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Fecha: 14-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Grandes Relatos

Vida y... muerte. (7/8)

GUILLEOSC
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Le llegan las malas noticias a Gloria, Estela tiene un problema en la casa y el “verso” del símil de la CIA cuaja bastante bien. / Me doy el gusto con la maestra de mis años juveniles y surge un proyecto de viaje. Version para imprimir

LA VIUDA - EL ENCIERRO - SÍMIL DE LA CIA. (7).

Al final de cuentas y de cuentos, la vecina rubia, gritó, lloró y gozó como no se esperaba entregándose a las penetraciones de mi miembro y a las caricias de la lengua, la boca y los dedos de mi flamante novia.  Por un lado, estaba yo que no tenía ningún empacho en aguantar para que mi o mis compañeras de cama gozaran lo más que pudieran y por el otro estaba Karina que puso toda su sapiencia erótica brindándose para hacer gozar al que tenía al lado.  Gloria dejó escapar unos ciertos visos de sumisión cuando pedía más mientras recibía sendas cachetadas en sus nalgas y gritaba llorando desmadejada cuando recibía carne en barra por su agujerito anal poco usado.  Le quedaba un poco de tiempo para putearla a Karina, pidiendo a viva voz que no la mordiera,la “colo” se esmeraba con la absorción del clítoris de la, aunque todavía no lo supiera, reciente viuda y se le “escapaban”, ex profeso, algunos mordiscos suaves en ese botón erguido y palpitante.

Los veinte centímetros de pija sumados a los casi seis centímetros de ancho se hicieron sentir en sus oquedades, centímetros que no pudo recibir en la boca porque no pasaba más allá de introducirse el glande, ergo: me lo desquité primero con su vagina anegada provocando dos orgasmos dignos de verse y escucharse y, tras cartón, me introduje casi sin pausas en el ano que palpitaba dilatado por los dedos de mi novia complaciente.  La “colo” hizo de “mamporrera” y le “pintó” un cierto sadismo al notar como Gloria lloraba y gritaba pidiendo que lo sacara.

Nobleza obliga, estuve tentado de llenarle el culo de leche, mi pelvis aplastada en sus nalgas me lo pedían a gritos, pero lo primero que me vino a la mente fue mi novia y, después de un seco “plop” dejé ese lugar abierto para dedicarme a Karina que me esperaba expectante y pasada de calentura.  El beso, el agradecimiento dado por su mirada y el orgasmo que no pudo contener lograron que me dejara ir en su interior.  Me hubiese sido difícil salir de allí, la “colo” me apretó fuerte con sus músculos y me exprimió.

Quedamos los tres para “el arrastre”, ni ganas de acomodarnos en la cama y apenas si nos movimos para dedicarnos al sueño que nos “atacó” con profundidad.  Apenas si tuve tiempo para pensar en la que se vendría en la mañana.  Nos despertamos temprano, mi novia estaba abrazada a mí y la vecina despatarrada en el borde de la cama, luego nos bañamos entre risas, la “colo” le cambió sus vendas, desayunamos y Gloria nos hizo saber que debería ir a la casa a cambiarse la ropa y a tratar de continuar con su vida.  Tenía temores para ir sola y acordamos con Karina para acompañarla, yo sabía que habría sorpresas.

Karina y yo nos vestimos como para irnos a trabajar después de dejar a Gloria en la casa.  Entramos sin problemas, pero no pude dejar de observar a un auto negro con dos personas en su interior estacionado a unos treinta metros, estimé que serían policías y eso me venía bien.  La ayudamos a ordenar un poco el desorden que, en definitiva, no era tanto.  Nos despedíamos en la puerta de la casa y paró un patrullero junto al coche no identificado del que bajaron las dos personas y se dieron a conocer como policías de Homicidios.  Preguntaron si era la casa de “fulano de tal” y ante la respuesta afirmativa de la rubia: “Sí, es mi marido, pero si lo buscan para algo, desde ya les aviso que está en México, hace dos días que se fue de viaje” …  La contestación no fue nada sutil, uno de los detectives expresó: “Lamento decirle que su marido fue encontrado asesinado en una propiedad de una localidad cercana, según parece, estaba de “fiesta” con el dueño de la vivienda y dos reconocidas prostitutas”.

La cara de sorpresa y el grito de Gloria no podría haber sido ensayado nunca, a eso se le sumo que los ojos se le pusieron en blanco y no pude llegar a sostenerla pues cuando intenté tomarla con mis brazos llegué tarde.  Creo que ya estaba desmayada cuando iba cayendo y su cabeza golpeó fuerte contra el piso.  Karina se hincó a su lado para ayudarla mirándolo feo al detective que recibió el reto de su compañero.  A mí no me la “vendían”, sabía que no dejaba de ser una táctica para ver la reacción de la persona que recibía la noticia.

  • Necesitamos hacerles unas preguntas, en principio, ¿quiénes son ustedes?, -me preguntó el detective más veterano-.
  • En principio, somos vecinos y amigos y para su conocimiento estuvimos juntos estos dos días en mi casa.
  • Nadie le preguntó eso, limítese a contestar lo que yo le pregunto, -esa prepotencia me molestó y me paré serio frente a él-.
  • Permítame decirle que su proceder es una mierda, acaban de decirle a esta mujer que su marido fue asesinado en una “fiesta privada”, se metieron en la casa sin permiso y están llevando a cabo un interrogatorio compulsivo, acá nadie va a contestar ninguna pregunta, primero voy a llamar a un médico para que atienda a la señora y les voy a pedir que se retiren.  A menos que sea sospechosa y la detengan, no quiero escucharlos más.

El detective no atinó a decir más nada, sabían que habían hecho mal, les había fallado el tratamiento “de apuro” y no sabía a quién tenía delante.  “Volveremos con una orden”, -dijo saliendo disgustado junto a su compañero-.  Eso me tenía sin cuidado, no bien salieron y viendo que Gloria se estaba recuperando, tomé mi teléfono y lo llamé al médico, luego hice una llamada al Estudio Jurídico y lo puse al tanto al abogado de la situación, éste estimo que no era conveniente que se apareciera por el lugar, a menos que me acusaran de algo, de todos modos, recurriría a ciertos “contactos” para evitar futuras molestias.

Corría con la ventaja de que nos habían visto a los tres salir temprano de mi casa, la declaración respecto a que habíamos pasado tiempo juntos “calzaba” como anillo al dedo.  El auto con los detectives se había marchado, pero quedaba un patrullero frente a la casa, eso tampoco me importaba.  Karina, previendo que la cosa iría para largo, llamó a la empresa y yo hice lo mismo con la secretaria del colegio, no había mucho que explicar, sólo que no iríamos hasta después del mediodía.

El médico llegó como a la media hora, atendió a Gloria medicándola con un tranquilizante y nos dejó tranquilos diciendo que el golpe en la cabeza no tendría consecuencias.  La espera del médico nos sirvió a Karina y a mí para “aleccionar” a Gloria respecto a lo que tenía que declarar.  En principio, ningún tipo de mención al intento de robo, luego, sabiendo que el marido no estaría porque había viajado, había pasado dos días en la casa de amigos, que no solía preguntar por qué o para dónde viajaba, que no sabía de sus amistades porque estaban separados “de hecho”, aunque vivieran en la misma casa, que no sabía de sus ingresos o egresos porque mantenían cuentas separadas.

La vecina entendió que, producido el hecho luctuoso, era contraproducente darle motivos a la policía para indagar más en su vida privada y/o hacerlos partícipes de las trapisondas o no de su marido, por otro lado, al saber que lo había pasado con nosotros, nos salíamos mutuamente de testigos con coartadas sólidas.  Decididamente, no tenían de dónde agarrarse, mucho menos para acusarla de algo.  Por las dudas le di a Gloria la tarjeta del Estudio Jurídico, a más, Karina me dijo que se quedaría con ella, por si yo tenía que atender el tema del colegio.

Como a la hora de haberse retirado el médico, aparecieron otros dos detectives, ahora eran, un muchacho joven y una mujer de aproximadamente treinta años, alta, de cabello castaño y muy bien puesta, que se presentó como, sargento de Homicidios, Julia XXXX, no trajeron una orden de allanamiento, pero pidieron permiso para hacer el interrogatorio preliminar, desde ese momento, las preguntas o el tono de las mismas tuvieron otro tenor y noté que me miraba con un cierto resquemor, como esperando que sus preguntas no me molestaran.

  • A pesar de la situación, es más agradable contestarle las preguntas a usted, debo reconocer que los detectives anteriores me sacaron de las casillas, casi la matan de la impresión a Gloria, tuvo que lidiar con la noticia, el golpe con el desmayo y el poco tacto de sus compañeros.
  • A todos nos pone mal este tipo de situaciones y a algunos nos resulta más difícil hablar con los deudos y solicitar respuestas, por lo menos, algunas de ellas.
  • Es verdad, se lo acepto, pero usted, a pesar de que parece una mujer “de armas tomar”, demuestra tener más tacto u otro tipo de trato para preguntar y para llevar el caso.
  • Normalmente no me dan este tipo de casos, pero parece que usted “tocó pito” en las altas esferas.
  • No tengo ni idea de lo que me habla, apenas si llamé a mí abogado, “por si las moscas” …
  • Sí, y su abogado, que pisa muy fuerte, llamó al Ministro del Interior, éste al Jefe de Policía, el jefe a mi jefe y los gritos de éste todavía suenan en la división de Homicidios, jajaja, armó una buena usted.
  • Ventajas de los “contactos” que uno tiene, todo lo cual no hubiera pasado si sus compañeros hubieran hecho las cosas bien, como sea, me gustaría saber si mi novia y yo estamos metidos en “el baile” y/o que debemos hacer.
  • No, en realidad, no, tampoco la mujer del occiso, sabemos que estuvo en su casa, hasta la declaración del muchacho del delívery lo corrobora, por mi parte están liberados, lo que sucede es que la señora deberá concurrir a confirmar que el fallecido es verdaderamente su esposo y hacer los trámites para disponer del cuerpo después de la autopsia.
  • Algo hablé con ella y mi novia la va a acompañar a la morgue para el reconocimiento, yo debo atender mi trabajo.
  • Ya que habla de su trabajo, me gustaría tener una conversación con usted a nivel personal y tiene que ver precisamente con su condición de dueño de ese colegio exclusivo.
  • Cuando guste, pero, ya que estamos, adelánteme algo, si la puedo ayudar en lo que sea, colaboraré con gusto.
  • Parece cosa del destino, ayer mismo hablaba con mi hermana sobre ver la posibilidad de hacer entrar a mi hijo de ocho años para que estudie en ese colegio, sabemos que no es fácil, es un sueño, pero… yo soy madre soltera, así y todo, haría cualquier sacrificio para darle un buen estudio y, por ende, porvenir.
  • Voy a ser sincero con usted, ese es mi negocio, invertí mucho en él y las cuotas son altas para el ingreso normal de un policía, pero… “hecha la Ley…”, soy el único que decide sobre las becas gratuitas y estoy en condiciones de hacer realidad ese sueño suyo.  ¿Por qué no se llega por allí mañana a eso de las diez de la mañana?, lleve a su hijo si quiere, veremos si le gusta el ambiente, lo demás es coser y cantar.
  • ¡Ohhh, por Dios!, esto no me lo esperaba José María, ¿lo puedo llamar así?, es una bendición.
  • Si puede, Julia, en definitiva, ese es mi nombre, mañana vemos de finiquitar todo y buscaremos una solución, por las dudas le dejo mi tarjeta personal.

La policía estaba contentísima y me sentí bien, no importaba dónde trabajaba o que caminaba por la vereda contraria, yo tenía la posibilidad de ayudar a un semejante y como estaba en mis posibilidades, lo hacía.  Me sobraban como treinta cupos de becas, pues no todos sabían que existían y, de algún modo, abría una puerta a futuro, uno nunca sabe dónde le va a apretar el zapato.

Luego de que la policía se fuera, las dejé a Gloria y a Karina para que se acompañaran mutuamente, iban a tener un mediodía y una tarde un tanto agitada y casi macabra, yo volví para mi casa, tomé el auto y me fui para el colegio.  Estela, la vice directora, no estaba, todavía no era el momento del cambio de turno y fue la secretaria quien me pasó las novedades.  Eran las normales y salí a caminar un rato por el parque, sentado debajo de unos árboles frondosos, saqué mi celular y acepté el trabajo que, en apariencia, se debería hacer en Los Ángeles.  Los datos me los bajarían vía mail y los estudiaría en la soledad de mi cuarto “secreto”, no daba ni convenía bajar esos datos por medio del celular.  Estaba pensando en irme de viaje con Karina pues cuando hice mención a tener que viajar le brillaron los ojos, no hablamos más del tema porque se dieron otras posibilidades con Gloria y, luego, en la mañana, todo el tema de su marido, pero, estaba seguro de que estaría latente.

Estaba en mi oficina cuando se produjo el cambio de turno en el colegio y Estela no llegó, era raro por su puntualidad, le pregunté a la secretaria si había alguna novedad al respecto de la falta de la Vice directora y me contestó que, nadie había avisado nada, eso me preocupó, Estela no era de faltar porqué sí y mucho menos sin avisar.  Yo mismo llamé a su celular, pero sonaba y sonaba hasta que entraba el contestador, el celular estaba encendido y mi preocupación fue mayor, por eso, no bien hice el ingreso de los chicos al turno siguiente, dejé todo en manos de la secretaria y me fui hasta la casa.

Ella vivía sola en un enorme caserón de estilo señorial de unas seis habitaciones flaqueado por dos grandes edificios de planta alta, era como un oasis en un particular mundo de cemento.  Estacioné frente a la propiedad mirando el alto enrejado que daba acceso a los amplios jardines.  La propiedad estaba emplazada en un terreno de 40 x 70 metros y había varias inmobiliarias interesadas en adquirirlo, pero Estela se negaba a vender, había sido la casa paterna de su ex marido, el cual, hijo único, a la postre heredó todo lo que luego quedó para ella.

El timbre del portero eléctrico que estaba junto a la puerta chica de la reja, sonaba bien, lo escuchaba repiquetear desde afuera y, como nadie atendía, miré por un costado, por el lado de la entrada de autos, no tenía un garaje cubierto y pude ver la parte trasera de su auto, en hipótesis, estaba en la casa y me dispuse a entrar haciéndome cualquier tipo de “películas”, la experiencia vivida con Gloria me llevaba a pensar en robo, secuestro o algún tipo de indisposición por el tema de la salud.

Tomé el estuche de la ganzúa que llevaba en el auto y la cerradura de la puerta enrejada no me supuso ningún problema, al llegar a la entrada principal de la casa no quise golpear y traté de observar por las ventanas, una sola de ellas estaba con las cortinas corridas y el interior de la casa parecía estar en buenas condiciones, no se observaba ningún tipo de desorden o de violencia, entonces opté por dirigirme a la parte trasera.

El auto estaba allí sin signos de haber sido movido y por la ventana de la cocina tampoco se observaba nada raro.  No lo pensé más, abrí la puerta y relajado mentalmente, pero con la tensión física lógica motivada por lo que podría encontrar.  Recorrí toda la planta baja y no noté nada fuera de lugar, como se diría en las películas, “despejado”.  Me quedaba la planta alta y subí las escaleras para dirigirme al dormitorio principal, me notaba presto a saltar ante cualquier movimiento extraño y, acostumbrado a este tipo de situaciones, rogaba por el bienestar de Estela.

Pensaba que algo le podría haber pasado y recorrí rápido las habitaciones y baños adyacentes a la principal, por allí estaba todo bien y, finalmente, me decidí a entrar en su habitación esperando encontrar un cuadro que no me iba a agradar.  Me movía con sigilo y agradeciendo la manía que tenía mi ex maestra respecto a los goznes, le molestaba que hicieran ruido y siempre tenía esas puertas macizas y altas debidamente lubricadas, ninguna había hecho ruido al abrirlas y empujé esperando lo peor.

Decididamente no era lo mismo meterse en la casa de un desconocido a quien ibas a eliminar y dispuesto a dejar de lado cualquier escollo, que meterse en la casa de alguien apreciado esperando encontrar algún tipo de escena que te podía afectar emocionalmente.  Mi mente fría no me respondía y me pasaban por la cabeza miles de situaciones por las que pudiera haber pasado Estela y ninguna era buena.  Ni señales de ella en la habitación, lo que si noté fue su celular encendido sobre la mesa de luz, la ropa interior preparada sobre la cama, junto a la otra ropa que vestiría ese día, además de los zapatos al pie de la misma.

Me quedaba el baño y me la imaginé desangrada en la bañera, suicidada o asesinada, me maldije a mí mismo por mis pensamientos y cuando me acerqué y giré la perilla redonda del picaporte, prácticamente se desarmó todo en mi mano, me sorprendí por esto y la voz lloroso y un tanto desencajada de Estela desde el otro lado de la puerta fue como un bálsamo:

  • ¿Quién anda ahí?, por favor, ayúdenme, estoy encerrada aquí desde hace rato.
  • ¿Qué le pasó?, ¿usted está bien?, -pregunté falseando e impostando la voz y con una alegría interior que me causó gracia-.
  • Sí, sí, estoy bien, no sé qué pasó con la puerta y quedé encerrada, hace como tres horas que estoy acá y nadie responde a mis gritos, estoy desesperada, abra, por favor.
  • No puedo señora, ¿yo que gano con esto?...
  • No sé, no sé, pida lo que quiera, necesito salir de acá, estoy enloqueciendo.  Tengo algo de dinero que puedo darle.
  • El dinero no me interesa, me gustaría verla desnuda y… quizás un poco más, -le decía esto mirando parte de su desnudez por el agujero de la cerradura que había dejado el picaporte roto-
  • Usted es un enfermo drogado o borracho, yo soy una señora, ¿cómo se le ocurre pedirme eso?, ¡sáqueme inmediatamente de aquí!...
  • No estoy enfermo, no consumo, ni tomo, estoy limpito y le aseguro que va a gozar, tengo un miembro bastante respetable.
  • Tiene mierda en la cabeza, ¿cómo se le ocurre?...
  • Usted decide señora, su situación me calienta y si no accede por las buenas la voy a terminar violando, si no la escucharon hasta ahora, dudo que alguien la pueda escuchar cuando la tenga sobre la cama.

Estela quedó un pequeño rato en silencio y estuve a punto de largar una carcajada y abrirle la puerta, no hubiera pasado de un momento jocoso por el que tendría que aguantar mis burlas y chanzas, pero… se me dio por mirar nuevamente por el agujero y conservaba la misma posición parada en el centro del cuarto de baño, aunque ahora sus piernas estaban más abiertas y una mano se tocaba en la entrepierna depilada.  Sentí que me explotaba la cabeza y eso que no podía verle la cara que, seguramente era de goce...  ¡A la mierda con los códigos!, mi ex maestra necesitaba a un hombre y mis ganas sobraban.

  • ¿Y?, ¿qué decide?, ¿consensuado o con un poco de violencia?...
  • Usted es una porquería y una mala persona, pero no me queda más remedio, abra la puerta y tráteme bien, por favor.  -Ni cuenta se dio de mi desnudez y de mi empalme cuando abrí la puerta y me mostré ante ella-.  ¡José María!, ¿eras vos?, sos un mal parido, me hiciste asustar, ¿qué hacés desnudo?...
  • Bueno, mi ex maestra quiere que la salve y está lo suficientemente excitada como para que le brinde algo más.  No te voy a cobrar por el “salvataje”, pero creo que nos vamos a sacar las ganas al unísono.

No dijo más y pareció como que, cuando vio que era yo, tiró todos los pruritos por el inodoro, se paró de puntas de pie, me echó los brazos al cuello, se pegó como lapa a mi pecho y se prendió a mi boca como si mis labios fueran un soplo de vida.  Le devolví el beso con las mismas ganas y en cuanto la escuché gemir y decir “sí, sí, sí”, la levanté acunándola en mis brazos y la saqué del baño para llevarla hasta la cama.

ESTELA, LA MAESTRA - PROYECTO DE VIAJE. (8).

Su cara era de profunda satisfacción, quizás por la concreción de deseos contenidos y yo me sentí igual.  La deposité con dulzura sobre el cubrecama y aparté la ropa mientras ella no se deshacía de su abrazo y volvía a besarme dejando entrever un poco de desesperación.  “Haceme tuya, te necesito”, -dijo con voz sollozante-.  Me dediqué a buscar con mis labios y lengua todos los puntos de su torso que la pudieran hacer sentir bien y ya, desde el cuello comenzó con sus gemidos y movimientos viboreantes.

Con los brazos abiertos en cruz y mientras aplicaba besos y lamidas por el interior de sus brazos, acercándome a la axila logré que tuviera un pequeño orgasmo o lo que pareció, “sí, me encanta eso, ¿qué me hacés, Josecito?, tengo el cuerpo a mil”, -decía moviéndose como culebra y dejando escapar gemidos que parecían ronroneos-.  Sus tetas no me parecieron tan grandes como cuando las trataba de adivinar siendo un adolescente, pero eran medianas, hermosas, firmes y, aunque de areolas chicas, se veían coronadas por un pezón que parecía un garbanzo endurecido y erecto.

Caricias con una mano en una de sus tetas y mi boca, lengua y dientes con mordiscos suaves en la otra, sirvió para que Estela subiera los decibeles en gemidos y exclamaciones de placer, “chupame la otra también, siempre quise que lo hicieras”, -decía retorciéndose a medida que me tomaba de la cabeza para que cambiara mi boca de teta en teta-.  Se tensionaba y se aflojaba a medida que yo pretendía devorar sus pechos, pero lo peor, o mejor, aconteció cuando comencé a bajar por su vientre con besos que desembocarían en su entrepierna.

“Sos un hijo de puta, Josecito, deja que yo también quiero chupártela”, -gritaba y se contorsionaba cuando yo soplaba en su clítoris desarrollado y descubierto-.  Ni loco dejaría mi pija a disposición de su boca, ya había notado que era chica y tenía buenos dientes, lo que unido a la desesperación que la embargaba por momentos y al grosor de mi “aparato”, haría peligrar a mi glande y les aseguro que duelen bastante esos roces, no alcanza con que sean bien intencionados.

Por ende, más afirmado que nunca a sus caderas y ejerciendo buena presión con mis manos en ellas, me dediqué a absorber con ganas, primero fueron sus labios íntimos utilizando mi boca como sopapa mientras mi lengua que parecía un estilete, se perdía en la cavidad de esa estrechez.  Mi dedo medio, a la par que besaba su vientre, ya había incursionado en esa “laguna” anegada y viscosa, por eso costó poco y nada perderlo en las profundidades de su ano cuando aspiré con fuerza su clítoris endurecido y erecto.

Fue sensacional, faltaron los bomberos porque la sirena se dejó oír.  Estela parecía estar imitando el estrepitoso sonido con su grito agudo.  Luego elevó su cuerpo, se apoyó sobre la planta de los pies y los codos, a la par que temblaba con contracciones que la mostraban como electrizada y me empapó la cara con un chorro de flujo con los que dejó salir algunos chorritos de orina.  Su orgasmo parecía extenderse en el tiempo, pero no me sacaría de allí ni a palos, por más que se movía, yo aguantaba sus sacudones y tragaba todo ese manjar soñado.

Al comenzar a menguar con sus movimientos, me arrodillé ante sus piernas abiertas y encaré el glande en el agujerito que me parecía chico para contener el “pedazo” que se aprestaba a actuar como un ariete implacable.  Fui bastante suave y me tomé mi tiempo para entrar, estaba por la mitad cuando la escuché hablar en voz alta, casi gritando, pero con sonido sollozante, “sacala Josecito, sacala que no la aguanto, es enorme, ¡¿qué mierda me estás metiendo?!” ...  ¡Ni en pedo me sacaban de allí!, apenas si tuve la deferencia de esperar unos instantes para que se acomodara y seguí penetrándola hasta que el glande hizo tope en su útero.  El “Ayyyy, no sigas, no te muevas, me duele mucho”, me sonó a gloria, eran miles de pajas adolescentes reducidas a un sólo momento.  Estela se merecía la espera y me quedé quieto acariciando sus tetas con mis dos manos hasta que ella sola comenzó a moverse de forma suave.

Estos movimientos fueron como un permiso tácito otorgado para que pudiera seguir con la faena y dejó de importarme lo que pudiera pedir.  Mis entradas y salidas fueron creciendo en intensidad, el pistoneo se hizo constante y mi ex maestra no me decepcionó, se acopló enseguida a mi ritmo haciendo que la cogida fuera monumental, “de a dos”, compartida, plena, repartiendo el goce.  Tuvo tres orgasmos de variada intensidad, el primero lo noté, algo así como “chiquito” y no abandoné mi ritmo hasta que vinieron dos más.  Éste fue con más ganas y más intenso, pero se empalmó con el que seguía y sus movimientos, sus gritos de placer y sus pedidos para que la llenara, me llevaron con ella, entonces, sellando mi pelvis con la suya, la desbordé con el líquido, para mi caliente, para ella, hirviendo y así me lo hizo saber, “me quema, ¡por Dios!, tu leche me está quemando la concha”.

Solté sus muslos contraídos y los dejó caer sobre la cama, todavía me apretaba con contracciones cuando salí de la calidez de su interior, mi miembro vencido parecía latir y me dolía, no era para menos, lo estrecho de su interior y las contracciones de sus músculos le habían pegado flor de paliza.  Estela no estaba mejor, pero le quedó resto para abrazarme, besarme y decirme:

  • Hizo falta una cerradura rota para que me dieras el gustazo de mi vida, ahora pido tregua, no puedo más, años de no tener nada en mi conchita y parece haber pasado un regimiento, valió la pena la espera”
  • El agujero que dejó tu cerradura me permitió ver que estabas caliente y tiré a la mierda mis códigos, en buena hora que lo hice, pero…
  • No me digas nada, sé muy bien cuál es mi lugar, no pienso joder, aunque… de vez en cuando tu ex maestra va a necesitar que la salven de sus “encierros”.
  • Hecho, aunque, esa “próxima vez” te va a costar dar unos gritos más fuertes, hay un culito por ahí que siempre mereció mi admiración.
  • Lo sabía, sabía que mi culo te gustaba y me encantaba que me lo miraras, supongo que, con paciencia y saliva, tendré que hacerme cargo, jajaja.  ¿Cómo hiciste para entrar en casa?
  • Vi que estaba el auto estacionado en el fondo y como tenías las puertas abiertas me metí, con un poco de miedo, lo reconozco, esto porque no sabía que me podría encontrar, menos mal que me encontré a una docente deseosa de “verguita”.
  • “Verguita” decís, sos un caradura, ni sabía que había dejado las puertas abiertas, pero debo ser sincera contigo, me di cuenta que eras vos por algo que dijiste, después presté más atención a los tonos de voz y te seguí la corriente.
  • Menos mal, sino hubiera resultado bastante putita mi ex maestra.
  • Después de los pijazos que me hiciste sentir y el cariño que pusiste voy a ser “tu putita” las veces que vos quieras, ni te imaginás las ganas que te tenía.

Luego de esa charla en que nos sentimos totalmente a gusto, nos fuimos a bañar y entre enjabonada y enjabonada estuvimos a punto de reincidir.  Me demostró que yo tenía razón con el tema de su boca y sus dientes y ella se dio cuenta de que no podría, la conchita tampoco podía más y el culito preferimos dejarlo para una mejor y más cómoda ocasión.  Me pareció bien y no insistí, con los “códigos” destrozados y por el piso ya tendríamos más oportunidades.

Le pedí a Estela que no fuera al colegio y habló por teléfono para avisar que estaba bien.  De regreso a casa me llamó Karina para avisarme que ya habían hecho los trámites pertinentes con Gloria, que, efectivamente era el marido, que había que esperar a que hicieran la autopsia para que le entregaran el cuerpo y que la había dejado en la casa para que ordenara sus cosas e hiciera su duelo sola.  Le contesté que yo iba para casa y que me esperara porque tenía que hablar con ella.  El beso y el recibimiento de Karina me hizo bien, era otra cosa, otra frescura en el trato y sabía que me haría “pata” en todo, ya lo había demostrado mostrando aplomo con Gloria y con la policía.  Tal como lo había previsto, no bien nos sentamos, no me dejó comenzar a hablar…

  • Vida, antes de que me digas lo que quieras decirme, ¿me pareció a mí o anoche dijiste algo de viajar a Los Ángeles?
  • De eso te quería hablar, efectivamente tengo que viajar a Los Ángeles y posiblemente debamos pasar una semana allí…
  • ¿Eso quiere decir que querés que te acompañe?...
  • Mi cielo, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo?, creo que hablé en plural, ¿no?, ¿a qué viene tu pregunta?, ¿no habíamos acordado que vos eras mi novia, mi pareja?, ¿qué pretendés?, no sé, en una de esas te es más cómodo que viaje con otra.
  • No, no, sí, claro, no te enojes, me tomás de sorpresa, debe ser que todavía no estoy acostumbrada a esto de estar en pareja.
  • No me hagas pensar que me equivoqué contigo, yo necesito que estés consustanciada en un 100% conmigo.
  • Disculpá, mi cielo, te aseguro que no volverán a repetirse este tipo de dudas.
  • Bien…  El tema es así, viajamos juntos, pero allá es muy probable que tenga que atender algún tipo de negocios en reuniones a las no te puedo llevar, cuando pueda estaremos juntos y cuando no pueda te podrás mover quedándote en el hotel o haciendo turismo por las tuyas.
  • ¿Te llevarán mucho tiempo esas reuniones de negocios?
  • El tiempo necesario Karina, tengo una idea aproximada de ingreso, pero no de salida y, por favor, tratá de que las preguntas sean las mínimas, de última, estaremos comunicados por el celular, pero, nunca me llames, yo lo haré cuando me desocupe.
  • Entiendo, quedate tranquilo, hay cosas que tengo incorporadas, ciega, sorda y muda, como los tres monitos, respecto a las compras que me dijiste que se harían, ¿vas a ir solo o debo acompañarte?, digo, para hacer un listado de lo que se necesitaría.
  • El listado hacelo igual, después allá vemos como nos movemos.  Más no te puedo contar.
  • Está bien, yo no pienso en exigirte nada, pero, para serte sincera, me generás intrigas.
  • Ese es uno de mis miedos, porque si te digo la realidad de todas las cosas podés correr algún tipo de peligro y no quiero que te pase nada.
  • No creas que me asustás con eso que me decís, si anduvieras en cosas turbias el peligro lo correría igual, supiera o no supiera, de hecho, la policía que estuvo esta mañana me dio a entender que tenés amigos o conocidos en las más altas esferas y no creo que sea por ser Director de un colegio selecto o por la empresa de computación.  Yo estoy con vos a muerte y con toda mi alma, me encantaría que lo creyeras a pie juntillas.
  • Perfecto, voy a confiar en vos, es lo menos que puedo hacer si hemos decidido estar juntos y con esto me puedo estar jugando el trabajo y la vida de los dos.  Si estás decidida a que te lo comparta, tomá asiento y escuchá con atención…

Karina acusó el tono de las palabras que estaba usando, se puso un tanto rígida y su rostro tomó un color pálido que nunca había notado, no obstante, tomo asiento y esperó por lo que tenía que decirle.  En definitiva, era lo que yo pretendía.  Ella tenía mucha razón cuando me decía que no debía generarle intrigas, es lo peor que se podría hacer con una mujer que uno tenía al lado y eso era contraproducente para mi “negocio secreto”.  Debía lograr que sintiera ese temor por lo desconocido y las consecuencias por hablar de más o descuidarse.

  • El Colegio y la empresa, si bien es cierto que son míos y generan gran parte de mis ganancias, no dejan de ser coberturas para mi trabajo principal.  En realidad, soy Agente de una Agencia americana de nivel mundial, similar a la CIA, aunque ésta “no existe” en ningún papel oficial u organigrama.  Por eso tengo conocimientos acabados de Artes Marciales mortales, de Informática avanzada y de manejo y uso de armas de cualquier tenor, además de otras cosas que conozco y sé.  -Karina tuvo un estremecimiento-.
  • Seguí, cielo, seguí, te escucho atentamente.
  • La casa está, como le decimos nosotros “alambrada” con distintos micrófonos y cámaras, pero, no te hagas problemas, sólo yo las puedo manejar, además hay un lugar secreto, dentro mismo de la casa, al que sólo con mi código puedo acceder y que, algún día te mostraré, allí es dónde recibo y canalizo información.
  • ¡Mierda!, sabía que eras un tanto enigmático, pero nunca pensé que tanto.
  • Por eso, ahora, al estar informada, quieras o no, estás “metida en el baile” y por tu propia seguridad y la mía no se te puede “escapar” nada de lo que te dije, ni siquiera con tu espejo, por otro lado, ni yo sé que otros Agentes puede haber, ni que tan cerca o lejos pueden estar.  Imaginá el riesgo, ni siquiera sé si vos no sos una de esas Agentes.
  • No, para nada José María, te aseguro que no, podés confiar ciegamente en mí y estar tranquilo, es más, estoy acostumbrada a guardar secretos desde la época en que mi padre estaba en actividad, pues, en ese entonces nadie podía saber que éramos familiares de militares.  Jajaja, ahora entiendo el tema de las cámaras delante de la casa y el portón activado por el botón del tablero del auto.  Es como si fueras un agente secreto de las películas.
  • Algo así, ¿entendés ahora porque no me gustan las preguntas y soy tan reticente?
  • Claro que te entiendo y, ya te dije, por mí quedate tranquilo, seré una tumba, incluso prefiero que no me digas, ni me cuentes nada más, prefiero al José María de siempre y no sabés cuanto te agradezco que me hayas confiado todo eso.
  • Bueno, hasta aquí llegamos, tenemos que ver como andas de documentación y si se puede sacar tu visa rápido.
  • Tengo el pasaporte y aún me quedan seis meses de visa, alguna vez un tipo me quiso llevar a Nueva York, pero después no se pudo dar porque la mujer lo descubrió con otra chica y se le pudrió todo, pero la visa la tengo otorgada.  ¿Cuándo viajaríamos?...
  • Si los papeles están correctos, viajamos en cuatro días, el clima en Los Ángeles es bastante caluroso, así que poca ropa y de verano, algo para vestir de noche y si falta algo se compra allá, la ropa es lo que menos me preocupa.
  • ¿Cómo hacemos con la empresa?
  • Queda a cargo tu secretaria, la misma persona de siempre, la que quedaba cuando yo tenía que ausentarme o no aparecía por allí, en el Colegio me arreglo yo con Estela, la Vice directora.
  • Listo, yo ya me empiezo a organizar, de hecho, hoy fui a buscar ropa para cambiarme, ¿qué vamos a cenar hoy?...

Me encantaba la facilidad que tenía Karina para pasar de un tema al otro.  Por lo pronto, de alguna manera me sentía aliviado, el “verso” de la Agencia americana había cuajado y me quedaba tranquilo respecto a que no andaría metiendo las narices dónde no debía, ni haría preguntas imprudentes.  Todo esto porque, ciertamente, tomaría menos “trabajos”, pero, había estado pensando en profundidad y no podía desatenderme de todo ese “circuito”.  Era mucho lo que sabía cómo para hacerme el tonto o para que los que “armaban” todo se hicieron los tontos conmigo.  Yo era, si se quiere, de “élite” y podía elegir mis “trabajos”, lo que no podía hacer era dejar a todos de lado, pues si hay algo que prima en este “negocio” es la desconfianza y más vale prevenir…  Dejé de pensar en eso y le contesté a la “colo”:

  • Cambiate y ponete más linda, vamos a ir temprano a cenar afuera, después tengo que ponerme a trabajar en el rubro “oculto”, tenés dos opciones, te quedás en tu casa o dormís acá, pero, me va a llevar algo de tiempo
  • La hacemos más fácil y no te jodo, cenamos y después me llevás a casa, así podés trabajar tranquilo, ¿te parece?, yo voy a aprovechar para elegir la ropa

GUILLEOSC - Continuará…  Se agradecen comentarios y valoraciones.

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