Salimos del hotel con la promesa de volver a vernos el siguiente sábado, pasó a dejarme cerca de la parada de autobús para que sola regresara a casa y no levantar ninguna sospecha. Durante mi estancia en la papelería trataba de discimular frente a mi hermana, pero mis continuas salidas levantaron sospechas de una posible relación, misma que mi madre le comentó a mi hermana, por lo que en alguna plática llegó a preguntar, por obvias razones tuve que comenzar a inventar cosas de un supuesto chico con el que estaba saliendo, y que si no se los presentaba era porque todavía no era algo serio. Todos estos comentarios llegaron a oídos de mi cuñado, por lo que las salidas pasaron de cuatro a cinco veces al mes a sólo dos o una vez al mes, en el mismo hotel o en algunos moteles cerca de la ciudad y bastante distantes de donde vivíamos. De manera independiente a los comentarios que habian surgido en casa sobre mi supuesta relación, de algo si me encontraba completamente segura y era de los sentimientos que comencé a sentir por mi cuñado Alejandro, el trato que él me daba, las caricias y los besos constantes que nos dabamos cuando estábamos solos en la intimidad, y sobre todo su actitud me hacía pensar que él támbien sentía lo mismo por mí, me sentía correspondida y amada por él, que incluso llegué a pensar en ciertas locuras, como fugarme con él.
Les confieso que tenía dudas sobre si compartir con ustedes el siguiente relato, debido a que nuestros encuentros comenzaron a darse de manera similar a lo contado en el relato anterior, y la verdad, narrar todos y cada uno de ellos es hacer repetitivo todo lo que vivimos juntos, y sobre todo lo que ambos llegamos a sentir el uno por el otro. Dejar pasar este relato y continuar con la siguiente experiencia, es dejar un hueco o hacer un salto en mis vivencias sexuales, y presiento que no se entenderían los motivos que me llevaron a hacer lo que narraré en los próximos relatos.
Para tratar de no ser descubiertos, Alejandro y yo decidimos vernos con menos frecuencia, La habitacion número 15 o 16, de aquel hotel en el centro de la ciudad, a pesar de ser discreta, podía ser uno de los primeros lugares que mi hermana visitara en caso de sospechar alguna infidelidad por parte de mi cuñado, por eso, en cuanto, se enteró de los rumores de mi relación decidió que era momento de cambiar de lugar, y poco a poco comenzamos a alejarnos de los hoteles centricos y comenzamos a vernos en lugares en el otro extremo de la ciudad, hoteles y moteles de los que mi hermana no pudiera sospechar que visitabamos.
LLegamos a un motel que se encontraba bastante escondido, a las afueras de la ciudad, en la puerta del lugar se encuentra una pantalla que indica el número de habitación disponible y a la cual nos dirigimos. Alejandro se estacionó en la cochera, mientras yo bajé del auto y a toda prisa, no sé si por los nervios o que onda, entré a la habitación, Alejandro esperó a la encargada para pagar la habitacion, para después de entrar cerrar la puerta. Dejé mis cosas que llevaba sobre el sillón que se encontraba en la pequeña sala, nos sentamos, me tomó de la mano y la besó, el silencio reinó por varios minutos, no podiamos dejar de vernos con ese amor que ambos sentiamos, sus ojos, esa mirada que me volvía loca de pasión y desenfreno, aquella que despertaba a esa hembra en celo, que no podía esperar más para quitarse la ropa y entregarse al hombre que amaba, sin remordimiento alguno.
De vez en cuando dejamos escapar un "Te amo" entre susurros, sus labios pasaban de mi mano al brazo y se detenía en el hombro. Su bigote y esa barba recortada me hacian estremecer. Sus besos me dejaban sin aliento, su lengua hurgaba en mi boca y cada que la mía estaba en la suya parecia que queria arrancarla, cada beso lo remataba mordiendo su labio inferior, acaricié su rostro en varias ocasiones, mientras nuestras miradas no dejaban de cruzarse. Nos despojamos de la ropa una por una, hasta quedar completamente desnudos, me recosté sobre el sillón con las piernas abiertas, él se acomodó entre ellas y nos fundimos en un abrazo, su piel se sentía fresca, su pecho pegado al mío, mis brazos rodearon su cuello, y de vez en cuando se perdía entre su cabello, acaricié su espalda con cada beso que nos dabamos, mis manos subian y bajaban de aquella espalda que me enloquecía, su cuerpo delgado y marcado se frotaba contra el mío. Sólo nuestra respiración podía escucharse dentro de esa habitación.
Nos levantamos del sillón, y agarrados de la mano caminamos hasta la cama, en la que él se acostó con la piernas abiertas mostrándome su miembro completamente erecto y aquel vello púbico completamente recortado, se veía muy guapo acostado y mirandome frente al él, subí a la cama y de rodillas me agaché a tomar su verga para comenzar a darle una mamada de esas que yo sabía que le encantaban, Alejandro se retorcía de placer, mientras trataba de meter su verga lo más profundo que podia dentro de mi boca, cada centimetro de él me provocaba arcadas, sin avisarle me subí sobre él poniendo mi vagina justo frente a su cara, mientras yo continuaba comiendome esa verga con la boca, brindandole el tremendo espectaculo de mi trasero frente a él. No perdiendo tiempo comenzó a lamer mi vagina, mientras jugaba con mis nalgas, las movia en circulos, abría y cerraba, de vez en cuando las besaba y mordía, por mi parte, no sólo me dediqué a lamer su verga, pasaba mi lengua en esa posicion hasta los testiculos y cerca de su ano, lo que provocaba ciertas reacciones de él. Continuamos en esa posicion de 69 por algunos minutos más. Partiendo de esa posición me quité de encima y asi gateando un poco me acomodé en medio de esa enorme cama, así en cuatro, Alejandro se incorporó, se paró sobre la cama, se acomodó detrás de mí y comenzó a tallar su verga sobre mi entrada, me aferré a las sábanas que cubrian la cama, me ensartó de golpe, que delicia sentir su verga de nuevo dentro de mi ser, completamente alojada, se quedó quieto, mientras yo trataba de pegarme más a él. Me encantaba sentir el vello de su pelvis pegar en mis nalgas, yo trataba de sostenerme en cuatro sobre la cama, pero los movimientos rápidos de Alejandro me lo impedían. Me tomaba de la cintura con cada embestida, el sudor de su frente caía sobre mi espalda baja, yo solo veía la cara de placer de Alejandro a travès del espejo que teniamos enfrente, me quedé viendo como mis tetas rebotaban al ritmo de las embestidas de mi cuñado, mi cabello suelto sobre mis hombros, de vez en cuando podía ver las manos de Alejandro en ese lugar. Mis gemidos y gritos de placer podian escucharse hasta el patio de aquel motel.
Alejandro cayó sobre la cama, después de salir bruscamente de mí, nuestros cuerpos sudados estaban en extasis, sin perder tiempo, me acomodé sobre él, montandolo como tantas veces lo habia hecho, cruzamos nuestros dedos, despues de ensartarme de un sentón en su verga, llena de nuestros fluidos, comencé a moverme en círculos, arriba, abajo, mientras grababa mi imagen que se reflejaba en ese espejo, las manos de mi cuñado apretaban mis tetas y pellizcaban mis pezones, estabamos enloquecidos cogiendo como si no fuera haber otra oportunidad para gozarnos y disfrutarnos. La cabeza de Alejandro colgaba de la cama, y yo no podia dejar de verme en el espejo, él apoyó sus brazos en la cama y yo me abracé a él como nunca antes lo habia hecho, le dí oportunidad de medio sentarse en la cama y se abrazó a mí apretando mis tetas contra su pecho algo velludo, sus brazos me apretaban fuerte y yo aferrada a él cogiendo, mi cabeza en su hombro y sus manos en mis nalgas, no aguanté más y viendo al espejo comencé a venirme con su verga aún dentro de mí. Gritando en su oído, jadeando y sudando pegada a èl.
Me ayudó a acostarme sobre la cama, acomodó mis piernas sobre sus hombros y continuó cogiendome por varios minutos más, me encantaba que me cogiera en esa posicion pues me permitia ver su cara de placer y de vez en cuando perderme en la profundidad de su mirada, en esos ojos color café que incontables veces me habían mirado, su sudor caía a gotas sobre mi corriendo por mi piel hasta mojar la sábana, sus brazos fuertes rodeaban mis piernas, no podiamos dejar de gemir, pues yo sabía que eso lo excitaba, bajó mis piernas y comenzó a jadear y a gritar, señal de que estaba a punto de venirse y llenarme de semen por dentro, sus gritos me encantaba escucharlos pues lo estaba disfrutando al máximo. Comenzó a venirse dentro de mí, si hay algo que disfruto al tener sexo, es sentir una verga pulsando dentro de mí y llenandome de leche. Exhausto cayó sobre mi cuerpo y asi nos quedamos hasta recuperar las fuerzas y el aliento.
Descansamos abrazados cerca de 15 minutos, después de bañarnos y cambiarnos, decidimos dejar el lugar, pues ya era tarde y nos encontrabamos algo retirados de la ciudad. De regreso a la ciudad y antes de dejar en alguna parada para tomar el autobús, Alejandro y yo hablamos sobre el futuro de nuestra relación:
- Danna, ya tomé una decisión con respecto a lo que ambos sentimos, y es que debemos terminar nuestra relación, hoy... fue la ultima vez que tu y yo hemos hecho el amor...
dannaeasos@gmail.com