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TODORELATOS » HETERO: INFIDELIDAD » FOLLÁNDOME A LA MUJER DEL AMIGO DE MI MUJER
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Fecha: 05-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Hetero: Infidelidad

Follándome a la mujer del amigo de mi mujer

madridmadridmad
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Como descubrimos que nuestras respectivas parejas nos eran infieles y que pasó a continuación Version para imprimir

Mi mujer mantiene contacto con sus antiguos compañeros de colegio.  Unas dos o tres veces al mes quedan alguno a cenar y realmente no creo que aquello seá la bomba porque suele llegar antes de la una de la mañana. Siempre suelen quedar los mismos, según me cuenta a veces se unen unos y otros, pero en general son los mismos.  Desde siempre Carolina se sentido muy unida a Jose Manuel, un medico, antiguo novio en COU.  Realmente la relación es muy sana e incluso a veces los dos quedamos con Jose Manuel y su mujer Ainhoa, también medico, a cenar y tomarnos unas copas.

En una boda de un compañero de clase que se casaba bastante mayor, Ainhoa y yo acabamos tomando copas juntos ante la falta de caso de nuestras parejas.  Ella estaba bastante bien, aunque seguramente nunca sería la mujer en que yo me fijaría.  Alta, guapa de cara, delgada, tetas normales y un culo bien puesto, pero sobre todo muy simpática.

Hablando y hablando salió el tema de las cenas y empezamos a quejarnos de que no nos invitaban nunca, aunque en realidad ninguno de los dos teníamos maldita las ganas de ir.

-        Oye, pues estaría bien un día enterarse donde van a cenar, quedar tu y yo y entrar en el restaurante acaramelados cogidos de la mano y que nos pillen a ver que cara ponen.

-        Joder imagínate el numero.

-        Nada, les dejamos debajo de la almohada el plan por escrito para si luego hay un problema que el papel se auto explique.

-        Eres malvada.

La boda siguió sin mucho más.  Volvimos tajados todos a casa y ahí se quedó la cosa.

Pasaron las semanas y un día me entró un whatsapp.  Era Ainhoa.

-        Este jueves quedan.

-        ¿Peerdona?

-        Si, tu mujer y mi marido han quedado a cenar.

-        ¿Y donde?

-        El atelier.

-        Joder, ahí es imposible conseguir mesa, y menos para un grupo.

-        Tu no conocías al dueño.

-        Si, por temas de trabajo.

-        Joder, sería la bomba que consiguieras una mesa.

-        Déjame hacer una llamada.

-        ¡Me parto!

-        ¿Para dos?

-        Si, si, claro.

-        ¿Hora?

-        Han quedado a las 21:30

Hice una llamada al dueño del restaurante y después de contarme su vida, recordarme lo difícil que era conseguir una mesa me consiguió una para una hora después de la mesa de nuestras parejas.

-         Tenemos mesa, pero a las 22:30

-        Mejor, así cuando lleguemos ya están calientes.

-        Perfecto, te recojo a las 22:00 en tu casa.

Llegó el jueves y según salió mi mujer por la puerta, tarde como siempre, me cambie de ropa y le mandé un mensaje a Ainhoa.

-        Reina, salgo.

-        Te espero abajo.

Recogí a mi amiga y después de dos besos nos dirigimos hacía el restaurante.  Llegamos en 10 minutos por lo que pasamos por un bar cercano y nos tomamos un vino.

Salimos hacía el restaurante, un pequeño y coqueto restaurante francés muy de moda en esos momento.  Nos abrazamos para entrar y fue entrar y ver a Carolina y José Manuel cenando solos en una mesa del fondo, agarrándose de las manos y dándose un pico según entramos.

Ainhoa me soltó, salió disparada hacía la mesa apartando a un camarero al cual casi tira la bandeja.

-        Hijo de puta, eres un hijo de puta.  ¿Cuántos años llevas follándote a esta guarra? – gritó ante el asombró de todos los clientes – desde cuando os veis a escondidas pedazo de hijos de puta – cogió la copa de vino y se lo tiró en la cara a su marido.  No contenta con eso cogió la segunda copa y se la plantó en la cara a mi mujer.

Yo me mantenía perplejo en la entrada del restaurante.  Ainhoa dejó la mesa y se dirigió hacía a mi.

-        Vámonos, quiero que me folles -  y cogiéndome de la mano me sacó del restaurante – hay que ser muy hijos de la gran puta, hay que ser unos hijos de puta.  Me casé con el más feo que encontré esperando tener a un buen marido, un buen padre para mis hijos y mira lo que he recibido.  Tu y yo hoy vamos a echar el polvo de nuestra vida.  No se merecen más -  yo no sabía si estar más perplejo tanto por la traición de mi mujer como por la propuesta, exigencia de Ainhoa.

-        ¿Y a donde se supone que quieres que te lleve?

-        ¿Tu? a ningún sitio.  Te voy a llevar yo, y vamos a ir a un muy buen hotel.  Yo conduzco

Llegamos a mi coche, se puso al volante y sacando el móvil hizo una llamada.

-        Si, quería una habitación, si, para dentro de 15 minutos, si, de acuerdo.

Encendió el coche y bajando Castellana me llevó hasta el hotel Intercontinental.

-        Espero que lleves el DNI, por que sino vamos a acabar jodiendo en el parking del hotel.

-        Lo tengo – le dije asombrado.

Pasamos por recepción.  Nos dieron la llave y subimos a la habitación.  En el ascensor Ainhoa tenía una expresión como el hielo en la cara.

Fue entrar en la habitación, cerrar la puerta y Ainhoa se arrodilló ante mi, sacó mi flácida polla y se la metió en la boca y empezó a mamar hasta que se me puso como un tótem. No era gran cosa chupando rabos, pero realmente era extremadamente excitante ver a la inocente Ainhoa arrodillada ante mi comiéndome el nabo.

Ainhoa se sacó la polla de la boca y miró fijamente.

-        Ahora te voy a dar lo que nunca le he dado a él.  Quiero que me rompas el culo – y levantándose empezó a quitarse la ropa.

La mujer de José Manuel estaba bastante buena en pelotas, salvo una barriga con evidentes símbolos de haber tenido tres embarazos, tenía una preciosas tetas, un buen culo como me imaginaba y un coño completamente descuidado, mal depilado, por no decir no depilado.

Cuando la mujer estaba en pelotas fue hacía la cama y sin quitar la colcha se puso a cuatro patas en la cama abriéndose las nalgas con las manos.

- ¿A que esperas?

Ni lo pensé.  Cualquier persona normal no estaría allí, en realidad estaba desubicado, pero volver a casa me apetecía cero.

Ainhoa miraba al frente, simplemente esperaba.  Me acerqué y sin subirme en la cama le metí la mano entre sus piernas llegando a su peludo coño.  Esta seco.  Empecé a tocarle el clítoris y ante mi sorpresa empezó a cuajarse soltando fluido.  Seguí flotándole el clítoris unos minutos hasta que la chica empezó a suspirar, suspiros que pasaron a gemidos fruto de mi labor.  Ainhoa había apartado las manos de sus nalgas a sus pechos, pellizcándose sus pezones.  Yo seguí con sus coño hasta que decidí meterle un dedo en el culo.  Lo chupé y empecé a enredarle en el ojete.  Ainhoa instintivamente cerró las piernas.

-        Tranquila – le susurré.

Ella abrió sus piernas de nuevo relajándose.  Mi dedo entro.

-        Me duele pero dame.

No lo pensé, le metí un segundo mientras con la otra mano seguía trabajándome el coño.  Los gemidos iban a más, decidí de bar mis dos dedos dilatando su esfinter y hacerla acabar en el coño.  Ainhoa se corrió como loca tras dar un fuerte grito y levantar su tronco mientras seguía pellizcándose los pezones.

No esperó ni a exponerse.

-        Sodomízame -  me dijo volviendo se cara hacía mi.  Ni me lo pensé.  Me quité los pantalones y gallumbos y de rodillas tras ella y apuntando mi polla a su culo empecé a meterla – no tengas miramientos, aprieta, métemela, hazme daño cabrón.

Y le dice daño.  Ainhoa grito como una descosida cuando sintió mi polla reventarle los anillos anales y llegar al fondo.

-        Mátame, dame sin pausa.

Puse mis manos en su cadera y empecé a darle con fuerza.  Al principio la mujer deba alarido a cada penetración, pero con el paso de las penetraciones los que eran gritos poco a poco empezaron a convertirse en suspiros y más tarde en gemidos. 

Le di la vuelta y la volví a penetrar analmente, Ainhoa no dejó de pellizcarse los pezones mientras la montaba.  Ante mi sorpresa la mujer de José Manuel empezó a convulsionarse presa de un poderoso orgasmo.  Seguí bombeando un rato, pero vi que no me iba a correr por lo que dejé de follar ese cuerpo casi inerte.

Ainhoa se dio la vuelta cuando yo me tiré a su lado.

-        ¿No pretenderás parar?, ¿no?

-        ¿Quieres más?

-        Quiero que me jodas toda la noche, por lo que ya sabes, métemela en el coño.

Estaba perplejo, siempre había visto a Ainhoa como la típica chica correcta, rozando lo ridículo, la típica que jamás hacía una broma fuera de tono.  Ahora la tenía en pelotas, abriendo sus piernas y pendiendo ser montada sin miramientos.

-        Desnúdate y dame.

Y me desnudé y metiéndome entre sus piernas penetré aquel coño que en esos momentos parecía un bebedero de patos.

No me gusta nada follar con madres, todas tienen el coño dado de si, nada como coños que no han parido, pero entre la rabia por saberme traicionado, por saberme follándome a la mujer del cabrón y por último estarme follando a una mujer en celo como Ainhoa la follada estaba siendo memorable.

Ainhoa no dejaba de gemir, agarraba sus tobillos con sus manos para mantener las piernas abiertas y en alto.  Le bombeé durante más de 15 minutos contemplando como uno tras otro mi amiga iba alternando orgasmos tras orgasmos.  Me corrí, ni lo dudé, me corrí dentro de su coño.  Ni idea si tomaba algo, si no, si me diría algo o si le parecería de puta madre como parece ser que le pareció.

Nos quedamos tirados en la cama, eran las tres de la mañana y teníamos que tomar decisiones.  Ambos habíamos abandonado nuestra casa donde seguramente estarán nuestras respectivas parejas, ambos trabajábamos al día siguiente y ambos sentíamos una rabia tremenda por dentro, ella más que yo.

-        ¿Qué vamos a hacer Ainhoa?

-        Aprovechar la habitación, me va a costar una pasta.  Yo por lo menos pretendo follar hasta que se haga de día.

Y dicho y hecho, me despoje del resto de ropa que aun me quedaba y metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a comerle el coño.  Ainhoa empezó a gemir, incluso más alto que con sus seguidos orgasmos.

-        Me estas matando cabrón, lo tengo hipersensible, pero no pares, destrózame.

Me di la vuelta y le endiñé la polla en la boca y ella empezó a chupar.  Por primera vez en la noche dejaba tranquilos sus pezones y empezaba con una mano a pajearme y con la otra a sobarme los cojones.

Nos corrimos casi a la vez, para ella era le enésima vez de la noche, para mi la segunda.  Le inunde la boca, no dejó escapar ni una gota según me dijo.

Me di la vuelta y nos quedamos abrazados sin decir nada.

-        ¿Cómo hemos llegado aquí? – me dijo.

-        Pues lo habitual, nuestras parejas nos eran infieles y como no podía ser de otra forma nosotros nos hemos liado la manta a la cabeza.

-        Lo hubiera hecho sin infidelidad por el medio.

-        ¿Cómo?

-        Lo que oyes, los hombres sois gilipollas, ¿no te has dado nunca cuenta que te he buscado, que te he dado like a cualquier pollada que ponías en twitter o face?

-        La verdad que no.

-        No se como vamos arreglar el marrón que tenemos en casa, pero lo que se es que quiero que esta no sea la última noche que pasamos juntos.

-        Ósea, que repitamos el follar.

-        Eso lo vamos a repetir ahora antes de ir, digo que quiero que me montes.  Sin descanso, que me hagas sentir la mujer, la perra, como José Manuel nunca ha logrado.

Hablamos de lo divino y lo humano mientras en el ventanal de la habitación Madrid amanecía.  Ainoha me contó su odio hacia su marido, sus deseos carnales, sus monótonos polvos con su marido, sus deseos de sexo duro, incluso me contó que pensaba en mi cuando se masturbaba.

La conversación fue yendo de una manera que finalmente mi polla estaba de nuevo como un roble

La cogió entre sus dedos

-        ¿Me vas a dar duro antes de irnos?

No dije nada, simplemente la cogí por el pelo y haciendo levantarse y la tiré contra el ventanal.  Desnuda como estaba apoyó su pecho contra el cristal mientras empezaba a masturbarla, sin ningún miramiento.  Ella lo recibió de maravilla.  Empecé metiéndole desde detrás dos dedos en el coño mientras con la otra mano le tocaba las tetas, ella giraba su cabeza y morreaba conmigo.

-        Follame – gimió.

Cogí mi polla y se le clavé tal y como estaba.  Ella dio un largo suspiro.  Le cogí de las caderas y empecé a bombear con fuerza.  Ella extendió sus brazos sobre el frio cristal.  De no estar en la planta 14 estaríamos dando un espectáculo, pero entre que ya era de día fuera y que delante del hotel a la altura de nuestra habitación no había edificios ninguno de los dos dijimos nada.

Volví a correrme en su coño.  Nos quedamos los dos en estasis.

No nos daba tiempo a nada más.  Nos vestimos.  Ella tenía que pasar consultas y yo pasar por mi empresa.

Nos despedimos con un pico.

Fui a la oficina, pero no tenía ni cuerpo ni ganas de trabajar.  Decidí ir a casa, Carolina estaría en la oficina, ella no tenía mi flexibilidad de horarios.  Antes de pasar me fui a Bricomart y compré unas cerraduras.

Pasé por casa y cambié las cerraduras de la casa.  Me pasé horas sacando cosas de Carolina al jardín.  Su ropa, los muebles que había pagado ella, sus chorradas de la cocina, sus joyas, las fotos de su familia y llamé a unos rumanos que conocía para que pasasen en un rato por casa y tal y como estaba que se lo llevasen a casa de sus padres.  Cuando acabaron de recoger, cambie la cerradura de la cancela y la configuración de la puerta del garaje.

-        Acabo de cambiar la cerradura de mi casa, las cerraduras y le acabo de enviar sus cosas a casa de los padres de Carolina.

-        ¿Pero no habías ido a la oficina?

-        No tenia ganas, al final se me pasó por la cabeza cambiar las cerraduras y que le den por el culo

-        Pues yo acabo de decirle al picha corta de José Manuel que se quede con las niñas, que por lo menos durante una temporada las vería fines de semana pero quería estar sola.

-        Joder.  Que radicales estamos hechos.

-        ¿Puedo ir a tu casa?

-        ¿Perdón?

-        ¿Me aceptarías esta noche allí?

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