo para que las tripas no se digiriesen a sí mismas… Nuria no sabía si eso era así, pero pese al asco que le daba lo había hecho porque el hambre era mucha después de cinco días sin comer y apenas beber… Pero nunca la había hecho comer comida para animales, ni siquiera de bote, menos aún pienso seco. Era duro y muy muy áspero una vez roto. La saliva no la alcanzaba para hacer que dejase de parecer arena. Pero fue masticando.

Pedro había penetrado a Olha hasta empujar el cuello de su útero. Los cojones de él golpeaban las nalgas de ella en cada envite. La fuerte pinza en ambos pezones con sus dedos la mantenía inmóvil y hacía que Olha hubiera ya empezado a encadenar un orgasmo con otro. Cuando Pedro se corrió plegó los brazos estirando de la parte superior del tronco de Olha hacia sí con el único punto de apoyo de su culo y los pinzados pezones. Un hilillo de baba empezó a resbalar por la entreabierta boca del Olha, perdida en el interior de su mente por los continuos orgasmos. Pedro soltó los pezones para con rapidez, y antes de dejar hacer el cuerpo, pasar sus brazos por detrás del cuello de la chica. La atrajo hacia sí para que sus bocas se uniesen en un tórrido beso.

Cuando él salió de Olha esta se apresuró a plegar las piernas para bajarse de la mesa y arrodillada limpiar la polla de Pedro. Nuria levantó la vista al oírlos moverse. Pese al hambre que tenía apenas había comido un tercio de lo que le habían puesto.

—Bien perrita —dijo Pedro una vez Olha eliminó todos los restos de semen y flujo de su cipote—. Es conveniente que las niñas bien se limpien y meen… bueno orinen —bromeó—, luego de follar. Así que la perrita va a ser una buena chica y beberá todo antes de limpiar a la niña buena.

Nuria ya sabía lo que se esperaba de ella. No le gustaba, pero tras años de obligarla Joaquin, a beber sus meados al menos estaba acostumbrada. Se alejó del bol y se arrodilló abriendo la boca. Olha se puso delante de ella con las piernas flexionadas ligeramente por las rodillas y abiertas con una separación de los pies de algo más de medio metro. Empezó a orinar. El chorro no era tan fuerte como el de Joaquin. Además en dos ocasiones que la boca se le llenó tratando de respirar Olha paró. Esperó a que tragase todo para volver a mear. Cuando hizo una seña a Pedro esta la ordenó que limpiase. Nuria acercó más su cara al sexo de Olha hasta llegar a pasar la lengua sobre ella. Recibió en su boca la mezcla untosa y salada de flujo, semen y restos de orina. Lamió hasta que solo percibía su propia saliva.

Mientras Pedro había sacado una serie de pastillas de sus frascos, una o dos de cada según correspondiese, y los había puesto en un papel con sus nombres y cantidades. También había tomado una jarra y orinado en ella, así como un vaso.

—Si Olha ha tenido que parar dos veces significa que eres incapaz de beber de mí, como yo quiero. Eso lo hablaremos mañana. Por ahora te lo voy a poner fácil y vas a beber con vaso. Así aprovechas para tomarte todas estas vitaminas. También mañana hablaremos sobre ellas.

Nuria miró las casi veinte pastillas y cápsulas, algunas bastante grandes. Por suerte Joaquin, la obligó a relajar la garganta y tragar trozos de comida sin masticar como parte de su entrenamiento, ya que en la jarra había poco más de medio litro de líquido. Llenó un primer vaso y se metió de golpe la mitad de pastillas en la boca. Tragó a la vez que empinaba el vaso. Repitió con la otra mitad de las pastillas y el medio vaso que le sobró.

Pedro la riñó por no comérselo todo mientras Olha le retiraba el plato y sacaba una manta de mascota que extendió bajo la mesa. Ahí se tumbó Nuria mientras Pedro y Olha lo hacían en la cama.

Al día siguiente Olha se levantó y salió desnuda hacia la furgoneta para coger algunos objetos. Pedro se levantó y despertó a Nuria de una patada en el lateral del abdomen.

—De rodillas retrete —la ordenó—. Y abre la boca que quiero mear.

Nuria se arrodilló como pudo, sintiendo varios pinchazos al estirarse sus labios cosidos a sus muslos, y abrió la boca. Pedro empezó a orinar. Un chorro acre y grueso empezó a caer sobre la boca de Nuria y rápidamente la llenó. Por muy rápido que tragase no podía hacerlo todo y gran parte resbaló por su barbilla y pecho hasta caer en la manta de mascotas donde dormía.

En esas entró Olha.

—Deja las cosas en la mesa y mea —la ordenó Pedro—. Y esta vez no cortes el chorro, si no es capaz de beber que lo asuma y pague las consecuencias.

Olha tomó el relevo de Pedro y orinó sobre la boca de la tatuadora. Esta vez no pudo beber todo lo que le enviaba la chica, aunque fuese menos voluminoso que el chorro de Pedro. Después él ordenó a la tatuadora que se tumbase de nuevo sobre la manta mojada mientras desayunaban. Olha había traído lo que llevaban preparado, pero también el bocadillo que había preparado María para la tatuadora. Se lo comieron ellos dos haciendo que Nuria lo viera. Después Pedro la ordenó que se levantase y Olha la roció de desinfectante en todas las heridas. Le dio una pastilla que tragó con un vaso de agua como único desayuno. Tras ello hizo que se arrodillase para recibir instrucciones.

—Te ofrecí hace dos meses que lo abandonases todo y te convirtieras en mi sumisa. Lo rechazaste y te dije que ello tendría sus consecuencias. Ahora las conocerás.

»Decidí ordenarte que salieras para cumplir mi palabra, porque te esperaba algo peor que ser vendida. —Olha le entregó unos papeles que dejó sobre la mesa—. Ahí puedes leer, en árabe y en la traducción de Google, como tu antiguo dueño te entrega para ser despedazada a cambio de una nueva identidad.

»Veras que hay comida proteica y enlatada humana. No la tomes. No es para ti. Este espacio lo preparé para otra persona, pero lo compartirás con ella, aunque no su comida, cuando llegué. De momento serás la mascota y aspirante a aspirante. Hasta que te indiquemos otra cosa, Olha o yo, solo comerás la comida seca para perros de los sacos. Eso y las pastillas de la lista. Son un complemento de vitaminas y minerales para cuando la alimentación es solo a base de comida de animales o de heces. Sí, eso es lo único adicional que estas autorizada a ingerir solido además del pienso. Además , durante dos semanas tomaras pastillas de antibióticos cada doce horas. Están marcadas también.

Nuria hizo un gesto de asco.

—Por favor señor no…

—¡Silencio! No te obligo, por ahora a que lo ingieras. Solo te lo autorizo. Sera elección tuya cuando. Ya que serán las tuyas propias.

»Debes saber que si llegas a aspirante sí te lo exigiré. Pero de momento te basta con saber que puedes usarla como ingesta adicional más baja en calorías que el pienso.

»Ahora pesas cuarenta y cinco kilos trescientos gramos. Como has visto la báscula tiene una finura de cien gramos. Tendrás quince días para evaluar cuanta cantidad de comida debes tomar… pero ya te adelanto que será poca. Quiero que te peses todos los días. Pasados los quince de evaluación cada día que aumentes de peso serás castigada. Si más de dos días te mantienes también. Es decir, como mucho día sí y día no deberás bajar de peso. Hasta que llegues a cuarenta, o más bien por debajo de cuarenta. Quiero que te estabilices entre treinta y nueve y cuarenta kilos. Y para ello tienes tres meses, tres y medio a partir de ahora.

—¿Treinta y nueve y cuarenta? ¡Eso es casi anorexia!

—No. Lo sería si fuese porque te vieras gorda, pero como será porque te obligo solo hablamos de delgadez extrema… y si sigues protestando igual lo bajo un poco más.

»No esperaba que acabases tan mal con la eliminación de los rastreadores… por lo que prepare un plan de ejercicios. Olha te lo retrasará quince días. Hoy descansaras plenamente. Te tumbaras en la manta de mascotas y no te levantaras más que para pesarte, beber agua y comer. Mañana empezaras con una caminata de un kilómetro, pasado kilómetro y medio algo más rápida —Señalo la máquina de cinta para andar y correr—. Y así cada uno de los quince días se ampliará en medio kilómetro y en algo de velocidad, de forma que los últimos días será carrera. Después de los quince días empezaras con ejercicios en forma de tabla de gimnasia, remo, —Señaló la máquina de remo con dos consoladores—, y bicicleta estática. —Señaló la bicicleta que también tenía dos consoladores en lugar de sillín—. Tanto en las máquinas, como la carrera o la tabla de gimnasia, además, colgaras peso de tus labios vaginales, clítoris y pezones… En principio contaba con que los colgases de tus piercings, pero puesto que ya no los tienes Olha ha traído sus pinzas de cocodrilo para que las uses.

»No te las pongas sobre las heridas, desplázalas, en los labios. En el clítoris y en los pezones es imposible no ponerlas en las heridas, pero procura que abarquen ambas partes, no queremos que se te vuelvan a abrir. Si sangrases avisaras a Olha que te podrá eximir de usarlos. En todo caso espero que en quince días se haya curado lo bastante. Hasta que no empieces con la tabla no hace falta que las uses.

»El ejercicio será independiente de tus otras funciones, cuando se requieran. Esto no lo he montado por ti, sino por otra persona. Cuando la traiga seguirás siendo mascota, pero también serás su enfermera y guardiana hasta que te diga algo en contra.

»Creo que no hace falta indicarte que todo el equipo electrónico registra trazas, aparte de lo que tú apuntes, pues deberás anotarlo todo. Y que hay cámaras que vigilan lo que hagas y cualquier incumplimiento será castigado. Si es sistemático el castigo podría ser devolverte a Joaquin.

Pedro se vistió, Olha recogió sus cosas y salieron, dejando el cubículo cerrado, para subir a la furgoneta e irse.

—¿De verdad la vas a llevar a la anorexia sin control médico, solo por no querer venirse en enero?

—No. La hubiera hecho llegar a peso de anorexia con otro motivo… lo que sí es cierto es que la habría controlado la doctora Melanie desde el principio. En realidad es su castigo por llamar gorda a anastasia y a tu madre.  Ella es la que me ha recetado los antibióticos y los complementos. Están pensados para una dieta exclusiva a base de heces por periodo de seis meses y llegado como mínimo a 14 de IMC. Así que aún dejo algo más de medio punto de margen. Espero que regresemos antes, pero si se cumple el plan de ejercicios de tres meses (o te enviase una alerta por acabársele la comida) vendrás a recogerla, aunque usa los detectores por si aún tuviera otro localizador, y la llevarás a la doctora.

—¿Y nosotros?

—Nosotros disfrutaremos estas fiestas y el último día me iré. Mañana recogemos a Minerva en el aeropuerto. Y esta tarde tenemos otra cita.

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