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TODORELATOS » DOMINACIÓN » LA PERVERSIÓN ME SEDUJO 11
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Fecha: 14-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Dominación

La perversión me sedujo 11

piesitos
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Sandra tiene un encuentro muy fuerte con sus Amas Nairi, Naibi, Zoe, Marth, Susan, Patricia y Diana, cambia su relación, y aparecen nuevas aventuras Version para imprimir

   –Mañana, creo que voy hablar con ellas, una a una para dejárselo totalmente claro. –dijo Ainoa.

   –Esas compañeras de facultad, tienen algo en tu contra, porque no es normal. –dijo Ainoa.

   –No lo sé la verdad. –dijo Sandra al final.

   –Nunca les hice nada a ninguna. –dijo Sandra.

   –¿Es posible, gustarles mucho ser Amas dominantes? –preguntó Sandra.

   –¡Qué se hayan metido tanto en el papel, que han llegado a disfrutarlo humillando, denigrando y vejando a chicas como a chicos! –preguntó Sandra.

   –¡Han dicho que era el final de todo! –dijo Sandra.

   –Si eso han dicho, pero mira cómo te han dejado psicológicamente, Sandra. –dijo Ainoa.

   –Esto, no es un juego ya. –dijo Ainoa.

   –Dijeron que no volverían hacerme nada, a menos que se lo suplicara de rodillas como su esclava y perra blanca. –dijo Sandra, algo ya recuperada.

   –El problema es que te gusta que te humillen y de denigren, de esa manera, Sandra. –dijo Ainoa.

   –Si, es verdad, y ahora mismo estoy excitada y cachonda perdida. –dijo Sandra.

   –Te das cuenta del asunto, qué al ser una esclava sexual, porque te gusta que te traten mal y cruelmente, si te humillan y te denigran, cada vez te gustará más hasta que acabes como Violeta, con su voluntad doblegada sin pensar y obedeciéndolo todo como una esclava y perra blanca sin voluntad. –dijo Ainoa.

   –Llevas toda la razón, Ainoa. –dijo Sandra, excitada y cachonda perdida, nuevamente.

   –He visto tus mensajes en el móvil. –dijo Ainoa.

   –¿Entonces, en casa vas a dormir en el suelo a las patas de la que era tu cama? –preguntó Ainoa.

   –Si, eso es lo que me ha dicho Patricia. –respondió Sandra.

   –¿Y esa Diana que es una chica negra era la esclava de Patricia? –preguntó Ainoa.

   –Si, creo que si, por lo que me dijo en la casa y como se humillaba y denigraba ante ella, tratándola como una esclava y perra negra. –respondió Sandra.

   –Pero desde que obedeciste la orden de tu Ama Patricia, que era tu amiga de la infancia, de lamerle los pies a su esclava, cuando la viste vestida, te sometiste a ella, convirtiéndote en su esclava y perra blanca. –dijo Ainoa.

   –O sea, que ahora tienes a dos Amas Negras, a las cuales sirves en casa. –dijo Ainoa.

   –Si, eso parece, Ainoa. –respondió Sandra.

   –Pues acaban de enviarte otro mensaje, preguntando dónde estás. –dijo Ainoa, que estaba leyendo el mensaje para descubrir más cosas.

   –Parece que han llevado tus cosas al cuarto de los trastos, tirando tu ropa y tus cosas al suelo, Sandra. –dijo Ainoa.

   –¿Y ahora Diana, vuelve a ser esclava de Patricia? –preguntó Ainoa.

   –No, estoy segura del todo. –dijo Sandra.

   –Por lo que, tú quedas rebajada a ser la esclava de su esclava negra. –dijo Ainoa.

   –Desde luego, estás denigrándote y humillándote cada día más, y debes de pararlo, pero ya. –dijo Ainoa.

   –A menos que todo esto te guste mucho. –dijo Ainoa.

   –¿Y qué es lo que puedo hacer en esta situación, Ainoa? –preguntó Sandra.

   –Depende de ti, Sandra. –dijo Ainoa.

   –Si te gusta mucho que te humillen, te denigren y ser una esclava sexual, pues no sucede nada. –dijo Ainoa.

   –Disfrútalo, pero si no es así, con el nuevo trabajo que tienes, puedes optar por hacer otra cosa. –dijo Ainoa.

   –¿Cómo cuál? –preguntó Sandra.

   –Tienes en el bolso, las llaves de tu nuevo apartamento que te ha dado el ceo de la empresa, un coche que no has cogido aún. –dijo Ainoa.

   –Necesitas saber qué desde ahora, eres la cara de la cadena, por lo que cuando salgas mañana de madrugada como la presentadora de las noticias, la gente te va a mirar con lupa. –dijo Ainoa.

   –Si la cagas, te echaran del trabajo, pero te vetarán de por vida en cualquier empresa en la que pudieras trabajar, y te verías en la calle como una verdadera prostituta de verdad, cobrando por cada mamada qué harías y por cada follada que te darían. –dijo Ainoa.

   –Entiendo. –dijo Sandra.

   –Lo que quiero que entiendas, y creo que no lo haces, es que esto es todo un juego erótico y unas fantasías sexuales, que tienen un inicio y un final, aunque hay gente que lo vive al límite 24/7 horas todo el año. –dijo Ainoa.

   –Mira una cosa Sandra. –dijo Ainoa.

   –Por lo que me has contado, la culpa de que te veas así de esta forma, es por tu amistad con Patricia. –dijo Ainoa.

   –No te hace ningún bien seguir, compartiendo piso con ella, ya que ahora ni tienes cuarto, salvo un trozo de suelo a los pies de las camas de Patricia o de su esclava Diana. –dijo Ainoa.

   –Convirtiéndote en la esclava y perra blanca de ambas. –dijo Ainoa.

   –Pero sin te gusta dormir a los pies de las patas de sus camas como una verdadera esclava y perra blanca, es tu decisión. –dijo Ainoa.

   –Tienes la suerte de que te han ascendido, y que la cadena te da un apartamento para vivir y un coche para ir a la cadena de televisión. –dijo Ainoa.

   –Yo aprovecharía esa oportunidad, Sandra. –dijo Ainoa.

   –Además, no sólo para reducir esas influencias sobre BDSM, sino para independizarte y no depender de nadie. –dijo Ainoa.

   –Ya que ahora, vuelves a casa, y tienes que dar explicaciones a Patricia o a Diana o pasado mañana a Vanesa o a Nagore. –dijo Ainoa.  

   –Si, tienes razón, Ainoa.

   –Y tú lo acabas de decir. –dijo Sandra.

   –Hay un cuarto para cada una, y con la llegada de Diana, no tienes habitación, o sea que, o duermes en el sofá cama del salón a vistas de ellas, como si no pasara nada, o tendrías que mostrarles que eres una esclava sexual, y dormir a los pies de las patas de las camas de Patricia como de Diana. –dijo Ainoa.

   –Estamos hablando de un tema serio. –dijo Ainoa.

   –Si es verdad. –respondió Sandra.

   –He llegado a una situación en la que parece cómo, si me hubiesen echado de la casa poco a poco. –dijo Sandra.

   –Sin darme cuenta o ser consciente de ello. –dijo Sandra.

   –Tengo otra cosa que decirte, Ainoa. –dijo Sandra.

   –¿De qué se trata? –dijo Ainoa.

   –A Teresa la han echado de su casa, por lo que tiene sus cosas metidas en el coche, porque sus compañeras descubrieron que era sumisa, y se lo contaron a la casera. –dijo Sandra.

   –Entonces, cuando llegó a su piso, la cual vive dos plantas por encima del nuestro, le dejaron en el rellano su maleta con todas sus cosas, echándola de su apartamento. –dijo Sandra.

   –¡Ostras, no sabía nada de eso! –dijo Ainoa.

   –¿Es la chica que sometió Patricia en público en el Club Nocturno? –preguntó Ainoa.

   –Sí, es esa misma. –respondió Sandra.

   –¿Y qué es lo que va hacer? –preguntó Ainoa.

   –Le dije que a la salida de su trabajo viniese a nuestro piso para que se lo dijese a Patricia, porque es compañera suya. –dijo Sandra.

   –Como la sometió y la humilló, convirtiéndola en su esclava sexual. –dijo Sandra.

   –¡Menuda follón hay en esa casa o en ese edificio! –dijo Ainoa.

   Ambas estaban llegando a su casa, para salir del coche, con la manta puesta, tapándose su cuerpo desnudo con el collar puesto, las anillas, las cadenitas que las unían, las anillas en los labios vaginales junto con los vibradores y las pulseras.

   –A Sandra se le escaparon un par de gemidos de placer, al sentir los vibradores follándola en todo momento. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía Sandra de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía Sandra de placer.

   –¡Toma, la bolsa, y deja de gemir como una puta zorra, Sandra! –dijo Ainoa.

   –No puedo evitarlo, con los vibradores sodomizándome analmente y vaginalmente, más las anillas con mis pezones erectos, siento un placer y un dolor grandísimos, que es difícil controlar. –dijo Sandra.

   –¡Lo siento, te pido perdón y disculpas, Ainoa! –dijo Sandra, mientras se apoyaba en el coche para no caerse al suelo por el placer que sentía. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía Sandra de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía Sandra de placer.

   –Lo cierto que yo nunca me he puesto nada de eso que llevas, así que lo entiendo, Sandra. –dijo Ainoa.

   –¿Qué es lo que vas hacer? –preguntó Ainoa.

   –Voy hablar con Patricia y con Diana, para explicárselo todo. –dijo Sandra.

   –Coger mis cosas para irme al apartamento de la empresa que me ha dado de momento para vivir. –dijo Sandra.

   –Mantendré la amistad, y si tengo una relación Amas/esclava, sería de forma puntual y momentánea. –dijo Sandra.

   –Además, dentro de unos dos días, volverán Nagore y Vanesa, de viaje de erasmus, por lo que la casa estará super llena. –dijo Sandra.

   –¿Te espero en el coche o te cambias mañana, llevándote todas tus cosas, Sandra? –preguntó Ainoa.

   –¡Mejor mañana, porque así hablo con ellas con más calma! –dijo Sandra.

   –Y supongo que te despedirás como su esclava y perra blanca de tus dos Amas Negras. –dijo Ainoa.

   –La verdad que ms coño está lubricando sólo con pensarlo. –dijo Sandra.

   –Ay, Ainoa a lo que he llegado o para lo que he quedado. –dijo Sandra.

   –No te preocupes que no es para tanto. –dijo Ainoa.

   –¡Dime una cosa, Sandra! –exclamó Ainoa.

   –¿Sientes debilidad o placer ser esclava de una Ama Negra? –preguntó Ainoa.

   –Si, lo reconozco, Ainoa. –respondió Sandra.

   –Me excita y me pongo cachonda, sentirme inferior a ellas, que me denigren y me humillen, y me traten mal y cruelmente como una mierda. –confesó Sandra.

   –¡Lo siento, si te ha ofendido lo que te he dicho! –dijo Sandra.

   –Me excita la idea de ser esclava de una mujer negra. –dijo Sandra.

   –Siempre, me ha gustado hablar contigo de otros temas, pero ahora hablar siendo una sumisa, saber lo que te gusta para hacerme una idea de lo que sienten las sumisas, me gusta, porque aprendo mucho más como Ama dominante. –dijo Ainoa.

   –Hay mujeres y hombres de raza blanca que se excitan con mujeres y hombres de raza negra, y viceversa. –dijo Ainoa.

   –De hecho, Nairi es asiática, Naibi es negra, María es morena, Zoe es negra, mientras que Martha y Susan son las únicas Amas de color blancas, aunque Susan tiene ascendencia asiática, pero leve apenas se nota si ella no lo dice. –dijo Ainoa.

   –Algo de sentido tiene, porque el día que viste a Patricia que es de raza negra, con Teresa que es blanca, te sedujo la idea, o bien, te atraían las mujeres negras desde más antes. –dijo Ainoa.

   –No lo sabía hasta este momento. –dijo Sandra.

   –Es verdad que desde hace mucho cuando ponía sus pies encima de la mesa, me fijaba en ellos. –dijo Sandra.

   –Pero, nunca pensé en sentir placer por besarlos, lamerlos y chuparlos hasta ahora. –dijo Sandra.

   –Quizás, poco a poco te fue gustando sus pies, y al ser negra, te sedujo la idea de adorárselos, y cuando surgió el momento de la seducción de Teresa, explotó tu gusto, despertándote tu gusto por ser una esclava. –dijo Ainoa.

   –Si, es posible. –dijo Sandra.

   –Como no va a tener sitio en su casa, llámala que quiero hablar con ella. –dijo Ainoa.

   –¿Para? –preguntó Sandra.

   –Tengo espacio de sobra en mi apartamento que es muy grande, y puede venirse a vivir conmigo. –dijo Ainoa, ayudándola para quitarle un problema, pero también para estar acompañada, porque se sentía sola en el piso.

   –¡Vale, lo digas! –dijo Sandra, pasándole el teléfono.

   En ese momento, Teresa recibía una llamada de un número que no conocía, así que sintió curiosidad por saber quién era, contestando cuando en otras ocasiones no lo hacía.

   –¿Quién es? –preguntó Teresa.

   –Hola, soy Ainoa, una amiga de Sandra. –dijo Ainoa.

   –Estoy en la puerta de edificio, y me ha contado lo que te ha sucedido. –dijo Ainoa.

   –Yo tengo espacio de sobra en mi apartamento, y no me molesta en absoluto que seas esclava o no lo seas, que seas Ama o que no. –dijo Ainoa.

   –¡Vale, pues salgo y lo hablamos! –dijo Teresa.

   Vieron como salía Teresa con unas maletas, con la ropa del trabajo, acercándose a donde estaba Sandra con Ainoa.

   –Hola, me llamo Teresa. –dijo ella.

   –Es todo un placer y muchas gracias por ayudarme. –dijo Teresa.

   –Yo me llamo Ainoa, soy compañera de trabajo de Sandra, de Yolanda y de todas las demás. –dijo Ainoa.

   –Tú eres amiga de Patricia, Diana, Serena y demás.

   –Vente conmigo, y me vas contándomelo con detalle, lo que te ha sucedido. –dijo Ainoa.

   –¡Vale, muchas gracias de verdad y de todo corazón! –dijo Teresa.

   –¿Y a ti qué te ha sucedido? –preguntó Teresa a Sandra.

   –Es largo de contar, pero luego te lo cuento. –dijo Sandra.

   –Me han echado de casa, por lo que había estado durmiendo en mi coche que lo tengo roto, y no sabía lo que hacer ya que ahora viene el invierno. –dijo Teresa con lágrimas en los ojos.

   –Bueno, nos vemos mañana, y espero que pases una buena noche. –dijo Ainoa.

   –Igualmente. –respondió Sandra y Teresa.

   –Recuerda los consejos que te he dicho. –dijo Ainoa.

   Sandra salió del coche con la manta envuelta, cubriéndose completamente para que no la vieran desnuda y con el collar y las anillas en sus pezones. Con la bolsa en la otra mano, donde llevaba su ropa.

   Iba por el camino interior que llevaba a la puerta del portal para abrirla con su llave y subir por el ascensor, cruzándose con varias vecinas, que la saludaron y ella contestó de la misma manera, pero como iba envuelta con una manta, no se le veía nada.

   No tardó en llegar a la puerta para abrirla y pasar dentro donde se encontró a Patricia sentada en el sillón, mientras que Diana estaba de rodillas, lamiendo y chupando sus pies como su esclava.

   –¿Qué es lo que te ha sucedido? –preguntó Patricia, fijándose que iba envuelta con una manta.

   –Si, han pasado muchas cosas, pero tengo que ir a ducharme. –respondió Sandra.

   Patricia se acercó a ella, cuando comenzó a oler a pis y a mierda, junto con olores de puta zorra con flujos vaginales por todo el cuerpo.

   –Si, mejor vete a ducharte y luego me dices lo que ha sucedido. –dijo Patricia.

   Sandra se fue al baño, se quitó la manta, cuando Patricia, vio las marcas de los latigazos en su espalda, piernas, culo y además por sus pechos con restos de mierda, no sólo en la boca sino en la cara y el cuerpo.

   Patricia, se asustó lo que podía haberle pasado a Sandra, diciéndose que no era normal como venía de esa manera. Ciertamente, Diana, se percató de su estado, así que se quedaron hablando entre ellas hasta después de una hora y media salió duchada y limpia. Se echó, colonia y hasta se lavó los dientes para que se fuera el olor a pis y de mierda.

   Se sentía muy sucia y asquerosa, muy guarra y cerda, pero a la misma vez estaba excitada y cachonda perdida. Sandra salió para sentarse en el sofá. Se había puesto una camiseta larga con unas braguitas.

   –Hola a las dos. –dijo Sandra.

   –Hola, Sandra. –dijeron ellas.

   –Tengo que contaros lo que me ha sucedido en el trabajo. –dijo Sandra.

   –Me han ascendido en el trabajo, voy a ser la presentadora de las noticias de la mañana. –dijo Sandra.

   –Eso es una gran noticia, Sandra. –dijo Patricia.

   –Sin embargo, no entiendo como vienes con esta tristeza en tus ojos. –dijo Patricia.

   –Han denunciado lo que sucedió en la cafetería ayer, más concretamente lo que me hicieron. –dijo Sandra.

   –Ostia, pero ¿Tan serio se ha puesto todo? –preguntaron ambas.

   –De manera que la seguridad se ha duplicado, y me han puesto un guardaespaldas en la cadena que me vigila y me protege por si me pasara algo. –dijo Sandra.

   –Por otro lado, me han pedido que me mude a un apartamento más cerca de la cadena, que me han proporcionado compartiéndolo con otras chicas, que mañana me iré a vivir allí. –dijo Sandra.

   –Y cómo aquí hay saturación, pues viene bien. –dijo Sandra.

   –Es genial porque cuando vengan Nagore y Vanesa con Diana y conmigo el piso ya no cabe nadie más. –dijo Patricia.

   –Mi idea era que te vinieses a dormir a mi habitación o a la de Diana, lógicamente como esclava, durmieron a los pies de las patas de la cama. –dijo Patricia.

   –Sigue contándolo, Sandra. –dijo Patricia.

   –A la salida del trabajo, me encontré con Nairi, Naibi, Zoe, Susan, Martha, María y Violeta. De manera, que fuera en el aparcamiento en una zona oscura donde nadie nos podía ver, me llamaron para que me acercara. –dijo Sandra.

   –Fue donde me humillaron y me denigraron brutalmente. –dijo Sandra.  

   Sandra, se quitó la camiseta y las bragas, girando para que vieran la cantidad de latigazos que la habían dado. Luego dijo que estuvo lamiendo botas, zapatos y sus pies, para recibir escupitinajos en la cara, en su boca y por todo su cuerpo.

   –No sólo se mearon en mi boca, sino que se cagaron, una detrás de otra, haciéndome comérmela, masticándola y tragándomela. –dijo Sandra.

   –Al terminar antes de irse me tiraron un par de billetes de 5 euros a la cara, y al suelo, para recibir una ráfaga de escupitinajos dentro de mi boca y en mi cuerpo, lamiéndolos y chupándolos. –dijo Sandra.

   –Me dijeron que soy una prostituta de mierda, muy puta y guarra de mierda, y que ese era mi precio, valgo 5 euros de mierda. –dijo Sandra.

   –Además, me dijeron que esto era la despedida y que debido a lo que había ocurrido en la cadena, se acaba todo, pero si quería seguir siendo su esclava, que se lo tendría que suplicar de rodillas, humillándome y denigrándome ante ellas como su esclava y perra blanca que soy. –dijo Sandra.

   –Te veo muy afectada. –dijo Patricia.

   –Sí, porque no sabía que me iba hacerme tanto daño. –dijo Sandra.

   –¿Cómo has venido a casa? –preguntó Patricia.

   –Me ha traído una compañera que se llama Ainoa, que me ha estado hablando, porque entré en shock, después de todo lo que había sufrido con mi denigración y humillación. –dijo Sandra.

   –Me dieron 25 latigazos cada una de ella, cada vez más fuerte y con más intensidad. –dijo Sandra.

   –Me dieron unos 125 latigazos en total, diciéndome que después de ese día, las recordaría al verlas y a todas horas, poniéndome cachonda perdida y excitada al verlas. –dijo Sandra.

   –Además, dijeron que un pajarito les había dicho que vivía con una Ama dominante. Quizás eso me salvo de que no me hiciesen nada más grave o que no me marcaran el nombre en el collar. –dijo Sandra.

   –Lo siento de verdad, Sandra. –dijo Patricia.

   –Si, yo también lo lamento. –dijo Diana.

   –Esas compañeras tuyas, tienen algo en tu contra porque no es normal. –dijo Diana.

   –Y si no lo son, es porque les gustas como esclava y perra blanca. –dijo Patricia.

   –No les hice nada, nunca en mi vida. –dijo Sandra.

   –Nairi es una chica de raza asiática, Naibi es una chica de raza negra, Zoe es de raza negra, Martha y Susan, son de raza blanca, y María es morena, pero diría que es negra, también. –dijo Sandra.

   –Todas son negras, quitando dos, así que les debes de gustar, siendo muy blanca y de ojos azules verdosos y con pelo rubio. –dijo Patricia.

   –Luego, estuve lamiendo los pies a su esclava violeta, se meó en mi boca y se cagó dentro de mi boca, para darme bofetadas también. –dijo Sandra.

   –¿También, te ha sometido su esclava Violeta? –preguntó Diana.

   –Si, fue órdenes de su Ama Nairi, que quería que cada vez que me las cruzada, pensara en ellas, en esa noche, y me excitara para correrme de placer. –dijo Sandra.

   –Es lo normal en Amas dominantes hacer esas cosas, Sandra. –dijo Patricia.

  –Además, cuando te pusiste el collar y las pulseras, abriste la veda de exponerte a otras Amas, y lo hiciste sin decirme nada, así que ahora, pagas las consecuencias. –dijo Patricia.

   –Bueno confiésanos la verdad, Sandra. –dijo Patricia.

   –¿Te excitan las mujeres negras? –preguntó Patricia.

   –Si, me excita y me pone cachonda perdida que me sometan y me dominen, humillándome y denigrándome una mujer negra. –dijo Sandra.

   –Por eso, han llegado hacerte todo eso, Sandra. –dijo Patricia.

   –Si no lo han descubierto aún. –dijo Patricia.

   –Bueno, entonces te vas a mudar. –dijo Patricia.

   –Si, mañana, me voy al nuevo apartamento para iniciar el nuevo proyecto en el trabajo. –dijo Sandra.

   –La verdad qué dentro de dos días, vendrán Vanesa y Nagore, ocupando las dos habitaciones vacías como ya te he dicho antes. –dijo Patricia.

   –Yo me voy a ir a dormir a tu habitación Sandra, cuando te vayas. –dijo Diana.

   –Quiero decirte una cosa, Patricia. –dijo Diana.

   –Lo siento, pero no siempre me siendo sumisa, sino que me siento más como Ama, Patricia. –dijo Diana.

   –Por eso, creo que sólo podemos jugar de manera puntual, cuando nos apetezca a las dos. –dijo Diana.

   –Lo sabía, por eso anoche te puteé un poco, pero viste que te borré la marca de tu cuerpo. –dijo Patricia.

   –Si, me di cuenta de ello. –dijo Diana.

   –Cada vez notas más el deseo de dominar que se ser dominada, ¿Verdad? –preguntó Patricia.

   –Si, es la verdad. –dijo Diana.

   –No se hable más, Diana. –dijo Patricia.

   –Supongo que será la noche de despedida, Sandra. –dijo Patricia.

   –Y cómo te gusta ser esclava de unas mujeres negras como nosotras, ya puedes ir desnudándote y poniéndote de rodillas, ante nosotras, esclava. –dijo Patricia.

   –Si, mi Ama Patricia. –respondió Sandra, quitándose la camiseta y sus bragas, poniéndose de rodillas para besar los pies de Patricia y los pies de Diana haciéndolas una reverencia de respeto, obediencia y sumisión.

   –Esta noche será tú última noche en este piso, así que conociéndote que te gusta que te sometan, te dominen y te humillen Amas Negras, y te excita sentirte inferior a nosotras, vas a disfrutar como una puta zorra de placer. –dijo Patricia.

   Sandra se puso delante de su Ama Patricia, para comenzar a besar, lamer y chupar sus pies, mientras que ésta estaba hablando con Diana.

   Cuando terminó de limpiarle sus pies, se puso a lamer los pies de Diana, y se los chupaba con pasión y placer durante un buen rato hasta que se cansaron de que les siguiera lamiendo y chupando sus pies, para ir a la cocina a traer la comida de la cena a sus Amas.

   Sandra, les trajo un guiso de carne con patatas, y metió la comida en la merienda. Sandra estaba de rodillas sentada sobre sus pies juntos, con las manos detrás de la espalda y con la mirada a los pies de sus Amas con su cabeza agachada.

   Tanto Patricia como Diana, comenzaron una conversación sobre cómo les había ido la noche en su turno de trabajo.

   –Pues, lo cierto es que esas dos enfermeras, se excitaron y se pusieron cachondas al verte, Diana. –dijo Patricia.

  –Si, me di cuenta. –dijo Diana, mientras ambas escupían un trozo de carne masticada, al suelo.

  –¡Vamos, a comer esclava! –ordenó Diana.

  –¿Y qué es lo que ha sucedido al final? –preguntó Diana.

  –Después de hacerlas desnudarse y ponerles una correa en su cuello, llevarlas al Club Nocturno, para comprarles sus collares y sus anillas de esclavas, fue lo más emocionante de la noche. –dijo Patricia.

  –Si, es verdad. –dijo Diana, escupiendo otro trozo para que la esclava comiese y lamiera el suelo.

  –Las veremos esta noche, humillándose y denigrándose a toda Ama que las vea con sus collares o pulseras. –dijo Patricia., escupiendo comida masticada para que fuese la esclava a comérsela, lamiendo el suelo.

   Quedaban aún unas horas para que se marcharan, así que continuaron con la sesión de BDSM. Patricia como Diana se fueron a la cocina, tirando los restos de la comida al suelo, delante de la esclava, la cual, se puso a comerlas y a lamer el suelo, limpiándolo, mientras que ellas estaban en la cocina.

   Vieron que sus meriendas estaban preparadas así que bebieron un poco de agua, llevándose unas botellitas de agua para bebérselas.

   –No sé cómo será la noche de hoy. –dijo Diana.

   –Si, la verdad que anoche, fue muy movidita por el exceso de pacientes. –dijo Patricia.

   –De hecho, esta noche es Halloween, por lo que vamos a tener muchos accidentes y extrañas cosas. –dijo Diana.

   –¿Qué es lo que hiciste en quirófano anoche? –preguntó Patricia.

   –Pues, nos llegó un paciente que se había dislocado un brazo, pero como estuvo en un accidente, se perforó el estómago con lo que presentaba daños y tuvimos que operarle para cerrar y reparar los órganos que estaban comprometidos. –dijo Diana.

   –Si, fue movidito sí. –dijo Patricia, mientras que apoyaban ambas sus pies en la cara de la esclava.

   Tanto Diana como Patricia, se restregaban sus plantas de sus pies en su cara, nariz, y boca, hasta que comenzó a sacar la lengua a la orden de sus Amas, y comenzaron a restregarse los pies con su lengua, limpiándose la suciedad de sus pies, metiendo los dedos y haciéndola que se los chuparan y lamiese.

   –¿Has preparado ya todas las cosas? –preguntó Patricia.

   –Si, ya lo tengo todo preparado, la ropa, las botas que voy a llevar. –dijo Diana.

   –Si te vistes de manera impactante como hoy, ligarás mucho. –dijo Patricia.

   –Si, me sorprendió como sometí a esta zorra blanca. –dijo Diana.

   –Pero ahora sabemos que le gusta ser humillada y denigrada por mujeres negras. –dijo Patricia.

   –La verdad que sí, es toda una puta esclava blanca de mierda. –dijo Diana.

   –Muy cierto, y ahora entiendo, porque se dejó, denigrarse y humillarse por sus antiguas compañeras de su clase. –dijo Patricia.

   –Porque eran unas mujeres negras. –dijo Patricia.

   –¿Qué sucede que le gusta sentirse inferior a nosotras? –preguntó Diana.

   –Si, exactamente. –dijo Patricia.

   –Esta puta zorra blanca, se excita siendo una esclava de una mujer negra, humillándola, denigrándola y sometiéndola. –dijo Patricia.

   –Ahora entiendo, porque hoy antes de irme al trabajo, se denigró ante mi como una esclava y perra blanca de mierda. –dijo Diana.

   Las dos conversaban, aposta ignorando la presencia de la esclava, no sólo para humillarla, sino para denigrarla, rebajándola a un nivel inferior a un ser humano, es decir a un animal o un objeto, provocaba que se excitada más Sandra.

   –No te he contado lo de nuestra compañera Teresa, Diana. –dijo Patricia.

   –Esa puta zorra de Teresa, me viene en la fiesta de fin de curso, y me confiesa que le gustaría ser mi esclava y mi perra. –dijo Patricia.

   –Puff,….–dijo Diana.

   –¡Qué ha tenido sueños húmedos, siendo esclava de una chica negra! –dijo Patricia.

   –Se me arrodilla en el aparcamiento y se pone a besarme las botas y a lamérmelas como si fuese un perro, sin decirme nada ni saber yo nada. –dijo Patricia.

   –Tuvo que ser algo impactante. –dijo Diana.

   –Para luego pedirme perdón y disculparse. –dijo Patricia.

   –Si, porque no sabía del tema sobre la BDSM, y tuve que ir documentándome e informándome con vídeos de Youtube y a través de Google. –dijo Patricia.

   Mientras Sandra, lamía y chupaba los pies de sus Amas, muy excitada y humillada, escuchando como hablaban de ellas como si no estuviesen ahí.

   Era algo que había leído Patricia, cuando investigaba sobre el tema de la D/s femenina, dentro del BDSM, y en cierto sentido, llevaba mucha razón, porque cuando se tiene un animal como un perro, se suele hablar con los amigos o la familia, mientras éste, está delante sin hablar de él, y si habla de él, lo hacen en tercera persona, por lo que al ser un humano, que ha sido denigrado al mismo nivel que un animal, convirtiéndose en un esclava, se excitaría más, sintiéndose como un animal o un objeto.

   Diana, cogió la cadena del collar de Sandra para tirar de él, hasta que la hizo acercarse a cuatro patas como una perra en celo, mientras ella, abría sus piernas, metiendo su cabeza entre ellas.

   –¡Vamos, lámeme el coño, esclava! –ordenó Diana.

   –Esta puta zorra para no ser lesbiana, lame y chupa los coños de primera. –dijo Diana. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   –Es normal, ya eres la sexta Ama, a la que lame y chupa su coño, la puta esclava esta se está convirtiendo en una experta en lamer coños. –dijo Patricia.

   Los gemidos comenzaban a oírse más alto, ya que estaba soltando sus fluidos vaginales y gimiendo como una zorra de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   Diana comenzó a tener unos orgasmos, seguidos de otros hasta correrse de placer en su boca, mientras la esclava, lamía y chupaba el coño, tragándose todos sus fluidos vaginales como mejor podía.

   –¡Límpiame el coño, esclava! –ordenó Diana.

   –Si, mi Ama Diana. –respondió la esclava, excitada y cachonda perdida, recibiendo unas bofetadas con la mano abierta, mientras iba contándolos.

   –¡Zas! –¡Zas! –¡Uno, dos, mi Ama Diana! –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de dolor la esclava. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer la esclava.

   –¡Zas! –¡Zas! –¡Tres, cuatro, mi Ama Diana! –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de dolor la esclava. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer la esclava.

   –¡Zas! –¡Zas! –¡Cinco, seis, mi Ama Diana! –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de dolor la esclava. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer la esclava.

   –Eso es para que entiendas que sólo hablas cuando se te ordene que hables, esclava, mientras tanto silencio. –dijo Diana.

   Sandra soltaba sus fluidos vaginales por su sucio coño, siendo follada por los vibradores vaginalmente como analmente, haciéndola gemir de placer como a puta zorra que era. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer la esclava. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer las esclavas. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer la esclava. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer la esclava.

   –Cállate, puta esclava de mierda. –ordenó Patricia, dándole un par de bofetadas en la cara.

   –Estás aquí para darnos placer no para sentirlo tu cuando quieras, zorra de mierda. –dijo Patricia.

   –Primero, nos das placer a nosotras que somos tus Amas, y luego te corres cuando te lo ordenen, esclava. –dijo Patricia, cortándole la corrida de sopetón a Sandra. 

   Patricia cogió la cadena para acerca la cabeza a su coño para que la esclava, comenzara a lamerle y chuparle su coño. Sandra lamía con intensidad, con mucha maestría y eso lo notó Patricia.

   Desde la primera vez que hizo que le comiese el coño a Sandra, la inició como una sumisa experta lamedora de coños. Cualquier Ama estaría feliz de tenerla como su esclava lamedora de coños, todas las mañanas y todas las tardes para darles placer.

   Patricia comenzaba a sentir placer, comenzando a soltar sus fluidos vaginales, has comenzar a correrse de placer, teniendo unos orgasmos seguidos de otros, gimiendo de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

 Mientras se estaba corriéndose Sandra, su Ama aprovechó para poner su ano en su boca para comenzar a cagarla dentro de su boca.

   –¡Vamos, trágatela y cómetela toda, esclava! –dijo Patricia, haciendo que en su estado de excitación culminante en el que se estaba corriendo, iba comiéndosela, masticándola y comenzando a saborearla para terminar lamiendo su culo, dejándoselo limpio completamente.

   –¡Muy bien, esclava! –dijo ella.

   –¡Mastícala bien, para saborearla, esclava! –dijo Patricia.

   –¡Ahora, traga y bébetela, esclava! –ordenó Patricia, poniendo su vagina en su boca para comenzar a mearse dentro de su boca, mientras la esclava se tragaban toda la orina hasta que se apartó un poco para mearla en su cara, cabeza y pechos, haciéndola sentir muy cerdas y guarras.

   Detrás, Diana puso su ano en su boca para cagarla dentro de ella. Mientras iba saliendo, la esclava tragaba, masticaba y saboreaba. Diana se dio cuenta que disfrutaba y que comenzaba a sentir placer y gusto por ello, así que cuando terminó le ordenó limpiarle su culo para comenzarla a mear en su boca, cara y cuerpo, dejándola corriéndose de placer y de gusto ante esa humillación tan extrema de esa noche. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer la esclava. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer la esclava.

   –¿A qué vas aceptando poco a poco lo que eres, esclava? –preguntó Patricia, mirándola.

   –Si, mi Ama Patricia. –respondió la esclava.

   –¿Qué eres? –Preguntó Patricia.

  –Una esclava y perra blanca, que le gusta que la sometan, humillen, dominen y denigren físicamente. –respondió la esclava, excitada y cachonda terminando de gemir de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer la esclava. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer la esclava.

   –Es para que lo recuerdes y no se te olvide, lo que eres, ante nosotras o cualquiera otra Ama Negra con la que te encuentres. –dijo Patricia.

   –Eres inferior a nosotras, y hoy lo has reconocido, así que ahora obedece y cumple con tu decisión, esclava. –dijo Patricia, yéndose, mientras se reía y hablaba con Diana en alto de la esclava para que la oyera.

   –Bueno vamos, preparándonos para irnos que dentro de poco será la hora de irnos a trabajar. –dijo Patricia.

   –Si, es verdad y cierto. –dijo Diana.

   –¡Venga, limpia el suelo, esclava! –ordenó Diana, sentándose, mientras veía televisión, ya que Patricia, se metió en la ducha.

   –Si, mi Ama Diana. –respondiendo la esclava, obedeciéndola.

   Sin embargo, Diana se levantó para entrar al baño, metiéndose totalmente desnuda con su nuevo collar y sus nuevas anillas junto con sus nuevas pulseras, para comenzar a meterse con Patricia en la ducha.

   –¿Qué haces? –dijo Patricia.

   –Duchándome contigo mi Ama Patricia. –respondía Diana, besándola en su boca, luego separándose de sus labios, mientras mordía su labio, para detrás besar su cuello, sus pechos, lamiéndolos y mordiendo sus pezones hasta ponerse de rodillas para lamerle el coño, mientras el agua caía sobre ellas, haciendo que Patricia, comenzara a gemir de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   Estuvo comiéndole el coño, poniéndose cachonda perdida hasta que comenzó a correrse de placer y de gusto. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer las dos. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer las dos.

   Pero, esto no iba a terminar así, Patricia comenzó a besarla en su boca, mordiendo su labio, al separarse de su boca, excitándola, para después besar su cuello, bajando por él, para morder las anillas de los pezones de Diana, mientras lamía sus tetas, haciendo que Diana gimiera como una loca de placer.

   Diana, nunca la habían hecho esa clase de juego seductor, así que estaba cachonda perdida, gimiendo de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   –Dios, mío, ¿Cómo has aprendido hacer esto, Patricia? –preguntó Diana, gimiendo como una loca. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   Pero, ella continuaba gimiendo, soltando sus fluidos vaginales, Patricia fue bajando hasta comenzar a lamer su coño, chupándolo con una maestría que hizo que Diana, comenzara a ver las estrellas de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   Hasta que comenzó a correrse de placer, teniendo un orgasmo detrás de otro consecutivo que la volvió realmente loca de placer, mientras el agua caía sobre ellas.

   –Ya es casi la hora, Diana. –dijo Patricia, enjabonándose con el gel, para que Diana cogiera la esponja quitándosela de las manos, y comenzó a darle suavemente mientras la lavaba con el jabón y con la esponja.

   Cuando terminó, comenzó a lavarse la cabeza para luego coger Patricia su esponja y lavara sensualmente a Diana, que cómo tenía las anillas en los pezones con las cadenitas y las anillas en los labios vaginales, gemía de placer como una perra en celo. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   –Ahora, no te quejes, Diana. –dijo Patricia.

   –¡Qué eres tú, la que quería guerra! –dijo Patricia.

   Diana no pudo resistir y cayó de rodillas ante Patricia, jadeando de placer. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer. Teniendo un orgasmo de placer, nuevamente, mientras jadeaba para coger aire.

   –¡Qué gusto! –gritó Diana, gimiendo de placer, cuando comenzó a soltar un squirt, mientras gemía como una perra en celo. –¡Aaah, Aaah, Aaah! –gemía de placer. –¡Mmm, Mmm, Mmm! –gemía de placer.

   Cuando se recuperó, Patricia con la esponja y el jabón enjabonó todo su cuerpo para lavarle la cabeza como ella había hecho con ella. Entonces se aclararon para salir de la ducha.

   –¡Voy a tirar el agua! –dijo Diana.

   –No, la tires que se lave la esclava con nuestra agua sucia. –dijo Patricia, poniéndose una toalla. A la misma vez, Diana se puso otra para salir las dos del baño para irse a las habitaciones y comenzar a vestirse.

   En cuestión de unos minutos ya estaban vestidas, muy guapas e impresionantes. Ambas llevaban unas botas altas de cuero, con una falda y un abrigo que les cubría todo el cuerpo, junto con una blusa que les quedaba muy bien.

   –¿Dónde has aprendido a hacer eso? –preguntó Diana, muy interesada por conocerlo.

   –Digamos que estuve saliendo de fiesta por las noches de los findes de semana y un día me encontré con una chica que era lesbiana. –dijo Patricia.

   –De forma que, me enseñó como hacer el sexo, y dar placer a una mujer. –dijo Patricia.

   –Me tienes que enseñarme hacer eso. –dijo Diana.

   –Claro, no hay problema ninguno, Diana. –dijo Patricia.

   –¡Y tú, esclava! –dijo Patricia.

   –¿No vienes a despedirnos, puta esclava de mierda? –preguntó Patricia.

   Sandra fue de rodillas, para besar sus botas, haciendo una reverencia para mostrar su respeto, obediencia y sumisión.

   –Lo siento, mi Ama Patricia. –dijo la esclava.

   –Lo siento, mi Ama Diana. –dijo la esclava

   –¡Báñate que apestas a zorra recién follada! –dijo Diana, saliendo por la puerta con Patricia.

   –¡Ya quedaremos un día para hablar como te va, zorra! –dijo Patricia.

   –O si queréis sesiones de BDSM a través de videollamada o presenciales, esclava. –dijo Patricia.

   –Si mi Ama Patricia. –dijo Sandra.

   –Si mi Ama Diana. –dijo Sandra.

   Tanto Patricia como Diana, salieron por la puerta tras cerrarse para subirse al ascensor, dejando a la esclava de rodillas guardando silencio hasta que se cerró la puerta.

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