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Fecha: 18-Sep-23 « Anterior | Siguiente » en Voyerismo

Vacaciones en la playa. En la mente de Marta. (2)

RayFenix
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Tiempo estimado de lectura: [ 16 min. ]
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Continuamos con los sucesos ocurridos en "Vacaciones en la playa" desde la perspectiva de Marta. Version para imprimir

Parte 6.

La cena transcurría de manera normal, salvo por algunas miradas que acaparaba con mi vestido blanco, cuando algún movimiento involuntario hacía que mostrara algo de teta por el lateral del vestido. Me gustaba sentirme observada.

Ya en el postre mi marido se levantó para ir al baño, pero con cara de pícaro se acercó a mí. Se bajo un poco los pantalones para mostrarme que no llevaba calzoncillos. No pude evitar sorprenderme.

-¿No llevas nada debajo? -. Le pregunté riendo.

-Nop -.

-Pues como te empalmes lo vas a pasar mal -.

-No te pienses que no lo he pensado -.

Ambos soltamos una carcajada y se marchó al baño. Yo me quedé sola con mis pensamientos. El gesto de mi esposo hizo que me viniera a la mente una idea morbosa, mientras observaba como Juan volvía a la mesa y se sentab,a sentí que ya había tomado una decisión.

-¿Pedimos otra? -. Le pregunté con cierto nerviosismo que el no notó.

-Vale -. Respondió llamando al camarero.

Mientras este se acercaba empecé bajarme disimuladamente el tanga, mi cuerpo temblaba, me lo dejé a la altura de los tobillos. Justo en el momento en el que el camarero se paraba en nuestra mesa cogí aire y termine de quitarme mi ropa interior. La coloqué tranquilamente encima de la mesa. Noté mi cuerpo ardiendo del morbo.

-Esto… dos gin tonics por favor -. Balbuceó mi marido, mientras el camarero no dejaba de mirar mi tanga bien estirado sobre la mesa.

Cuando el camarero se marchó, me eché sobre la mesa y le dije a mi esposo con orgullo.

- Ya estamos en igualdad de condiciones -. No supo que responderme.

Pasaron varios minutos en los que Juan no articuló palabra. Decidí romper el hielo.

-Oye papi -. Dije llamando su atención.

-Dime -. Dijo como volviendo a la realidad.

-¿Crees que vamos a aguantar sin follar todas las vacaciones? -.

-Al paso que vamos no se yo -.

Me reí.

-Bueno, en realidad dijimos de no corrernos, pero nunca dijimos nada de no follar -. Continué sin dejar de reír,

- ¡Ya claro! - Contestó él riendo. - Como que íbamos a ser capaces de parar -.

-Puedes darme por el culo -.

No sé ni por que dije eso, fue lo primero que se me pasó por la mente.

-Se de sobra que para correrte necesitas hacerlo rápido y fuerte, y te conozco, y sé que por el culo me lo harías con suavidad -. Continué -Y si me agarras las manos y no dejas que me toque, un rato aguantaríamos -.

Me comencé a excitar mucho, notaba como mis bajos se humedecían, pero a la vez también sentía que me había pasado de lista, lo del sexo anal no era mucho lo mio.

-¿Me dejarías que te follara el culo a tope? -. Preguntó con cara seria.

-Si no tenemos otra opción -. Respondí encogiéndome de hombros.

-Luego no te arrepientas mami, que sabes que te duele -. Me comentó mientras notaba que su nivel de excitación aumentaba.

Había lanzado un órdago y no me iba a pillar en un renuncio.

-¿Que te piensas? ¿Que no puedo contigo? -. Dije con convicción.

- No, no. yo no he dicho eso -. Respondió algo intimidado.

-¡Si prometo, cumplo! -. En ese momento quemé las naves. Me metí en un jardín del que no sabía si iba a poder salir. -Pero bueno, aún queda mucha noche, lo vamos viendo -. Intenté sonar lo más calmada posible.

Mi marido pidió la cuenta y nos dispusimos a irnos.

-El tanga te lo guardas ¿No? -. Me preguntó. Se me había olvidado completamente. Ya me daba igual.

-De propina -. Dije cogiéndolo y dejándolo encima del dinero.

Al levantarme de mi silla noté como mi humedad se había quedado impregnada en la silla, Juan también lo notó.

-Y eso también -. Fue lo primero que se me ocurrió. Mi esposo se echó a reír.

Parte 7.

Estuvimos bastante tiempo sentados en las hamacas del local. Mi cuerpo se quedó muy relajado después de la tensión que viví en el restaurante. Prácticamente no era consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Simplemente miraba al mar.

Hasta que una figura de mujer se cruzó en mi campo de visión. Bailaba de manera erótica, como intentado seducir a alguien. Salí de mis pensamientos y miré a mi marido. Estaba completamente empalmado.

-¿Y esto? -. Le medio grité dándole un leve golpecito en su entrepierna. -¿Estas empalmado? -. Le preguntó sonriendo. La chica nos escuchó y se echó a reír.

No me había dado ni cuenta de que la chica llevaba un rato bailándole a mi esposo.

-¿Te ha puesto cachondo, eh? -. Le dije con mi supuesta cara seria pero sonriendo.

-Un poco -. Contestó

-¿Un poco? -. Pregunté de manera retórica -. Si la tienes como una piedra -. Añadí cogiéndole el paquete, que la verdad es que estaba enorme.

La chica, que seguía escuchándonos se echó a reír de nuevo.

-La verdad es que está buena -. Dije volviendo mi cara hacia ella. Era una chica bastante espectacular, de grandes curvas. Sé de sobra que es el tipo de mujer que le gusta a Juan.

La situación me dio morbo, ver a esa exuberante mujer bailar para mi marido me excitó, y no dude empezar a acariciarle el paquete sintiendo como le latía. La chica me miró y sonrió. Le estaba gustando el juego tanto como a mí, así que decidí seguir jugando. Sin dejar de acariciar a mi esposo por encima del pantalón empecé a desabrocharle la camisa. La chica se acercó más y el morbo me pudo, le quité el botón del pantalón, le baje la cremallera y dejé la polla erecta de mi marido a la vista de ella.

Mi cuerpo estaba muy caliente, estaba igual de excitado que mi marido empecé a masturbarle mientras abrí las piernas para que viera también mi coño húmedo. Mi marido me miró algo aturdido.

-Por si le gusta la carne y el pescado - . Le dije comenzando a acariciarme lentamente mi sexo.

La chica estaba centrada en el miembro de mi esposo, pero de vez en cuando lanzaba alguna mirada furtiva a mi entrepierna. Eso me gustaba. Noté a Juan muy excitado, capaz de correrse en ese momento, no sabía si debía parar o no.

El momento lo resolvió la llegada del que parecía su pareja, hasta donde estábamos nosotros. Me quedé un poco petrificada, no sabía si se había dado cuenta de toda la escena. Se pegó a la chica, esta le susurró algo al oído y se acercó a nosotros mientras nos poníamos formales.

-¿Os podemos invitar a tomar algo? -. Nos preguntó el chico de manera muy cortés.

-Sí, gracias -. Respondimos los dos a la vez.

Al poco de traer el chico las copas, ella sacó a bailar a mi marido. Bailaba de lujo. Mi pobre esposo se dejaba llevar como podía. Hasta que vi que animado agarró del culo a la chica. Ella respondió metiendo su mano en le paquete y empezó a acariciarlo, a acariciarlo mucho.

Mire a la pareja del chico de pie observando la situación, y luego volví a observar a mi marido como se metían mano. Noté como me buscaba con los ojos. Nuestras miradas se cruzaron. Le guiñe un ojo y siguió acariciando el culo de la chica.

De pronto la música cambió, se volvió más animada y sentí que era mi momento, me levanté, agarré al chico de la mano y me puse a bailar con él. Pasé los primeros minutos fijándome en él, la verdad es que estaba tremendo. Era muy alto, fuerte, moreno. Me excitaba como me agarraba con fuerza mientras bailábamos.

 Me dejé llevar y empecé a girar mi cuerpo delante de él, aún a sabiendas que sin ropa interior iba a quedar bastante expuesta, pero me dio morbo y lo seguí haciendo.

Cuando la canción terminó me alzó en volandas, me mantuvo ahí unos segundo observando mi entrepierna desnuda, y cuando me bajó de nuevo al suelo me besó como gran final de la canción.

No se quedó ahí la cosa, sin pensárselo dos veces, deslizó la mano por debajo de mi vestido, me acarició un par de veces el coño y me metió los dedos. Mi excitación era tal que al notar como la fuerte mano de ese extraño me penetraba, no puede evitar soltar un gemido.

Las luces del local se encendieron y sentí otro escalofrío cuando el chico retiró su mano de mi interior. Corrí hacia mi marido lo besé y le miré a los ojos. Él me sonrió. Y nos dirigimos al hotel.

-¿Que tal mami? -. Me preguntó Juan dándome un leve pellizco en la mejilla.

-Genial papi -. Le contesté dándole un inocente besito en los labios. Y era verdad. Me sentía genial por haber vivido esa experiencía.

Parte 8.

Al llegar a la habitación aún estaba muy excitada. Tenía unas ganas locas de follarme a mi marido, pero el juego de intentar aguantar lo máximo sin corrernos mantenía mi cuerpo en un calor constante, siempre con ganas, siempre alerta. Recordé la conversación, medio en broma, con Juan en el restaurante sobre el sexo anal. Mi mente se aclaró por un segundo. Hoy iba a ser el día.

No me lo pensé mucho, me fui a la terraza, me apoye en la barandilla y me levanté el vestido mostrándole mi retaguardia a mi marido.

-Dale -. Dije sin mirarle mientras trataba de relajar mi cuerpo. -Si prometo cumplo -. Continué sin dejar de mirar al suelo.

Sentí como mi marido se acercaba a mí y empezó a acariciarme el muslo dirgiendo su mano hacia mi vagina. Lo paée en seco.

-No me toques el coño, solo el culo -. Dije con mirada sería. Sabía que como en tocase el chocho me iba a correr y no quería.

Empezó a metermela muy despacio. Por ahora todo bien. Me daba mucho morbo. Me gustaba. Hasta empecé a soltar algún que otro gemido. Sentí como mi excitación aumentaba. Como palpitaba mi sexo.

-¿Bien cariño? -. Me pregunto con ternura.

-Métemela entera -. Solté sin pensar. Noté como más parte de su polla entraba en mí.

No era la primera vez que me la metían por el culo, pero siempre habían sido pequeños juegos, más preliminares antes del coito, que otra cosa. Nunca me la habían introducido hasta el fondo. Mi marido comenzó a aumentar un poco el ritmo.

Comencé a gemir.

Me estaba gustando mucho, notaba como estaba completamente húmeda, aunque también debo admitir que algún chispazo de dolor sentía si la metía un poco mas o con más fuerza.

-¿Sigo? -. Volvió a preguntarme.

Suspiré y le contesté. Era ahora o nunca.

-¡Reviéntame! -. Respondí casi gritando.

Noté como el cuerpo de mi marido se tensaba y al segundo. Me la metió hasta el fondo. Sentí como su polla me empalaba, notaba como si me desgarraran el interior. Solté un enorme grito y me la saque del culo, gimiendo de dolor corrí hacia la cama y me tiré hundiendo la cabeza contra la almohada, quería volver a gritar.

Noté a mi marido llegar al instante y me abrazó con fuerza por la espalda.

-.Perdón, cariño, perdón -. Me dijo casi tan arrepentido como yo de lo que había pasado.

Tarde bastante tiempo en conseguir recobrarme del dolor. Cuando conseguí tranquilizarme pude mirar a mi marido a la cara.

-Lo siento cariño, lo he intentado -. Le dije poniendo mi cara de niña buena. Y era verdad, lo sentía de verdad. A pesar del dolor me sentía defraudada conmigo misma por no haber podido terminar nuestra sesión de sexo anal.

 -Sabes que eres la mejor, princesa -. Me dijo con voz dulce mientras me besaba.

-Te quiero papi -.

-Te quiero mami -. Y nos dormimos abrazados.

Parte 9.

Me desperté antes que Juan y decidí dejarle dormir un rato más, pensando en mis cosas mientras me tocaba mi aún dolorido culo. El abrió los ojos y me vio mientras me acariciaba dejando visible algún gesto de dolor.

-¿Que tal, mami? -. Me preguntoagarrándome un cachete.

- Resacosa -.

- ¿Y tu culillo? -. Me preguntó, mientras ahora era él el que pasaba un dedo por mi agujero de manera delicada, como acariciándolo.

-Pues un poco dolorido, la verdad -. Respondí lanzándole una mirada seria. Su respuesta fue acariciarme el pelo y darme un beso en la frente. -Es que me la clavaste con todas tus ganas, cabrón

Soltó una pequeña carcajada.

-¡No te rías! -. Le dije dándole un puñetazo en el pecho.

-Yo que sé Marta, pues me dijiste eso y me puse tan cachondo que me dejé llevar -.

-La verdad es que quería sentirte entero dentro de mí, pero no calculé las consecuencias de eso -. Le dije tocándole el paquete

-Es que estabas muy cachonda cariño. ¿A que sí? -.

- ¡Mucho! -. Dije suspirando. Me armé de valor y continué intentando por la mirada más dulce posible - Es que el chico ese me metió los dedos en el chochito -.

En ese momento saltó como un resorte en la cama y me miro muy serio.

-¿En serio? -. Noté enfado en su pregunta.

En ese momento se me estremeció todo el cuerpo. Recordé la escena y no podía creer que no se hubiera dado cuenta. Temí su reacción al soltarle de golpe que a su mujer le habían metido los dedos en el coño en frente de su cara. La tensión se palpaba hasta que explotó en una sonora carcajada

-¿Te piensas que no lo sé? -. Me dijo pellizcándome un pezón. -Conozco todas tus caras, y esa cara que pusiste era de que tenias invitados en tu coño -.

-Yo que sé -. Me reí aliviada. -Si lo vi venir, pero como la tetona te estaba haciendo una paja, pues pensé… ¡Al lio! -. Me uní a su carcajada.

-Pues al lio -. Me contestó levantándose de la cama y dándome una palmadita en el chocho.

 Parte 10.

Estaba sentada en la playa traquilamente con mi bikini tanga y haciendo toplees muy relajadamente. Pensando en las vacaciones que estábamos teniendo y como estaba disfrutando de sentirme libre, cuando la voz de mi marido me sacó de mi mundo.

-Mira mami, abre la mano -. Me dijo dejando en mi mano un extraño aparato. Al principio no sabía muy bien lo que era. Pero fijándome un poco caí en la cuenta. Era un consolador de esos de vagina y clítoris a la vez

-¿Y eso? -. Pregunté sorprendida.

-Lo compré antes de las vacaciones, pero hasta ahora no me había animado a dártelo. Es a control remoto -. Me dije riendo.

Sabía que si se lo había bajado a la playa era por algo, le iba a conceder ese deseo.

-Tápame -. Le dije mientras tapándome con la camiseta me lo introducía en mi vagina. -Ya -. Le dije acomodándome el tanga de nuevo. - A ver, ¿Como funciona esto? -.

-Pues con una app -. Dijo sacando rápidamente su móvil.

-¿Pero que ya tienes la aplicación preparada y todo? -. No pude evitar reir al ver su cara de felicidad.

- Claro. Que hay registrar el producto y todo eso. No iba a estar perdiendo el tiempo si surgía la ocasión -.

- Vale, a ver como funciona -. Me tumbé en la toalla a expensas de que mi marido accionara el aparatito.

Solté un respingo cuando sentí que eso empezaba a funcionar.

-¡Uf! -. Exclamé. - Sí da gustito, sí -.

Enseguida note como mi esposo subía la potecía del consolador. Podía notar como la parte introducida en mi interior vibraba con intensidad, mientras que la parte pegada a mi clítoris funcionaba a modo de succionador. Se me escapó un leve gemido.

-Dale un poco más -.

-No -. Contesto rotundo.

Miré a Juan sorprendida.

-Ves a pedirle fuego a esas -. Me dijo se al poco señalándome a dos mujeres que estaban sentadas cerca de nosotros.

Sabía lo que estaba planeando, aún así me levanté y me dirigí a las mujeres, mientras notaba como el consolador iba aumentando poco a poco de intensidad.

-Perdonar. ¿Teneis fuego? -. En el momento en que me puse el cigarro en la boca noté como si una descarga eléctrica recorriera todo mi cuerpo, empezando desde mi chocho.

Solté un grito. Se en calló el cigarro de la boca, me fallaron las piernas y casi me caigo encima de las chicas.

-¿Estas bien? -. Dijo una de ellas asustada levantándose de la toalla como para sujetarme.

-Sí, sí . Respondí con un resuello. -Es que me ha dado un pinchazo en la tripa -.

-¿Seguro? -. Preguntó la otra con cara de preocupación.

-De verdad -. Respondí recuperando el aliento.

Terminé de hablar con las mujeres y me volví hacia nuestras toalla. Me senté y miré a mi marido.

-¿Como puede tener tanta potencia la cosa esta? -. Le dije suspirando.

-¿Tanto? -. Me pregunto riendo.

- Si me han fallado hasta las piernas -.

-Ya lo he visto -. Dijo sin poder para de reír.

-Mira, si estoy goteando -. Le dije como una gota de flujo bajaba por mi muslo.

-Te dejo un rato tranquila -. Me dijo lamiendo mi pierna y soltando el móvil,

- Sí, por fi… -. Respondí intentando sosegarme un poco.

Cuando conseguí relajarme, a pesar de tener eso metido en mi interior, sentí que mi cuerpo se encontraba algo excitado. Pensé que quizá podía relajarme un poquito yo sola con un buen masaje en mi clítoris. Me levanté y sin mediar palabra me alejé un poco de mi esposo, plante la toalla en la arena y le escribí un mensaje al móvil.

-Activa el vibrador -. Le puse en un primer mensaje. -Pero no muy fuerte -. Puse en el segundo.

Noté como mi marido empezaba a jugar con el aparatito subiendo y bajando la intensidad. Me estaba poniendo cachonda. Tenía la necesidad de tocarme, aunque fuera solo las tetas.

 Justo en ese momento pasó un chico cerca de mí, alto, rubio, guapo. Decidí que alguien iba a acariciarme, pero no iba a ser yo.

-¡Perdona! ¿Me ayudas? -. Llamé su atención porque el chico se acercó. -¿Me echas crema? -. Le dije señalando el bote de protector solar. Creo que no entendía ni una palabra de lo que le estaba diciendo, pero el gesto es internacional.

Me puse de espaldas y le dí el bote. El chico empezá echarme crema por la espalda.

-Que no se te olvide el culo -. Le dije señalando mi trasero. Me hacía gracia que el chico no estuviera entendiendo ni una palabra de lo que decía, aún así pilló claro el mensaje. Sus caricias me estaban gustando. Cogí el móvil y escribí a mi marido. -Sube el nivel -.

Noté como la tecnología me empezaba a masturbar con fuerza, mi excitación aumentó de manera rápida. Me di la vuelta y yo misma me eché crema en las tetas. El chico lo entendió a la perfección y empezó a manosearme con ganas. A los pocos segundo se lanzó a comerme la boca, le correspondí. Cuando de pronto pegó su paquete contra mi chochito, ya muy húmedo y empezó a apreta. Me puse muy cachonda. Cachonda de más. Cogí el móvil y volví a escribir a mi marido.

-Llámame -. Le puse.

Al segundo recibí la llamada de Juan. Aproveché la escusa. Cogí mis cosas y me marche de vuelta con mi esposo. No quise ni mirar atrás. Notaba mi cuerpo hirviendo.

-Te estaba comiendo entera -. Me dijo cuando llegué a su lado como poniendo cara de enfado.

-Si paso un rato más sintiendo su polla rozar mi coño, me corro -. Me dijo suspirando. - Por eso eso te escribí para que me llamaras -.

-Osea, que casi te corres -.

-Casi... por segunda vez hoy -. Le dije sonriendo. -Pero sabes que no voy a perder -.

NdA: Como siempre... GRACIAS.

No sabía si iba a gustar o no, pero leyendo vuestros comentarios y correos, voy a continuar relatando la visión de Marta. A parte de que yo también disfruto mucho escribiéndola...

Ya sabeis cualquier cosa que queraís decirme ya sabeís.

Besos. 

"Nada de lo que escribo es mentira, pero tampoco es totalmente cierto".

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