CAPITULO II: APRENDIENDO A OBEDECER
El día siguiente a mi castigo fue terriblemente duro. Yo era un completo holgazán, vago y cretino y no estaba acostumbrado a trabajar o ayudar .Mi madre Helena y mi tía Carmen estuvieron toda la mañana dándome órdenes y solicitándome que realizara múltiples tareas domésticas. Haz esto… Haz lo otro…. Trae esto… Limpia esto… Ahora limpia esto…. Ni se me ocurría rechistar. Tenía el culo magullado y muy dolorido. Me bajaba el pantalón y me echaba una crema que había encontrado en un armario. Al principio la crema escocía pero luego aliviaba el dolor de mi culo completamente marcado por las correas de piel de mi madre y tía. Tardaría días en poder volver a sentarme sin sentir dolor.
Estaba muy cansado de ser obediente y moverme de un lado para otro obedeciendo a las dos mujeres de la casa. El colmo llegó cuando me mandaron ir al supermercado. Pensareis que es algo normal, el problema es que está muy lejos. Ahora vivíamos en una zona apartada y para ir a cualquier sitio había que andar mucho. Fui dando un paseo a la vez que fumaba unos cigarrillos ya que en casa no podía , lo tenía prohibido desde ese mismo día. La vuelta fue muy larga porque iba cargado con dos pesadas bolsas con todo lo que me habían encargado y había bastante distancia hasta mi casa. Llegué exhausto y dejé las bolsas en el suelo. Comprobaron que estaba todo lo solicitado y surgió un nuevo problema para mí.
- Se me han olvidado unas cuantas cosas. Vuelve a ir al supermercado y tráelas - Me ordenó mi madre con una sonrisa pícara. Estaba furioso por dentro pero no lo expresaba por fuera. Estaba a punto de explotar e indicarla que fuera ella, pero algo me hizo cambiar de opinión. Mi madre intuyó mi reacción , sacó sus guantes de goma de su bata, los mostró y sujetándolos en sus manos por el extremo me indicó:
- ¿Quieres que bajemos al garaje y te enseñe a obedecer? – Era una amenaza que comprendía perfectamente su significado. Se pondría sus guantes y me azotaría con la correa. Rápidamente obedecí y fui al supermercado sin rechistar. Llegué una vez más exhausto. No había parado en toda la mañana, obedecí y obedecí de nuevo a cada orden. Mi vida había cambiado por completo.
Desconozco cuál de las dos mujeres se había vuelto más estricta y cruel. Cada una a su manera, parecía una competición donde intentaban superarse. Ya lo habían demostrado azotándome en el garaje la noche anterior. Cada azote era superado por otro de más intensidad entre ellas. Ese mismo día cada una tuvo una situación o idea que fui yo el que pagó las consecuencias debido a mi comportamiento.
Mi madre se empeñó en que ese día comiésemos juntos la nueva familia, es decir mi madre, mi tía y yo. No recordaba una sola vez sentado en la mesa junto a mi madre para comer. Mi tía preparó una gran cazuela repleta de verduras hervidas. Odiaba aquella comida profundamente. Siempre había comido comida basura, pizzas, hamburguesas, sándwich…. Lo que se me antojaba, fácil y rápido. Mi tía colocó la cazuela sobre la mesa y sirvió la comida. Mi madre y mi tía comían tranquilamente, mientras yo removía mi plato de un lado para otro, no me gustaban las verduras, las odiaba. Mi madre y mi tía reían, hablaban y comentaban sus asuntos, yo estaba serio frente al plato. Finalmente ambas terminaron de comer y se levantaron, yo me dispuse a imitarlas y levantarme de la silla.
- ¡¡Quieto ahí¡¡. No has terminado tu plato… ni lo has empezado…. Te doy 10 minutos para terminar el plato o será por las malas - Me recriminó mi tía. Mi madre sonrió, se levantó de la silla y se fue ya que tenía que trabajar. Me dejó con mi tía a solas y el enorme plato de verduras. Transcurrieron los 10 minutos de cortesía de mi tía y todo empeoró para mí. Mi tía Carmen se acercó al fregadero y agarró unos guantes de goma. La casa ahora estaba llena de guantes de goma desde que ella estaba ahí. Odiaba sus guantes. Se enfundó los guantes y pude comprobar que eran unos guantes de goma sucios con un color marrón de suciedad y la goma muy desgastada grasienta.
- Has elegido por las malas. ¡¡Vas a tragar todas las verduras ¡¡ - Terminó de enfundarse los guantes de gomas sucios a sus manos y agarró una cuerda. Me ató las manos al respaldo de madera de la silla. Atado en la silla metió su mano enguantada en el plato de verduras y agarró un enorme trozo entre la palma de su mano de goma. Acercó su mano a mi boca y me ordenó abrir la boca. Obedecí e introdujo toda la verdura en mi boca.
- ¡¡ Traga toda ¡¡ . Si se te ocurre escupirla ,agarro la correa y te rompo el culo a correazos – Me recriminó mientras volvía a introducir su mano enguantada en el plato y agarrar más trozos de verdura. Repitió el proceso una y otra vez, introdujo la verdura proveniente de sus guantes de goma en mi boca . No sé qué era peor si la verdura o sus guantes sucios que estaban muy sucios y grasientos, desprendían un sabor horrible. Terminé de comer todo el plato y sirvió uno nuevo.
- A partir de ahora comerás lo que yo prepare, si desobedeces será ración doble proveniente de mis guantes. Te aseguro que mañana comerás todo tu solo. - . Comenzó a introducir en mi boca más y más verduras con sus guantes de goma. Estaba ya saciado, no podía tragar más verdura. A ella no la importaba, no se detuvo hasta que terminé el plato de verduras. Me acarició con su guante de goma orgullosa.
- No te olvides de tu sorpresa. No se me ha olvidado que te burlaste de mí toda la semana masturbándote con las bragas y riéndote. ¡¡ Muy pronto llegará tu sorpresa ¡¡ - Me recriminó. Desconocía mi sorpresa, pero mi tía Carmen tenía ganas de venganza acumulada por mi comportamiento anterior.
Desde aquel día comía cuanto había en la mesa sin rechistar. Algunos días desobedecía pero mi tía me hacía tragar todo de sus guantes sucios y añadía un segundo plato como castigo por desobedecer. Aprendí a comer cuanto cocinaba mi tía sin rechistar. Ahora era la más cruel de las dos mujeres para mí, pero mi madre pronto la superaría.
Hacía varios días que llevaba la jaula de metal en mi pene, no podía masturbarme y la llave la tenía mi madre. No aguantaba más, pero me daba mucha vergüenza solicitarla me quitase la jaula para masturbarme. Al final me armé de valor y se lo pedí. Mi madre para mi sorpresa accedió sin problemas. Me ordenó la siguiese hasta el wc. Allí me colocó frente al inodoro y bajó mis pantalones para quitar la jaula de mi pene con su llave. Respiré exhausto dispuesto a masturbarme pero comprobé como mi madre empezaba a enfundarse unos guantes de goma en sus manos. Terminó de ajustarse los guantes y agarró mi pene dispuesta a masturbarme frente al wc.
- No es necesario, ya puedo solo – La insinué. Mi madre apartó de mi mano y agarró mi pene entre sus guantes de goma.
- Cada vez que quieras masturbarte… lo haré yo … y a mi manera…. - Agarró mi pene entre su mano enguantada y empezó a agitar mi miembro. Sentí una vergüenza tremenda,¡¡ mi madre masturbándome ¡¡¡ . No deseaba que ella lo hiciese, sentía mucha vergüenza pero ella continuo. La goma de su guante llevaba unos granulados de goma en la mano, típico de guantes de goma para que no se resbalen los objetos. Aquellos granulados me producían un fuerte escozor en mi pene al agitarlo. Ahhhhhh, era doloroso. Ahhhh seguía quejándome y ella cada vez iba más rápido. Así no podía eyacular, entre la vergüenza y el dolor de los guantes. Ella insistió e insistió hasta que al final eyacule dentro del wc quedando mi pene rojo de rozaduras. Buffff respiré aliviado, todo había terminado, había sido un mal sueño.
Mi madre volvió a agarrar mi miembro entre su guante y comenzó de nuevo a agitarlo masturbándome. Ahhhhhhhh me dolía mucho.
- Vas a eyacular una vez más. No saldrás de aquí hasta que lo hagas. Vas dejar de ser un cerdo pervertido, voy a dejarte vacío durante una temporada - . Continuó agitanado fuertemente mi pene a gran velocidad. Fue dolorosa y cruel su segunda masturbación. Me dejó el pene rojo, al final tras mucho tiempo pude eyacular. Me quedé completamente vacío. Mi madre colocó de nuevo la jaula de barrotes en mi pene y la cerró con su llave.
- A partir de ahora si quieres masturbarte será así. O te aguantas y aprendes a comportarte o ….. yo te masturbaré de esta forma – Me indicó. Era mi castigo y os puedo asegurar que completamente efectivo. No volví a pedírselo en días. Me dejó tan seco y dolorido que si hubiese entrado en mi casa un harem de mujeres desnudas no las hubiese hecho el mas mínimo caso.¡¡ Estaba vacío y no me excitarían ¡¡ . Mi madre superó a mi tía, pero por poco tiempo. Pronto llegaría la sorpresa prometida de mi tía Carmen.
Eran las fiestas de la zona donde vivíamos. Mi tía le preguntó a mi madre porque no salían esa noche a dar una vuelta las dos mujeres, bailar y tomar una copa. Mi madre rehusó en un principio la ocurrencia. No deseaba dejarme solo, podría volver a meterme en problemas. Mi tía la convenció y la indicó el plan para que yo no me metiese en problemas. Mi madre sonrió era un plan infalible.
Aquella noche comenzaron a vestirse las dos mujeres de forma elegante y sexy. Mi madre más que mi tía, que todavía tenía cuerpo para lucir. Al terminar de vestirse me condujeron hacia una silla frente al televisor de casa. Me sentaron frente al televisor en la silla y comenzaron a atarme con cinta americana a la silla. Manos, brazos, cuerpo, abdomen…. Me pegaron literalmente a la silla. No podría levantarme de la silla, estaba repleto de cinta americana. Ambas mujeres sonrieron y terminaron de maquillarse. Mi madre estaba muy sexy, una falda corta y había vuelto a ponerse aquellas botas de tacón que hacía mucho tiempo que no llevaba en sus pies. Mi tía no tenía remedio, pero igualmente se colocó un vestido negro, medias negras y unos zapatos de tacón.
Ambas mujeres estaban dispuestas a marcharse, antes de salir de casa encendieron el televisor colocado frente a mi donde estaba atado lleno de cinta americana. Pusieron un canal de historia muy aburrido, hablaban de la civilización persa. Deseaba me pusieron futbol o boxeo para estar entrenido, pero lo que yo deseara era insignificante para ellas. Su brillante plan era dejarme atado frente al televisor, no podría ir a ningún sitio hasta su regreso. De esta forma se aseguraban no me metiese en más problemas.
Abandonaron la casa y aquí fue cuando llegó la sorpresa prometida por mi tía. Cuando llevaban unos pasos caminados fuera de casa ambas mujeres, mi tía indicó a mi madre que se le había olvidado coger una medicación que debía tomar. Era mentira, tenía un propósito diferente. Su propósito era regresar a casa sin que mi madre la observara. Mi madre la esperó en la calle para continuar el trayecto. Mi tía entró de nuevo en la casa, sin hacerme el menor caso se fue a la cocina y regresó de nuevo hasta el salón donde estaba atado frente a la televisión viendo el documental aburrido. Mi tía llevaba unos guantes de piel negros en sus manos enfundados. Unos guantes muy abrigados y más lujosos para vestir en la calle ¡¡ Aquella mujer siempre llevaba guantes, ya fuera de goma o de piel en la calle ¡¡ . Se acercó a mí mientras sujetaba algo entre sus manos. En un principio no entendía que era, pero pronto averigüé lo que era.
Mi tía Carmen llevaba en sus manos unas bragas recién sacadas de la cesta de la ropa sucia de al lado de la lavadora. Eran unas bragas grandes y blancas pero estaban completamente sucias. Llenas de restos de su ano. Estaban marrones de suciedad, parecía haber tenido un accidente entre su culo y las bragas, un imprevisto. Las acercó agarrándolas levemente por sus dedos sin llegar a mancharse sus guantes de piel. Todo había sido planeado por mi tía, fingió haberse olvidado algo, pero no era cierto, solo quería cumplir su venganza prometida.
- ¿Ves estas bragas…. Sucias , sucias…. Llenas de mi caca….. … ¿Sabes dónde van a acabar ?....¡¡ En tu boca ¡¡ .- Introdujo sus bragas provenientes de la cesta completamente sucias, pestilentes y repugnantes llenas de sus restos de suciedad. Agarró el rollo de cinta americana que habían usado para atarme a la silla y precintó mi boca y cabeza con ella dando varias vueltas. Aquello fue repugnante, saboree y degusté el sabor de su caca una y otra vez. No podía escupir la mordaza con la cinta.
- Tu madre y yo lo vamos a pasar muy bien esta noche. Llegaremos tarde. Tú vas a estar aquí quieto y tragando la caca de mis bragas. Te advertí que ibas a lamentar tu falta de respeto hacia mí. ¡¡ No se te ocurra decir nada de esto a tu madre ¡¡ A partir de ahora cada vez que me faltes al respeto cerraré tu boca con mis bragas sucias . Mi tía se marchó sonriendo al encuentro de mi madre que la esperaba fuera de casa .
Aquello fue insoportable, no podía moverme de la silla, solo tragaba el sabor de la mordaza de mi tía, era repugnante. Se hizo eterna la espera. No podía moverme y estaba completamente aburrido mirando el canal de historia de la televisión. Tardaron mucho en llegar, se lo pasaron genial y se olvidaron de mí por completo, sabían que no podía meterme en ningún problema estando en aquella situación. Llegaron muy tarde y un poco borrachas riendo a carcajadas, se lo habían pasado muy bien. Mi tía me desató y quitó la mordaza de mi boca.
- .A partir de ahora tu madre y yo saldremos los viernes a disfrutar de la vida, lo que la has privado a ella. Esta será la forma en la que tú te quedaras a esperarnos sin meterte en problemas. Calladito y quietecito. - Mi tía mostró el camino que a partir de ahora me esperaba.
Habían llegado demasiado lejos en su castigo mi madre y mi tía. Llegaba la hora de empezar a volver a ser el de antes. Tenía un plan en mi mente, podría salir de la casa sin que se enterasen por la noche, yo también saldría de fiesta. No tenían por qué enterarse. Aunque si me descubrían mi castigo podría ser terrible. Esto ya es asunto de otro capítulo.
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