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Fecha: 17-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Dominación

Una Pequeña Venganza

jessmartin
Accesos: 4.564
Valoración media:
Tiempo estimado de lectura: [ 31 min. ]
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Taylor inicia su venganza contra una streamer que ha criticado su compromiso con Caleb. Version para imprimir

(Coincidiendo con el último capítulo de la serie El Viaje de Fin de Curso, he decidido recuperar a uno de los personajes principales de la serie que dio inicio a todo, El Maestro, con una historia de dos episodios que servirá de prologo para el regreso en otra serie más extensa de Taylor, Caleb y otros personajes.

Gracias por leer mis historias y traducciones, por vuestros comentarios y valoraciones)

Una Pequeña Venganza 1

La reconozco en cuanto entro al club, está detrás de la barra sirviendo como una camarera más, aunque sé por mis investigaciones sobre ella que es la dueña de este local, de este y de varios más del centro de la ciudad.

Este local es el más importante que tiene y uno de los más de moda del momento, una mezcla de discoteca y de club con espectáculos eróticos en directo, algunos de los cuales protagoniza ella misma y emite en su canal de Only Fan.

Tengo que reconocer que en persona es bastante más impresionante que en su canal de Twitch o de Only Fan, el club está decorado siguiendo una temática de comics y todos los clientes están invitados a acudir disfrazados de su personaje favorito.

Ella va vestida como la superheroína de DC Dinah Lance más conocida como Canario Negro, lleva un catsuit de red de cuerpo completo, cubierto por unas botas negras, y body con corsé y una cazadora, todo ello de cuero en color negro, aunque en el caso de la camarera la peluca rubia que lleva encima de su melena negra le hace parecer una puta barata.

La camarera en cuestión es Karla Sweet, streamer, modelo erótica en Only Fans, y bocazas profesional que pretende ganar seguidores metiéndose con celebridades y personajes públicos, el único problema es que en esta ocasión se ha metido con quien no debía y lo va a pagar.

Cuando Caleb anunció su compromiso conmigo hace un par de meses, la zorra de Karla protagonizó uno de sus directos jugando con una de sus sumisas, diciendo que yo tan solo era una chica del montón, más bien fea y sin talento alguno, dijo que un semental como Caleb acostumbrado a tener esclavas necesitaba a alguien como ella capaz de tratar a las mujeres como se merecen, y que si rompía mi compromiso, tal vez me dejase quedarme como su mascota y permitir que Caleb me follase de vez en cuanto.

El trabajo y los preparativos han retrasado este día, pero si todo sale como he preparado, el lunes esa zorra de Karla se habrá arrepentido de haberse cruzado en mi vida.

Como había supuesto, en cuanto nos acercamos, Karla aparta a la camarera vestida de Zatanna para atendernos ella personalmente, sabía que llamaríamos la atención, yo voy vestida como Felicia Hardy, la Gata Negra, con un traje de cuero negro con un amplio escote y mi acompañante como Leeloo, la protagonista del Quinto Elemento, aunque con un traje con las tiras de cuero todavía más extremo.

Mi acompañante es Nadia, la esclava rubia de origen ruso que escogí para jugar mi última tarde en palacio, Nadia con su metro ochenta de altura, su cuerpo delgado adornado por dos perfectas tetas y un culo redondo y prieto, llamaría la atención en cualquier parte, pero vestida como va centra la mirada de todos los clientes del club. Además Nadia ha cambiado mucho, ya queda poco de la esclava tímida y asustadiza que me encontré yo, ahora, de la mano de mi amiga Niama, para la que trabaja como modelo cuando no está estudiando o cumpliendo como esclava en el palacio de Caleb, se ha convertido en una bomba sexual, capaz de seducir a cualquier hombre o mujer que pretenda.

Además como he podido comprobar antes de venir aquí, ya ha aprendido a complacer perfectamente a una mujer, algo en lo que seguramente Niama habrá tenido mucho que ver.

“Dos chupitos;” le pido a Karla, que comienza a prepararme la bebida de moda que se consume ahora, compuesta de una parte de vodka otra de ginebra y una mezcla de pipermín y lima.

“Quiero una bebida de verdad, no ese jarabe para bebés;” le digo a Karla, “Ponme un par de chupitos de esa botella de absenta que tienes hay arriba.

“Pero esa botella vale cinco mil dólares, son trescientos dólares el chupito;” me señala Karla mirándome sorprendida.

“No te he preguntado su precio;” le digo poniendo sobre la barra una tarjeta paladio.

Karla sirve los dos chupitos del líquido verde, y después se dispone a colocar la botella en su sitio.

“Deja la botella;” le ordeno entregando uno de los chupitos a Nadia bebiéndonoslos de un trago, sin apenas dejar tiempo sirvo otros dos chupitos, le vuelvo a entregar uno a Nadia, pero el otro lo vierto sobre sus pechos y limpio los restos con la lengua, ante la atenta mirada de cada vez más gente, los siguientes dos chupitos me los bebo yo y acercándome a Nadia comienzo a besarla y a jugar con mis manos por todo mi cuerpo, compartiendo el afrodisiaco líquido con ella.

La siguiente media hora, Nadia y yo continuamos bebiendo chupitos, besándonos y acariciándonos, dando un espectáculo bastante más caliente que el que se desarrolla en el escenario del club.

Después de habernos bebido más de la mitad de la botella de absenta voy al servicio, empiezo a sentirme mareada, y eso que sé que la botella no contiene realmente absenta, uno de los hombres de Caleb ha sustituido la botella de alcohol de sesenta grados por otra de alcohol de doce grados, aunque después de siete chupitos, y poco acostumbrada al alcohol empieza a hacerme efecto.

Como esperaba, cuando regreso, Karla está hablando con Nadia, sosteniendo la correa unida a su collar.

“No te he dado permiso para tocar mi propiedad;” le digo a Karla quitándole la correa de la mano.

Karla sonríe como si esperase esa reacción, y hace un gesto a la camarera vestida de Zatanna para que se acerque a nosotros.

“Nadia me ha contado que tú eres su Mistress;” me comenta Karla, “Yo también tengo mi sumisa, si quieres podemos ir a uno de los reservados y compartir nuestras sumisas.”

Suelto una sonora carcajada y acerco a Nadia a mí, llevando mi mano a su coño por debajo de la tela que le cubre.

“Nadia no es mi sumisa, es mi esclava;” le comento a Karla.

“Es lo mismo, puedes llamarla como quieras:” me replica.

“Te equivocas Piolín;” le digo sonriendo al ver su reacción por la forma como la he llamado. “NO es ni parecido, mi esclava hará cualquier cosa que yo le ordene, tu sumisa no.”

“Mi sumisa puede hacer cualquier cosa que haga tu esclava, podemos comprobarlo ahora mismo si te atreves;” me reta.

“De acuerdo;” le digo sabiendo que ha caído en mi trampa. “Escoge a cualquier chico del club y Nadia le chupará la polla y hará que se corra en menos de cinco minutos.”

“Perfecto;” contesta Karla mirando a su alrededor, buscando a su elegido para el reto. “El rubio ese de allí;” señala.

Se trata de un rubio de casi dos metros tratando de parecer disfrazado como Thor, que se encuentra acompañado de media docena de chicas con diferentes disfraces, que llevan desde que han entrado en el club acariciándole y besándole, esperando que escoja a una de ellas para follársela.

Karla ha cometido su primer error, algo que no me esperaba tan pronto. Hago una señal a Nadia que se acerca al rubio y libera su polla, una impresionante polla de más de treinta centímetros con liquido preseminal en la punta.

El rubio puede ser impresionante, pero ya está muy cachondo después de las caricias de sus seis acompañantes y estoy segura de que no tardará en correrse.

Nadia se arrodilla a los pies del rubio y sin ningún juego preliminar comienza a llevarse la enorme polla a la boca, hasta yo me sorprendo al ver con que facilidad lo hace, en apenas un minuto tiene alojados dos tercios de la longitud, y antes del segundo minuto, está levantándose del suelo limpiándose los restos de semen del rubio, que no ha podido aguantar más sin correrse.

“Mi turno;” le digo a Karla siendo yo ahora quien repaso todo el club con la mirada hasta encontrar mi elegido.

“Ese chico de color de allí;” le indico a Karla señalando a un joven negro disfrazado de Blade de poco más de metro setenta sentado junto a una pecosa pelirroja imitando a Daphne Blake.

Noto la sonrisa de Karla al ver que mi candidato es bajo con el cuerpo no demasiado musculado, y aparentando poco más de dieciocho años, la sonrisa de Karla desaparece cuando el joven se baja los pantalones rápidamente al oírme escogerle, revelando una polla de treinta y cinco centímetros bastante gruesa.

“¡Joder!” grita la sumisa de Karla, “No estaba muy decidida a chupar una polla en público, pero visto ese monstruo, ni de coña lo hago.”

“Eres mi sumisa y harás lo que te ordene;” le grita Karla agarrándola del brazo para llevarla hasta el chico semi desnudo.

“Vete a la mierda;” le grita la sumisa librándose del agarre y arrancándose el collar de cuero que lleva puesto, “Puedes tener una lengua maravillosa y follar muy bien, pero estoy harta de tus juegos de cuerdas, a mi lo que me gusta de verdad es una buena polla y trabajar aquí me permite tener todas las que quiero;” le dice a Karla tirándole el collar.

Antes de que Karla pueda reaccionar a la huida de su sumisa, hago una señal a Nadia que se arrodilla a los pies del joven negro, llevándose la polla a la boca.

A pesar de sus habilidades orales, Nadia tiene serias dificultades para tragarse la polla, así que decido echarla una mano.

“La pelirroja no deja de mirar cómo le chupas la polla a su novio;” le comento a Nadia, “Creo que quiere unirse a ti.”

Nadia deja de chupar la polla y se acerca a la pelirroja, agarrándola del brazo para que se una a ella, aunque al principio se muestra reticente a unirse a Nadia, la esclava le susurra algo al oído y segundos después dos bocas besan, lamen y muerden la enorme polla, intentando besarse y unir sus labios con el trozo de carne en medio.

Si las habilidades de Nadia no habían conseguido acercar al clímax al joven negro, sentir la boca de su novia sobre su polla, seguramente por primera vez, es demasiado para él, comenzando a correrse, haciéndolo principalmente sobre la cara de la pelirroja.

“Yo que tú me la follaría ahora mismo;” le digo al joven, “No creo que vuelvas a encontrarla tan dispuesta como ahora a aceptar tu polla en su coño.”

El joven sonríe al oír mi propuesta, y ayuda a la pelirroja a levantarse, inclinándola sobre uno de los sofás para comenzar a follársela de inmediato. A pesar de la forma en que la monstruosa polla estira el coño de la pelirroja, esta parece estar disfrutándolo mucho y no tarda en llegar al primero de los muchos orgasmos que la esperan esa noche.

Alrededor de la pareja follando cerca de la barra, se está formando una orgía que ya abarca todo el club, varias parejas han comenzado a follar, y varios chicos que han venido al club solos, están sujetando a la chica que se encuentra a su lado, listos para desnudarla y follársela. El rubio al que le chupó la polla Nadia ya ha escogido entre sus seis acompañantes, y tiene a una de ellas montada sobre su cuerpo, empalando su culo con la enorme polla otra vez dura.

Agarro la correa de Nadia y salgo del club, mirando a Karla, su mirada es una mezcla de odio, miedo y excitación y no tengo ninguna duda de qué he logrado llamar su atención como pretendía.

Cuando salgo a la calle escucho como las sirenas de la policía se acercan al club, seguramente alertados por los avisos de personas que estaban viendo la retrasmisión en directo por el twitch de Karla al ver como se convertía en una retrasmisión de sexo bastante explícito. Justo al lado de la puerta me espera la falsa sumisa de Karla.

“Joder señorita Pryde, cuando he visto a ese semental con ese pedazo de polla he estado a punto de olvidarme de nuestro trato y follármelo allí mismo;” me comenta. “¿Tiene mis veinte mil dólares?”

“Ahí tienes cincuenta mil dólares;” le digo entregándole un sobre, “Dentro también va el teléfono del semental negro, aunque yo esperaría a mañana para llamarle, ahora está muy ocupado follándose a la pelirroja;” añado.

Una vez resuelto el asunto de la sumisa, guio a Nadia hacia el coche para regresar a casa, es entonces cuando me doy cuenta de que estoy demasiado borracha para conducir.

“Buenas noches Taylor, ¿Necesitas ayuda?” me pregunta una voz a mi espalda.

Me giro sonriendo sabiendo quien es, se trata de Gretchen, lleva siendo mi guardaespaldas y amante ocasional desde hace seis meses, aunque apenas la había visto en el último mes, al verla vestida como Emma Frost, la Reina Blanca de Marvel, me doy cuenta de que ha estado vigilándome en el club.

“Menuda has liado ahí dentro;” me comenta acercándose a mí para ayudarme a sostener a una Nadia, a la que el alcohol ha comenzado a afectar demasiado. “He tenido que noquear a un par de críos disfrazados de Capitán América que se han pensado que yo era un bufet libre.”

Miro a Gretchen y sonrío imaginándome lo que han debido de pensar los dos chicos al verla vestida de esa manera, todo de un brillante cuero blanco, las botas por encima de las rodillas y los guantes hasta casi los hombros lucen espectaculares si consigues fijarte en ellos y apartar la vista del corsé y la braguita que dejan al descubierto un vientre plano y firme y realzan unas tetas de por sí ya bastante considerables, la capa forrada con pelo blanco completa un conjunto increíble capaz de poner cachondo a cualquiera que la mire.

“¿En que estarían pensando esos dos críos?” le digo, “Salta a la vista que tú eres el menú completo en un restaurante de lujo.”

Apenas Gretchen ha sujetado a Nadia, la joven rusa se desmaya, aunque eso no es ningún problema para la guardaespaldas, que se la carga al hombro tranquilamente hasta llegar al Porsche 911 Carrera Cabriolet en el que hemos venido y dejarla en el asiento de atrás.

“Caleb me contó tus planes y decidí venir a vigilarte sabiendo que seguramente harías alguna tontería;” me comenta Gretchen, “Y viendo tu estado y el de Nadia no me he equivocado.”

“Me alegro de que estés aquí;” le digo acercándome a ella para darle un beso en los labios, “Pensaba follarme a Nadia en cuanto llegásemos a casa para quitarme la excitación que tengo después de todo lo ocurrido en el club, ahora que se ha desmayado tendré que follarte a ti.”

Gretchen arranca el deportivo y en menos de quince minutos cruzamos la ciudad y estamos en casa, apenas pierde tiempo en meter a Nadia en la cama antes de reunirse conmigo en la habitación y empujarme sobre la cama.

“Yo también me he puesto cachonda en el club, y me parece muy bien tu idea, aunque voy a ser yo quien te fólle a ti;” me dice bajando la cremallera de mi traje para poder acceder a mis tetas y a mi coño.

No tardo en tener la boca de Gretchen en mi coño, su lengua moviéndose dentro y sus dedos jugando con mi clítoris, llevándome lentamente al orgasmo.

“Le he pedido a Caleb que me deje participar en tu pequeño juego de venganza;” me dice Gretchen levantando su cabeza de mi coño, pero sin dejar de jugar con sus dedos. “Pero me ha dicho que has decidido que tú vas a ser la única mujer que juegue con ella;” añade volviendo a meter su cabeza entre mis piernas.

No le contesto a Gretchen dejándome llevar por el placer, lo que ha dicho es correcto, Karla se considera bisexual aunque en ninguno de sus directos del último año en Only Fans está acompañado por un hombre, siempre con sumisas.

Cuando llego al orgasmo cierro los ojos, y la mezcla de placer y efectos del alcohol me llevan lentamente a la inconsciencia, apenas oyendo la última frase que dice Gretchen.

“Mañana continuaremos con la diversión.”

------

Me despierto debido a la luz del sol entrando por la ventana de la habitación, incorporándome asustada, para que la luz entre de esa manera, deben de ser más de las diez de la mañana. Cuando intento incorporarme no lo consigo, en primer lugar por el tremendo dolor de cabeza que tengo y que me lleva a tumbarme de nuevo, y en segundo lugar porque estoy sujeta a la cama, con mis muñecas y tobillos unidos a las esquinas de la cama.

No es la primera vez que Gretchen me ata, aunque si es la primera vez que me ata estando inconsciente, las ocasiones anteriores me había atado con mi permiso y me desató después de horas follando.

Apenas pasan cinco minutos desde que me despierto hasta que Gretchen entra en la habitación sonriendo, sosteniendo una taza de humeante café en la mano, que acerca a mi nariz.

“Estás en todo;” le digo levantando la cabeza para saborear el café, “Ahora desátame.”

Gretchen no me desata como la he pedido, simplemente acciona el mando de la cama para levantar la parte superior de mi cuerpo.

“Tomate esto;” me ordena dándome un par de pastillas, “Te vendrán bien para el dolor de cabeza.”

Me tomo las pastillas y saboreo el café, soltando un pequeño gemido cuando termino el contenido de la taza.

“Esto es mejor que el sexo;” le comento a Gretchen, mirándola impaciente para que me desate.

“Espero que opines lo mismo dentro de una hora;” me responde comenzando a acariciar mi cuerpo con sus manos.

“¿Qué haces?” le pregunto forcejeando con las ataduras.

“Siempre se ha dicho que la mejor manera de acabar con la resaca es salir a correr y sudar los restos de alcohol;” me comenta pasando sus dedos por mis pezones, “Hace tiempo Irene me dijo que había descubierto otra forma, igual de sudorosa pero mucho más placentera;” añade llevando su boca a mis pezones para chuparlos.

“Nunca la había probado, pero visto el resultado con Nadia parece que funciona bastante bien;” me dice bajando su boca a mi coño, aunque rápidamente otra boca toma su lugar.

Miro a Nadia mientras juega con mis pezones, solo unas pequeñas ojeras denotan que anoche estuvo de fiesta, bebiendo en abundancia y chupando dos enormes pollas.

“¿Cuántos orgasmos crees que necesitará para sudar todo el alcohol?” le pregunta Nadia a Gretchen.

“Tú has necesitado seis orgasmos para estar perfectamente, y por lo que vi bebió bastante más que tú, necesitará al menos nueve orgasmos, así que ponte manos a la obra;” le responde.

“¡Estáis locas!” les grito, una protesta que lo único que logra es que Nadia me coloque una mordaza para que mis gritos no les molesten.

La combinación de las dos bocas sobre mi cuerpo me lleva al orgasmo en pocos minutos, aunque pensé que estaban bromeando con lo de los nueve orgasmos, pronto me queda claro que estaban hablando en serio.

El segundo orgasmo me llega de nuevo producto de las lenguas y los dedos de Gretchen y Nadia jugando con mis tetas y mi coño, el tercero mientras Nadia se folla mi coño con un strap-on de látex a la vez que Gretchen se la folla a ella, el cuarto cuando intercambian posiciones y es Gretchen quien me folla, el quinto y el sexto cuando después de desatarme y manejarme como una muñeca, Gretchen me baja sobre la polla que lleva Nadia, empalando mi coño y luego ella comienza a follarme por el culo.

Ni siquiera tengo fuerzas para suplicarlas a pesar de que me han quitado la mordaza, quiero que se detengan, pero a la vez quiero que continúen, por suerte alguien toma la decisión por mí cuando suena el teléfono de Gretchen.

Gretchen deja de follarse mi culo y se levanta de la cama cogiendo el teléfono. La llamada apenas dura unos segundos, cuando Gretchen cuelga se acerca de nuevo a la cama y agarrándome por la cintura me levanta en el aire, permitiendo que Nadia se salga de mi coño.

“Karla acaba de llegar para tomar su café en el sitio de siempre;” me dice Gretchen dándole la mano a Nadia para irse juntas de la habitación.

Me ducho con calma, Karla estará en ese café cerca de una hora, tengo tiempo para llegar y encontrarme con ella.

Me miro al espejo mientras me visto y me doy cuenta de mi lamentable estado, tengo ojeras, marcas de besos y mordiscos por todo mi cuerpo, un cuerpo que me sigue doliendo cada vez que hago un movimiento, intento hacer estiramientos, pero eso no hace más que empeorar las cosas.

Nunca me ha sentado bien el alcohol, cuando iba a la universidad era siempre la primera en irme a casa, dejando al resto de mis amigas, y sobre todo a mi mejor amiga Rachel de fiesta hasta altas horas de la madrugada, el problema añadido es que desde que empecé a trabajar en la Fiscalía apenas he tenido vida nocturna, bueno ni nocturna, ni diurna, ni sexual, me he centrado completamente en mi trabajo, aunque todo eso cambió hace algo más de seis meses cuando conocí a Caleb.

Me pongo un simple vestido de tirantes sin sostén y unas deportivas, necesito estar cómoda después de la noche de ayer y sabiendo lo que me espera a partir de esta tarde.

Llego a la cafetería, es un pequeño local en la zona universitaria de la ciudad, Karla está sentada sola en una mesa, pasando desapercibida entre las jóvenes universitarias, yo no paso tan desapercibida, y varios estudiantes me miran de forma descarada, incluso un par de ellos me invitan a la fiesta que esta noche celebran en su fraternidad.

Les ignoro y después de pedir un café bien cargado me acerco a la mesa de Karla.

“¿Puedo sentarme?” le pregunto.

Karla me mira con sorpresa, y duda unos segundos antes de hacerme un gesto para que me siente.

“Siento lo de anoche, no quería causarte problemas con la policía;” le señalo a Karla.

“No te preocupes por eso, tan solo fue una pequeña multa y un apercibimiento de cierre;” me contesta, “Por otro lado, aunque luego lo retiraron fue el directo más visto en twitch de los últimos dos meses, y el vídeo ya circula por internet.”

“Me tienes en desventaja, yo no sé quién eres;” me dice Karla mirándome detenidamente, como si estuviese estudiándome.

“Puedes llamarme Lady Shadow;” le respondo, “Si quieres saber mi nombre tendrás que esperar al lunes.”

“¿Por qué no puedes decírmelo ahora?” me pregunta.

“Porque si te lo digo ahora no querrás quedar conmigo está tarde y te perderás todo lo que tengo que enseñarte sobre las dóminas, las sumisas y las esclavas;” le respondo.

“¿Por qué piensas que quiero que me enseñes esas cosas?” me pregunta de nuevo.

“Porque estoy segura de que ayer te masturbaste imaginándote que eras Nadia, obligada a chupar las pollas que yo le ordene;” le respondo, “O tal vez imaginándote siendo la pelirroja follada por esa polla enorme, con tu coño estirándose como nunca antes.”

“Porque sospecho que si llevo mi mano a tu coño lo encontraré chorreando, imaginándote que más cosas puedo ordenarte siendo mi esclava;” continúo diciéndole.

“Porque quieres que te enseñe a dominar a una mujer y a saber si tus sumisas lo son de verdad, que no están aprovechándose de ti;” añado.

“Eres tú la que estás imaginándote cosas;” me replica con su rostro enrojecido por la excitación.

“Tal vez, eso lo sabremos esta tarde a las seis, cuando pase a recogerte a la puerta de esta cafetería, vestida con el mismo traje que ayer pero sin la peluca rubia;” le digo, “Si estás, serás mía hasta las doce de la noche del domingo.”

Me levanto sin darle a Karla tiempo de responder, me alejo unos metros de la cafetería hasta un callejón, y apoyándome en la pared respiro varias veces para tranquilizarme, no estaba segura de que todo fuese a salir bien.

“Me sigue sorprendiendo la poca confianza que tienes en ti;” me dice Caleb apareciendo en el callejón, “Eres capaz de plantar cara a los peores criminales sin tener miedo y no te vez capaz de enfrentarte a una aspirante a dómina a la que yo o cualquiera de los Maestros tendríamos suplicando por nuestra polla en menos de cinco minutos. Yaiza la habría sacado de esa cafetería guiándola a cuatro patas por una correa, y Anna se la habría follado allí mismo.”

No reacciono cuando menciona a Yaiza, pero si cuando menciona a Anna, “Sera ella la que acabe arrodillada a mis pies la próxima vez que la vea, siendo follada por quien yo quiera;” le respondo enfadándome y alejándome de él.

Antes de que me aleje más, Caleb me agarra por el brazo y me atrae hacia él, colocándome entre su cuerpo y la pared.

“Esta es la Taylor que me gusta, dominante y fuerte;” me dice besándome apasionadamente, “Aunque también me gusta la Taylor sumisa y juguetona siendo follada por  esclava y su guardaespaldas.”

¿Me has estado espiando?” le pregunto intentando librarme de su agarre.

“No me hace falta espiarte;” me responde, “He estado a tu apartamento y Gretchen me ha contado ‘todo’ lo ocurrido desde anoche.”

“¿Te las has follado?” le pregunto sin saber por qué, provocando que me mire con sorpresa.

“Pensé que teníamos un trato, y hasta el día de nuestra boda podíamos follarnos a cualquiera siempre que nos lo contásemos;” me dice, “Si no te gusta podemos romper el trato o nuestro compromiso, lo que tu decidas;” añade intentando aguantarte la risa.

“Idiota;” le digo dándole un puñetazo en el pecho.

“Por si te interesa, no me las he follado;” me dice, “A Nadia me la fóllo alguna vez en el palacio, a Gretchen ni me atrevo a planteárselo, no quiero arriesgarme a que me arranque las pelotas.”

“Payaso;” le digo apoyándome en su pecho.

“Necesitas relajarte;” me dice besándome en el cuello, “Y sé el sitio perfecto para hacerlo.”

Me agarra de la mano y me saca del callejón, llevándome hasta un coche vigilado por uno de sus hombres, un impresionante Bugatti Noire.

“Siempre se ha dicho que los hombres se compran coches caros para compensar otras carencias;” le digo bromeando, admirando el fantástico deportivo.

“Ninguna de mis amantes se me ha quejado;” me responde abriéndome la puerta.

“La mayoría de tus amantes son tus esclavas, no pueden quejarse;” le comento.

“A ti tampoco te he oído quejarte;” me dice colocándome el cinturón doble sobre mi cuerpo, sujetándome fuerte al asiento.

“Ya sabes que no tengo demasiado donde comparar;” le digo agarrándome al asiento al oír rugir el motor del deportivo. “De momento estás en el segundo lugar de mi lista.”

“¿El segundo? No quiero saber quién es el primero, aunque tengo una ligera idea;” me dice arrancando el coche.

Caleb conduce veinte minutos hasta llegar a la Playa de Santa Mónica y se dirige a un edificio de aparente nueva construcción, que resulta ser una especie de spa o balneario. Entramos en la recepción y dos chicas vestidas con batas blancas nos reciben sonriendo, mirando a Caleb.

“¿En qué podemos ayudarle?” le preguntan a Caleb al unísono sin dejar de sonreír, ignorando completamente mi presencia.

“Sauna y masaje para mi acompañante;” les responde Caleb, “Yo esperaré tomando algo en la terraza de la playa.”

Caleb me da un beso en los labios y se dirige a la playa, dejándome a mi esperando a que vengan a recogerme, un par de minutos después, una joven de aspecto latino se acerca a mí.

“Buenos días, soy Carmen Álvarez y seré la encargada de atenderla durante su estancia en el spa;” me saluda haciéndome un gesto para que la siga, sin ni siquiera preguntarme mi nombre.

Llegamos a la sauna y Carmen lo prepara todo, dejando una toalla para que me cubra después de desnudarme. Dada la ropa que llevo, apenas tardo unos segundos en desnudarme, aunque mientras lo hago me doy cuenta de que Carmen no deja de mirarme.

“El señor Ghazi no suele venir al balneario acompañado;” me dice Carmen, “Pero viéndola desnuda entiendo que la haya traído para que la preparemos para él.”

Las palabras de Carmen me golpean como un puñetazo, si tuviese delante a Caleb estoy seguro de que lo mínimo que haría sería darle una bofetada, pero como no le tengo delante es Carmen la que va a pagar mi ira.

“Estás queriendo decir que soy una puta;” le grito a Carmen encarándome con ella, “Pues te has equivocado por mucho, soy Taylor Pryde, la prometida del señor Ghazi, y además soy la Fiscal General de Los Ángeles, no creo que te interese que investigue tus papeles.”

La cara de Carmen se vuelve pálida, y se arrodilla a mis pies prácticamente llorando.

“Lo siento señorita Pryde, no he querido decir eso;” me dice, “Pero siempre que el señor Ghazi viene al balneario es para pasar un rato con sus amigos y algunas de las chicas;” me explica.

“Le juro que he nacido en Estados Unidos, mis padres son mexicanos, pero yo nací aquí, estoy estudiando en la UCLA y solo vengo aquí los fines de semana para pagarme los estudios;” continúa diciéndome con la mirada fija al suelo.

“¿Te ha follado el señor Ghazi?” le pregunto levantando su cara hacía mí.

“No, solo las chicas más antiguas participan en las fiestas del señor Ghazi y sus amigos, yo solo llevo trabajando un año aquí, atiendo a niños ricos a los que no les importa pagar mil dólares por follarme durante diez minutos y correrse en mi cara;” me responde.

“¿Te gustaría que te follase?” continúo preguntándole.

“Por supuesto;” me contesta sin pensárselo, guardando silencio de inmediato.

“Continua hablando;” le digo haciéndola un gesto para que se levante.

“Todas las chicas queremos participar en las fiestas del señor Ghazi y sus amigos, no solo porque las chicas nos han contado como disfrutan siendo folladas y todos los orgasmos a los que llegan, sobre todo porque participar en una de esas fiestas es ascender dentro del balneario y poder escoger los clientes;” me explica Carmen.

“¿Qué tipo de clientes escogerías?” le pregunto con curiosidad.

“Atendería solo mujeres, al balneario vienen algunas de las mujeres más conocidas de Hollywood, algunas para pasar un rato con alguna de las chicas, y otras para ser folladas como su fuesen empleadas;” me dice.

“De acuerdo Carmen, avisa a la encargada y hablaré con ella a ver qué puedo hacer;” le digo.

“En cuanto le diga quien es no creo que la señorita Stevens le ponga ningún problema;” me dice.

“No te entiendo;” le comento extrañada a Carmen.

“El señor Ghazi es el dueño del balneario;” me dice con una ligera sonrisa al ver mi sorpresa.

“Maldito seas Caleb;” murmuro en bajo para que Carmen no me oiga, “¿Está preparada la sauna?” le pregunto.

“Cuando quiera señorita Pryde;” me comenta abriendo la puerta de madera que da acceso a la sauna.

Sin colocarme la toalla entro en la sauna y me siento en el banco de madera, mirando a Carmen como me observa desde la puerta.

“¿A que esperas?, si tengo que recomendarle al señor Ghazi que pases a atender a las mujeres, tendré que comprobar tus habilidades;” le señalo a Carmen, que entra sonriendo en la sauna.

Abro mis piernas para exponer mi coño y Carmen se arrodilla entre mis piernas, llevando su boca a mi coño, estoy más sensible de lo que pensaba después de los seis orgasmos a los que me llevaron Gretchen y Nadia y comienzo a gemir en pocos segundos.

“Creo que alguien se ha estado divirtiendo;” me dice Carmen notando lo sensible que está mi coño.

No llega al nivel de algunas de las esclavas de Caleb, pero Carmen resulta ser bastante habilidosa con su lengua y con sus dedos, me lleva en poco tiempo al orgasmo, y estoy segura de que si la hubiese dejado seguir no habría tardado mucho en llevarme a otro.

“Es la hora del masaje;” me dice Carmen incorporándose.

Ambas caminamos desnudas por los pasillos del balneario hasta llegar a una zona ajardinada, donde hay colocada una mesa de masaje, donde me tumbo tranquilamente dejando que Carmen comience el masaje.

Sus pequeñas manos untan mi cuerpo con aceites y comienza a presionar mis doloridos músculos, el calor provocado por los aceites y la relajación de todo mi cuerpo me llevan a cerrar los ojos y dejarme llevar por el placer, solo cuando siento unas manos en la parte inferior de mis muslos reacciono y les vuelvo a abrir.

No les abro por sentir las manos llegando a mi coño, hace unos minutos he tenido las manos de Carmen jugando en mi coño, el problema es que estás manos son bastante más grandes, y los dos dedos que comienzan a follarme son dos pequeñas pollas, unos dedos que conozco muy bien.

“Joder Caleb, no debería dejar que me toques;” le digo enfadada,  aunque en ningún momento hago ademán de detenerle.

“Espero que no hayas estado follándote a ninguna de tus empleadas;” le digo provocando que detenga sus manos y mire a Carmen.

“Ni se te ocurra decirle nada;” le señalo a Caleb, “Al contrario, a partir de mañana va a atender solo a mujeres, y la semana que vienen vendremos los dos a follárnosla.”

Caleb no contesta, tan solo hace un gesto a Carmen para que salga de la terraza y continúa moviendo sus dedos en mi coño.

“Dijimos que sin secretos;” le riño.

“Lo siento, tengo tantos negocios que a veces se me olvidan;” me comenta, “No pensé en ello cuando te traje aquí, solo quería que te relajases con la sauna y el masaje y luego follarte.”

“Aprovéchate porque estoy pensando en no dejar que me toques las próximas dos semanas;” le amenazo.

“Bueno, así tendré tiempo de disfrutar de las nuevas esclavas que llegan de Kanaan;” me responde tirando de mis piernas para colocarme al borde de la camilla y comenzar a follarme.

“Eres un cerdo;” le digo antes de dejarme llevar por el placer.

“Creo que todavía te faltan tres orgasmos para sudar todo el alcohol;” me comenta comenzando a follarme con fuerza.

Podría decirle a Caleb que ya he sudado en la sauna y llegado a otro orgasmo gracias a la lengua de Carmen, pero simplemente guardo silencio. Después de llevarme al orgasmo sobre la mesa de masaje, Caleb me coge en brazos y me tira a la piscina, allí apoyada en el borde me folla por detrás hasta llevarme a los dos orgasmos restantes y correrse en mi coño.

“Nos da tiempo a comer antes de que recojas a tu cita;” me comenta Caleb ayudándome a salir de la piscina.

“No es una cita, son negocios;” le respondo a Caleb. “Pero me parece bien lo de comer, no he probado bocado desde ayer por la tarde.”

La sensación mientras me ducho es extraña, me siento como si hubiese dormido un día entero y las migrañas de mi cabeza han desaparecido por completo, hago unos pequeños estiramientos y noto como mi cuerpo responde perfectamente, la sauna y el masaje han relajado y ayudado a recuperar mi cuerpo.

“Y la decena de orgasmos que llevas desde que te has levantado;” me digo a mí misma.

Cuando me reúno con Caleb, le encuentro hablando con Carmen, la joven parece nerviosa y por un momento pienso que Caleb la está riñendo a pesar de haberle dicho que no lo hiciese, en cuanto me acerco un poco más me doy cuenta que el rostro que tiene Carmen se debe a otra cosa: Caleb tiene una de sus manos debajo de la bata que lleva la joven, y puedo ver como la mueve, seguramente dos de sus dedos estén entrando y saliendo del coño de la joven.

Después de unos segundos Carmen parece poner los ojos en blanco y todo su cuerpo tiembla, pero ningún sonido sale de su boca, Caleb saca su mano de debajo de la bata y la lleva a la boca de Carmen para que limpie los restos de su orgasmo, después de hacerlo se aleja sin decir una palabra.

“Va a ser divertido jugar con ella la semana que viene;” me dice acercándose a mí.

Apenas nos movemos un par de kilómetros para llegar a un asador a pie de playa, donde nada más llegar, a pesar de haber gente esperando, nos hacen entrar y nos colocan en una mesa situada en una especie de terraza privada, allí una sonriente camarera que no deja de mirarnos anota nuestro pedido para comer: una parrillada de verduras acompañada de vino blanco.

Cuando la camarera se aleja, lo hace contoneándose y moviendo de forma exagerada sus caderas.

“¡Zorra¡” murmuro provocando que Caleb suelte una carcajada.

“No tienes que preocuparte por Tania;” me señala Caleb; “Era a ti a quien miraba.”

No reacciono a las palabras de Caleb, que parece disfrutar sorprendiéndome.

“Soy dueño al 50% de este asador, normalmente lo utilizo para comidas de negocios, pero como estaba cerca del balneario, aproveche para traerte;” me explica. “Tania es la otra dueña, pero siempre que vengo atiende mi mesa personalmente.”

Justo cuando acaba de hablar Caleb, Tania vuelve con el vino, y de nuevo nos sonríe, mientras nos sirve el vino la observo mejor, como todas las mujeres relacionadas con Caleb es una belleza, debe de tener aproximadamente mi edad, y lo que más llama la atención son unos grandes ojos verdes y unos carnosos labios, su cuerpo delgado marca unas ligeras curvas, aunque el uniforme que lleva es algo ancho y no permite observarlas bien.

“Antes de que preguntes, la respuesta es que si me la he follado;” me dice Caleb, “Fue mi esclava durante dos años, quedo libre hace algo más de tres años, y montamos juntos este restaurante, era lesbiana antes de su esclavitud y lo siguió siendo después, estoy seguro de que soy el único hombre que la ha follado.”

Mientras Caleb habla, recuerdo todo lo que he averiguado sobre él y sus esclavas aprovechando mi nuevo puesto en la Fiscalía, Tania no es la primera antigua esclava que descubro que dirige un negocio en el que Caleb participa de alguna manera.

“¿Qué vas a hacer con todas esas esclavas que te envía Yaiza?” le pregunto apartando a Tania de mi mente mientras esperamos la comida.

“La verdad es que no son esclavas de Yaiza exactamente, son de un amigo común que tenemos y al que espero que conozcas en breve;” me responde, “Y no sé que hacer con ellas, no las quiero a todas en el palacio.”

“Podrías enviarlas al balneario;” le comento.

“Son esclavas no putas;” me responde incómodo con mi propuesta.

“No creo que todo el mundo que vaya al balneario sepa que es un burdel de lujo, y estoy segura de que muchos de los clientes que lo saben van muchas más veces a disfrutar de las instalaciones que a follarse a una de las empleadas;” le comento a Caleb. “Además puedes hablarlo con las esclavas y que ellas decidan hasta donde quieren llegar.”

“Mirándolo de esa manera puede ser una buena idea;” me responde.

El resto de la comida transcurre de forma normal y con conversaciones triviales, sé que Caleb quiere hablar sobre lo que va a ocurrir en las siguientes horas, pero en ningún momento saca el tema.

De repente miro el reloj y veo que son más de las cinco de la tarde. “Tenemos que regresar, tengo que vestirme y necesitare a Nadia para ayudarme.”

“Tienes la ropa en el coche;” me señala Caleb, “Tania puede dejarte su despacho para vestirte y ayudarte en lo que necesites;” añade levantándose de la mesa.

“Gracias por pensar en todo;” le digo dándole un beso.

Diez minutos después salgo por la parte de atrás del Asador, por una puerta que da a la playa con Caleb esperándome apoyado en el deportivo. Sonrío al ver su reacción cuando aparezco.

“Sube al coche rápido antes de que pierda el control y tenga que follarte;” me dice abriendo la puerta.

Son las seis en punto cuando Caleb detiene el coche, justo detrás del Porsche 911 Carrera que estoy utilizando estos días. Me bajo del coche y colocándome en la ventanilla de Caleb le doy un beso en los labios, que él intenta alargar como si no quisiese que me fuese.

“Nos vemos mañana por la noche;” le digo rompiendo el beso.

Veo alejarse a Caleb y luego me subo a mi coche, a pesar de ser las seis en punto, no me muevo de mi sitio, veo perfectamente a Karla esperándome, pero quiero hacerla esperar, ver como se pone nerviosa y como su rostro se va tornando rojo ante las miradas de la gente.

Quiero que sepa que es muy diferente exponerse ante una cámara que tu controlas, que estar expuesta delante de cientos de personas que pasar a tu lado y observan tu cuerpo sin ningún pudor.

Son las seis y media cuando arranco el coche para dirigirme a buscar a Karla, aparco delante de ella y abro la puerta.

"Ultima oportunidad de echarte para atrás;” le digo.

 Karla no dice nada, simplemente se sube al coche y cierra la puerta.

Continuará…

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