Narra Pamela:
—¿R..Ra-apha? —pregunté, todavía nerviosa.
El pecho me comenzaba a doler cada vez más, lo que sentía era culpa y desilusión. Sabía desde hace mucho que a Tony lo molestaban en la universidad.
—¿Tu padre sabe de esto?
—Se lo conté hace mucho, pero no hizo nada. Me dijo que lo mejor era simplemente ignorarlos a todos y seguir como si nada pasara.
Había confiado más en él que en mí, o quizá no quería admitirlo frente a mí.
—No importa. Me voy a dormir ya, no quiero seguir pensando en nada.
Poder verlo así derrotado no me permitió que hiciera otra cosa. Lo dejé allí, tal como él quería. Salí de su cuarto y cerré la puerta. Encendí la televisión en la sala para que sirviera como ruido de fondo, cogí el celular y llamé a mi esposo.
—¡¿Cómo es posible que no me hayas contado nada?!
—Él no quería contarte nada, amor. Me hizo prometer que quedaría entre nosotros, fue una promesa de hombres.
Vaya hombre, pensé.
—¿Quieres que vaya a verlo? —continuó.
—¡No sé!
—A él le hace bien verme. Quizá si…
—No uses esto como excusa Anthony. Él está durmiendo, no creo que quiera ver a nadie. Solo se me ocurre una manera de ponerlo de ánimo otra vez, aunque estoy totalmente segura de que no podrás ayudarme en nada.
—Solo le dije que se mantuviera indiferente con sus abusadores, y mira, estuvo funcionando estos últimos días. Ya no llegaba con moretones ni…
Le colgué por enojo.
Fui al comedor y me serví una copa de vino. Mi esposo solo debía solucionar el problema de los bravucones de su hijo, a mí me tocaba eso y lidiar con el hecho de haberme acostado, y sentir “cosas”, por uno de ellos. Pensaba en Rapha y todo lo mágico que me había hecho vivir, mis recuerdos con él se transformaban en golpes a mi hijo.
Estuve a punto de llorar cuando recibí un mensaje de él.
“Espero verte mañana, hermosa. Tenemos que ir a un restaurant cerca a mi casa, es totalmente privado. Nadie nos molestará si se nos antoja hacer otras cosas además de comer.”
Pensé en bloquearlo, eliminarlo de mi vida y hacer como que nada hubiese pasado nunca, pero en ese momento las fuerzas no las tenía. No le respondí y me fui a dormir, pensando en el tipo de madre en la que me había convertido.
***
La mañana siguiente desperté tarde, mirando el reloj de pared supe que la hora del desayuno había pasado hace mucho: marcaba las 11 de la mañana.
Tan pronto como llegaron los pensamientos, toda la cabeza me volvió a dar vueltas. Solo quería volver a cerrar los ojos y que el mundo se acabe.
Mi celular timbró, era un mensaje. Encendí la pantalla y noté el sinfín de mensajes y llamadas de Rapha. No quería ver ninguno, solo atiné a apagarlo.
Fui primero a la habitación de Tony, no estaba. Seguí por el comedor donde encontré su nota.
“No quise despertarte, ya desayuné. Me voy a la universidad”
Fui a la bañera para despejarme y por fin tomar la decisión que tanto rondaba por mi cabeza desde que me enteré de la fatal noticia de ayer. No quise actuar con el odio hacia Rapha y hacia mí misma, había dejado que la decisión madure.
Exactamente a la 1 de la tarde ya estaba “renovada”, lista para llevar a cabo mi plan y lo que sería un cambio radical en mi vida. Sin embargo, tan pronto como tomé la manija para abrir la puerta, oí unos pasos del otro lado.
Narra Rapha:
Nunca antes me había dejado sin responder los mensajes. Despertábamos temprano, yo por mis entrenamientos y ella por su hijo; solíamos conversar un poco, incluso sexteando o llamándonos, esta vez no hubo nada de eso.
Las horas pasaban y no obtenía respuesta alguna, me empezaba a preocupar hasta que recibí la noticia de lo que habían hecho mis amigos.
—Le hicieron un favor al mundo rompiendo esa mierda de disfraz.
“Carajo…”. Fue lo único que pensé. Todos se reían, esta vez yo no.
Claro que sabía al respecto, habíamos planeado no solo romper el de él, sino el de todos y luego dejarlos fuera de toda fiesta a la que quisieran ir. Siendo sincero conmigo mismo, esos planes ya eran parte del pasado. Desde hace mucho que ya no me interesaba nada más que no sea Pamela.
Me fui sin decir nada, sabiendo lo que tenía que hacer. De camino a la primera parada que debía hacer recibí un mensaje.
“Sé que te follas a la mamá de Tony”
No le di ninguna importancia y seguí con lo mío. Fuese quien fuese la persona detrás del mensaje, sabía que nadie tenía lo necesario para meterse conmigo.
La primera parada fue rápida, tardé más en llegar a la casa de Pamela. No había preparado lo que le diría, por eso me tomó por sorpresa verla a punto de salir.
Los dos permanecimos con la mirada fija en el otro, seguramente estuvimos así por unos minutos sin hacer nada. Luego pasó lo que me esperaba: me propinó una fuerte cachetada en la mejilla izquierda.
—Me mentiste —dijo enojada, aunque sin gritar.
—No quería que te enteres así.
Volvió a darme otra cachetada.
—¿Cómo querías que fuera? ¿Acaso querías escribirle tu nombre en su frente? Ni siquiera sé cuántas cosas le hiciste.
—Yo no le hice nada.
—¡Lárgate!
La detuve antes de que pueda cerrar la puerta.
—Solía divertirme abusando de los tipos como tu hijo. A él recuerdo no haberle hecho nada más que solo hablarle.
—¡Yo vi sus moretones!
—No fui yo, pero era lo que hacíamos. Mira, desde que te conocí, Tony dejó de existir para mí, igual que todos los demás. Sabía que en algún momento debía detener el acoso con él, pero no esperaba que mis amigos se me adelantaran.
—Tus amigos… Para mí es como si tú lo hubieras hecho. Para mí tú eres el causante del sufrimiento de mi hijo. Ahora lárgate antes de que llame a mi esposo.
De mi bolsillo saqué mi celular, abrí la galería y se la mostré.
—Esos…
—Son los tipos que molestaron a Tony. Eran mis amigos.
—No es lo que yo quería.
—Lo sé, quizá me excedí un poco con la golpiza, pero se metieron con mi nuevo amigo y no los iba a perdonar.
—Rapha…
—Esto no cambia nada, lo sé. Como a tu hijo maltraté a otros más, no solo de palabra. Desde que te conocí no pienso en otra cosa más que en ti. Quieres ver a tu hijo feliz y que yo desaparezca. Listo.
Tomé la caja que había dejado recostada en la pared de afuera, la cargué y la coloqué apenas pasando la puerta de la casa de Pamela.
—Con esto me despido, ojalá nos veamos otra vez.
Narra Pamela:
No tuve reacción ante lo último. Había mucho más que procesar, cerré la puerta y fui a sentarme en el sofá. Mi idea de salir para concretar mi plan la descarté. En mi mente sabía muy bien que jamás iba a perdonar a Rapha, pero…
***
—¡Sorpresa! —grité cuando mi hijo llegó a casa por la noche.
Mi hijo no pudo contener la emoción, tan pronto como la vio quiso llevar toda la caja a su habitación. Tuvimos que hacerlo entre ambos, por lo pesada que esta era.
—¿Cómo la conseguiste? ¡Es carísima!
—Es tus próximos diez regalos de cumpleaños siguientes.
—¡Vale la pena! ¿Papá te ayudó a comprarlo?
—Me alegra que te haya gustado, cariño. Tienes todo el tiempo para que la admires jaja.
—Ha sido un día redondo.
—¿Por qué lo dices?
—Primero, ninguno de los idio… Ninguno de los bravucones se me acercaron en la universidad. Es más. creo que ninguno de ellos asistió. Luego le pedí a Katy poder ir juntos mañana a la fiesta, ¡ella aceptó!.. ¡Y ahora esto!
Suspiré aliviada y con una sonrisa de alivio en mi rostro. Después de todo, pudieron haber sucedido miles de situaciones en las que la familia quedaría destruida, pero a pesar de todo ello ocurrió lo mejor. Era lo mejor, mi hijo estaba feliz y yo también si él lo estaba, solo volvería a mis antiguos años de soledad.
—¡Mami!
Mi hijo gritó luego de estar un rato en la habitación, fui rápido.
—¿Qué pasa, Tony?
—Creo que se te olvidó esta bolsa de ropa.
Dentro de la caja había una bolsa que parecía no pertenecer al resto, tenía la marca de ropa femenina en el exterior.
—Sí… Debo haberla olvidado… Gracias.
La tomé de manera cautelosa ,como si se tratara de una bomba, y fui a mi habitación. Una vez allí la dejé descansar sobre la cama. El interior contenía tiras de papel coloridos y picados, que mantenían en secreto su contenido. Metí la mano y lo primero que sentí fue un cartón, era una tarjeta.
“Te espero mañana, sabes a dónde ir”
Narra Tony:
Apenas cabía en el traje, Batman es un tipo enorme no solo en estatura, por lo que aún reduciendo todas las tallas que permitía el disfraz, aún me quedaba algo grande. Disimulé todo con algunas refacciones, después de todo, eran los detalles y los accesorios los que hacían del traje una completa pasada. Llevaba en las manos unos batarangs, solo para alardear.
Al pasar nadie dejaba de mirarme, incluso las populares porristas que hoy iban vestidas más putas que nunca. Todos sabíamos a lo que íbamos, incluso yo, sabía que era la fiesta de halloween de la facultad la oportunidad para dejar de ser virgen de una maldita vez.
—¡¿Tony?!
Volteé a ver a Katy, ni siquiera mi máscara pudo ocultar mi vista directo a los pechos de ella, el traje no hacía más que hacer notar esos dos balones en su parte superior.
—¿Ese traje qué? —dijo con una sonrisa de impresionada.
—Ejmm.. Pasó algo, no importa. Ya estamos los dos. Me encanta el tuyo también.
—Gracias… ¿Has visto a los demás?
—¿Qué importan los demás? —dije riendo—. Vamos.
Las fiestas no eran precisamente lo mío, pero estaba cubierto hasta los dientes, solo mis amigos podrían saber que era yo quien estaba debajo del traje. Era momento de dejar la inhibición.
Conforme pasó el tiempo, mis amigos llegaron, cada uno más sorprendido que el otro. Podría decirse que por primera vez en la vida era el centro de atención, no solo con mis amigos, sino con todo aquel que se me acercaba para tomarse algunas fotos.
De pronto llegó Salva, quien también robaba miradas, aunque por otra situación: su traje consistía en su torso desnudo (casi siempre se nos olvidaba lo musculoso y fornido que era él), debajo llevaba puesto un jean de tirantes y delante de su entrepierna llevaba una caja con botellas de leche.
—¡Llegó el lechero! —gritó.
Parecía ya algo bebido. Me sorprendía cómo el hecho de quitarse los lentes y la camiseta lo volvían en una especie de galán. Hasta Katy, un poco bebida como todos, no solo miraba a su torso, sino al bulto en su entrepierna cuando este quitaba la caja del lugar.
—¡Demonios hermano! —me dijo.
—El tuyo también me gusta — le respondí.
—A las chicas también —echó a reír.
Continuamos con la fiesta, aunque la bebida no me estaba sentando para nada bien. En un momento los dejé para ir al baño, no sabía muy bien para qué, pero sabía que lo iba a necesitar.
El asunto es que era la primera vez que visitaba la fraternidad, así que me perdí entre el gentío y los pasillos de la casa. Subí al segundo piso y abrí una puerta.
—Ghhggg…. Mmmgg mggg…
Pedazo de culo miraban mis ojos. Una mujer, a orillas de una cama, estaba arrodillada dándole una mamada a un chico que estaba tumbado boca arriba. Ninguno de los dos me había visto o sentido, por lo que dejé la puerta entreabierta para seguir mirando un poco más.
La tipa era toda una experta con la garganta profunda. Vestía el mismo traje de latex negro que Katy, aunque se notaba que ella era toda una mujer, era como ver a tres Katys en una sola persona.
El tipo se levantó y casi me ve, por lo que me apagué a la pared un momento. Volví a acercar la vista al oír a la mujer gritando como una perra. Ahora ella estaba sobre la cama, en 4, y el tipo detrás de ella la follaba fuertemente dándome la espalda.
Quería hacerme la paja allí mismo, pero recordé que para eso tenía a Katy. Me alejé del lugar cerrando la puerta, luego de unos minutos pude dar con el baño.
Cuando regresé a la sala vi a mis amigos conversando en un sofá, faltaban Salva y Katy.
Narra Pamela:
Tenía puesto encima un saco abrigador que me cubría hasta las rodillas, en la cara llevaba puesto una especie de antifaz o máscara. Tony había llegado ya hace un tiempo así que no me preocupaba encontrármelo, de todos modos, tan cubierta como estaba iba a ser imposible que alguien me reconociera.
Esta vez nadie me tomó importancia, no como en la anterior fiesta, si supieran lo que llevaba puesta debajo del saco, seguramente las cosas hubieran terminado mal para mí.
Caminaba hasta que alguien me tomó de la mano y me llevó a un pasillo, no puse resistencia porque reconocía esa fuerza y esa mano, además que por ver su silueta sabía que era él.
—Luces hermosa —me dijo.
—No has visto el disfraz todavía.
—Esto es suficiente.
Tocó mis labios desnudos, no pude evitar sonreír y mirar para otro lado.
—Suéltame, sigo enojada contigo. Es más, yo no sé qué hago aquí.
—Bueno, puedes irte si quieres. Solo quería verte sonreír otra vez.
Era verdad que seguía enojada, pero no quería volver al pasado. Él había tenido sus errores, pero ya todo estaba bien.. Tony estaba feliz…
—Ok. Adiós entonces.
Me di la vuelta para marcharme, pero tomó mi mano y me acercó a él. Me estampó un beso en los labios que no pude apartar. Lo abracé y entramos a un cuarto.
—Por cierto —dije entre besos—, ¿de qué vienes disfrazado tú?
—Soy el mejor amigo de tu hijo.
Narra Rapha:
—El disfraz te queda pintado, zorrita.
El ruido quedaba perdido entre el bullicio exterior.
—¡Sigue!
Le quité la máscara, arrojándola a un lado. Tomé su cabello haciéndole una cola para luego jalarlo. Pamela se arqueó como una experta, colocando las palmas de su mano sobre la cama y haciendo esfuerzo para no decaer.
—¡Me encantas papi! ¡Sigue! ¡Hazme venir!
—¿Estás lista para que te reviente el culo, cariño? —pregunté retóricamente mientras introducía dos dedos en su ano, deslizándose con suma facilidad.
—No… —sollozó—. Ya te he dicho que la tienes demasiado grande…
—Por eso te lo voy a reventar —aseguré.
Comencé a meterle solo la puntita, suficiente como para forzar que el dilatado orificio se tuviera que ensanchar aún más.
—¡Rapha!
La madre de Tony cerró los ojos, sentía cómo este macho que le destrozaba el culo tiraba de sus pobres bragas para rasgárselas definitivamente, antes de agarrarle ambos melones, sobándoselos a conciencia. Las placenteras caricias ayudaron a que pudiera asimilar el enorme intruso que no cabía en su interior, percibiendo con total nitidez el dificultoso avance de los 23 centímetros que, milímetro a milímetro, rasgaban todos y cada uno de los poros de su demacrado esfínter.
—¡Maldito hijo de puta! —gritó.
Le solté el cabello para dejar caer todo mi cuerpo sobre el suyo, pasé mi brazo por su cuello y lo estrujé con mi biceps, pegándola a mi rostro.
—¡Aquí la única puta eres tú! ¡Te voy a partir el culo putita!
Ella no dejó de gritar como desquiciada, de pronto no se escuchó más que aplausos. Hasta que finalmente ella volvió a gritar.
—¡Me corro! Me corro… me… uhm…
Estuvimos un rato acostados. Había quedado casi tan exhausto como ella, no teníamos noción del tiempo, aunque tampoco importaba porque la fiesta seguía.
—Iré por unos tragos, vengo por la siguiente ronda.
Le di una bofetada en ese precioso culo que permanecía de cara al techo.
—No tardes —me dijo levántadose y acomodándose el cabello.
Fui a la barra, allí bebí más de unos cuantos tragos, ya había estado bebiendo desde antes que ella llegase. Volvía a la habitación un tanto mareado. Conocía ese lugar como la palma de mi mano; sin embargo, ahora todas las habitaciones me parecían iguales. Abrí una puerta, con la seguridad de que era allí, pero…
—¡Sí! ¡Fóllame así!
—¡Toma perra! ¡Toma toda mi leche!
No dije nada, ni ellos notaron mi presencia, estaban muy en lo suyo. Aún con mi embriaguez pude reconocerlos, eran parte del grupo de nerds, amigos de Tony.
Iba de camino a otra habitación cuando vi a Tony, a través de una ventana, de hecho vi el traje -sabía que Tony iba debajo-, caminaba cabizbajo, como si algo le hubiera pasado.
Se me pasó la embriaguez de inmediato, fui a ver a Pamela.
Narra Mercy:
Esta es la última parte de este relato que subiré aquí, las partes finales estarán disponibles solo en mi patreon Traviesa Virtuosa. Agradezco su comprensión. Saludos.