Hola a todos. Este será mi tercer relato. Me han escrito algunos amables lectores a los que les han gustado mis experiencias animándome a seguir con la serie. Indudablemente así lo haré. Agradezco vuestros ánimos y consejos y prometo que el próximo relato será la continuación de los anteriores. Sin embargo, hoy me vais a permitir que escriba algo distinto que me ocurrió hace unos días. Ya me diréis si os agustado tanto como los otros.

 Como dije en el primer relato,vivo en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no daré más detalles. Habitualmente desayuno un par de días a la semana en un bar determinado. Hace unos días, uno de los clientes habituales, con el que yo no había cruzado hasta el momento poco más que el "buenos días" de rigor, se puso a mi lado con su café . Hablamos de cosas intrascendentes durante unos minutos, nada fuera de la normalidad. Aunque mi olfato me indicó, por ciertas señales que reconozco, que el tipo era un potencial sumiso. A saber: No me miraba directamente,sino que bajaba un poco la vista. Utilizaba un tono de voz más bajo que el mío. Me daba la razón en lo que yo opinaba. En fin, un sumiso de libro.

 Hasta aquí, todo más o menos normal. Me ocurre a menudo. Pero cuando terminé mi desayuno y ya me iba, el tipo se las arregló para salir justo detrás de mi, como queriendo seguir con la conversación. Y dió la casualidad que nuestros coches estaban aparcados un poco más allá, en la misma dirección. Anduvimos juntos hasta los coches y allí lo dejé despidiendole hasta la próxima.

 Bien, hasta aquí la historia es real. Si por casualidad, el tipo es lector de "todorelatos", y si como imagino es sumiso, ya sabe que hablo de él, y ya sabe lo que debe hacer.

 A partir de aquí, me vais a permitir que el resto del relato lo escriba en modo ficción. Esto es lo que habría ocurrido si voy directamente a por él:

  Estábamos ya en la calle. El tipo seguía hablando. Me lo quedé mirando directamente a los ojos y retiraba la mirada. Me decidí a probarle.

 -Done vas ahora?

 -Pues a mi casa. No tengo nada importante.

 Lo dijo con ojos de perrillo abandonado. La cosa estaba clara. Le lancé un órdago.

 -Escucha una cosa atentamente. Yo soy un hombre dominante. Me gusta que los demás me obedezcan y me sirvan. Conozco a hombres y mujeres que les gusta hacer lo que yo les mando. No sé si sabes de lo que hablo. Creo haber visto en ti señales de que eres uno de esos tipos sumisos y obedientes. Quizas no hayas tenido ninguna experiencia de este tipo y lo estés deseando. O quizás me equivoqué del todo. En ese caso te pido disculpas.

 - Ahora me voy a mi casa. La dirección es.,....................., si eres lo que yo creo que eres, te espero allí en media hora. Te enseñaré todo lo que necesitas saber. No te retrases.

 Y me fui. Se que me la jugué un poco porque en un pueblo más o menos nos conocemos todos. Y esto, si me sale mal, podría darme problemas. 

 Y, eureka. Al cabo de media hora exacta sonó el timbre. Fui a abrir y ahí estaba mi potencial sumiso. Le hice entrar y el tipo empezó a hablar. Se le notaba el nerviosismo.

 -Hola. Perdona los nervios pero no me he visto nunca en una como esta. No te puedo asegurar hasta donde llegaré con esto. Me gustaría probar, porque como muy bien has intuido, mis fantasías siempre han ido en el sentido que me has descrito. Pero no he tenido nunca ninguna experiencia. Nos conocemos, somos de la zona, y por eso confío en que los dos seamos discretos, por nuestro propio bien. A partir de ahí, estoy en tus manos.

 -Muy bien. Por supuesto, la discreción es indispensable. Iremos poco a poco, y cuando no quieras seguir lo dejas y se acabó. Te voy a domar y adiestrar para que seas mi servidor personal para todo. Yo vivo solo, y tu según creo, también. Vendrás aquí siempre, después de tu trabajo y siempre que tengas un minuto libre. Por supuesto, fines de semana completos. A partir de hoy, estarás a mi disposición 7 días 24 horas, todos los días. Respetando, por supuesto, tus obligaciones fuera de aquí, y tu trabajo.

 -Vas a ser mi criado, mi docella para hacer todos los trabajos domésticos y hacerme la vida lo más cómoda posible. Y claro, también te voy a enseñar a darme placer. Te adiestrare como esclavo sexual, como mi zorra particular. Te vas a pasar horas desnudo a mis pies, comiéndome la polla o siendo follado como mi putita tragona. Serás castigado por el mínimo fallo o porque a mí me apetezca. Y me darás las gracias por adiestrare.

 -Esto es lo que hay si te quedas y te sometes a mi. Ahora puedes irte y lo olvidamos todo o empiezas a desnudarte y te pones de rodillas en el suelo. Tienes cinco minutos para pensarlo.

 Salí de la habitación. Cuando volví cinco minutos después, mi flamante nuevo sumiso estaba desnudo y de rodillas en el centro de la habitación.

 -Has tomado una buena decisión.No te arrepentirás. Pon las manos en la nuca, separa las piernas y mirando al suelo. Muestra respeto a tu Señor.

 Me senté frente a él y lo tuve así varios minutos disfrutando de su humillación.

 -Ahora ven aquí y besame los zapatos como muestra de sumisión. 

 Lo tuve un rato postrado lamiéndome el calzado y luego le ordené descalzarme y darme un masaje de pies. Empezó un poco retraído pero se le notaba la intención de agradar. Masajeaba uno de mis pies con las dos manos suavemente , deslizando los dedos por toda la superficie del pié, el empeine, el talón, la planta, los dedos. Estuvo un buen rato con un pie y luego le ofrecí el otro. Unos minutos después, dimos otro paso.

 - Ahora con la boca. Lame, chupa,besa, y demuéstrame que eres un buen perro digno de estar a mi servicio.

 -Si Señor, gracias por permitirme servirle.

 Se lanzó a comerme los pies. Se metía los dedos en la boca, chupándolos, lamiendo entre ellos. Lamió las plantas y todo el pié con devoción. Se le veía entregado. Luego hizo lo mismo con el otro pié. Me estaba empezando a poner a mil, el muy puto. Me han lamido los pies muchas veces, pero este perro lo estaba haciendo muy bien, y eso que era su primera vez.

 Y cuando está caliente y tiene a un sumiso de rodillas dispuesto a todo, pues hay que aprovecharlo.

 Cogí al sumiso por el pelo y lo empujé hacia mi bragueta.  El muy perro comenzó a morder polla por encima de la tela. Y eso que no tenía experiencia la muy puta. Me lo iba a pasar muy bien con esta zorra.

 Me saqué la polla y se la puse cerca de la boca.

 - Has mamado alguna polla antes putito?

 -No Señor, será la primera vez.No sé cómo hacerlo,pero enséñeme, por favor.

 -Saca la lengua,perra. Empieza a lamer los huevos. Eso es. Lame desde el escroto hacia arriba.Ensalivalos bien. Ahora mételos en la boca y juega con la lengua, así, buena puta. Creo que con un adiestramiento estricto podré hacer de ti un buen puto chupapollas.

 -Geacias Señor -dijo el perro con la boca llena de mis cojones- solo quiero servirle.

 -Ahora empieza a lamer polla puto. Cuando la tengas llena de saliva empieza a tragartela. Quiero que te la comas hasta la base. Si te atragantas, te jodes. Tienes que aprender a metertela hasta que te llegue a la garganta.

 Y se la comió el muy perro. Le Agarré por detrás de la nuca y de un golpe de riñones se la metí hasta adentro. Le daban arcadas pero no tuve compasión, para que está un puto sumiso si no es para servir y sufrir. Intentaba retirarse pero yo le sujetaba la cabeza con fuerza y empecé a follarle la boca con violencia. Afuera y adentro, como un pistón, sin parar, usando su boca como un coño.

 Después de un buen rato usándolo de esta manera le dejé respirar un momento.

 -Ahora puta, quiero correrme en tu boca y que te tragues toda mi corrida. Ponte a mamar, y rapidito que no tengo toda la tarde.

 -Gracias Señor. Lo haré lo mejor que pueda.

 -Te he dicho que mames, no que hables. Y le di un par de bofetadas para ponerlo en su sitio.

 Enseguida se puso a chupar polla hasta que un buen rato después noté los espasmos de la corrida inminente. Como era la primera vez que el perro iba a degustar mi leche y para que no se retirará, le cogí la cabeza con las dos manos y le metí la polla hasta la garganta.

 -Traga puta. Traga la leche de tu Amo.

 Le llené la garganta de leche y me quedé unos minutos así, con la polla metida en la boca del sumiso hasta que fue deshinchandose un poco.

 -Limpiame bien la polla con la lengua, y los huevos, zorra.

  Así lo hizo. Luego se quedó tumbado a mis pies, como un perro, mientras nos íbamos relajando. 

  Ahora quiero que te vayas a tu casa. Mañana es Domingo. A las nueve, salgo a hacer ejercicio. Quiero que estés aquí quince minutos antes, y que desnudo cómo vas a estar siempre aquí, te pongas a limpiarme la casa y la dejes como los chorros del oro. Y prepara algo bueno de comer que vendré con hambre. Tu me servirás. Ya te puedes ir.

 -Señor, le estoy muy agradecido por acogerme y enseñarme cual es mi sitio a sus pies. Le prometo que intentaré servirle cada vez mejor. Si usted me lo permite, le suplico que me deje hoy dormir aquí, a sus pies, por si puedo servirle en algo durante la noche.

 -Puta perra viciosa. Está bien, quédate. Dormirás en el suelo, a los pies de mi cama, y mañana aplícate en hacer bien lo que te he mandado, o empezarás a experimentar lo que hace un buen cinturón de cuero cuando se maneja sobre la piel de un perro incompetente.

 Y así acabó el primer día en el que me conseguí un esclavo personal para todo uso.

 Como dije al principio, queridos lectores, esto es ficción en su mayor parte, pero quién sabe....

 -Espero que os haya gustado y que me lo comenteis. Y como prometí, seguiré con la continuación de los relatos anteriores. Besos a todos.

 Salí de