CAPITULO I: NUNCA ES TARDE PARA APRENDER MODALES.
Me llamo Manuel, todos me conocen como “Manolillo “. Un diminutivo apropiado si fuera un niño, pero ya no era mi caso. Me da vergüenza decir mi edad real, acababa de cumplir treinta años. ¿Por qué me da vergüenza?, porque mi comportamiento era completamente inapropiado, era un verdadero cretino, un holgazán, un mal educado y muchos más descalificativos que prefiero ahorrar. No era el comportamiento para alguien de mi edad.
Siempre he vivido con mi madre. No recuerdo a mi padre, nos abandonó cuando yo era muy pequeño, se fue con otra mujer de la noche a la mañana y nunca volvimos a saber más de él. Desde entonces he vivido con mi madre y puedo aseguraros que he sido un completo dolor de cabeza para ella. He sido un niño muy rebelde que constantemente se metía en problema, aunque mi madre decía que era propio de mi edad. Fui creciendo y los problemas pasaron a mayores, me echaron de los estudios por actos deshonrosos y me convertí en un verdadero vago que solo quería disfrutar de la vida y estar de fiesta continuamente.
Pasaron los años e hice cuanto quise sin importarme las consecuencias, me metí en mil problemas, llevaba un camino directo a la perdición. Mi madre no pudo hacer nada, no la obedecía lo más mínimo, incluso la faltaba al respeto. Su palabra no me importaba nada, era alguien a quien no tenía respeto y solo la causaba problema tras problema. Ya no tenía remedio, pero cuando parece que todo está perdido, sucede algo que te cambia la vida por completo.
Mi abuela falleció y las herederas eran mi madre y su hermana. Heredaron una finca grande con una casa preciosa de dos plantas. Decidieron que era una pena venderla, además había muchos recuerdos familiares, ellas se habían criado de pequeñas en esa casa. Hicieron un trato, compartir la casa. Vivirían juntas en esa casa y asumirían los gastos a medias. Había un problema y bastante grande, ese problema era yo. Mi tía no deseaba vivir conmigo, sabía de mi comportamiento y todos los problemas que causaba. Ella no me aguanta y yo a ella mucho menos, pero no había otro remedio que compartir la casa. Yo no tenía estudios, ni trabajo, ni intención de trabajar, era un completo holgazán, así que no podría vivir por mi cuenta, tendría que vivir con mi madre y mi tía y sufragar ellas todos mis gastos.
La primera semana que nos fuimos a vivir juntos fue un completo desastre. Todo el día discutiendo, especialmente con mi tía. Mi madre ya me conocía a la perfección pero mi tía no intuía lo desagradable que era, superaba sus expectativas. Ensuciaba toda la casa y dejaba todo tirado, latas de cerveza, colillas de cigarrillos o restos de comida basura. Mi tía aparecía gritando enojada y recogiendo todo lo que ensuciaba. Mi comportamiento no quedaba solo en la suciedad, también era un verdadero cerdo pervertido. Me masturbaba a diario, no había mujer en mi vida ¿Qué mujer iba a acercarse a un cretino como yo? Mi tía quedó escandalizada al descubrirme en mi habitación. Estaba masturbándome frente a una revista porno y unas bragas de mi madre colocadas frente a la revista. No utilizaba las bragas porque fueran de mi madre, sino que me imaginaba que eran de la top model porno que aparecía en la revista. Mi tía al descubrirme gritaba por toda la casa “ Es un cerdo…… tu hijo es un cerdo pervertido “ . Yo me reía a carcajadas. Descubrí que aquello la molestaba mucho e intentaba masturbarme donde pudiese verme. Me reía de ella a diario.
Todo lo sucedido hasta ahora fueron pequeñeces. La explosión de todo se produjo el viernes. Aquella noche salí con un amigo, otro holgazán y cretino como yo o incluso más. Aquella noche no terminó bien. Fuimos a una discoteca e intentamos ligar con unas mujeres, estábamos borrachos y las dijimos todo tipo de improperios. Al final acabo todo en una pelea con sus novios. Acabé en un coche de policía, me llevaron a casa y allí mi tía y mi madre se enteraron de todo lo sucedido por el sheriff, que era íntimo amigo de mi abuela y mi abuelo.
- Es la segunda vez que hago la vista gorda. No habrá tercera. Si tu hijo vuelve a meterse en un problema le encerraré. Ya es mayor para afrontar las consecuencias – Le dijo el sheriff a mi madre en la puerta.
El sheriff se marchó y comenzó una nueva discusión dentro de casa. En lugar de asumir las consecuencias y aceptar la reprimenda, fue todo al revés. Insulté y falté al respeto a mi tía y a mi madre. Las grité y me fui a mi habitación sin hacerlas el menor caso. Mi madre como siempre terminó llorando al observar mi comportamiento y mi tía quedó llena de ira. Aquello había sido el punto final, ese mismo día debía terminar mi inaceptable comportamiento.
- ¡¡Te lo he dicho mil veces ¡ hay que parar los pies a tu hijo. ¿me crees ahora? – Recriminó mi tía a mi madre.
Mi madre asintió, había llegado el momento de poner fin a mi horrible comportamiento que no era propio de mi edad. Mi tía comenzó a contar a mi madre su plan, todo cuando iba a suceder. Empezó a contarla que ambas mujeres debían ser terriblemente duras conmigo. La indicó que iba a aprender a obedecer sin rechistar después de llevar a cabo su plan.
Al día siguiente si hubiese sido un poco inteligente me hubiese dado cuenta que algo no iba bien, pero era un estúpido y todo me daba igual. Mi madre y mi tía empezaron a hacer muchos preparativos, fueron a la ferretería y compraron muchos objetos. Unas horas más tarde les trajeron un objeto grande y pesado. Una furgoneta descargó algo pesado en el garaje de la casa. Creí que sería una lavadora o algo similar, no le di la menor importancia. Solo pensaba en volver a salir esa misma noche con mi amigo e ir de nuevo a la discoteca del día anterior. Se avecinaban problemas de nuevo.
Aquella tarde escuché como mi tía y mi madre me llamaban desde el garaje de la casa. No tenía intención de acudir, pero parecía urgente, quizás había ocurrido algo grave. Finalmente bajé a la planta inferior. Entré en el garaje y me encontré con una escena inédita e inusual. Mi madre, de nombre Helena, que no lo he mencionado anteriormente y mi tía Carmen estaban el garaje vestidas de una forma extraña, más bien elegante.
Mi madre Helena vestida completamente de negro, falda negra hasta las rodillas, camisa negra abotonada, medias negras y sus botas de tacón altas hasta las rodillas que hacía mucho tiempo que no se ponía. Nunca la había visto tan elegante y a la vez siniestra. No había hombre en su vida, desde que mi padre nos abandonó ella empezó a odiar a los hombres y más aún cuando yo era el único en su vida y era un continuo problema. Nunca la he visto vestirse tan elegante, siniestra pero sexy a la vez. Mi madre tenía en aquel momento 52 años, para su edad bastante bien conservada. Algo de peso, culo respingón, pero estoy seguro que cualquier señor de su edad se hubiese desvivido por ella. Melena negra como el carbón por debajo de sus orejas, a modo de seta, así es como yo la calificaba faltándola al respeto en lugar de alagar su pelo.
Mi tía Carmen, por el contrario no la consideraba nada sexy, era el anti estereotipo de mujer. Su edad 58 años, muy corpulenta, mucho peso, abdomen muy grande, piernas, brazos y culo enorme. Caminaba incluso con dificultad. Rostro castigado y poco conservado con muchas arrugas y una verruga en la comisura de su labio que la daba aspecto de bruja. En muchas ocasiones la había insinuado echase el curriculum a una productora de terror para que la diesen el papel de bruja. Yo me reía a carcajadas con la broma inadecuada y ella se enojaba reprochando mi falta de educación. No tenía respeto a nadie. Mi tía también vestía de negro con un enorme vestido, medias y zapatos de tacón. Ambas mujeres vestían de un negro riguroso, la situación era muy extraña.
Ambas mujeres me invitaron a pasar al interior del garaje. Anduve al interior de la estancia muy extrañado por la situación. Mi sorpresa fue cuando encontré un extraño artilugio o aparato grande en el medio del espacioso garaje. No teníamos coche, por lo tanto el garaje estaba casi vacío y era espacioso. El aparato era un caballete metálico grande de forma triangular con cuatro patas metálicas. Muchos hierros cruzaban el caballete de forma horizontal. Su utilidad original era para colocar tablones y elevarse en superficies altas dependiente del hierro cruzado en donde lo colocases, pero esa no iba a ser su utilidad hoy.
Extrañado observaba el caballete a la vez que ellas se dirigían a la puerta de la entrada del garaje. Había dos puertas. Un portón grande cerrado por donde se introduciría el coche, pero estaba cerrado y otra puerta por donde había entrado que comunicaba con la casa. Se colocaron delante de la puerta pequeña y comenzaron a enfundarse unos guantes de goma largos de uso doméstico. Esos guantes los había observado desde que nos habíamos ido a vivir a la casa nueva. Había guantes en el baño, en la cocina, en el jardín…. Eran de uso doméstico. Mi tía siempre los utilizaba y ahora mi madre también, llevaban sus guantes domésticos gran parte del día enfundado en sus manos. Me producían repugnancia sus guantes, ya que estaban sucios y malolientes.
Mi tía cerró la puerta de entrada con llave y se la guardó en su escote con una ligera sonrisa. Ahora estábamos los tres encerrados en el garaje. Ella era quien portaba la llave de salida fuera de mi alcance. Continuaban enfundadose los guantes de goma en sus manos mientras mi madre me ordenó que me colocase sobre el caballete.
Por supuesto que no obedecí, era muy extraño lo que estaba sucediente. Es más, me producía temor observar cómo se enfundaban unos guantes de goma en sus manos.
- Ni se os ocurra tocarme con esos guantes sucios - . Las recriminé temeroso y airado.
Recibí dos bofetones de derecha a izquierda en mi rostro proveniente de las manos enguantadas de mi madre que me hicieron ver las estrellas literalmente. El sonido retumbó en todo el sótano al chocar la goma en mi rostro. Me propinó dos bofetones que me dejaron la cara ardiendo y la marca de su mano enguantada en ambas caras de mi rostro.
- ¡¡He dicho que te coloques sobre el caballete ¡¡ - Me volvió a ordenar. Levantó de nuevo la mano dispuesta a volver a abofetearme y rápidamente obedecí. Observé una mueca de orgullo y poder en el rostro de mi madre. Era la primera vez en toda la vida que la obedecía sin rechistar, me había asustado por completo ante aquellas dos terribles bofetadas. Me coloqué sobre el pesado caballete de metal. Ambas mujeres comenzaron a colocar unos brazaletes sobre mis manos y muñecas. ¿Que eran aquellos brazaletes? Te apretaban las manos y pies y se cerraban con una hebilla metálica. Una vez cerrado los brazaletes colocaron unos pequeños candados entre la hebilla y el agujero del brazalete y cerraron el candado sobre un agujero que había en cada uno de las patas del caballete. Me ataron por completo al caballete pesado de metal, cada mano a las patas delanteras y los pies a las traseras, el candado impedía que el brazalete pudiese soltarse de los hierros. Estaba inmovilizado sobre el caballete. La situación me asusto y mucho. Intenté desatarme y salir del garaje pero no podía, estaba anclado duramente sobre el caballete, no podía mover mi cuerpo.
- ¿Que hacéis ?... soltarme ahora mismo o tendré que… - Las amenacé. Mi tía se dirigió a mi rostro.
- Siempre insultando y faltando al respeto…. Eso se va a terminar ahora mismo ….- Observé como mi tía se bajaba sus grandes bragas por debajo de su vestido, deslizándolas por sus piernas enfundadas en sus medias y las sacaba por sus zapatos. Las hizo un manojo grande agarrándolas entre sus guantes rosas de goma y las acercó a mi boca. Cerró mi nariz con su otra mano enguantada y comenzó a introducir sus grandes bragas en mi boca.
- ¿Te gustan las bragas, verdad ? ¡¡Espero que te gusten estas¡¡ - . Metió sus bragas en mi boca y degusté un sabor terrible. Nunca antes me había llevado a la boca nada similar. Unas bragas completamente sucias con restos de suciedad de su culo y de orina. Aquello no fue improvisado, había preparado todo a conciencia. Deseaba amordazarme y cerrar mi boca con sus sucias bragas. El sabor era detestable.
- ¡¡ Ahora vas a estar calladito ¡¡ Esto es lo que les ocurre a las bocas sucias y que solo saben faltar al respeto ¡¡ - Me recriminó mientras sacaba del bolsillo de su vestido unas medias negras de lycra. Colocó la media oscura sobre mi cabeza y la deslizó hasta taparme todo el rostro, de esa manera la media presionaba mi rostro e impedía pudiese escupir sus bragas debido a la presión. Mi madre se reía observando la situación.
Mi madre y mi tía se acercaron a un lado del garaje donde había un armario de madera y agarraron dos correas gruesas de cuero que habían dejado allí deliberadamente. Eran dos cinturones de piel de mujer, se usaban para complemento encima de vestidos, eran bastante gruesas. Anudaron la piel de la correa en sus manos enguantadas y se acercaron a mí.
- Tu comportamiento va cambiar a partir de hoy…. ¿Sabes porque?…. Porque vamos a romperte el culo a correazos. Hace mucho tiempo que debería haberlo hecho, pero nunca es tarde. – Ambas mujeres se situaron tras de mí y observé inclinado sobre el caballete y la vista al revés como levantaban su brazo y comenzaban a azotarme con las gruesas correas de cuero.
ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSS
Sentí un verdadero escozor en mi culo. La gruesa piel mordía y quemaba a la vez mi culo. Descubrí que unos azotes con una correa de piel podían ser bastante dolorosos. Hubiese gritado de dolor, pero amordazado de aquella manera no se escuchó nada proveniente de mi boca. Acto seguido comenzó una lluvia de correazos contra mi culo. Azotaba mi madre, se detenía y le tocaba el turno de azotar a mi tía. Fueron intercambiando azotes contra mi culo. El dolor se hizo bastante intenso. Descubrí que no podía moverme, ni gritar, ni quejarme. Recibía cada azote proveniente de su correa sin poder hacer nada, solo aguantar el dolor.
Ambas mujeres comenzaron a azotar más fuerte. Observé la cara de mi madre llena de rabia y odio. Estaba vengándose por todo el daño que la había producido en muchos años. Mi tía se detuvo un instante, se ajustó su guante a su mano tirando del extremo y agarró fuertemente la correa para propinarme un azote mucho más fuerte que los anteriores.
ZAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSS
Mi madre observó el azote severo de mi tía y con orgullo hizo lo propio, me azotó elevando la dureza. Hubiese gritado de dolor, ¡¡bufffff cuanto escocía la correa¡¡, pero no podía emitir sonido alguno. Mi tía comenzó a azotar más fuerte retando a mi madre y esta a su vez hizo lo propio. La piel de ambas correas se estrellaba en mi culo con fuerza una y otra vez. No cesaban de azotarme, terminó resbalando una lágrima de mis ojos, el dolor era muy intenso. Fue mi tía la primera en acercarse a mi rostro e inclinarse sobre el caballete:
- ¡¡ Esto es lo que te espera a partir de ahora ¡¡ . vuelve a desobedecernos o faltarnos al respeto y te romperemos el culo a correazos las veces que sean necesarias - . Mi tía se levantó orgullosa y con una mueca de satisfacción , continuó azotándome. Mi madre azotaba duramente con cara de venganza e ira. Descargaba duramente su correa en mi culo. Se detuvo e hizo lo propio que mi tía y se acercó a mi rostro sobre el caballete.
- A partir de hoy me vas a obedecer en todo sin rechistar. ¡¡ Si tengo que romperte el culo a correazos cada vez que desobedezcas ,lo hare ¡¡ .- Mi madre continuó azotándome una y otra vez al igual que mi tía. La azotaina se hizo eterna, no cesaban. Dejaron mi culo completamente marcado y magullado, no iba a poder sentarme en una silla en una buena temporada. Las dos mujeres se colocaron frente a mí con un rostro muy serio.
- Escucha atentamente porque a partir de hoy ha cambiado la situación. Harás cuanto te ordenemos sin rechistar. Cumplirás todas aquellas tareas que te ordenemos. Nos trataras con respeto - empezó a indicarme mi madre.
- Se acabó el masturbarte por la casa. A partir de ahora te masturbaras cuando deseemos nosotras y nos pidas permiso. Hemos comprado una jaula para tu pene que llevaras puesta. – Mi tía me enseñó un pequeño artilugio en forma de jaula que se cerraba en el pene impidiendo pudiese masturbarme o tener relaciones sexuales, aunque no había mujer en mi vida para tenerlas.
¿De verdad iban a ponerme aquel aparato en el pene? Puedo aseguraros que sí. Me dejaron el culo completamente dolorido y me soltaron de las ataduras de mi caballete. El dolor en mi culo era muy fuerte. Estaba a punto de marcharme del sótano asustado y quitarme la media de mi rostro cuando me detuvo mi madre.
- ¿Dónde vas tan rápido ?... Colócate en el rincón de rodillas. – Me indicó extendiendo su dedo enguantado señalando el rincón del garaje. Obedecí de inmediato, el dolor de mi culo era muy fuerte, no deseaba más azotes de sus correas. Me coloqué de rodillas en el rincón contra la pared.
- Te quedarás ahí hasta que nos plazca – Insinuó mi tía duramente. Ambas mujeres se marcharon del sótano y me quedé de rodillas contra el rincón con los pantalones bajados y el culo completamente marcado y magullado.
Tras abandonar el garaje ambas mujeres, lo primero que hice fue levantar la media de mi rostro para quitarme las pestilentes bragas de mi tía que llevaba dentro de la boca. Me sabía la boca fatal, en concreto al culo de mi tía. Respiré aire fresco, había sido humillante. Me quité la mordaza y me bajé de nuevo la media en mi rostro. No se darían cuenta las mujeres que no llevaba puesta mi mordaza. Estaba completamente equivocado y demostré una vez más que era un perfecto estúpido. Mi tía regresó una media hora después para comprobar que seguía de rodillas en el rincón. Entró en la habitación y se acercó a mí. Continuó reprochando mi comportamiento e indicándome que a partir de ahora sería muy obediente. Tras sus reproches me azotó con su mano desnuda en mi culo que estaba completamente magullado debido al castigo recibido. AAAAAAAuuuuuhhhhhhhhhhh me quejé al azotarme sobre mis magulladuras. Mi tía sospecho, que estando amordazado no podía haber gritado. Subió la media de mi rostro y comprobó que me había quitado su mordaza. Aquello la enfureció y mucho.
- ¡¡ Ya estas desobedeciendo¡¡. ¡¡No te han quedado claras nuestras instrucciones, habrá que seguir insistiendo ¡¡ - Enfadada mi tía Carmen comenzó de nuevo a enfundarse sus guantes rosas de goma en sus grandes brazos y manos. Agarró de nuevo las bragas del suelo y tapándome la nariz con su otra mano metió las bragas hasta el fondo. Bajó la media y esta vez para mi sorpresa me ató las manos a la espalda con una cuerda que había en el garaje. Ahora no podía quitarme la media ni la mordaza. No tuve más remedio que saborear su mordaza sin poder quitármela. No había terminado ahí, mi tía tuvo una excelente idea. Comenzó a llamar a mi madre desde el garaje. Ante su llamada mi madre Helena bajo de nuevo al garaje.
- Cuando he regresado tu hijo se había quitado la mordaza y no estaba en el rincón de rodillas. Al descubrirle ha empezado a insultarnos y faltarnos al respeto a ambas – Le contó a mi madre. Aquello era mentira, yo no había hecho tal cosa, no las había faltado al respeto, solo me había quitado la mordaza. No pude defenderme de sus acusaciones amordazado. Intenté levantarme del rincón para explicarme, pero mi tía fue muy astuta.
- ¿Ves? , ya está de nuevo desobedeciendo – Yo solo pretendía explicar que era mentira. Mi tía me había jugado una buena jugarreta que traería consecuencias. Mi madre se enfadó y comenzó a enfundarse sus guantes de goma en sus manos de nuevo, aquello era señal que iba a continuar mi castigo.
- Tendremos que ser más duras con él, no ha entendido la situación – Indicó mi madre a mi Tía. Mi tía sonrió por su éxito en su mentira y sujetó mis manos y colocó mi cabeza entre sus piernas atenazándome. El culo quedó al descubierto y fue mi madre quien empezó de nuevo a azotarme de forma fuerte con su correa.
ZAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS ZAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSS . Mi tía me sujetaba fuertemente manteniendo mis manos en vilo y la cabeza entre sus piernas. Mi madre me azotaba una y otra vez, descargaba su rabia en mí, la había provocado mucho daño durante años, había llorado mucho por mí, ahora era yo quien lloraría.
Fui salvado por la campana, sonó el timbre de la puerta de Casa. Mi madre tiró la correa al suelo y molesta por la interrupción fue a abrir la puerta. Regresó un minuto después sujetando de la mano a mi amigo. Era Luisito, el amigo con el que había quedado ayer y esta noche volveríamos a la misma discoteca. Mi madre le traía agarrado de la muñeca fuertemente entre su guante. Sentí una gran vergüenza, mi mejor amigo me vio en esa situación. Tenía los pantalones bajados con el culo magullado. Mi amigo Luis se quedó petrificado al ver mi situación. Mi madre habló a Luis con un tono muy serio.
- Tienes dos opciones. O te marchas de mi casa y te olvidas de mi hijo y no vuelves nunca más o….. la segunda opción … ¿ ves ese caballete ?... Te ato a él y te rompo el culo a correazos. – Luis se quedó mudo, sin articular palabra. Estaba asustado.
- ¿Qué está pasando Manolillo? – Me preguntó tartamudeando de miedo mi amigo sujeto entre el guante de mi madre.
- ¡¡No puede responderte¡¡. Lleva mis bragas en la boca. ¿Quieres ser el siguiente? - . Le indicó mi tía a Luisito. Mi madre soltó la mano de mi amigo y este salió corriendo despavorido de la casa, parecía un conejo corriendo asustado. Mi madre y mi tía comenzaron a reírse a carcajadas por los suelos. La verdad que la situación era graciosa, no tanto para mí que tenía el culo magullado y me dolía horrores. El valiente de mi amigo Luis, resultó ser nada valiente. Corrió sin detenerse hasta salir de casa. Habían conseguido quitarme una mala influencia, aquel amigo era peor que yo.
Mi madre se acercó a mí y volvió a reprochar mi comportamiento e indicarme lo que sucedería a partir de hoy:
- Ahora vas a obedecernos en todo, sin rechistar. Danos un solo motivo y bajaremos al garaje a enseñarte a obedecer. ¿Ves estas correas? Se quedaran aquí en el garaje junto al caballete. Si es necesario bajaremos las veces que sean necesario. Por el bien de tu culo no vuelvas a desobedecernos. – Mi madre enfadada salió del garaje y se quitó sus guantes. Mi tia fue la siguiente en acercarse a mí y reprochar mi comportamiento nuevamente.
- Has estado toda la semana provocándome… Te masturbabas delante de mí con unas bragas y te reía y burlabas de mí…. Tengo una sorpresa preparada para ti…. Todo a su tiempo. De momento ahora vas a quedarte en el rincón de rodillas hasta que me plazca.¡¡ Ni se te ocurra moverte ¡¡. Ya ajustaremos cuentas tu y yo – Mi tía enfadada se marchó del garaje dejándome de rodillas en el rincón con las manos atadas a la espalda y su mordaza.
La sorpresa de la que me hablaba pronto la descubriría, en el siguiente capítulo os la contaré. Mi vida desde ese día empezó a cambiar, nada fue igual. Ahora seguía las ordenes de dos mujeres verdaderamente estrictas que no dudarían en castigarme si era necesario. Aquella noche estuve de rodillas en el garaje hasta muy tarde, mi tía no me dejó levantarme hasta pasadas dos horas. Tenías las rodillas doloridas y la boca apestosa de su mordaza. El día siguiente iba a ser más duro que el anterior.
Continuara…
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