Después de mi encuentro con Paco (el paleta reconvertido a API que me hizo comerle la polla), fueron pasando los días. Él no se puso en contacto conmigo y yo lo agradecí. Sí, ya sé que con la cara llena de su semen acepté ser su “nena”; pero es que él me lo pidió y en ese momento él había roto mi bloqueo psicológico. Lo confieso, en ese momento disfruté de su polla y de la forma con la que él me había tratado (literalmente, me sometió a su deseo sexual).
Paco, cuando pasó eso, estaba muy bebido. Es probable que, a posteriori, una vez sobrio, tampoco se sintiera orgulloso de lo que hizo. De hecho, aquel ex-paleta que debería estar ya jubilado, poco simpático, callado, algo rudo y enjuto; era un heterosexual de manual. Viéndolo, de ninguna manera, uno se puede imaginar que aquel hombre sería capaz de tener sexo con otro hombre. Es muy probable que el estado de embriaguez y un largo periodo de abstinencia sexual, le hubiera trastornado llevándolo a hacer aquello que me hizo.
Insisto, agradecí no tener noticias de él. Tenía claro que lo que había sucedido aquel día se había dado en unas circunstancias que no se volverían a repetir.
Disfrutaba de mi tranquilidad y cotidianidad pero, sí que es cierto que, en alguna ocasión pensaba en lo que había sucedido aquel día. Cuando lo hacía, sentía una extraña mezcla de sentimientos: vergüenza e incredulidad por un lado; excitación y nostalgia por otro.
Ya habían pasado 6 meses, aproximadamente, de aquella experiencia. Tiempo suficiente para haber alcanzado una total normalidad. Tiempo suficiente para estar seguro que aquello formaba parte del pasado y que era imposible volvernos a comunicar. Tiempo suficiente para vivir sin pensar en ello. Era por la mañana. Estaba en la oficina. Ya llevaba dos horas trabajando concentradamente en lo mío. Preciso descansar un segundo y decido echar una ojeada al móvil. Abro el cajón, lo cojo y lo abro. Veo que tengo un par de mensajes de whats. Abro la aplicación y al instante me da un vuelco el corazón: tengo un mensaje de Paco!
- Hola princesa! Hace tiempo que no nos vemos. Tengo un piso que te podría interesar. Quedamos y te lo enseño?
Me pongo muy nervioso y algo enfadado. Me siento un idiota, como puedo permitir que una persona tan anónima pueda llegar a perturbar de esa manera mi paz. Dejo el móvil con indignación; me quema en las manos. Seguro que me será imposible concentrarme en el trabajo después de haber recibido y leído su mensaje, maldita sea.
Poco a poco me voy tranquilizando. No tengo porque quedar, nadie me obliga. Por qué he de ponerme nervioso? Vuelvo a volcarme en el trabajo, pero con un nerviosismo extraño e incomodo dentro de mí.
El día va pasando y la hora de partir se acerca. Mi nerviosismo aumenta a medida que se acerca la hora de partir después de la jornada. Sé que me tengo que enfrentar al mensaje recibido. No he vuelto a mirar el móvil desde la mañana. Lo rescato del cajón antes de salir. Mientras voy hacia el coche miro si tengo mensajes. No tengo ninguno. Entro dentro del coche y empiezo a conducir. Pienso en si debo responder o ni siquiera hacerlo. Me viene a la cabeza la posibilidad de que el motivo real para contactar sea que realmente tiene un piso interesante. Pero si ese es su única motivación, por qué lo de llamarme princesa ?
Es igual, no pienso contestarle!
Intento concentrarme en el programa de radio que escucho cada tarde de camino a casa. Soy consciente que mi cuerpo tiene un cierto desasosiego: con lo tranquilo que estaba yo esta mañana antes del dichoso whats.
Llego a casa y me tumbo en el sofá a ver la tele. Realmente miro la tele, pero no veo nada. No dejo de pensar en el whats y si debería contestar. Ese mensaje estaba minando de una forma sutil e inexorable mi voluntad. Mis pensamientos vuelven a aquel día y, aunque me estresa recordarlo, me excita pensar en aquello. Si es que en el fondo, me gustó sentir la virilidad dominante de aquel hombre. En el fondo se que deseo volver a sentir, lo que sentí aquel día. Por qué negarme la posibilidad de volver a vivirlo. Siempre he sido igual: el puto bloqueo a llevar a cabo aquello que perturba mi normalidad.
Aunque me quema el móvil en la mano, decido cogerlo, con el firme compromiso de contestarle. No puedo comportarme siempre como crío.
Abro el whats y, ya me aparece su mensaje (lo he dejado esta mañana abierto en su contacto).
- Hola Paco! Sí, hace mucho tiempo que no se de ti. La verdad es que después de nuestra “visita” a aquel piso, perdí un poco el interés en el sector inmobiliario.
Fue un mensaje entre neutro y sutil. No decía nada de forma explícita, pero si dejaba entrever lo que sucedió ese día. En ese momento, ese me pareció directo (me gustó).
Lo envié.
No tardo en sonar el móvil (con el consiguiente vuelco del corazón). Era Paco:
- Ese día, ya noté yo, que cogiste más interés en otras cosas que en el piso…
Menudo hijo de puta, encima hace sorna de lo que sucedió. La verdad es que me gustó su actitud: entre sarcástica, desenfadada, algo chulesca. Para mí fue como si le sacara hierro a lo sucedido.
Estaba muy excitado pero a la vez extrañamente relajado. Decidí entrar al trapo:
- Sí, ese día, el piso, no fue lo que más me gustó e impresionó
Me estaba calentando mucho con el intercambio de mensajes.
El móvil suena:
- El piso que te quiero “enseñar”, seguro que te va a gustar mucho más que el anterior, créeme. El que tengo para enseñarte te va a volver loca, princesa. Este piso es más “completo”. Tiene cosas que el otro no tenía y que seguro te van a “satisfacer”.
Joder con Paco, si al final era el puto rey del sarcasmo. Yo respondo (cada vez más taquicárdico) y entrando en su juego:
- Si es así, me muero de ganas de verlo.
Paco:
- Si te mueres de ganas, por qué no lo vienes a ver ahora? Este piso es muy goloso, puede que deje de estar a la venta. Hay muchos pretendientes.
Ese día, me trastorné. No sé cómo pude coger tal nivel de deseo; le dije que sí !
Le pregunté la dirección (estaba cachondo y pensé que era el momento de aprovechar las circunstancias).Podía ser la última vez que se presentase una oportunidad así.
Me dio la dirección diciéndome que en 5 minutos estaría allí. Cuando llegues, pica.
Al vivir en una población relativamente pequeña, yo también podía llegar en 10 minutos.
No quise pensármelo (aunque estaba muy nervioso), me hice un par de limpiezas rápidas y salí.
Estaba medio mareado de lo nervioso que estaba. A momentos tenía ataques de pánico y dudaba en dar marcha atrás. Pero quería acabar con este tema y poner a prueba de una vez por todas si me gustaba aquello con lo que siempre había fantaseado. Ahora a nunca.
Llegue y sin pensarlo, piqué en el telefonillo el piso que me había facilitado. Sin decir nada, abrió el portal. Yo entré y cogí el ascensor. Cuando llegué al replano, abrí la puerta del ascensor (con el corazón en la boca). Era de noche y no estaba demasiado bien iluminado. Me costaba ver los números de las puertas. Vi una que estaba algo abierta y me acerqué. Efectivamente, era el número que me había dicho. Empuje la puerta y entré. El recibidor estaba a oscuras. Cerré la puerta. Estaba muy nervioso y me preguntaba, que coño hacía allí. Se notaba que había algo de claridad en otra parte del piso. Me dirigí con cuidado hacia allí. Me fui acostumbrando a la oscuridad y podía ir vislumbrando dónde se encontraban los huecos de las puertas. El piso, realmente, debía estar a la venta. Estaba totalmente vacío. De las paredes y de los techos salían los cables eléctricos. Ese era el motivo de la oscuridad. Seguía el camino de la claridad a través de las puertas. Llegué a lo que intuía que podía ser el comedor. Aunque no era para lanzar cohetes, se percibía que allí se encontraba el origen de la iluminación. Me dirigí al centro de ese espacio (supuesto comedor) y pude ya pude ver todo el escenario... La luz provenía del balcón (todos sabemos que esas luces iluminan poco). Contra una de las paredes del comedor había un mueble buffet bajo y regio. Se notaba que era antiguo y de madera maciza. En ese momento pensé que era el típico mueble difícil de desmontar y de manipular que los propietarios dejan como “regalito” al nuevo propietario. También, en esa primera fotografía general del comedor, puede observar el movimiento de algo o de alguien en el balcón. Era evidente que Paco estaba allí. Lo confirmación vino a través de una nube de humo que de repente apareció reflejada por la luz y que el viento desplazaba y expandía. Era evidente que Paco estaba fumando. De repente vi cómo aparecía en el umbral de la puerta, mirando hacia el interior del comedor, supongo que extrañado e impaciente por mi tardanza. Nuestras miradas se encontraron y yo me sentí estúpido allí parado en medio del comedor. Su aparición, de repente, me cogió desprevenido. Sentía mi corazón muy acelerado. Estaba al borde de un ataque de ansiedad y me invadía una sensación de nausea (debido al extremo estado de nervios que sufría). La verdad es que, de repente, tenía unas ganas infinitas de salir corriendo de allí. Supongo que él lo percibió, porque inmediatamente me dijo: - Vente aquí al balcón, que se está muy bien.
La falta de connotación sexual y la tímida amabilidad con la que me había parecido decírmelo, creo que evitó mi huida. Estaba realmente nervioso, pero no decliné su invitación. Me dirigí al balcón a través de la puerta corredera. Mientras traspasaba ese umbral no pude evitar de tener un pensamiento: ya estoy de nuevo en un balcón con este hombre (la historia se vuelve a repetir). Una vez en el balcón, veo que Paco está inclinado apoyado en la barandilla. Está fumando un cigarro. Gira la cabeza cuando aparezco para mirarme. Me pongo a su lado mirando hacia afuero. Le digo un tímido y escueto: - Hola
Paco no me responde, mira hacía al frente dónde se ven algunas luces de las viviendas de los edificios que tenemos en frente. Va pegando caladas al cigarro y lanzando el humo inhalado. No se le nota nada nervioso. De hecho parece algo ausente (detalle que me descoloca). Lo voy mirando de reojo (él lo debe intuir). Va vestido con un chándal tipo Adidas con tres rayas verticales que bajan longitudinalmente por el lateral de la pernera. En cualquier caso, dudo que sea Adidas. No era ni bonito, ni se veía de buena calidad. Seguro que se lo había comprado en el mercadillo (perdonad por el prejuicio, pero es que daba el perfil). Seguro que lleva unos calzoncillos de una marca rara (comprados en el mercadillo también). En la parte superior, lleva puesto un camiseta de manga larga de color claro. Se ve muy usada y dada. Le va grande y tiene algún que otro agujero.
Apura el cigarro y lanza la colilla ves a saber dónde (a mí eso, me parece bastante impresentable). Se endereza y se acerca a mí. Con toda tranquilidad, ni corto ni perezoso, y alargando la mano empieza a acariciar una de mis nalgas, y me suelta: -Te quiero preñar. Desde que estuvimos juntos no dejo de pensar en ello. He intentado sacármelo de la cabeza, pero no hay manera.
Decía eso y me iba acariciando el culo y mirándolo sin cortarse. Yo estaba callado y muy sorprendido. De repente, me da un azote en la nalga más cercana mientras me dice: - Además tu lo estas deseando, lo sé. Estas deseando que un varón como yo, te saque la zorrita que llevas dentro. Lo tengo muy claro.
Acaba la frase y me da otro azote, ahora más fuerte y sonoro. Es un desvergonzado y un prepotente, pero, tonto de mí, eso me pone!!
Me resulta agradable que me acaricie el culo. Estoy cansado de esa lucha que tengo conmigo mismo y aunque los nervios no dejan que esté desinhibido, decido dejar de tener esa actitud mojigata, insegura e inmadura. Debo agradecer los pasos que estaba dando Paco (llevando toda la iniciativa). No era momento de hacer un feo. En el fondo tenía algo de razón, necesitaba ya de una vez, sacar la zorrita que llevaba dentro.
Alargué la mano y la posé en su entrepierna de forma patosa y saqué fuerzas de dónde pude para decirle: - Quiero que me preñes. Quiero perder el virgo contigo. Quiero sentir tu polla bien dentro de mí. Desde que te conocí, no deseo otra cosa que esa.
Mientras salían estas palabras de mi boca, mi mano había encontrado la polla de Paco. Ésta bajaba enganchada por una de sus piernas. La acariciaba por encima del chándal. Fui consciente de nuevo en ese momento del calibre de su miembro. En el trayecto que hacía mi mano para acariciarla costaba encontrar el final de su polla. Por no hablar del grosor, que también había olvidado.
El levanto la cabeza y me miró con intensidad. Tenía la mano apoyada en la nalga y mientras me miraba fijamente y con el rictus tenso, me propinó un nuevo azote. A mí, en ese momento, me pareció que me estaba diciendo quien era el que mandaba allí.
Su mirada era fría y dominante. Yo, notando que la polla se había puesto algo más tensa, la agarré con la pernera del chándal por medio. Asida la polla de aquella forma, empecé un suave y delicado movimiento ascendente y descendente. Resultaba muy excitante sentir aquella barra de carne en mi mano. Me acerque a Paco colocándome en una posición más frontal. Quería con mi otra mano agarrarle los testículos. Así lo hice; dirigí mi mano a la entrepierna. Coloqué mi mano por el hueco que dibujaban las dos piernas con la palma para arriba. Subí mi mano hacia arriba hasta encontrar y agarrar sus testículos. Empecé a amasarlos. Nos mirábamos a los ojos y percibí como apretaba los dientes. Se le marcaba rítmicamente un musculo que se encuentra al final de la mandíbula. Su respiración se hizo algo más profunda. Me continuaba mirando fijamente, pero entornaba los ojos de vez en cuando. Interpreté esos cambios como pistas de que sentía algo de placer. Eso me hizo sentir orgulloso.
Su polla empezaba ya a tirar con fuerza hacia arriba. Su grosor y dureza también habían aumentado mucho. Quería y necesitaba avanzar hacia un contacto más íntimo, húmedo y sexual. El chándal fue un gran aliado para mí. Metí mis manos a través de la goma superior. De forma resolutiva y decidida, baje los calzoncillos de Paco por dentro del pantalón. Mis manos tomaron la misma ocupación de antes, pero con un contacto piel a piel. Cómo me gustó sentir su polla caliente en mi mano. Mi mano obligaba a su pene a estar hacia arriba para poder masturbarlo así de pie. Mi otra mano jugaba con sus testículos, que también estaban calentitos y duritos. Paco se dejaba hacer con los ojos cada vez más entornados y soltando alguna mueca que otra. Notaba su aliento con olor a tabaco porque su respiración se había hecho más profunda y pesada.
Noté algo viscoso en la mano que sujetaba y masturbaba su pene. Imaginé que ya estaba soltando líquido pre-seminal. Pensé en lo que me gustaría meter mi cabeza dentro de ese chándal para percibir todos los efluvios de su sexo. Cada vez estaba más excitado y con ganas de más. Saqué la mano con la que masajeaba su polla y delante de él me la llevé a mi nariz. Mirándolo a los ojos me pasaba la palma de la mano por mi nariz olisqueando cómo una perra los aromas y trazas de su polla. Ese aroma se clava en mi cerebro y acelera inmediatamente mi corazón. Ese olor, no sé cómo explicarlo, me subyuga y me hipnotiza. Siento que es tal la intensidad de las sensaciones que me provoca su esencia de macho que noto que me aflojo. Ese estado de debilidad y abandono producido por el deseo infinito al cual me lleva su fragancia hace que tenga escalofríos. Siento como frío y tiemblo (cómo he podido llegar a este estado, solo con el hedor de su polla?). En eso momento, no soy capaz de ver nada. Noto que el pasa sus manos por detrás de mí y coloca cada una de las manos en una nalga. Me ve en ese estado y cree necesario hacerme salir de ese letargo (imagino). Me vuelve a acariciar el culito. Es esta ocasión amasa mis glúteos con fuerza. Me los apreta con sus fuertes manos. Aleja una mano y me propina una fuerte nalgada. Me ha dolido y me ha sacado de mi ensimismamiento. Vuelve a colocar la mano con la que me ha azotada en la nalga. Ahora es la otra la que se aleja y me propina otra fuerte nalgada. Esta acaba de sacarme del trance. Vuelve a apoyar la mano en la nalga. Vuelve a amasar mis nalgas, pero en esta ocasión me las agarra separándolas (abriendo el culo). Eso hace que tenga una punzada de deseo en mi ano. Es como si de golpe, con ese gesto, me lo hubiera despertado. Repite la operación repetidas veces: me junta las nalgas y de repente la separa mucho estirándome hasta el esfínter y provocando una punzada de placer en él. Sin darme cuenta, cada vez que lo hace, emito un gemido.
El sé da cuenta de ello y lo envalentona y calienta.
De repente me empuja contra la barandilla del balcón y se engancha a mí por detrás. Me pega su paquete a mi culo y noto su trozo de carne contra mi culo. Se la recoloca y ahora noto como su cipote se coloca entre mis nalgas. Me pega unos cuantos empujones así, como si me estuviera bufando. Se separa y me propina un fuerte azote en una de mis nalgas. Entonces me dice: -Bájate los pantalones !!
No hace falta que lo diga dos veces. Me desato el cinturón y desabrocho el botón. Paco tira violentamente de mi pantalón para abajo. Al sujetar el pantalón para bajarlo también ha enganchado la goma de mi calzoncillo. Del tirón, me ha bajado las dos prendas dejando al instante mi culo al aire. Me pega otra fuerte nalgada con mi culo al aire. Esta a picado mucho más y además ha sonado muy fuerte. Se vuelve a enganchar a mí. Ehhhh! Noto el calor se su enorme polla entre mis nalgas. Se ha debido bajar el pantalón. Su polla, que está morcillona, se mete por entre mis dos piernas y mi culo. Con el glande, me pega en los testículos. Empieza a metérmela y sacármela en esa posición. Noto su enorme y ardiente cilindro de carne por debajo de mi culo y por entre mis piernas. Lo noto enganchado a mí, con sus manos en mi cintura. Me está literalmente follando así. Parece como si se hubiera enajenando. Me estaba empotrando contra la barandilla. Cada vez se le notaba la polla más gorda y dura. En una de esas, se va un poco más atrás de lo que tocaba. Su polla pierde contacto con mis piernas y mi culo. Cómo ya tiene el miembro bastante erecto, al empujar de nuevo, pica contra mi ano primero y, afortunadamente después, toma un sentido ascendente.
Me doy cuenta de que corro peligro. De repente soy consciente de que ese pollón no va a poder entrar en mi culito; o mejor dicho, es mejor que ese pollón no entre en mi culito. Me asusto. Paco está cómo loco por volverme a encajar la polla dónde estaba.
Me giro rápidamente mientras subo como puedo los pantalones para cubrir mis vergüenzas. El pantalón no me resulta fácil de subir y con lo que más me tapo es con el calzoncillo. Puedo ver la estampa de Paco: pantalones y calzoncillos en los tobillos, sorprendido por el cambio repentino de situación, con su monstruoso miembro apuntando a mí cara, el rictus tenso, su mirada de enfado y reproche. Me dice con tono poco amigable: -Qué coño te pasa ahora !?
Entonces no me queda más remedio que decir lo pienso: -Paco, me muero de ganas de sentir tu polla dentro de mí. Pero la tienes muy grande y me puedes hacer mucho daño. Me pone mucho que seas tan fogoso, pero tal como es tu polla, me da miedo que me dañes.
Aunque su rictus permanecía serio, por lo menos, enfadado no parecía. Dejo de mirarme y se le veía entre preocupado y pensativo. Supongo que era lógico, en pleno calentón, de golpe, se veía sin poder consumar.
De repente se le abrieron los ojos y me miro. Pisando los pantalones con los pies, se deshizo de sus pantalones y calzoncillos. Me extendió la mano para que se la cogiese y así lo hice. Empezó a caminar dirigiéndose al comedor. Me llevaba cogido de la mano para indicarme el camino. Para el resto de la humanidad, la estampa de Paco sería entre ridícula y grotesca (desnudo de cintura para abajo, el pollón tieso que iba saltando a medida que caminaba, con los calcetines y la bambas puestas), a mí, en cambio no me podía poner más. Me puso muy caliente verlo así. Me gustaba cómo me llevaba de la mano.
La verdad es que no sé donde me llevaba y que quería hacer.
Una vez en el comedor, me lleva a dónde está el buffet bajo del comedor. Con sus movimientos me hace poner de espaldas al buffet y me dice: - Siéntate!
Yo lo obedezco y me siento en el borde. El buffet es bajo, pero los pies no me tocan el suelo
Paco se acerca y sujetando la goma de los calzoncillos me los estira hacia abajo para bajarlos. Es evidente que sentado cómo estaba, no podía sacármelos. Aunque me daba vergüenza y no me gustaba que Paco viera mi polla (por pequeña que fuese), con la ayuda de mis brazos levante mi culo para que él los pudiera sacar. Estiro con ímpetu y decisión mis pantalones. Me los arranco de las piernas llevándose los zapatos. Se acerca de nuevo a mí, y me saca también el jersey que llevaba junto a la camiseta que llevaba debajo. Me dejó completamente desnudo. No me atreví a negarme a nada de lo que me hacía, aunque no me hacía gracia quedarme totalmente desnudo delante de él.
A partir de ahí todo fue saltando de sorpresa en sorpresa.
De repente, me coge de los hombros y con suavidad y cuidado lleva mi tronco hacia atrás. El culo me queda al borde del buffet pero mi tronco queda inclinado y apoyado contra la pared. Con sus manos, arrastra mi culo más hacia afuera del buffet. Eso hace que mi tronco quede algo más inclinado. Quedo apoyado en la pared en la zona cervical. En esa posición, son mi cabeza (en una posición un poco forzada) y el cuello los que descansan sobre la pared. Lo que queda en contacto con el buffet, en cambio, es mi zona lumbar. En esa posición estoy totalmente expuesto (y algo de maniatado; solo manteniéndome con su brazo contra la pared, me costaría mucho moverme y/o enderezarme). Es entonces cuando mete una de sus manos entre mis glúteos y empieza a acariciar mi agujerito!! Lo hace con suavidad y con cuidado. A mí me pilla totalmente desprevenido. Es una caricia superficial que me genera como un cosquilleo en mi culito. Es agradable y placentero, y hace que sienta mi esfínter cómo un órgano más de mi cuerpo. Me calienta ver a Paco teniendo esas atenciones conmigo. Mientras me toca, a ratos mira su mano y mi culito y a ratos me mira a mí. Yo empiezo a respirar algo más fuerte, ya que el cosquilleo va en aumento. Poco a poco mi esfínter se va despertando más y más. Es como si a través de las caricias fuera tomando vida.
En un momento dado, la presión de la caricia aumenta. Eso me provoca una punzada/calambre de placer en el ano; me remuevo y gimo. Cada vez siento más mi agujero. Siento como si mi ano empieza a latir y a moverse. Oleadas de calor suben por mi cuerpo y mi respiración cada vez se me hace más pesada. También empiezo a entornar los ojos. Las oleadas de calor que suben desde mi culito a mi cara recorriendo todo mi cuerpo, cada vez son más fuertes. Siento que mi culito se va como aflojando y enviando cada vez más a menudo punzadas de placer. Desearía que apretara más su mano contra mi ano. El placer que siento me pide más. Siento que mis mejillas arden.
Paco saca la mano de mi culito y se la lleva a boca para ensalivarla. Su mano se vuelve a alojar en mi culito. Durante los breves segundos que ha sacado la mano para ensalivarla, he sentido vacio y frío en mí culito. Afortunadamente, no ha tardado en volver a poner su mano ahí. Me doy cuenta de que ahora mismo soy suyo. Si dejara de tocarme le imploraría y suplicaría que continuara. Estoy muy caliente y descubriendo unas nuevas sensaciones que nunca antes había sentido. El nivel de sofoco que tengo me indica que esta forma de sexo es mucha más invasiva y devastadora que las que he conocido hasta ahora.
Con la mano ensalivada, la caricia, todavía, si cabe, es más placentera. Ahora apreta todavía más. Creo que me acaricia con dos dedos (el canal de mi culito, no da espacio para más). Noto como las yemas de sus ásperos dedos pasan por mi raja. Que punzadas de placer que me dan esas caricias!! Vuelvo a sentir esas oleadas devastadoras de calor y placer que invaden todo mi cuerpo y que ruborizan mi cara. Mi respiración es muy densa y pesada. Es arrítmica y temblorosa. Siento que mi cara se va congestionando más.
Mi ano ha cobrado vida propia. Se ha hecho hipersensible y reconoce la superficie y cualquiera de las imperfecciones de los dedos que lo están tocando. Ahora mismo es como un escáner digital. Mi esfínter se convierte en un órgano con vida propia y en una fuente de placer. Noto como si mi ano se remueve y se afloja con las caricias. Las punzadas y las oleadas de placer son cada vez más incontroladas. Siento como, cuando Paco pasa los dedos, estos están a punto de entrar en mi culito sin ningún esfuerzo.
Paco también lo nota y mirándome, poco a poco, mete sus dos dedos en mi culito. Han entrado sin ningún esfuerzo!! Yo siento una punzada de placer indescriptible, dios !! Me remuevo y gimo. El estado de placer me lleva involuntariamente a cerrar los ojos. Paco empieza a meter y sacar los dedos. Las oleadas de placer que suben de mi culito ya no las puedo describir. Es cómo un estado de trance. El placer que siento me lleva a un estado de abandono. Empiezo a temblar.
Cómo puedo, abro los ojos y miro Paco (mi cara debe ser un poema). Paco me mira como entre preocupado y sorprendido (en ningún caso, ni yo ni él, nos podíamos esperar este nivel de respuesta sexual en mí). Mi mirada debía ser cómo de abandono, de placer insufrible y no descarto que también de agradecimiento y amor. La cuestión es que con la mirada quise transmitirle que era toda suya y que por favor me metiese su polla.
Él lo entendió perfectamente. Se escupió la mano y se embadurnó su polla de saliva. Esta acción la repitió un par de veces. Entonces levanto mis piernas y las sujetó en alto colocando sus manos en el pliegue posterior de mis rodillas. Mi posición era como la de una mujer en un parto. En esa posición estaba mucho más ofrecida y el podía ver todo los detalles. . Era un momento trascendental y aunque estaba perjudicado (o perjudicada, ya no sé cómo decirlo), quería ver lo que sucedía. Yo espatarrado con las piernas abiertas y alzadas (en una posición muy poco decorosa) y Paco miraba concentrado a su polla.
Apoyo su glande contra mi agujerito (sin necesidad de sus manos). Mi ano sintió y reconoció el contacto de su prepucio. Se notaba húmedo y caliente. Paco empezó a empujar y mi esfínter se abrió para abrazar su glande. Por un lado, mi culito, se abría dejando entrar su polla sin ningún atisbo de dolor (cosa que para mí era como milagroso, dadas las dimensiones del tiburón que tenía entre las piernas Paco). Por otro lado, y eso si que es cierto, no fue una tarea fácil. Yo creo que estuvimos como cinco minutos para encajarla totalmente. Tuve que poner mucho esfuerzo y concentración (y tensión) durante todo el proceso (lo sé porque, empecé a sudar ostensiblemente). Aunque mi esfínter abrazo su prepucio con devoción y hospitalidad, este tubo que tensarse al máximo. Paco se comportó como un Sr. (le estoy muy agradecido). Supongo que notaba la tensión que ejercía su polla en las paredes de mi recto y su avance fue muy lento. Su obús entraba pero tensaba mi esfínter al máximo. Avanzaba muy poco a poco. Iba sintiendo de forma clara como me embutía su miembro dentro. Me estaba llenando y esa sensación era muy agradable ya que podía sentir la caliente superficie de polla en las paredes interiores de mi recto. Yo resoplaba y mis gestos y posturas eran casi como las de un parto (pensándolo bien, era un poco era así: no estaba pariendo pero si estaba introduciendo un ser vivo dentro de mí). Es lógico entonces el trabajo y el esfuerzo que yo estaba librando. Paco no sacaba ojo de la zona dónde se estaba librando la batalla. Supongo que iba valorando el avance y gestionando la invasión. Cuando yo pensaba que debía faltar poco, todavía no debía a llevar ni la mitad, porque aún pasaron minutos hasta notar el calor de su pubis cerca de mí.
Cuando pensaba que era imposible sentir más tensión en el canal de mi recto notaba un ligero avance de su boa que todavía lo llenaba y tensaba más. Me notaba cansada pero me concentraba en la agradable sensación de sentir ese intruso dentro de mí. Creo que sentía las venas de su rabo y los latidos del corazón de Paco a través de las paredes de mis tripas. Una gota de sudor bajo desde mi frente por mi cara. Mi respiración era pesada.
Después de varios minutos de esfuerzo y tensión, empezaba ya ha sentir un cansancio cercano al agotamiento. Entonces, noté el calor de su pubis en mi culito. Eso sí, Paco llegados hasta aquí, supongo que quiso llegar hasta el final. Sentí como su pubis se pegaba a mí y me empujaba. Dios, me tenia ensartado como un brocheta. Juro que era una sensación increíble notar toda aquella barra de carne caliente dentro de mí. Paco me miró y sonrió con cara de triunfo y cansancio. Rompió el silencio cuando me dijo: -Pues al final sí que has podido con ella, cariño. Ya sabía yo que eras una buena hembra.
Se fue retirando hacia atrás deslizando su polla hacia afuera y generando una mezcla de sensaciones en mi: algo de alivio, pero también una sensación de vacío, tristeza, pena y añoranza. Fui de nuevo consciente (una de tantas) de la magnitud de su miembro: iba notando paulatinamente el vacio que me provocaba su retirada y quedé impresionado por lo que tardó en extraer del todo su polla. Justo en el momento que salió del todo, se hoyó un ruido en mi agujerito que no supe reconocer (nunca lo había oído).
Paco que también estaba acalorado, se arranco la camiseta, dejando ver su fibrado cuerpo. Aunque estaba fibrado, sí que habían detalles que indicaban que ya tenía una edad. Manchas y pecas, alguna arruga, algún pliegue, alguna zona flácida, su abundante bello blanco. Sus brazos eran delgados, pero eran todo nervio y venas. Me encantaba su cuerpo y me ponía muy caliente. A toda esa fotografía había que añadirle la gruesa pértiga que le salía de la ingle. Aquel apéndice era del todo desproporcionado en relación al tamaño de su delgado cuerpo (tampoco era alto). Volvía a estar activo y con urgencias (el deseo se había vuelto a apoderar de él). Su rictus estaba tenso y serio de nuevo (no sé cómo decirlo; daba respeto y algo de miedo verlo así). De repente con brusquedad, vuelve a sujetar y levantarme las piernas. En esta ocasión las levanta y las empuja hacia mí. Mis muslos tiran de mi culo hacia arriba despegando la zona lumbar del buffet. Él agacha un poco la cabeza y deja ir su saliva en mi agujero. Noto la humedad caliente de su saliva en mi esfínter. A posteriori, noto como ese líquido caliente se escurre dentro de mí. Soy consciente que me ha debido dejar el culito algo abierto. Repite la acción unas cuantas veces, llenando mi culo de saliva (es una sensación agradable). Me vuelve a poner en una posición más ergonómica y vuelve a depositar a pulso su glande en mi agujero. Lo hace con pericia para evitar que la saliva caiga. En esta ocasión es menos condescendiente. No es brusco, pero el avance es constante y no da lugar a concesiones. En unos segundos a ingresado su polla de nuevo hasta los mochos. He tenido que aflojarme y abrirme de forma rápida. En esta ocasión, durante el trayecto, he tenido una punzada de placer. Vuelvo a sentir como la piel de su miembro tensa y se estira el interior de mi recto. Disfruto al máximo de sentir la polla de Paco embutida de nuevo dentro de mi culo.
Está unos segundos así y, de nuevo, vuelve a retirarla. En esta ocasión, dando un paso atrás, la retira muy rápidamente. De nuevo el vacio, la tristeza y la añoranza.
Apunta, y de nuevo la ingresa dentro de mí. En esta ocasión, ha tardado la mitad que la anterior (en 3 o 4 segundos me la ha clavado hasta el final). La saliva resulta un lubricante genial. La punzada de placer que he sentido ha sido más intensa y prolongada. Emito cómo un quejido. Paco vuelve a dar un paso atrás, sacándome la polla por completo. La acerca de nuevo y la introduce de nuevo hasta los topes. La intensa punzada de placer que traspasa mi cuerpo, es totalmente imprevista. Suelto un “ohhhh!!” ascéndente que llama hasta la atención de Paco. De nuevo una oleada de calor sube de mí bajo vientre por todo mi cuerpo hasta mi cara. Vuelvo a tener sensación de desfallecimiento.
Paco me mira escrutadoramente con cara de sorpresa. Da un paso atrás y la saca. Apunta su polla y vuelve a invadirme con su monstruo. No puedo describirlo…en esta ocasión grito. La punzada de placer me traspasa como un rayo. Abro los ojos y la boca, sorprendida por la naturaleza y la intensidad del gusto que siento. Gimoteo y mi vientre tiembla. Alguna convulsión también tengo. Mi cara arde y siento que tengo fiebre muy alta.
Aunque veo muy poco, porque estoy en estado como de shock, la cara de Paco es de total sorpresa e incredulidad. Está unos segundos mirándome (yo en ese estado de abandono, no siento ni vergüenza). Deja de mirar hacia mí y vuelve a concentrarse en la zona cero.
Vuelve a sacarla y vuelve a aproximarse invadiendo de nuevo por completo culito. El silencio de la noche queda roto por el grito que sale de mi garganta. Me casi desmayo, no puedo aguantar la intensidad del placer que siento. Mi cuerpo tiembla cómo una hoja. La respiración se ha convertido en una convulsión. Estoy cómo medio llorando, medio gimiendo. Tengo miedo a la siguiente penetración. No sé si la podré aguantar. Tengo miedo de que me pueda fallar el corazón.
Entonces Paco, decide no tener piedad de mí. Me pega tres embestidas sacando y metiendo su polla que hacen que me rompa por dentro. Me retuerzo mientras grito, me falta la respiración y me quema el sexo y todo el cuerpo. Creo que me desmayo y pierdo la visión durante unos instantes. Noto que pierdo por completo la fuerza de todo mi cuerpo. Despierto pesadamente de mi letargo y noto que la baba cae por la comisura de mis labios. Todavía respiro irregularmente.
Paco me sujeta para que no caiga. Sus ojos me miran con preocupación. Me dice: -Cómo te encuentras?
Yo siento un cansancio y una modorra infinita, pero abriendo un poco los ojos, le digo que estoy bien.
Paco me tiene cogido por las piernas pero con la polla fuera.
Poco a poco se me van yendo los efectos secundarios del brutal orgasmo (eso es lo que creo que había pasado).
Entonces, de repente, de golpe, sin previo aviso, mi corazón se llena de gratitud hacia Paco.
Juro que fue un deseo muy íntimo: -Paco, por favor, métemela y fóllame de nuevo. Necesito que te corras dentro de mí y me dejes todo tu semen dentro de mí. Quiero que me preñes!!!!
Al momento dudó, y tuve que volvérselo a rogar. Finalmente, puso mis rodillas sobre sus hombros (así el no las tenía que sujetar). Y con una de sus manos apuntó, de nuevo su prepucio, en mi glande. Empujó y de nuevo su polla se fue deslizando dentro de mí. La llevo de nuevo al final apoyando y apretando su ingle contra mí. Ya no la sacó. Empezó a mover su cadera hacia dentro y hacia fuera. Me hubiera gustado ver los movimientos de su culito. Mientras me follaba yo alargué una mano para acariciar su pecho. Quería demostrarle cariño y agradecimiento. Era un día lleno de sorpresas: de repente levantó su mano y sujeto la mía contra su pecho mientras continuaba con el mete-saca. Este detalle me desarmó. Otra sorpresa: de nuevo empezaron las punzadas de placer. Volvía a sentir mi recto muy lleno (se le estaba inflando más la polla?). Paco continuaba con el coito y empezaba a contraer su cara. A mí me tenía de nuevo bufando. Notaba como si mi culo estuviera muy mojado y muy lleno. La sensación era muy placentera (mu hubiera estado así horas). Paco hacía cada vez más tics y cada vez se le tensaba más la cara. Se notaba que lo estaba disfrutando. De repente, oigo que le sale un gemido gutural. Lo que yo os diga, el día de las sorpresas: me baja las piernas de sus hombros dejándolas colgando del buffet y estirando uno de sus brazos, pasa la mano por detrás de mi cuello (sujetándolo). Me estira hacia su persona separándome de la pared. Siento su aliento con olor a tabaco porque me ha puesto mi cara enfrente a la suya. Me mira con intensidad mientras se le va desencajando la cara. Aprieta los dientes y pega un gruñido. Creo que está a punto de correrse. La secuencia de sorpresas, y la excitación del momento, hace que no sea del todo consciente de la rapidez con la que las punzadas de placer que salen de mi embutido culo recorren todo mi cuerpo. Vuelvo a medio gemir y medio lloriquear, pero en esta ocasión en la cara de Paco. Paco mirándome a los ojos vuelve a gruñir. Entonces para ahogar sus quejidos me pega un morreo. Mete la lengua violentamente en la boca mientras de su cuello salen rugidos. Empiezo a notar cómo su polla empieza a dar cómo patadas dentro de mí. Pega unas cuantas patadas y de repente como una contracciones de su polla. Yo vuelvo a correrme. Él gruñe dolorosamente mientras empuja su polla hasta lo más adentro que puede. Nuestras salivas caen de nuestras bocas por la intensidad con la que mete su lengua. No para de tener contracciones y de escupir semen. Noto cómo me invade su lava caliente. No para de sacar leche, es una barbaridad. Continúa haciendo fuerza por meterla más adentro y sus contracciones no paran. Finalmente, se queda quieto e inmóvil. Yo lo abrazo con mis piernas y con mis brazos y apoyo mi cara en su cuello. Noto como se semen invade mi interior.
Nos despierta de esa situación el timbre y el jaleo que hay en el rellano.
El ruido y los gritos, ha llamado la atención de los vecinos.