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TODORELATOS » VOYERISMO » UN BUEN PROFESOR PARA UNA EXHIBICIONISTA - 06 -
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Fecha: 20-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Voyerismo

Un buen profesor para una exhibicionista - 06 -

Pepi jo
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Tiempo estimado de lectura: [ 14 min. ]
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Nos vamos sincerando y ella acepta su faceta, su gusto por exhibirse y a la noche la llevo a bailar, para que pueda ir soltándose poco a poco. Version para imprimir

Narrado por los dos protagonistas

Me gustó la noche, me gustó el sexo con Antonio y no me sentía culpable. Al verle allí aun dormido con las primeras luces del amanecer, su cuerpo fuerte y varonil, sentía que me gustaba, no que le quisiera, sino que me gustaba como hombre, era guapo y fuerte, se parecía a mi marido, pero más atrevido quizá. Me gustaba como te gusta un coche deportivo, o un vestido bonito, o un cuadro. Nunca había tenido a más hombre que mi marido y por supuesto ni se me hubiera ocurrido tener un amante, ni nunca hubiera pensado que lo de esta noche pudiera ocurrir.

Pero no me cabía duda que me había gustado, no por el acto sexual, era más bien algo animal, carnal, sino por lo que suponía de trasgresión, de romper moldes y tabús, de hacer algo prohibido o mal visto, y darle en las narices a Jorge por su insistencia en incitar a Antonio hacia mí y a mí en querer que tuviera algo con él, cosa que nunca hubiera pensado hacer, de no haber ocurrido todo tan fácil y sencillo.

En realidad, solo hace falta incitar un poco a un tío, mostrarle algo de carne, hacer algo inesperado y sensual que él no se espere, para tenerle en el bote. Y una mujer sabe por instinto como hacerlo y en qué momento es más oportuno y más fácil hacerle caer.

Cuando se dio la vuelta y me vio mirándole desnudo, sonrió y volvió a tomarme la mano, sin hacer ningún gesto más de aproximación. Pero su conversación después de la comida me descolocó un poco.

Sería verdad que yo era una exhibicionista?

* * * * * *

Abrí los ojos y la vi allí desnuda a mi lado. Era un espectáculo precioso, con el sol bajito aun haciendo brillar su cuerpo, con unas tonalidades doradas que el moreno del sol resaltaba. Me gustaba, y estar allí viéndola despertar, en ese momento tan íntimo de una pareja casi me hizo creer que podía haber algo más, pero esperé prudentemente que ella diese un paso.

Me gustó que se levantase del lecho con total naturalidad, desnuda de espaldas a mí, y que se pusiese solo la camiseta de días anteriores. Me gustaba su culo, redondito y prieto, la cintura fina, y la espalda recta, era un conjunto perfecto, y la camiseta cuando cubrió su cuerpo, dejaba el nacimiento del trasero a la vista, con un toque erótico y morboso que casi era más eficaz que el desnudo total.

La mañana transcurrió normal, como siempre, nos desnudamos ya desde el principio en la piscina, pero esta misma normalidad le quitó morbo al asunto, empezó a verse, o por lo menos yo, como “lo de siempre”. Nos vestimos ligeros para comer y salimos a la terraza a tomar café y mirar el paisaje. Y ahí no sé si metí un poco la pata o se aclararon algunas cosas.

Ella estaba casi enfrente de mí, ligeramente ladeada, pero al subir un pie en la silla, el short se le subió tan arriba que se le veía toda la parte arrugadita del coño. No se cortó cuando se dio cuenta de donde se dirigía mi mirada, ni cambió de postura: siguió charlando y tomando su café como si nada.

- te gusta que te miren?

- me da igual, pero no me molesta, si es lo que quieres saber.

- bueno, estas noches en el pueblo, y esas faldas, y sin ropa interior, son más bien de exhibicionista.

- no te gustó que vistiera así?

- Por supuesto que me encantó, pero eso no quita que te pueda gustar mas a ti mostrar y que alguien mire, y saber que te desean o por lo menos admiran tu cuerpo.

Hubo un largo silencio. Aunque no sé muy bien por qué, me pareció que esta charla la había descolocado ligeramente; se quedó un poco pensativa, sin mirarme y bajó el pie de la silla, aunque no se colocó el pantaloncillo, que seguía mostrando buena parte de su interior.

- pues visto así, puede ser. Tal vez hago cosas que no hacen otras mujeres, que les da vergüenza de su cuerpo. No es mi caso, pero tampoco me voy a preocupar si alguien mira o ve de más, ni me importa lo que piense.

- y sueles ir habitualmente sin bragas?

- El viernes fue el primer día, ja ja ja

Me fue contando un poco como había ido llegando a ser… a mostrarse sin vergüenza, diría yo. A Jorge le encantaba que ella fuera atrevida, que hiciera topless en la playa, o que luego fueran a playas nudistas, y ella se acostumbró a estos pequeños juegos, y como no tenían más significado para ella, pero a su marido le gustaba sobremanera, se fue acostumbrando y ya se había convertido en una travesura casi. Claro que no lo hacían habitualmente, era sobre todo en verano, en vacaciones, donde nadie la conocía, y lo de estos dos días… bueno, había sido en mi honor y para que Jorge que no paraba de fastidiarla con eso, se quedara contento.

Bueno, le dije que a mí me había encantado realmente, que su juego había conseguido su propósito porque por la noche estaba pensando en ella y fue… bueno, eso, cuando me pilló haciendo cosas feas, ja ja ja. Pero no solo a mí, seguro que los dos o tres hombres que asistieron al espectáculo desde que empezó, a la noche habrían cumplido con sus mujeres o con ellos mismos, como estuve a punto de hacer yo hasta que ella me rescató.

- me vio más gente? No me digas…, que vergüenza.

- creo que ahora mismo todavía podrían dibujar tu coño a la perfección, y perdona por la expresión.

- pufff, ya no podré bajar al pueblo en todo el verano.

La verdad es que me desconcertó un poco la conversación, o mas bien el tono casi humorístico con que se lo tomó, tal vez para no mostrar su vergüenza si era real, o para no parecer una descarada ante mí. A lo mejor me había pasado al hablarle así, solo nos conocíamos desde hace dos días, pero pensé que era consciente de que había más gente mirando aparte de mi, y no creí que la importase.

Se quedó pensativa, y no se me ocurría nada para romper de nuevo el hielo y cambiar de tema, así que cuando el sol cayó ligeramente y ella seguía en su mutismo, le propuse caminar un poco por el monte, como hacíamos Jorge y yo. Era relajante, hacíamos un poco de deporte, sin brusquedades, y respirábamos aire puro, las vistas eran espectaculares desde las alturas y era más fácil hablar de todo en la quietud del bosque.

Para mi sorpresa accedió inmediatamente, y no se cambió de ropa, solo unas cómodas zapatillas para andar y emprendimos camino hacia la parte superior, donde unas peñas cubrían la cumbre, y donde a mí me gustaba sentarme o tumbarme y ver pasar las nubes. Fue una pena que yo tuviera que ir delante, me perdía verla caminar delante de mí con esos pantaloncitos, pero ella no sabía el camino, y solo un par de veces hube de ayudarla a subir por alguna piedra más alta o esquivar algunas zarzas, pero al llegar me reconoció que valía la pena.

Cuando a su pregunta de si eso lo hacíamos en bolas, y yo le contesté que siempre era así, se puso en pie, se desnudó poniendo la ropa en el suelo y se tumbó sobre ella, por lo que la imité inmediatamente, deseando que el estar desnudos los dos la motivase para algo más, pero en vez de eso, me pidió que le hiciese alguna foto con el teléfono para enviarlas a su marido. Le hice un montón de ellas, por supuesto, nunca había esperado que me hiciera esa petición y que quedasen en mi teléfono todos los testimonios de aquel día.

Entonces me acerqué a ella para enseñarle y viera que tal habían quedado. Me las hizo pasar dos o tres veces y me indicó cuales tenía que enviarle para que ella se las pasase a Jorge. Le sugerí que podía posar o cambiar de postura, para poder elegir entre más material y no lo dudó.

En fin, resultó una galería de lo más sexy y provocativa, algo para recordar siempre, pero como no dio pie a nada mas a pesar de que le insinué dos o tres veces, todo quedó ahí, en una buena calentura y unas fotos de lo más expresivas.

Se lo volví a decir:

- te gusta que te miren, te gusta que te vean sexy y natural

- tal vez si, o por lo menos contigo no me ha dado vergüenza.

- te gustaría jugar un poco más a eso? Ir un poco más adelante?

Le dije entonces que si le daba corte volver al pueblo que alguien la conocía y podía estar esa noche ahí, que fuéramos al pueblo de al lado, mas grande, gente desconocida y libre para hacer locuras, algo atrevido entre los dos, divertirnos y ella hacer lo que le gustaba, disfrutar de la vida, mostrarse y sentirse bella y deseada.

Volví a sorprenderme cuando regresábamos por el camino cuesta abajo, pues aceptó mi propuesta siempre que yo la apoyase y estuviese a su lado, algo para disfrute de los dos, para pasarlo bien nosotros, sin importar los demás. Pero tenía que estar siempre a su lado. Me pareció muy bien, aparte de que se trataba de eso, de pasar una noche divertida y compartir esos momentos. Al parecer, alguna vez lo hacía con Jorge, pero éste la dejaba sola, quería que ella pareciese estar sola, y la deseasen más por eso, pero ella se sentía así sucia y degradada, en cambio con su hombre al lado, era solo eso, un juego divertido entre dos.

Arreglarnos para salir esa noche se convirtió en una trama de complicidad a dúo, reíamos al imaginar escenas, se probaba una ropa, la dejaba, mira mi aprobación, buscaba otra, y en realidad fue un rato casi inocente si no fuera porque eso lo hacía todo en ropa interior, y a dos palmos de mi, sentado en la cama y opinando y riendo con ella.

En un principio pensé por la ropa que iba sacando que iría en plan elegante, pero al final su elección resultó de lo más sencillo y cómodo: un short cortito, vaquero, y una camiseta holgada, con botones que en un principio era para llevar suelta por encima pero que se podía anudar por delante, dejando al aire el ombligo.

Con su cara juvenil, casi de niña, sin maquillar y con el pelo recogido en la nuca con una goma, parecía más que nuca eso, una niña traviesa y alegre, feliz en su día libre y deseando conocer un poco de la vida. Y yo… casi parecía su hermano mayor, el vigilante de su honra, su carabina, cosa bien alejada de mis intenciones.

Todavía quedaba luz cuando salimos hacia el pueblo cercano, algo más grande que el suyo, porque quería aprovechar para comprar algunas cosas, y no tener que volver otro día. Su pantaloncito recogido al sentarse dejaba a la vista todo el muslo desnudo, ajustándose bastante a su pubis, porque ella no hizo nada por sacarlo un poco y solo mi fuerza de voluntad consiguió que no nos matásemos mirándola en vez de conducir.

No me gusta nada ir de compras y menos con una mujer, pero esta vez apenas estaba atento a las tiendas, solo miraba su caminar delante de mí, el culito oscilar a un lado y a otro, juguetón, y un poquito del nacimiento de las bragas cuando se agachaba para mirar algo. Había más chicas más o menos con ese atuendo ligero y atrevido, y más jóvenes, pero ella para mí como un imán, me cegaba, no veía nada mas a su alrededor que su figura breve y redondita, su piel morena y su sonrisa.

Tomamos algo en una terraza, el short recogido en la silla y sus piernas de nuevo al aire.

- te gusta así, crees que estoy provocativa?

- esta vez si te has puesto bragas, ehhh?

- sí, con estos pantalones no queda otra solución, se meten mucho cuando te sientas. Se nota mucho?

- no pero al agacharte a veces se ve un poco la tela blanca.

- eso es lo que a ti te gusta, no?

- sí, pero todavía no hemos empezado. Ya veremos si sigues todo lo que te vaya proponiendo.

Yo estaba lanzado, pero quería que lo hiciera en un sitio más privado y discreto, de modo que al anochecer encontramos un lugar con música, y barra, y allí nos dirigimos, cogidos de la mano, como dos novios, y según ella, dispuesta a todo, siempre que no se me ocurriera ninguna barbaridad.

Había mucha gente, pero se podía estar sin agobios, la música era muy buena, y ninguna mesa libre, de modo que pedimos dos combinados en la barra y nos dedicamos a pasear y ver el ambiente mientras lo preparaban. Yo la llevaba hacia los grupos de chicos solos, o donde me daba cuenta que la miraban, un poco por provocar y ver como se sentía ella y la verdad es que entendía a su marido: me gustaba ver como la admiraban, como la seguían las miradas de los chicos y luego hablaban entre ellos, y hasta podía imaginar la barbaridades que pensaban.

El camarero nos hizo una seña y ahí es donde yo le dije que le tocaba meterse entre el grupo de chicos y recoger las bebidas; sonrió y se dirigió hacia el peligro sin dudarlo, pero antes, y de espaldas a ellos y mirándome fijo a los ojos se soltó dos botones de la blusa, quedando esta sujeta tan solo por uno casi abajo del todo, y con su andar suave y seguro llego a la barra casi atravesando el circulo que se iba formando a su paso.

Parece que todos fueron muy correctos y solo miraron, pero era el comienzo, y me di cuenta de que se estaba divirtiendo, que efectivamente le gustaba provocar y que la mirasen, pero la noche era muy larga, ya se me ocurriría algo más atrevido.

Encontramos un asiento y nos sentamos para hablar tranquilamente mientras bebíamos. Yo le pregunté si le gustaría bailar con alguno de esos chicos, que no paraban de mirarla, y si les dejaría mirar algo más profundo, incluso si les dejaría tocar.

No me respondió, solo bebía despacio y miraba alrededor, supongo que estaría pensando si valía la pena, si al final yo estaba haciendo lo mismo que Jorge, o si habíamos venido para eso, para ver como se sentía mostrando y provocando.

Qué quieres decir con eso de más profundo, me preguntó. Bueno, la idea era que se exhibiera un poco, sin parecer demasiado atrevida, pero como enseñando sin que pareciera que lo hacía aposta, como si no se diera cuenta de que estaba enseñando mas de lo que debiera. Al verla silenciosa y mirando, como interrogando, no lo dudé, puse la mano en su pecho y bajándola hasta donde se encontraba el último botón que sujetaba decentemente la prenda, la abrí casi del todo.

El pecho morenito quedó al descubierto, y la parte redonda de sus tetas igualmente quedaron visibles hasta casi la punta de los pezones; un trocito redondo y mas oscuro insinuaba que si se abria un poco mas, mostraría el pecho por completo, pero en ningún momento quedaba la teta al aire por completo, y era de suponer que al levantarse quedase un poco mas tapado el conjunto.

Salió a la pista a bailar sola, y era una lastima que con todo el jaleo de gente no pudiera comprobar como se veia al final la camisa, si se había abierto mas o al reves, quedó cerrada, pero pensé que algo mostraba al ver a los chicos acercarse a ella y bailar casi pegados.

Sali yo tambien a la pista cuando la melodia parecia algo mas lenta, y la tomé de la mano para bailar juntos un poco. Se pegó a mi, su cabeza sobre mi hombro. Estaba sudorosa y con la respiracion agitada.

- te lo estas pasando bien?

Por toda respuesta agarró mi mano y la puso por detrás de su pantaloncillo, y siguió bailando hasta que recuperó la respiracion normal. Una mano me tocó el hombro y uno de los chicos me piedió permiso para bailar con ella. Supuse que era asi en los pueblos y me retiré dejandola en sus brazos.

Desde mi asiento, con la copa en la mano, la veia bailar contenta, ya repuesta del baile mas movido y tambien observé como el chico habia puesto su mano donde yo la tenia antes, es decir, agarrando su culito con total tranquilidad y con un poco de picaresca separaba su mano cogida a la de ella, para intentar que la camisa se abriese un poco mas, o bien la agarraba y se juntaba a su pecho totalmente pegados y al poco su rostro se iba encendiendo, y decidi que debia ir al rescate, porque estaba claro que el chico se estaba pasando y ella no se ya si seguia con el juego o no se daba cuenta que iba cayendo poco a poco en sus manejos.

El chico no me quería dejar su puesto, se resistía, hasta que se dio cuenta de que iba en serio y que ya no podía seguir el manoseo sin tener una agarrada conmigo y me cedió su presa con gran pesar. Y sí, sus avances habían sido muy rápidos: la blusa estaba totalmente abierta, sus pechos al aire se movían al deslizarse por la pista y el botón se había soltado, o más bien lo había soltado él, al igual que el del pantalón que ya estaba flojo y no se deslizaba hasta el suelo de puro milagro. Un poco mas y la hubiera dejado desnuda allí mismo.

Salimos de la pista hasta nuestro asiento, sujetándola un poco por detrás el pantalón, que estaba casi a mitad del culo y dejaba ver una gran parte de la blanca braga que tampoco estaba ya muy en su sitio, y arreglándose un poco decidimos regresar a casa. Durante el trayecto hasta el coche seguía con la camisa medio abierta, con el pecho fuera la mayoría del tiempo, haciendo volver la cabeza a casi todas las escasas personas con que nos cruzábamos, hasta que al final aparqué delante de nuestra casa sin más tropiezos.

Me dirigía a mi habitación, cuando me llamó desde la terraza

- ehhh, no te irás a dormir sin tomar otra copa…

No, por supuesto, estaba claro que esa noche íbamos a hacer algo más que dormir, ya solos y tranquilos, y que los dos estábamos deseando y no tenía ninguna prisa. Estaba sentada en el porche de entrada, iluminada por la luz difusa de las luces exteriores, desnuda con un resplandor mate en su piel, las bragas sobre la mesa donde apoyaba sus pies.

No dije nada, regresé con unos vasos, el Chivas que había en el bar y un cubo con hielo, serví dos copas y me senté a su lado.

- te ha gustado enseñar en la disco y en el paseo después?

- uhmmm, siiií. Me ha gustado que me miren, ver las miradas de deseo de los hombres sobre mi cuerpo, y las de desagrado de las mujeres.

- te hubiera gustado mostrarte desnuda, a que sí?

- yo creo que sí, me sentía excitada y deseada.

Le propuse un juego. Con esa luz tenue, la noche como fondo, mostrarse en alguna página, de las que había muchas, de exhibicionismo en real, en vivo, ante los curiosos que entraban allí para ver y mostrar de forma anónima para desahogarse y ver que sentía entonces.

Y para mi sorpresa, aceptó. Coloqué el ordenador sobre una mesita, donde se podía ver la zona donde ella estaba sentada junto a la mesa, de manera que no apareciera su cara o quedase en penumbra, entré en una de esas webs y encendí la cámara.

Al poco rato, montones de espectadores empezaron a mostrar su entusiasmo, y le pedían que hiciera cualquier burrada que se les ocurría, hasta que uno de ellos le pidió que se tocase. Y para mi sorpresa, lo hizo, y siguió obedeciendo a los curiosos, y al final todos le pedían que les dijera donde se encontraba para ir a follar con ella.

Yo me había desnudado a un lado y me estaba masajeando la polla ante el espectáculo y las ganas que ella ponía en aceptar sus propuestas, y estaba a reventar cuando ella me hizo una seña y me acerqué con la tranca en la mano, la agarró con fuerza y me dio un beso en el capullo y a partir de ahí tomé la iniciativa.

La puse sobre la mesa, tumbada con las piernas colgando por el borde, y al ver que estaba empapada y lista, le coloqué el capullo a la entrada y con un pequeño empujón, se la metí hasta el fondo. Nos olvidamos de todo y de todos, los espectadores eran algo lejano, seres virtuales que no existían, y que nos daba igual.

Ya no lo hacíamos para que vieran, solo queríamos nuestro goce y placer, y éste venia rápido. Ella se agitaba y gritaba contenida, y yo resoplaba porque veía que se aceleraba mi orgasmo al sentir como se retorcía debajo de mí y los gemidos se hacían más fuertes.

Bajé la tapa del ordenador cuando nos retiramos a dormir, satisfechos y felices, entre aplausos y gritos de los agradecidos espectadores.

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