Hace algunas semanas buscaba en internet relatos sexuales, las distintas categorías ustedes como lectores ya las conocen pero en algunas de estas historias leí la palabra "masoquismo", personalmente solo conocía sadomasoquismo pero descubrí que en varias de las experiencias de intercambios que hacemos mi marido y yo en esto acaban, Mario poniendo el escenario y yo metiéndome en aprietos ayudando a provocar las humillaciones, sometimiento, sadismo y la degradación que había experimentado a lo largo de todos estos encuentros, eran situaciones que como bien describen los viajes, se disfrutan tres veces, antes del encuentro donde normalmente me invade un miedo y nerviosismo extremo por el riesgo de conocer a un extraño y todo lo que éste pueda llegar a hacerme; durante el mismo cuando están dominando la situación a su gusto personal muchas de las veces sin importar mi sentir psicológico o físico y después del encuentro cuando recuerdo todo lo que sucedió y comprendo por qué hacen lo que hacen conmigo, incluso el morbo que eso le genera a mi marido que en parte hace que se prenda conmigo, el tema del dinero que para mí le da muchísimo morbo y demás detalles que mantienen en activo estas vivencias para ambos. Gustamos de todo esto a tal grado que buscamos estas situaciones que finalmente son las que relato, los encuentros aburridos o de situaciones que no tienen estos componentes me terminan aburriendo y por ende, no los escribo, ya que no me generan alguna emoción relevante.
Hablé de todo esto con Mario y aprovechando las variantes que yo misma había decidido realizar en nuestros últimos encuentros, los dos últimos escritos en esta página, le pedí que me ayudara a concretar alguno donde buscáramos precisamente eso, sería la primera experiencia donde yo buscaba directamente casi como condición que el cliente o clientes llevaran a cabo mis ganas de vivir el masoquismo o sadomasoquismo.
Estuvimos buscando en grupos de redes sociales y en los mismos clientes que habíamos tenido hasta que encontramos un chico de 27 años que buscaba estar con una mujer casada, las condiciones eran que, por mi seguridad, Mario estaría presente ya que no lo había contactado por los medios que regularmente usaba, nosotros escogimos el lugar, pero el cliente pagaría todo. No pidió vestimenta en especial así que decidí ponerme cómoda con un pantalón de vinil negro, debajo de él una tanga negra con olanes al frente, unos tacones altos del 15 de correa por encima del tobillo en color negro y una blusa blanca de transparencias con un bra igual blanco, mi maquillaje en negro muy cargado, usé pestañas postizas ya que esperaba que con el trato se correría toda la pintura y mi cara se vería genial, un labial rojo intenso mate de los que no se corren, rubor rosa y unas uñas rojas por igual. Mi descripción la omitiré ya que está en relatos pasados.
Llegamos al Motel en cuestión, esperamos por Juan en la habitación hasta que apareció, era de aproximadamente 1.80 metros, moreno claro, complexión regular, calvo, con una ligera barba, olía muy bien pero no era mi tipo así que para la ocasión estaba bien. Fue muy serio al saludar, no era muy educado por su leguaje.
-Aquí dentro esta todo lo que quiero que ella use, igual ahí viene la lana, dile que se vista. Le entregó una bolsa negra a Mario, se acostó en la cama y prendió la televisión.
-Se ve muy mamón este cuate no? pero bueno, a ver cómo te va Sofi.
-Estoy nerviosa jeje, con razón no quiso ropa, mira lo que quiere que me ponga.
Yo debía usar un boxer cachetero de charol negro, así como un sostén a media bubi del mismo color que aumentaba mucho en apariencia el tamaño de mis senos, venía una mordaza de bola para mi boca, unas esposas que Mario me puso por la espalda y un collar con una placa que decía “Juan”.
-No quiero que pares para nada el encuentro, realmente quiero sobrepasar mis límites, tengo muchas ganas de sentirme forzada, solo no quiero marcas en el cuello ni en la cara o golpes es lo único.
- ¿Segura? Porque una vez que empiece no hay marcha atrás, tú bien sabes las reglas. ¿Cuál va a ser tu palabra se seguridad?
-Si ya lo sé, estoy muy muy nerviosa, pero lo quiero hacer, así me arrepienta mañana jeje, tampoco quiero palabra de seguridad.
-A caray…bueno, está bien cielo, tus pones las reglas aquí.
Asentí con la cabeza como niña chiquita cuando la animan a enfrentar algo difícil y finalmente salí a mi encuentro con ese sujeto que bien sabía las intenciones que tenía, estaba temblando al salir, no podía caminar bien, tenía la piel de gallina, el tipo había puesto el aire acondicionado muy frío y al escuchar que Mario le decía las reglas, se me hizo un nudo en la garganta y me tomó por detrás del cuello ofreciéndome al tipo mientras yo lo veía con una expresión de miedo con mi boca ya babeando por la mordaza.
-Bueno carnal, aquí está tu nena, es hermosa y delicada y ya viste que está muy rica, pero viene dispuesta a todo, yo no me voy a meter absolutamente para nada, así que tú sabes lo que le haces, solo no queremos lesiones, golpes o marcas en la cara y cuello, pero de ahí en más nada, ni siquiera tiene palabra de seguridad así que aquí te la dejo, trátala como mejor te convenga, es toda tuya.
Mario había logrado mojarme con esas palabras, desde ese momento yo había perdido la protección de mi marido, ya parte de la jurisdicción de otro tipo que en esta ocasión era este que por el momento ponía música lenta en la tv, y solo daba vueltas alrededor de mí, tocaba ligeramente las palmas de mis manos, mi cabello, de repente mis muslos, pero nada de mis zonas íntimas; me estaba comiendo con la mirada, escaneaba todo mi cuerpo, su fuerte olor a colonia dominaba fácilmente el expedido por mi perfume, me estaba intimidando, pasaron unos segundos y voltee a ver a Mario sacada de onda y de un segundo a otro tuve tremendo castigo en mi mejilla izquierda por una gran bofetada, quede viendo hacia mi lado derecho con la cabeza volteada y el cabello encima de mi cara.
-Solo me vas a ver a mí, ¿entendiste?
Solo asentí con la cabeza y me gané una nueva bofetada, mi cara estaba super caliente y sentía el flujo de sangre llegar a la misma zona.
-Responde con la voz estúpida, para eso tiene boca.
Volví a asentir con la voz que podía sacar de mi garganta al no poder hablar por la mordaza que ocupaba mi boca.
Se sentó en la cama y me acostó boca abajo sobre sus piernas para subirme de manera violenta el boxer que se metía en mi raja violándome con la tela, dejé escapar un ligero chillido y a esas alturas yo pensaba lo que se venía, pero estaba equivocada, no tenía ni idea a lo que iba ser sujeta. Comenzó a nalguear fuertemente mi culo relativamente expuesto a un ritmo lento pero muy firme que poco a poco aumentó hasta convertirse en una golpiza, grité de dolor y me tiró al piso cuando se puso de pie violentamente, me levantó del cabello azotándome en la cama.
-Vas a hablar cuando yo lo diga zorra, ¿me entendiste?
Una vez más asentía con un ahogado "aha". Me bajó la mordaza y preguntó:
- ¿Dónde están las llaves de las esposas?
Voltee hacía Mario y me ordenó:
-Tráelas, rápido y cuidadito con hablar.
Así lo hice, Mario me las dio en la boca y regresé con Juan que me desabrochó las esposas y me agacho dirigiendo con sus manos mi cabeza hacia sus botas y con un poco de asco comencé a lamer su zapato ya que nunca había hecho algo así.
-Todo, rápido, límpialo. Ordenaba imperativamente mientras acariciaba mi culo que estaba levantado en posición de perrito.
Yo pasaba mi lengua por toda la superficie y por la orilla de la suela, besaba su zapato cuando me tomó del cabello para volverme a abofetear:
-Veme a los ojos, las putas como tú siempre deben mamar viendo a los ojos, ¡estúpida!, acto seguido recibí un escupitajo bastante potente en mi cara que pegó en mi ojo izquierdo y en automático cerré los ojos.
Volví a mi trabajo en sus pies, ahora lo veía a los ojos, estaba resistiendo el trato, quería ver a Mario, pero lo tenía terminantemente prohibido. Juan se puso de pie y me pisó la cabeza con su bota derecha, me dolían los aretes que se clavaban en mi cuello por su pisotón. Se bajó el pantalón, la trusa y sin dejarme levantar me puso boca arriba.
-Abre la boca pendeja, cuidadito con cerrarla o moverte, te la voy a clavar hasta el fondo. Susurró con firmeza en mi oído.
-Está bien. Respondí.
Juan se acostó boca abajo sobre mi para clavar enérgicamente su pene ya erecto sobre mi boca, cada embestida dejaba su miembro varios segundos impactado sobre mi garganta, lo sacaba y se dejaba caer de nuevo con la misma violencia. "AHHGG, AHHGG, AHHGG" es lo único que se dejaba escuchar en la habitación aparte de la música hasta que ya no pude más y empecé a toser, Juan siguió violando mi boca sin importar nada hasta que vomité, bastantes jugos de color pálido y ácido salieron de mi boca mientras él seguía con el castigo, mis jugos y los suyos resbalaban por mi cara, cuello y cabello. Finalmente se levantó y me puse boca abajo tosiendo mas no me dejó descansar, Juan me arrastró del cabello por la habitación, me metió al baño y me levantó en el espejo empotrándome en el:
-Mírate puta, estas toda puerca y ni siquiera te he cogido, así son las puercas como tú. Dime lo que piensas de ti eh, anda ¡vete en el espejo!
-Una puta sucia. No se me ocurrió que más decir mientras me veía en el espejo, mi maquillaje efectivamente estaba todo corrido, una de las pestañas se había desprendido de su lugar, mi cabello, aunque no muy dañado si manchado de vómito, pero mi labial seguía en su lugar, mis ojos estaban rojísimos por la presión, Juan castigó un par de veces con sus manos:
-Eres una maldita puta engreída, mírate, eres una ramera que está aquí solo para que la traten así, así debe ser con todas, eres basura, eres un pedazo de carne para divertirme y dejarte mi leche, ¡dilo!
Aun jadeando obedecí - soy una puta, un pedazo de carne con agujeros para que me cojas, soy basura, no valgo nada.
Luego me llevó al piso, me colocó en 4 y metió mi cabeza en el inodoro, sentí el agua fría y noté que se puso de pie y cuando me quise levantar con uno de sus zapatos empujó fuertemente hacia dentro haciendo que mi nariz chocara con la porcelana de la taza, hizo la descarga y me jaló del cabello, me escupió y me volvió a abofetear, me levantó enérgicamente y me apoyó en el espejo de nuevo, separaba mis piernas con las suyas y quedaba mi culo parado para él, comenzaba a violar mi vagina con dos dedos que sacaba y metía sin delicadeza alguna:
-¡Repite lo que eres estúpida, rápido, que no te ha quedado claro!
Intencionalmente me negué para ver que reacción tendría Juan, yo jugaba con fuego.
-No, no me ha quedado claro, no soy eso que dices.
Me tumbó sobre la taza para meter mi cabeza de nuevo, pero ahora me dejaba más tiempo sumida para poder iniciar la penetración, sentía como me nalgueaba duro mientras metía su pene en mi vagina. Iniciaba el duro mete saca sin previa lubricación, se sentía áspero y ardía, no lo disfrutaba, quería que parara la situación mas no hice nada por intentarlo siquiera, así que decidí seguir recibiendo el castigo. Descargaba de nuevo el inodoro y es cuando podía agarrar un poco de aire. Me untaba un poco de saliva en mi vagina y así seguía con la violación de mi sexo, poco a poco me empezaba a excitar y empezaba a colaborar con el movimiento de un brusco mete saca que marcaba mi macho en ese momento. Mario después me describió la escena así: "tenía tu cabeza totalmente metida en el inodoro, hacía la descarga cada vez que se llenaba el tanque, no sé si sentiste pero de repente con el aro aplastaba tu cuerpo y se escuchaban tus gemidos ahogados, estampaba tu cara contra la taza con su mano y tus brazos se movían como tratando de encontrar algo con que sostenerse, tus tacones se levantaban como pataleando, el guey parecía un enfermo porque te veía como con coraje y te estaba dando durísimo, la verdad si se aprovechó completamente de ti, tus nalgas rebotaban, se veía como tu piel ondeaba con las embestidas, tus tetas topaban con el borde de la taza, la verdad te veías riquísima así a su merced y pues aprovechó bien el poder que tenía sobre ti, tu no pudiste hacer nada chiquita, ni modo, hasta grabé un poco sin que se diera cuenta, estuvo muy bueno".
Finalmente me sacó de la taza y me volvió a incrustar contra el espejo mientras no dejaba de cogerme.
-Qué eres perra dilo, ¿así o quieres más?, mandaba de nuevo al tiempo que escupía en espejo para que yo chupara su saliva.
Yo lamía todo y veía mi cara rebotar por las embestidas que seguía recibiendo, ya me gustaban, ya estaba húmeda, mi vagina había cedido y estaba dilatada y húmeda. Trataba de responder con el aliento que me quedaba:
-Soy tu perra, tienes razón, no soy nada, soy un objeto sin valor al que vas a coger sin problemas cuando tú quieras, soy una puta asquerosa hecha para tu diversión...
Intenté continuar, pero finalmente me quebré, físicamente estaba bien pero moralmente yo misma me había entregado a esta humillación, comencé a llorar y aunque lo quise contener no pude y ya lloriqueaba mientras ahora eran las lágrimas lo que rodaba por mi cara y no las gotas de agua del inodoro, Juan no paraba, no mostraba piedad ni respeto, al contrario, se reía de forma burlona, creo que esto lo excitaba cada vez más porque me daba muy duro. Físicamente estaba sucia, pero moralmente me sentía derrotada, realmente me sentía nada, inferior, sin valor, degradada, es difícil de explicar; era extraño porque esto era lo que hacía que mi cuerpo vibrara de placer, el pene erecto, venoso y grueso de Juan ahora entraba con facilidad en mi interior, físicamente lo estaba gozando, había entrado en la etapa de simplemente soltar el cuerpo y dejarme ante mi hombre. Juan seguía castigándome, me maldecía y me violaba, gemía y se reía de mi mientras yo sollozaba.
-Maldita perra, ya te poseí, sigue llorando igual no me importas, vas a seguir siendo mi puta sucia hagas lo que hagas.
Me soltó y me dejaba respirando vencida en el piso ya que no me pude sostener y caí porque mis piernas temblaban, todo mi cuerpo de hecho, me estaba viniendo y exploté en un gran orgasmo, Juan se reía y aplaudía, pero más que soltarme creo era para recuperarse el y poder continuar con su plan.
-JAJA, a la putita le esta gustando, quien lo diría.
Me levantó del suelo y con suma facilidad me cargó en su hombro, mis piernas por delante y mi tallo y brazos por detrás, mi cabello aún mojado goteaba y el azotaba mi culo mientras me llevaba a la cama donde me dejaba caer como muñeca rota.
Me dejó boca arriba con mis piernas cruzada una sobre otra mientras flexionaba mis rodillas para que quedaran sobre mi pecho, mi culo quedó ligeramente levantado.
- ¡Abre el hocico y saca la lengua perra!
Obedecí y él escupió dentro de mi boca mientras yo no dejaba de contemplarlo, esa mirada severa, ese rictus de coraje, de un loco queriendo destruirme y ese lenguaje corporal que me sometía física y moralmente, realmente era intimidante.
Tragué su saliva y recibí una embestida, dejaba caer totalmente su peso sobre mi cadera, inevitablemente hacia gestos de dolor, me sacaba el aire, me estaba partiendo en dos, mis piernas forzadas en esa posición y mis agujeros completamente abiertos y a su merced hacían una posición compleja además de la dificultad para respirar. Se escuchaba sonoramente el "plop, plop, plop" cuando Juan estrellaba su cuerpo contra el mío mientras nos mirábamos fijamente, él con su sonrisa burlona y yo con seriedad, mi mirada estaba perdida en su cara. Yo sin luchar y el poniendo toda su fuerza física sobre mí, yo entendí que él había conseguido ya la completa sumisión y tenía completo control de mí.
-Ahhh, ahh, ahh que delicia de golfa, estás toda abierta, ahorita te doy por el culo para ver si ahí aprietas un poco.
- Está bien, tú haces lo que quieras. Respondí con resignación.
Yo seguía en esa difícil posición mientras Juan colocaba su antebrazo en mi cuello para apoyarse de ahí y en sus pies solamente para levantarse y luego dejar caer todo su peso y clavar violentamente su miembro en mi vagina, eso oprimía muy fuerte mi cuello y hacía que se cerrara mi garganta.
-Ahh, ahh, que rica puta eres, tan pendeja no estás, ya te estás portando mejor, si sabes coger eh. Me seguía insultando, se burlaba y me escupía sobre la cara.
En una de las embestidas salió todo su pene y al bajar entró mal produciendo que se le fuera de lado y causándole dolor, no tanto en mí, aunque también dolía.
-¡Ahh!, perra estúpida, me lastimé por tu culpa. Mientras me daba otra bofetada.
Yo me ponía las manos en la boca y cerraba fuerte mis piernas, me tomaba mi entrepierna y mi cuerpo estaba erguido, tieso por el dolor. Lloraba de nuevo y en ese momento realmente quise parar, pensé en pedir que ya acabara y que se fuera, de reojo vi a Mario que no perdía detalle, me preguntó a señas si quería que parara, pero lo ignoré. Tenía un nudo en la garganta pero mi cuerpo temblaba, estaba húmeda de mi entrepierna así que tomé aire profundamente y agarré valor, me sorprendí yo misma al decidir seguir sin dejar mi papel de mujer que debía servir a su macho, era lo que representaba Juan para mi en ese momento. Mario tenía cara de incredulidad.
-Discúlpame por favor, te recompensaré, deja bajo para que vuelvas a estar como roca, así podrás castigarme y desquitarte, ¿sí? Le hablé con un tono chipil y compasivo, no lo dejé pensar y sin más se dejó hacer, había evitado así un seguro castigo aun cuando no había sido mi culpa.
Me metía hasta donde podía ese miembro que poco a poco crecía de nuevo en mi boca, agitaba mi cabeza y lo enterraba un poco más en mi garganta, lo sacaba poquito y lo rodeaba con mi lengua. Lo levantaba con mis manos y chupaba sus bolas completamente, las lamía de arriba abajo y las besaba, igual a la punta de ese glande, agradeciendo todo lo que me había dado en ese rato. Juan tenía su cabeza echada atrás, sus piernas tensas, se echó en su espalda y levantando sus piernas separadas me indicó que le mamara el culo.
Lo pensé unos segundos, nunca había hecho eso, pero lo hice, saqué tímidamente la punta de mi lengua, olía extraño, Juan mandó que lo hiciera más profundo y así lo hice, poco a poco fue pasando el sabor y el olor, clavé mi lengua en su agujero y él se relajaba mientras gemía, sacaba más mi lengua y chupaba todo, desde su raja hasta sus testículos. Me di cuenta que su miembro estaba más erecto que nunca, era colosal. Con el pie me empujó hacia atrás y caí hacia atrás, se levantó y puso un pie en mi cuello, comenzó a masturbarse y yo ponía mis manos en su tobillo tratando de quitarlo pero no le hacía ni cosquillas, no sabía que pasaría, me levanto y me cargó, puso sus manos en cada una de mis nalgas abriéndolas para así ordenarme que yo misma me ensartara su pene en mi culo, yo lo abrazaba con tensión son los brazos por su cuello y con las piernas por su espalda, me dejaba caer poco a poco sobre su miembro y mi culo se fue abriendo hasta que sentí un calambre y un tronido en mi ano que abrazó por completo la base de esa tranca que ahora ocupaba totalmente mis entrañas.
-Ahh, mi culo, no mames, se rompió, me tronó, que pedo, ahh, bajame no seas cabrón.
Obviamente yo estaba en un llanto descontrolado, pero ni así recibía piedad de mi dueño en ese momento ni de mi marido, uno sin importar el dolor me seguía empalando y el otro solo veía todo, me arrepentí de pedirle a Mario que no interviniera para nada. En el cuarto solo se escuchaban nuestros sonoros gemidos.
Yo quedé de frente a Mario y Juan le daba la espalda, mi marido sonreía morbosamente, bebía una cerveza e hizo el ademán de brindar dirigiendo el pico de la botella hacia mí, yo sentía mi cabello rebotar sobre mi cara y le devolví el gesto con una leve sonrisa, Juan controlaba las subidas y bajadas de mi cuerpo sin dejar que su pene desalojara mí ya abierto culo.
-Que rico coges por el culo perra, y ya roto se siente más rico.
-Sigue entonces, cógelo, rómpelo más, es tuyo no mío, tu mandas papi.
-A ver si puedes caminar mañana golfa.
- Me quieres destruir entonces, ¿ah? Hazlo, destrúyeme, haz que me tengan que sacar cargando de aquí y dame la cogida de mi vida. La sensación había dejado de ser dolorosa y esta parte del jugueteo me gustaba así que colaboraba en el acto, después de todo dominaba perfectamente el arte de ser, no parecer, ser una verdadera puta.
Juan me colocó en cuatro sobre la cama y luego de dar unas cuantas lamidas desde mi clítoris hasta mi ano, me empaló con fuerza por mi sexo, mientras yo levantaba mi culo arqueando mi espalda, mi macho jalaba duro mi cabello, cada embestida que yo tenía que soportar la hacía coincidir con un fuerte jalón de cabello con lo que mi cintura sufría los embates. Me giró hacia Mario y ahora Juan me cogía de frente a mi marido que tranquilo seguía bebiendo en su lugar sentado de pierna cruzada.
- ¿Ya viste estúpida?, te cojo con tu vato de frente, él está viendo lo puta que eres, ve cómo te domino, cómo te rompo, cómo te hago mía, ve que no vales nada, que uno puede hacer de ti lo que quiera.
Mientras decía todo esto, me tomaba por debajo de mi cuello con una mano apretándolo y metía el pulgar de la otra en mi ano, yo veía a Mario con seriedad, todo esto volvía que Juan decía maltrataba mi orgullo y las lágrimas volvían a caer sobre mis mejillas, sollozaba. Juan levantaba mi cuerpo quedando sobre mis rodillas susurrando a mi oído, mientras me quitaba el sostén y pellizcaba mis tetas:
- ¿Qué, la reina quiere llorar?, ¿no te gusta?, no me importa, mira cómo te violo puta y nadie viene a defenderte, a nadie le importas, eres una ramera.
Realmente me hacía llorar ahora un poco más fuerte, me volvía a dejar en cuatro, pero me vencía sobre la cama, mojaba las sábanas con mis lágrimas mientras me seguían perforando mi sexo, sentía el golpeteo violento de sus huevos en mi entrepierna. Me incorporaba quedando nuevamente en cuatro y Juan colocaba su mano extendida encima de mi cabeza ocupandola por completo, mostrando poder y control, la manejaba a su antojo, era precisamente este gesto que comenzaba a regalarme ese cosquilleo en mi entrepierna, yo abría un poco los ojos para ver a Mario, no perdía detalle pero seguía serio, o almenos así se veía, era una situación con demasiado morbo y erotismo, el finalmente estaba ahí para cuidarme más no había intervenido para nada dejando y viendo como sometían a su mujer, como literal, otro tomaba el control de su cuerpo y mente para satisfacción de una de sus necesidades básicas.
-Míralo perra, míralo prostituta, míralo mientras me aprovecho de ti, ¿en qué piensas eh ramera?
Me gritaba en forma de insulto Juan continuando su bombeo pero ahora tomándome la parte baja de mi cuello sin permitirme movimiento alguno yo estaba totalmente sonrojada.
-En que me humillas, en qué te aprovechas de mí, sacas lo que realmente soy frente a mi esposo, que sigo siendo un objeto para coger y que el ve cómo es que se debe tratar a una prostituta.
Yo solo hablaba por hablar, mi tono era calmado, mostraba derrota, finalmente así lo estaba, Mario estaba viendo lo que quedaba de mí. Detrás continuaba sonando el "plop, plop" que causaba el golpeteo del cuerpo húmedo de Juan y el mío chorreando por nuestros fluidos. Bajó a mi entrepierna y comenzó a lamer todo lo que pudo como loco, sentía como metía su lengua dentro de mi ano y la movía dentro del mismo, hacia el mete saca ahora con su cabeza y no pude dejar de sonreírle a Mario ante esa sensación que me provocaba, repetía la misma operación con mi vagina, succionaba y mordía ligeramente mi clítoris para luego succionar y morder fuertemente mi nalga derecha provocando un oscuro chupetón que no se iría hasta pasados tres días.
Me tomó de la cara apretando mis mejillas, me escupió y me insultó:
-Ahí te dejo mi marca para que cuando Te coja otro, vea quién te poseyó primero. Ahora vas a mamar y no vas a parar hasta que yo diga, te voy a grabar mientras dices lo que estás haciendo y a quien, no quiero chingaderas porque vaya que me la voy a jalar viéndolo y tal vez hasta se lo enviemos a tu maridito, ya veremos, quédate ahí hasta que yo te diga.
Se sentó en una silla y tomo su celular, comenzó a grabar.
-!Ven aquí putita!, pero de perrito para que se vea lo que eres, una perra.
Inmediatamente obedecí.
Comencé a mamar de nuevo su pene que seguía erecto, me lo metía a mi manera, sin dejar de ver fijamente el visor del celular.
-Que rico mamas la verga, ahh como me haces gozar.
Mientras me apartaba para quedar sentada en mis piernas grababa el resto de mi cuerpo deteniéndose especialmente en mis pechos y en mi culo.
-Miren está puta, que rica esta, miren estas tetazas, ricas y grandes. Las amasaba y las azotaba mientras grababa. Luego me dio la vuelta y me empinó sobre el piso.
-¿Ya vieron este culito?, este agujerito se lo acabo de reventar a la pobre putita pero bien que le gustó, aprieta rico todavía, y la mordidita miren, para que no se le olvide en un tiempo quien le rompió el culo.
- ¿Verdad que si te gustó perrita?
-Si mi amor, me gusta como me coges, me rompiste bien rico el culo. Respondí con mi sonrisa coqueta.
Me tomó de cuerpo entero ya sentada sobre mis piernas dobladas en el piso.
- ¿Y tú quién eres a ver?
-Una prostituta. Respondí mientras volvía a tomar ese pene que ya me tenía loca y sin dejar de mirar el visor.
-Eso ya lo sabemos pendeja, ¿cómo te llamas?, reí cuando me llamó "pendeja".
-Sofi.
-Que rico la mamas Sofi, estás hecha para esto, cuéntale a todos lo que te hemos hecho hoy.
-Me has cogido duro, muy rico por mis tres agujeros, me ahogaste con tu vergota, me metiste en el inodoro, pellizcaste y azotaste mis tetas, te has divertido conmigo, también me escupiste, me has hecho chupar del piso, a tus zapatos, me jalaste el cabello, me cacheteaste, me has insultado mucho pero todo super rico te lo juro.
-Pues es lo que te mereces golfa sucia. Me respondía volviendo a apretar con la mano libre mis cachetes dejando otro escupitajo en mi cara mientras yo seguía masturbando a su miembro.
Sentía que me iba a romper de nuevo, otra vez la sensación dura en el pecho y mis ojos encharcándose.
-¡Chúpalo todo!
Así lo hice con cada gota de la saliva que acababa de tirarme.
-A ver, ¿te he dicho algo que no sea cierto hoy?, repítelo.
-No, si soy una prostituta y tu puta, ¿pagaste no? Así que si lo soy. Admitía mientras sonreía y mandaba un beso coqueto a la cámara con mis ojos ligeramente encharcados por las lágrimas.
Yo seguía con mi felación mientras Juan me seguía insultando y hacia la Britney señal apuntando a mi cara y obligándome a chupar todo ese dedo medio sin dejar de hacer la obscena seña.
-¿De quién eres perrita?
-Tuya.
- Excelente, ¿cuánto cobras Sofi?
-No sé, 1000 por hora.
-Uyy, puta y barata.
-Ay, no sé ni siquiera me quedo con todo, ya déjame mamar en paz.
-Que rica bebé entonces eres una puta, barata y pendeja jajaja.
-Mmm, cállate.
Me limité a seguir mi trabajo, sobando su escroto, metiendo sus bolas en mi boca y succionando todo lo que podía.
-Vamos, súbete a la cama y muéstrame tu conchita, rápido.
Ahí estaba yo, en cuatro como una vil perra aporreada y degradada, con el cabello totalmente enmarañado, mi maquillaje incluyendo el labial y mis pestañas ya no existían, estaba llena de sudor propio y ajeno, agua, vómito, lágrimas, semen, saliva, tenía el ano acalambrado y probablemente roto, tenía la cara, el cuello, las tetas y el culo enrojecido, tenía un gran chupete morado y rojo en la nalga derecha, mis tacones me estaban matando y con todo y eso seguía obedeciendo lo que Juan me pedía, de mientras todo mi cuerpo en esas condiciones quedaba bien documentado en su celular.
-Vete al baño pinche puta, ahí te voy acabar.
Iba como podía hacia el baño temblando.
-Ya sabes que hacer verdad pinche golfa. Me gritó mientras yo sola metía la cabeza en el lugar que correspondía.
-Eso es todo, sabes tu lugar zorrita. Y si lo sabía, como puta entiendo mi lugar, es mi labor, para eso me contratan.
Empezó a bombear una vez más por mi culo que seguía doliendo, mis gemidos y gritos causaban borboteo en el agua del inodoro, no me dejaba tanto tiempo dentro del agua ahora, solo sacaba y metía mi cabeza mientras flexionado en sus piernas masacraba mí ya destruido ano. Mis brazos ya colgaban sobre el borde de la tasa, mi cabeza se movía bajo las órdenes de sus poderosos brazos, mi cuerpo chocaba con la porcelana. Me levantaba y giraba mi cabeza para meter su pene hasta al fondo de mi garganta para luego volver a colocarme a cuatro sobre la tasa. Una vez más dejo las palabras de Mario describiendo esa morbosa escena.
"Te la volvió a aplicar, pero está vez tu cabello ya se veía mal, ya no traías maquillaje, ya no jadeabas ya eran como gritos ahogados, ya no trabas de detenerte con las manos, ya nada más las tenías ahí sobre la tasa, tenías las rodillas sucias, las manos, te veías bien jodida y cochina, toda roja de la cara, las tetas y el culo, el moretón en la nalga uff, tu piel ondeaba ahora más con las cogidas, como si estuvieras más suelta, la verdad te veías bien rica, solo que te veías ya sucia, como si olieras mal, me prendió un chorro la idea de que habías caído bajo así como tú misma dices. El güey si se pasó de galleta, se quedó pegado de ti y cuando terminó en tu culo se salió y fue cuando te metió el dildo que para que no se te salieran jaja y la cerecita en el pastel, aventarte en la regadera, te juro que lo veías como pidiendo piedad, te veías tierna y en eso que te orina, debiste ver tu mirada de asco cuando lo hizo y se bien que te dio coraje pero aceptaste el castigo y todavía abriste la boca para tomar sin que te lo dijera ¡wow!, no Sofi, estuvo increíble, no te lo haría pero me encantó ver cómo te hicieron lo que quisieron.
Cuando Mario me contó esto ya en casa me calentó muchísimo.
Finalmente, un exhausto Juan por fin decidió terminar con la masacre, eso había sido. Abrió la regadera y me aventó el jabón.
-A ver si te bañas pinche puta maloliente, hueles a miados.
Juan me dio un beso en la frente y solo se vistió ahí mismo en el baño sin volverme a dirigir la mirada si quiera y se marchó, algunas palabras escuché que intercambio con Mario pero no puse atención, yo estaba sentada en la regadera sin poder moverme, me caía el agua sobre el pecho y parte de la cara tratando de pensar que había sucedido, había terminado por vivir una experiencia de sexo brutal tratando de vivir una de sexo masoquista, el resultado había sido demasiado pero la verdad es que no niego que había valido la pena.
Mi marido me ayudó a asearme, me secó, me peinó un poco y me cambió, me puso un vestido corto de flores y me acostó en la cama, yo me puse en posición fetal para tratar de descansar un rato.
-Aún quedan como cuatro horas del cuarto mi cielo, duerme mientras yo te cuido, así como te pusiste te ves lindísima.
Yo cerré los ojos y luego sentí las manos de Mario cachondeando mi culo ligeramente descubierto por mi posición, entendí porque escogió ese vestido, y no hizo nada más que eso, solo para darse auto placer, yo no tenía cabeza y cuerpo nada más que para descansar.