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TODORELATOS » SEXO CON MADURAS » CUANDO MI ESPOSO SE EMPERRÓ EN TENER CUERNOS (1)
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Fecha: 14-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Sexo con maduras

Cuando mi esposo se emperró en tener cuernos (1)

dBastetHW
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Nadie se puede imaginar la incertidumbre que se pasa cuando tu propio esposo te dice que quiere verte teniendo sexo con otro hombre y al final tenemos un encuentro con un AUTOR de esta web, ¿llega a suceder algo? Version para imprimir

Que nadie piense que es fácil plasmar lo que sucedió, ya que éramos y (creo) somos un matrimonio unido, especial. Para que se me pueda entender mejor hay que poner lo sucedido en el entorno apropiado. Mi nombre es Amparo y cuando suceden estos acontecimientos tenía 34 años e Iñigomi esposo 35 años. Un buen puesto de funcionario después de aprobar una oposición muy difícil y compleja. Físicamente un chico guapo y de lo más simpático, buen hijo, buen esposo y buen amigo de sus amigos. Nos conocimos en la universidad de Valencia y juntos desde que nos conocimos. Nuestras familias tradicionales y nosotros también. Las virtudes de Iñigo eran innumerables desde muy trabajador hasta una persona solidaria. Un poco celoso, no mucho o eso me parecía a mí, que ahora lo pongo en duda.         

Para describirme a mi usaré términos que me dicen tanto Iñigo como algunas amigas. Soy una mujer madura que no resulto indiferente a pesar de mi toque de timidez. Que tengo mucha belleza y sensualidad natural. Mido 1,72, solo un poco menos que mi marido, que en cuanto me pongo unos buenos tacones le dejo bajito. El resto de mi físico en aquella época era 91 de busto, 63 de cintura, 90 de cadera y 58 kg. Mi forma de vestir era de mujer prudente, me gustaba gustar, pero sin ser excesiva y eso que notaba que me miraban. Mi pelo es de color castaño tirando a avellana y siempre largo, me gustan las melenas, lo único que vario es el tipo y estilo de peinados. Se que no paso desapercibida y que atraigo todo tipos de miradas.         

Me dicen que, con mi físico y mi atractivo natural, más mi simpatía y mi sonrisa, atraen y desarman a la persona más dura. No nos casamos hasta tener todo aquello que consideramos necesario para iniciar una vida en común. Algo que nos desesperó o me desesperó a mí fue no encontrar un trabajo a mi altura y en lo que había estudiado. Logré colocarme como profesora de educación física en un colegio religioso. Mi horario era de mañanas y por las tardes acudía al negocio de una amiga que estaba enfocado especialmente o mayoritariamente para las mujeres, principalmente fitness (Ejercicios, Planes, Nutrición, Suplementos Fitness y en algunos casos entrenadoras personales) en poco tiempo y sin necesidad de mucha publicidad el negocio funcionaba a toda marcha y añadimos bailes de salón.        

Nuestra vida de pareja iba perfecta, es más muchas veces después de sesiones maratonianas de sexo, porque teníamos sexo con mucha frecuencia, nos reíamos del escándalo que se organizaría en mi colegio si supieran lo que hacíamos en la cama. Mi teoría era que, si no queríamos buscar ninguno de los dos algo fuera de casa, porque el otro no se lo diera, era cuestión de no andarse con remilgos. Practicábamos todo tipo de sexo entre nosotros al igual que la variedad. En lo único que teníamos problema era en el sexo anal, que me costaba mucho. Iñigo decía que era por ser muy estrecha de ano y yo pensaba que era porque él no lo hacía bien, el caso que de manera completa nunca lo realizamos. Por todo esto no entendí como Iñigo me salió por donde me salió.         

No lo vi venir, salvo que le gustaba mucho ver películas porno de tríos HMH, que luego empezaron a ser de esposa con un hombre delante de su marido y sucediendo todo tipo de escenas. Y lo otro que me tuvo que poner sobre aviso, era su insistencia porque cambiara mi vestuario, que tenía que hacerle ver que al colegio no podía ir como él pretendía. Me acompañó a comprar ropa para nuestra luna de miel y algunos de sus gustos me parecían excesivos, más viniendo de él. Me gusta ser admirada, que me mirarán con deseo y ahora las mujeres me entenderán, me gustaban las miradas de deseo no la de babosos, que resultan repugnantes. Como digo no le di dentro de lo que cabe mayor importancia. Desde que acepte parte de sus gustos en sus gustos por mi vestuario, se fue animando y en el viaje de novios al caribe fue más atrevido, pero solo eso atrevido. Me hacía ver que los hombres me miraban y en nuestros momentos de sexo, me hacía algún comentario de que alguno en concreto daría lo que fuera por estar ahí conmigo, que no usaba precisamente esas palabras, se volvía más excesivo o mejor dicho más guarro en sus términos. Aquí surgían mis primeras contradicciones, me molestaba, pero me excitaba.         

Posteriormente hacía comentarios de los “paquetes” de algún caribeño, que eran llamativos, pero yo no entraba en su juego y callaba. Ya en Valencia me hacía comentarios sobre chicos u hombres que conocíamos por lo menos de vista y me ponía nerviosa. Era un comentario tras otro y me confiesa su gusto por leer relatos guarros, queriéndome introducirme en esos gustos, lo que me niego. Me quedo embarazada y esos comentarios y actitudes quedan en un segundo y tercer plano. El primer hijo o hija, el primer nieto o nieta de ambas familias, todo era felicidad. Los últimos cuatro meses tuve que dejar de trabajar y guardar reposo, en ese tiempo de reposo Iñigo se iba “olvidando” sus relatos que imprimía, algo que no tenía sentido porque él los leía en su móvil u ordenador. Lo dejaba adrede para que los encontrara, que sería imposible no hacerlo, pero los leía y los dejaba en el mismo sitio, como si no los hubiera leído.          

Tenían que ser relatos ficticios, no podía ser real que eso sucediera. Era tanto tiempo tocándose la barriga que empecé a curiosear y descubrí que había parejas con esos gustos, por llamarlo de alguna manera. Los relatos que me dejaba eran todos de maduras que ponían los cuernos de forma consentida por parte de sus esposos y había un autor en especial que Fernando seguía. Tuvimos una niña preciosa y a los tres meses regresé a mi trabajo, además me vendría bien para coger de nuevo mi forma física, que tampoco me costaría mucho, porque no había engordado mucho en ese tiempo, había seguido una dieta estricta y nada de antojos. Mi físico no cambió mucho, pero algo si cambio y me mantengo en la actualidad con las mismas medidas, era 100/105 de busto, 64 de cintura, 91 de cadera y 55 kg., donde más se notó el cambio fue en mi busto, que ahora era super generoso y no sé si por dar de mamar los pezones se oscurecieron más y se volvieron más salidos.        

Se produjeron situaciones por lo menos llamativas, porque no me avisaba de que iba a llevar a algún amigo y en varias ocasiones me cogió dando de mamar a nuestra hija, lo que me molestaba. Se lo decía una y otra vez que me avisara, al final opte por dar el pecho en la habitación. Pareció que se calmaba la situación familiar, porque Iñigo estaba negociando con una empresa incorporarse al sector privado, pidió una excedencia y se pasó al sector privado. Hizo una pequeña despedida con algunos de sus compañeros y hubo una cena. Acudieron las demás esposas y sería una cena entretenida porque nos conocíamos todas. Tuve un pequeño accidente, estrenaba sujetador, que eran especiales para sujetar mis pechos. Eran de abertura frontal y los corchetes eran distintos a otros, saltaron y mis pechos quedaron libres, me fui con una de las esposas al aseo y no hubo manera de arreglarlo. Me hizo gracia un comentario de mi amiga, que decía que con esas tetas esta noche iban a flipar todos los tíos.           

Mi preocupación era la reacción de Iñigo, porque ya no sabía por dónde iba a salir. La cena transcurrió de forma divertida y eso sí, no hubo uno que no se fijara en el movimiento de mis pechos. Al llegar a casa lo primero que hice fue explicarle a Fernando lo que había ocurrido y él no le dio ninguna importancia, es más, me dijo que lo había puesto muy cachondo y que tenía que salir más a menudo así. Lo achacaba a que había bebido de más, pero esa noche tuvimos sexo del mejor y al acabar cuando estábamos de lo más relajado:                 

• Amparo, hemos follado como verdaderos campeones, esto es follar y lo demás tonterías. Qué manera de follar...             

• Iñigo por favor, cuatro palabras y tres han sido follar. ¿te es necesario hablar mal cuando tenemos sexo)              

• Pues sí, ya lo sabes me gusta.            

• Pues a mí no me gusta y menos cuando insinúas insultos hacia mí. No me gusta nada, me corta totalmente.               

• No sé si creerte porque bien cachonda te pones cuando te digo guarradas.            

• Tonterías...             

• Y ya que estamos, ¿Quieres saber mi mayor fantasía?            

• Por la cara que has puesto no se si quiero saberlo, jijijiji.             

• Te lo voy a decir... QUIERO VERTE FOLLAR CON OTRO [el jijiji de antes se me corto]            

• No me gustan esas bromas y lo sabes [aunque sabía que por su tono y expresión no estaba de broma]               

Me confirmó que no era ninguna broma, es más, me detallo mucho más sus fantasías, hasta lo más mínimo y no pude replicar nada, me quedé hasta sin voz. Me iba a ir al salón u otra habitación y al final, me fui a la habitación de mi hija. Me costaba respirar y no hacía más que preguntarme qué había hecho yo para que Fernando me hubiera propuesto eso. Porque no es que todos los días tuviéramos sexo y más desde que tuvimos a nuestra hija, pero cuando lo hacíamos lo pasábamos muy bien o eso pensaba yo. No tenía queja y estaba satisfecha, lo que pensaba ahora que él no se quedaba satisfecho. O era una puerta para luego meter alguna mujer. Ya no sabía qué pensar, no pude dormir en toda la noche. Por la mañana temprano envié un mensaje a mi compañera para decirle que llegaría más tarde.         

Estuve poniendo en orden mis pensamientos, porque sabía que mi mundo se tambaleaba, no es que fuera una puritana, siempre he estado en el punto medio, porque no me gustan los extremos en nada de la vida. En parte esperaba que al despertarse Iñigo se diera cuenta de que todo había sido fruto del alcohol y el momento del sexo. Como ese día él había quedado a las doce, tendríamos tiempo de hablar y un poco antes de las nueve le escuchaba en el baño, ya me había ocupado de la niña y dormía. Se había levantado enérgico, alegre y hasta cantaba. Hablamos en la cocina y no había sido algo improvisado, Iñigo me confirmo totalmente sereno que lo quería, qué quería que gozara plenamente que sabía que él no daba más de sí y notaba que algo me faltaba y estalle en ese momento, todo lo que había pensado se me olvido...        

▬ Iñigo no te escudes con lo que yo deseo o no deseo, con lo que me hace falta o no me lo hace. No busques excusas donde no las hay, o eres un pervertido o lo planeas todo para meter alguna “amiguita” que tengas por ahí. Pero ya te aviso que conmigo no cuentes, no soy ninguna puta, aunque te guste llamármelo, NO LO SOY y no te olvides de otra cosa muy importante... SOY LA MADRE DE TU HIJA▬ me miro perdonándome la vida y se marchó diciéndome que tenía prisa. Desde ese día el ambiente se enrarece, pero en algunos momentos parecía que todo se encauzaba, pero no era así. Sexualmente habíamos bajado varios escalones. El seguía con sus “hábitos” de relatos y videos porno.         

Ocho meses después era su cumpleaños y quise darle una sorpresa, preparé una cena en su restaurante favorito y con la excusa de que tenía siempre mucho trabajo, quedé directamente con él en el restaurante. Aproveche para vestirme como siempre decía el que le gustaba cuando teníamos sexo, con pintan de putón, pero sin perder la esencia de una mujer casada decente, difícil de compaginar. Para esa cena me había comprado un vestuario especial y el día que me lo puse, viéndome en el espejo, sabía que no reflejaba lo que quería reflejar. Casi me hundo y me acordé de un vestido que tenía, que lo compre para una boda y al verlo mi madre se santiguó diciéndome que una mujer casada y decente no se podía poner nada parecido. Lo busqué y me lo puse.           

La que se santiguó esta vez fui yo. Porque me seguía viendo arrebatadora, la diferencia que me lo compré poco antes de quedarme embarazada y ahora el busto era más voluminoso, no era para llevar sujetador y al estar más justo, los pezones se marcaban mucho y eso que estaban relajados. Dudé, pero sabía que el vestido iba a ser del agrado de Iñigo. Me retrase intencionadamente para llegar cuando él estuviese y ver su cara viéndome entrar. Su cara y no solo la de él era de desconcierto, solo le faltaba babear. Su esposa con un vestido que su busto imploraba salir de su prisión, la falda a mitad de los muslos, medias y tacones de ocho centímetros. Fernando era muy educado y respetuoso, no era ordinario pero esta vez nada sentarme y darme un beso me dijo al oído ▬menudas tetazas amor, no hay nadie que no te las haya mirado y seguro que el culo es la envidia de las mujeres▬ era la primera vez que su ordinariez fuera de nuestra habitación me había gustado.             

Su cabeza hervía y sabía que mientras cenábamos sus pensamientos iban más allá de nuestra mesa. Tenía la impresión de que quería terminar ya y que quería que nos fuéramos a casa, solo una parte era acertada, la otra no. Porque no nos fuimos para nuestra casa, me llevó a un sitio de copas, que, aunque no éramos tan mayores, era para gente más joven y no encajábamos en el lugar, ni por edad ni por vestuario. No sé cuántos jóvenes me entraron, pero fueron un montón, tal vez tanto como los que me rozaron el culo. Iñigo no me quiso acompañar al aseo y fui sola. A mi vuelta se me cruzaban chicos que bailan al ritmo de la música y soy de bailar mucho, me costaba contenerme y uno me decía que bailara con ellos, que me habían visto cómo se meneaba mi cuerpo mientras tomaba la copa. Estando ya con mi esposo, uno de los chicos, muy guapete el, se acerca y respetuosamente le dice a mi esposo si no le importa que baile con él.            

Contrario a lo que pensaba Iñigo le dice que era cosa mía, que a él le daba igual y no termina de responderle cuando me dice ▬a ti te gusta bailar, a mí no, pues aprovecha y baila con el chaval, no seas mala▬ del enfado acepte y me fui a bailar con él, que cuando llegue se convierte con ellos, exactamente cinco. No tardaron nada en “aprovecharse” y en cuanto podían me rozaban al principio y luego iban siendo más descarados. Mire hacia mi esposo y su mirada era sucia, no me lo podía creer o eran imaginaciones mías. Corto el baile y me voy hacia Iñigo, acaricio su entrepierna y tiene una erección como un burro. Nos vamos a casa y en nuestra cama me invento que me han llegado a tocar el culo y lo que no era el culo. Que me habían propuesto irnos a un hotel... Y cuando le digo que había dos con dos buenas “herramientas” eyaculo profusamente. Me voy a lavar y le digo que se levante, nos vamos a hablar sin estar en la cama, quería hacerlo seriamente.              

• Voy a ir al grano Iñigo. Hay que coger el toro por los cuernos y creo que el término es el más adecuado. Quieres ser cornudo, pues lo vas a ser, ahora solo falta saber las condiciones. No lo voy a hacer con mujeres, ni tampoco habrá mujeres. No quiero marrones después y tampoco en un sí definitivo, es un compromiso de que lo voy a intentar y como seguro que en tu cabeza ya lo tienes todo, explícame cómo lo vamos a hacer.             

•Amparo ya verás como va a ser muy sencillo, que lo tengo todo pensado. Podemos elegir al candidato de varias maneras, alguien conocido que te guste, ir a algún sitio dedicado a parejas, darnos de alta en alguna aplicación, con algún compañero de tu trabajo. Lo mismo si es de tu trabajo, no se atreven a que este yo, pero después de varias veces se irán relajando. ¿Qué te parece?            

• Pues me parece que empezamos mal. No puede ser de nuestro círculo de amistades y de compañeros de trabajo menos. Porque no quiero que se corra la voz o que se deriven otros problemas. De irme sola con alguien nada de eso, tiene que ser en nuestra casa y estando tu. Primero por seguridad y que no sabes si en otro sitio nos pueden grabar. Pero ten claro que no voy a dejar que me la meta cualquiera y me peguen algo.            

• No es problema alguna idea tengo. Tenemos que ver las condiciones, pienso que siempre tiene que ser con condón, besos los menos posibles y a ser posible nada de sexo oral. Lo más importante bajo ningún concepto sexo anal, porque si a mi nada más me dejas meterte un poco de polla, no va a venir uno de fuera y desvirgarte ese culo que es solo mío.               

• Jajajajajaja, todo mi cuerpo es nada más mío no te confundas. Tomo anticonceptivos, ¿Por qué no puedo hacerlo sin nada? Y el resto son chorradas, una vez que estoy metida en faena ya sabes que me ciego [sabía que varias cosas que le había dicho iban a causar en él una reacción, porque le conocía y sabía que había puesto esas condiciones para provocar en mí algo]            

• Lo que te acabo de entender es que harás lo que quieras. ¿Es así?           

• No lo has entendido bien... haré lo que quiera y tú harás lo que yo también quiera, YO SERÉ QUIEN TENGA EL PODER. Si estás de acuerdo bien y si no...               

• Está bien, tú tendrás el poder, ¿Pero hasta qué extremo?            

• No hay límite, por eso tienes que ser un hombre moderno de mente MUY ABIERTA. Y con lo de abierta imagínate lo peor o lo mejor, que con un pervertido como tú ya no se. Ahora dime eso de que alguna idea tienes cuando te he dicho que nada de amigos.            

• Se me ha ocurrido escribir al que escribe los relatos que nos gustan y como está cerca, podemos ir nosotros a verle o que venga él.                

• Me parece bien, aunque dudo que sea como dice y ahora vamos a la habitación que quiero que empieces a saborear tu mente abierta.          

Hice que se desnudara de nuevo. Le tapé los ojos, empecé a jugar con su ano, le metía un dedo, luego dos y al final un vibrador que le hizo gritar tratando de quitarse, hasta que le dije al oído que, si se quitaba, se había acabado todo. Hice lo que quise con su culo y se corrió como un verdadero cerdo. Dejé todo encima de la cama y me marché a trabajar. Ese mismo día me dijo que había escrito un correo al de todorelatos. Le pregunté varias veces y me decía que no había respuesta, hasta que un día me confesó que había dicho que no. ENFADO, IRA, CABREO y quise ver la respuesta. No era un NO, era simplemente un correo que respondía educadamente a un correo que era poco estimulante, porque la verdad que el correo que le envió Fernando estaba entre penoso y lamentable. No sé cómo se podía hacer, pero desde luego que así no. Se lo dije a Iñigo y me pidió que le dijera cómo ▬es que no he visto que te hayas sincerado con él y cuando lo has tratado de hacer has divagado hasta el aburrimiento. Tu sabrás como uno que quiere ser cornudo se lo tiene que explicar a un tío y deja claro que no debe haber compromiso por nada, no vaya a ser un ogro y...▬             

Me había vuelto una jugadora de ventaja, porque mientras él se afanaba con ese chico, joven, maduro o anciano que vete tú a saber, lo tenía más dócil y tranquilo. Lo único que cambió fue mi vestuario en situaciones especiales, que, si bien al principio me incomodaba, ahora me hacían sentir bien, tantos ojos clavados en mí. En nuestros momentos de entretenimiento sexual nuestra libido se iba a las nubes. Iñigo viendo que con ese “escritor” que se llama Carlos, no avanzaba mucho, un logro fue el día que hablaron, pero sin verse, porque hasta ese momento todo había sido vía chat o correos. Estaba exultante por la simpatía del dichoso Carlos. Con el tiempo se volvieron “colegas” pero sin cerrar ningún acuerdo y pasó el tiempo hasta que se fue diluyendo todo.           

Hasta me llegué a enterar que le había enviado fotos mías sin cara y el muy cretino había pasado de mí. Lo descubrí en el portátil de Iñigo y no sé qué me enfado más, la sumisión de Iñigo con él o que no dijera nada por el pasotismo de su NO comentario de mis fotos. Me di cuenta de que fue Iñigo quien provocó que viera esos correos para que me desilusionara y aceptara alguno de los candidatos que había seleccionado, pero que no me gustaban, no me hacía falta verlos, porque al segundo minuto ya decían que me iban a poner mirando a Cuenca, finísimos. Me negaba y no le decía que había visto nada, me dejaba tranquila y más o menos todo volvía a nuestra normalidad.          

Pasados unos meses y en una comida de amigos de su trabajo, hablaban de un inversor o empresario, que estaba en Valencia afincándose y que le había tocado a Iñigo tratar con él para que hiciera negocios con ellos. Le preguntaban sobre él y lo que pude escuchar ▬es un tío joven, reservado, no es gallego, pero lo parece, porque no sabes si sube o si baja, está muy bien preparado, aunque no quiere que se note y sabe de lo que habla. De momento vive en un hotel y está un poco perdido en Valencia porque conoce a poca gente▬ y uno de los que estaban añadió ▬conoce a pocos, pero esos pocos son quien son, porque ser amigo de Eladio [constructor, inmobiliaria, etc.] Arturo [temas navieros, etc.] no es cualquier cosa▬ y Iñigo decía que estaba esperando que se asentara porque está siempre viajando, entonces trataría de tener un mayor acercamiento. Iñigo cambió de cara y pensé que era porque, aunque eran todos iguales dentro de la sociedad, como había sido el último en incorporarse lo ha tomado como que le censuraban o regañaban.           

Quise saber que le había pasado y lo mismo por no reconocer que le habían dado un toque, me respondió que era una pequeña jaqueca. Pasaron casi dos meses y en ese tiempo Iñigo me hablaba cada vez más de Carlos. Algunas cosas me parecían anecdóticas o graciosas y otras no me gustaban. Me dijo que como estaba solo quería invitarle a nuestra casa a comer o cenar. Como me parecía un cretino integral el Carlos ese, aunque no le conociera nada más de lo que me contaba Fernando no me apetecía cocinar para él y le dije que lo hiciéramos fuera de casa, pero a ser posible cena por no tener que cambiar horarios de mi trabajo. Quedamos entre semana y le avise a mi marido, me tenía que venir a recoger e ir juntos, porque no me apetecía aparecer sola, aceptó sin poner ningún reparo, algo que me escamo y quise que me dijera que me ocultaba.           

• Me dirás que mi cabeza no está bien, que si estoy enfermo... pero creo que Carlos es el de Alicante el que escribe los relatos [me expuso los detalles por el que lo creía y Fernando tendrá sus cosas, pero es muy inteligente y no se le escapa nada]                

• No te voy a decir que estas mal de la cabeza, pero este Carlos es de Madrid y el otro de Alicante, corrígeme si me equivoco y otra cosa ¿físicamente se corresponde al de los relatos?            

• Es que vive en Alicante, pero es originario de Madrid y si lo que quieres saber es si esta bueno, ya lo veras de 1 a 10 un 7 alto.         

No me hacía gracia cenar con él y menos ahora con las sospechas o la intuición de Iñigo, pero siempre nos habíamos apoyado en todo, ya fueran asuntos domésticos, de familia o trabajo. Quise como siempre estar a la altura y pasamos a otro tipo de conversación, la que tenemos siempre cuando él viene a una cena de las mías o yo de las suyas, nos ponemos al día de las personas que asisten.           

• Pues cuéntame los temas que se pueden tratar y los que no.               

• Con él al margen del trabajo, hemos hablado poco, le gusta el mar, bucear y navegar, del resto poco más. Bueno de fútbol no tiene mucha idea, raro, pero así es. Pero si no me ha engañado mi intuición, por lo que ha escrito le gusta la música, el deporte.             

• Pues no hay mucha conversación. Menuda cena vamos a pasar... jajajajaja. Que divertido. Algo más que deba saber.          

• Si, quiero que vayas vestida de manera especial.              

• Para ti lo especial es ir de... ¿buscona?           

• No es eso mujer, pero sí para dejar huella, ya me entiendes, por si fuera el.            

• Una cosa te voy a avisar Iñigo, que me lo empiezo a temer, si es una estrategia para hacer “algo” y ya me entiendes con él algo, te puedo asegurar que, si me lo huelo, te dejo con tu amiguito y os lo montáis entre vosotros y ya me cuentas.               

• Te juro por lo que más quiero que no te estoy mintiendo ni tratando de engañarte, que te he ido siempre de cara.            

• Vale, te creo.           

• ¿Qué te pondrás ese día?             

• Todavía no lo sé, pero lo verás al mismo tiempo que tu invitado.            

Le conteste eso para salir del paso porque no tenía ni idea de que ponerme Y no quería que empezara un “acoso” de sugerencias. Hasta me dijo que me regalaba un vestido o un conjunto. Acepté y me acompaño, aceptar lo mismo había sido mala idea. Lo que él elegía era por lo menos para mi escandaloso y dije que me dejara sola. El día de la cena tanto Iñigo como su invitado estaban de reuniones de negocios y llegarían a cenar justo a la hora. Por eso me acerqué a donde estaba Iñigo y desde allí nos fuimos juntos al restaurante. Lo único que mostraba eran mis piernas y mis zapatos Jimmy Choo rojos que me regaló por nuestro aniversario Iñigo y que todavía no había podido estrenar. Me gustaban mucho y con esos tacones me realzaban mi figura y sobre todo mis piernas.           

Iñigo iba nervioso se lo notaba y yo totalmente tranquila, porque pensaba darle un repaso al estirado ese y que viera el original que ignoro, en caso de que fuera el. Me trataba de convencer de algo, pero no se atrevía fuera lo que fuera y me lo dejó claro cuando quería ir luego a tomar una copa, a lo que me negué porque ya le había dicho anteriormente que de eso nada. No le quedó más remedio que aceptar y ya sabía que no me la podía jugar, porque sí había una proposición de ir a tomar algo por la otra parte, él con la excusa de nuestra hija tenía que decir que esa noche sería imposible o lo que se le ocurriera.         

PRIMER SALUDO... Al entrar al restaurante nos saludan afablemente porque somos clientes habituales y veo a un chico joven, que pienso que no puede ser Carlos porque aparenta menos edad. Está hablando por el móvil y saluda con la mano a mi esposo. Finaliza de inmediato la llamada y nos saludamos, presentándonos mi marido, no me da dos besos que sería lo normal, me da la mano, que noto su magnetismo igual que con su mirada. Cuando me quito mi gabardina de cuero, Iñigo abre los ojos asombrado y el invitado no se le mueve ni un músculo. El contenido del principio de la conversación fue de que le parecía Valencia.         

No era nada tímido y sí muy agradable, eso me pareció al principio, aunque hubo un momento que me cargo, porque de forma sutil, educadamente me corrigió llevándome la contraria y es que sabía de todo. Se debió de dar cuenta y hábilmente cambió de conversación, tocándome a mí ahora hablar de mi vida, mientras mi esposo miraba atentamente nuestras reacciones. Se fue al aseo y tuve una charla con Fernando...           

• Me está cargando este tío. Mira que me ha llevado veces la contraria...               

• He mirado con disimulo en el móvil y en lo que habéis hablado él llevaba la razón.             

• IMPOSIBLE... pero bueno me da igual. Es que ni me ha mirado [iba lo siguiente a explosiva y llevaba un escote muy bonito, que parecía que mis tetas se iban a salir, pero estaban muy bien colocadas, tenía varios tíos que no me dejaban de mirar desde otras mesas y este ni una mirada]           

• Eso no lo he entendido porque estas para montárselo contigo en la mesa. Eso porque no te ha visto el culo, que te ha visto nada más de frente. A mí me da que pierde aceite y mira que es una pena, porque cuando te encuentras un tío así, suele pasar.               

• ¿Pero te gusta? ¿Te atreverías a intentarlo con él?            

• Es verdad que me gustan altos y muy fuertes, como el, pero me gustan sobre todo que no me lleven tanto la contraria, que no sean tan sabiondos, que bailen y este me parece que bailando es más de madera que tú, que ya es decir.          

• Eres injusta y es que ya presupones que por su físico no sabe bailar. Es que no le das ni el beneficio de la duda, porque te gusta que te den la razón, pero si no la tienes... pues no la tienes, que te gusta mucho controlar, dominar... y no todos son como yo.             

• Ya verás cómo reacciona a mi siguiente tema de conversación.          

Esperé hasta que regresó a la mesa y entonces me fui yo al aseo, lo hice calmadamente para mostrar mi espalda y donde la espalda pierde su nombre, que, seguro que en su vida fuera el de los relatos o no, había visto un trasero como el mío. Años de ejercicios, forma perfecta y duro como una piedra. Al sentarme de nuevo en la mesa iba a sacar un tema de conversación, que de antemano sabía que Fernando se iba a disgustar, porque no le gustaba que lo hiciera estando nadie relacionado con su trabajo. ▬Ya sabemos parte de tus aficiones y quiero saber qué opinas de una que tengo yo, lo que llaman las pseudociencias▬ su contestación fue ambigua y para quedar bien, porque me respondió que todo en lo que se creyese honradamente es respetuoso.          

De primeras no le pillé, pero llegó mi segunda andanada ▬llevo más de 20 años con el estudio de la cartomancia, en concreto el tarot. La quiromancia, la astrología, el estudio de las cartas natales▬ me repite su anterior contestación y como le pincho un poco más, aunque mi esposo trata de que lo deje esta vez me responde, ▬mira no es que quiera quedar bien, conozco bien lo que me dices, igual que la numerología, el feng shui. El problema no es creer en ello, es creer en las personas que hacen uso de ellas. Que la mayoría, por lo menos las que me he cruzado en mi vida, salvo una, lo que trataban eran de obtener un beneficio▬ y no acabó ahí, porque sabía mucho del tema. De pronto para de hablar y nos dice que, ya que le hemos invitado a cenar, que le aceptemos tomar algo. Fernando empieza a disculparse y se asombra de que aceptara.         

Me gusta hablar con gente que sepa del tema y aunque todavía no me terminaba de caer bien, quise conocerle más. La conversación era amena y entretenida, hasta que le propongo leerle la mano y con una sonrisa con la que debe de tener un éxito arrollador, me dice que cuando nos conozcamos mejor. Le digo que tiene que ser o leo o escorpio, de nuevo se ríe y me contesta que no habla de intimidades en su primera cita. Gracioso, pero me saca de quicio, ningún tío se me había resistido tanto. Intento que baile conmigo y se niega, porque me dice que seguro que no está a mi altura. Quiero darle un repaso en esto que no domina y le reto que al día siguiente pase a partir de las siete de la tarde que es cuando damos clases de baile de salón. Al final mi esposo le anima también y le convencemos. Le paso la dirección y le digo que no me deje tirada, esta vez se pone serio y me dice que, sí ha dicho que va, es que va. Ya me quedo sola con mi esposo y como no, hablamos de Carlos. Aunque no me gusta porque cuando voy un poco alegre mi lengua se pierde de vez en cuando.          

• No ha caído subyugado a tus encantos.             

• Es que tampoco lo he intentado.           

• JA y JA, que te conozco. Que no haya babeado sobre tus tetas te ha tenido que cabrear.          

• No es para tanto y a otra cosa, no creo que sea el que escribe relatos, este es demasiado... como decirte... sosegado.              

• Lo más importante no es si es o no es. ¿Te lo follarías?            

• Que fino es mi esposo. Seguro que te lo has imaginado en tu cabeza haciéndome guarradas.            

• Haciéndote solo no, haciéndoos guarradas.               

• Si no fuera tan sosegado lo mismo me lo pensaba. Que tienes que contar también que lo mismo muy grande, muy grande, pero luego un cacahuete. Jijijiji.           

• Seguro que esta noche se está haciendo una paja, al ver a una diosa sexual como tú.            

• EXAGERADO [pero me excitaba el pensamiento]                

• Es fácil, mañana cuando bailes con él, seguro que un par de roces de tu culo, podrán medir el calibre de su armamento.            

• Ni lo sueñes. Olvídate de eso.          

Esa noche tuvimos otra noche de sexo para recordar. Al terminar se quedó agotado y se durmió rápido. Me quedé pensativa y fue la primera vez que vi lo real que era para mi esposo todo eso, como se excitaba y como se ponía. No lo llegaba a entender, pero algunas veces no hay que buscar respuestas es simplemente aceptar o no aceptar. Tenía claro que no era como decía por verme a mí pasarlo bien, sobre todo era porque él quería satisfacer sus deseos y al conocer a Carlos, que era para que me atrajera a mí y a cualquier mujer, porque físicamente era más que imponente, luego en la cama lo mismo era un bluf o un desastre. Si me echaba para atrás era por su arrogancia con unas gotas de chulería, sobre todo con mi esposo. Pero si me hizo ver que podía ser posible, no con él si no con otro, por ver lo caliente y salido que se puso Iñigo. Lo que me hacía tener taquicardia era pensar en lo que sucedería si al final admitimos a un tercero en nuestra cama. La conclusión a la que llegué es que si no hacía nada esto iría a peor y si hacía algo lo mismo era un triunfo. Por la mañana le dije a Iñigo que él tenía que venir con Carlos a lo del baile.         

SEGUNDO SALUDO Y BAILE... Hoy la tarde está tranquila, me encuentro con un pequeño grupo dándoles clase, conmigo está Nico dando las clases, es un gay fantástico y que baila como nadie. Ejerce de pareja ya sea conmigo o con mi compañera Lu que es la dueña del negocio. Empezó Nico que cuando los vio entrar me susurró ▬mi niña, el que viene con tu marido es para comérselo, tienes que decirle que me lo presente▬ y está diciéndome eso cuando Lu salió lanzada a recibir a mi esposo y a Carlos. Como sé que Lu es una zorra de mucho cuidado, supe que iba a lo que iba, que, aunque estaba casada le gustaba mucho zorrear, que me conocía su vida muy bien y como ejemplo, le puso los cuernos a su marido la víspera de su boda. Lu era mayor que yo cinco años y estaba físicamente espectacular, porque aquello que no le gustaba de su cuerpo la cirugía se lo dejo perfecto.        

Esta vez Carlos había dado un giro de 180º de un traje perfecto, seguro que, hecho a medida, a un look difícil de definir, pero diría que entre motero y bohemio. Jeans, chamarra, camiseta holgada blanca, gafas de aviador y botas, como su media melena desenfadada. Se quita la chamarra y la holgura de su camiseta no permite apreciar sus pectorales, aunque sí sus dos brazos que son como las grúas del puerto. Que no es Lu la única que lo mira y admira, que hay varias alumnas que murmuran. Ya se ha quitado la chamarra y llega la hora de mi “venganza” por la cena que me dio y si era el de los relatos, por haberme ignorado.        

Lo primero que hago es decirle que las botas y más ese tipo de botas no son nada aconsejables para bailar y le añado que se nota que baila poco. Mi sonrisa socarrona lo dice todo. Lo siguiente es decirle que tipo de música le va más, se encoge de hombros y me responde que le da igual. Aunque de pronto me dice que lo último que bailó o por lo menos lo intentó fue una bachata. Llevo un top ajustado y unas mallas, acompañadas como siempre con un calzado con buenos tacones. Se trata de eludir el reto y pone como excusa, que, aunque no lo parezca es bastante tímido y hay demasiada luz. Esta vez sonrío más y le digo que no se preocupe que tenemos el juego de luces adecuado y le pido a Lu que cambie las luces, para dar más ambiente.       

Nos posicionamos para empezar y le había indicado unos primeros pasos, que me hizo que se los repitiera varias veces y luego le dije que se dejara llevar por mí. Sonó el primer compás y fue él quien me llevó a mí, en segundos me había sobeteado parte de mi cuerpo con esas manazas grandes y fuertes. Hasta me rozó la parte de abajo del pecho y me hizo sentir la dura turgencia del abultamiento que tenía entre sus piernas, primero la noté entre mis nalgas y a continuación en mis muslos. Era algo con una dureza contundente y que debía ser de un tamaño importante o el momento me hizo apreciarlo de esa manera. Me fastidiaba reconocerlo, pero bailaba muy bien. De nuevo me sentía vilipendiada de nuevo por ese cretino, hasta el extremo que de mi boca salió algo impensable que le dije a él en voz baja, pero de forma contundente ▬ERES UN HIJO DE LA GRAN PUTA▬ y luego muy digna reconocí que bailaba bien. A lo que él tuvo que decir la última palabra ▬pues fíjate si no llego a llevar botas▬        

Le odiaba, sencillamente le odiaba y no podía evitar que me atrajera un montón, tal vez demasiado. Mi fortuna es que soy muy fuerte y sé dominar mis debilidades, a eso había que añadir que nunca ningún hombre, ni tan siquiera mi padre, había logrado dominarme. Me fui a cambiar y después nos fuimos los tres. Sabía que Carlos o intuía que era mucho de hablar, fanfarronear, pero luego, en el momento de la verdad era de los que se acobardaban, mucha fachada nada más. Le recrimine la tomadura de pelo y él me decía que había sido una broma inocente, que cómo podía disculparse. Le dije que dejándome leerle la mano y haciendo su carta natal. Llegamos a una cafetería y seguía pensándolo, Iñigo se fue al baño y me contestó...       

• De acuerdo, pero con dos condiciones, la primera que no me cuentes tus resultados, que me dan igual. ¿te parece?               

• Acepto.            

• Pues aquí tienes mi mano.        

Tengo su mano dominante y la estoy estudiando sin dejar Carlos de hablarme, luego pasó a la otra mano y quedó perpleja. Sobre todo, por lo que lleva acumulado en su vida. Tiene sus ojos clavados en mí, me pone nerviosa y le pregunto que mira, contestándome que observaba la cara de interés que ponía mirándole las palmas de la mano. Lo siguiente que le pido es que me diga su día, hora, mes y año de nacimiento, más el lugar de nacimiento. Me lo dio todo sin reclamarme nada. Nos despedimos y de regreso a casa mi esposo quería hablar del baile y le dije que en ese momento no. Me puse a hacer la carta natal. Me acosté después de Iñigo y bien entrada la noche. En el desayuno mi esposo insiste...       

• ¿Te ha aclarado algo tus “investigaciones” paranormales?              

• Tu ríete, pero he aprendido algo de él.            

• ¿Es el de los relatos o no? Con eso me basta.           

•  Eso no lo sé, pero lo que, si se es que no te va a ser fácil de convencer en tus negocios, según lo que he visto, es duro de roer, porque ha pasado mucho.              

• ¿Te lo trajinarías?          

• Por lo menos has sido un poco más fino. Pues no lo sé, porque tendría que ser él quien diera el primer paso, que jamás sería yo y no creo que se atreva.       

• No me has contestado. Te lo preguntaré de otra manera, si el dieras el primer paso...       

• Que pesado, sí me lo follaría. ¿Es lo que querías escuchar? Pero ya te digo que no pasará.       

No voy a explicar porque sería muy largo lo que descubrí en él y se lo dije a mi marido, para que no se llevaran a engaños, que no era a pesar de ser joven un pánfilo y se jactó de que no tenía ni idea, que entre sus socios y él lo llevarían al redil. Coincidí más veces con él, siempre con la presencia de mi esposo y jamás hubo amago o conducta indecorosa, mucho respeto y nada más. Que es verdad que algunas veces me decía a mí misma que era demasiado formal, aunque se le notaba sincero en sus respuestas a preguntas de todo tipo.      

Tuvimos una cena de los cinco socios con sus respectivas esposas y Carlos, era la cena de llevar a Carlos al “matadero” o eso decía Inigo que le escuchaba hablar en una llamada grupal y cómo se repartían los papeles de la cena, todo como un guión bien organizado, algo que era habitual en ellos, que si por separado eran locuaces juntos tenían una verborrea difícil de superar. Seguía avisando a Iñigo de que fueran cautelosos y no me hacían caso. Uno de los mejores restaurantes que hay, todos allí menos Carlos. Las esposas íbamos de admirarnos y ellos ni mirarnos, a lo suyo y Carlos llega con puntualidad británica y las esposas que no lo conocían alucinaban al verlo. Se suponía que era una cena de diversión y no tardaron entre risas y comentarios amables el acoso hacia Carlos, empezaron de una forma suave, hasta que carlos toma la palabra y les dice ▬hay varias situaciones que no me gustan en la vida, como venir a una cena para estar entretenido y que me hablen de trabajo, porqué de trabajo me gusta hablar en el trabajo. Pero tampoco me gusta que se crean que soy un poco lerdo, que lo mismo lo soy, pero para que os quedéis tranquilos y no aburrimos a estas mujeres tan bonitas, os he enviado un mail a cada uno con las condiciones que no son negociables, será un sí o un no, sea lo que sea tan amigos▬       

Se quedaron en silencio y miraron sus móviles. El mandamás sin consultar con los demás dice ▬si no me contradicen mis compañeros, no era lo que esperábamos ni mucho menos, pero es aceptable▬ todos los demás asintieron como borregos y brindaron por el acuerdo. Al terminar de cenar nos fuimos a celebrarlo a una sala de fiestas en el centro de Valencia donde había una reserva para nosotros. En el coche con mi marido le digo con regodeo y con el efecto del vino, no ebria ni mucho menos ▬un jovencito acaba de dar por culo a cinco avispados señores jajajajaja▬ no comento nada, iba que echaba humo y al bajar del coche solo me dijo que ya no le caía tan bien, nada bien.        

No sé cómo lo ha hecho, pero Carlos llegó antes que nosotros. No había dicho cómo iba vestida. Llevaba una falda por encima de las rodillas con vuelo de color negra y un top a juego que iba sujeto en el cuello y con un escote distintito era en forma de oval. Buen escote que dejaba ver parte de mis deseados senos. Pedimos nuestras bebidas y aprovecho para hacer un ataque hacia Carlos, que aguanta con suma paciencia, no refleja ningún tipo de enfado y ya me corta astutamente mi esposo. Carlos se va al aseo, mientras las demás esposas han salido a fumar y voy también al aseo. Alejada de la zona donde están los maridos, alguien me pone la mano en las nalgas, miro enfadada y es Carlos, que me dice sobándomelo bien ▬ya es hora de que alguien te ponga en tu sitio y alguien va a tener que darte unos buenos azotes en este culito para que aprendas quien manda▬ casi me quedo muda pero le respondo airada ▬JAJA no creo que a mi esposo le gustara ni te lo permitiera▬ le quito la mano que tiene en mis nalgas y me habla de nuevo ▬será cuestión de decirle a tu marido que te pienso follar, porque tiene una cara de cornudo que no la puede disimular▬ me quedé muda, sin saber que decir y antes de meternos cada uno en nuestros aseos le dije ▬eres un puto cerdo▬ me sonríe con una sonrisa “sucia” y se mete en el aseo de caballeros. No sé ni cómo, ni el motivo, ni yo que sé... pero mi ropa interior está empapada. ¿Se atreverá a decirle algo a Iñigo? ¿habla en serio? ¿QUE PASARA?  

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