Era un día normal, fresco como correspondía al mes que estábamos, aunque el frío se nos hacía de rogar.
Había salido a pasear sin rumbo fijo, estaba un poco de bajón sin saber por qué, uno de esos días tontos que todos tenemos, mirando la gente de alrededor, cada uno enfrascado en sus cosas, algunos andando deprisa, otros relajados paseando como yo, muchos mirando el móvil, hombres, mujeres, algún niño agarrado a la mano de su madre, manteros ofreciendo su mercancía y vigilando por si llegaba la policía municipal, muchos coches pitando por el atasco. Un día normal, vaya.
Ví una mesa libre en una terraza de estas que tienen estufa y decidí que era un buen momento para tomarme un café. Me senté y lo pedí al camarero que acudió solícito, mientras seguía pensando en mis cosas, en mi trabajo en el que cada vez estaba más a disgusto, en el tiempo que podría aguantar con los ahorros que tenía si finalmente me decidía a dejarlo, y que no eran escasos, el dinero no era mi problema, valorando al mismo tiempo ese nuevo puesto que me habían ofrecido, a través de un familiar, y que, aunque no me terminaba de convencer, me abría otra puerta que tendría que valorar.
Mi cabeza era un hervidero de cosas, y al mismo tiempo, (y no menos importante), !!joder, no sabía qué coño me pasaba que llevaba más de un mes sin follar!! .
Estaba en lo mejor de mi vida, treinta años, guapa, sexy, con una vida sexual que yo dirigía, había tenido los líos que yo había querido, había elegido a mis amantes ocasionales, algún que otro follamigo, a alguna pareja que había durado algunos meses y que se había acabado cuando yo lo decidí, ¿qué coño me pasaba entonces en este último mes? ¿por qué mis únicos amantes últimamente eran los juguetes que guardaba en el cajón de la mesilla de noche? Y no es que me quejara del uso que les daba, no, para nada.
Me vino una sonrisa a la cara recordando la noche anterior, desnuda y exhausta totalmente en la cama después de leer un relato de mi página favorita, todorelatos. Había un autor que especialmente me motivaba, me ponía, me excitaba con cada cosa que publicaba, y el último que subió a la página, ufffffffff!!.
Ensimismada, recordé como empecé a leerlo con una mano, como siempre hacía cada vez que empezaba uno de sus relatos, sabía lo que me esperaba. A la mitad de la lectura ya tenía mi coño machacado con mis dedos, y mis pezones para cortar cristales.
Me vino la imagen de como me quité la braguita y la camiseta vieja que uso para dormir, necesitaba sentir todo mi cuerpo desnudo.
Abrí el cajón y dudé entre el satisfyer, o esa réplica de látex que tenía de una polla tiesa, gorda, venosa, con huevos redondos, y no lo dudé....necesitaba follarme en esos momentos.
Cogí ese pollón y mientras me adentabra en el capítulo que hacía chorrear mi coño según lo avanzaba, me lo metí todo lo más profundo que pude, haciéndome yo misma gemir como una zorra imaginando que era yo la protagonista del relato.
Era a mí a la que estaban follando de esa manera tan sensual, tan voluptuosa, tan cerda al mismo tiempo, y que tanto me gustaba. Era en mi coño empapado donde la polla entraba y salía como un martillo pilón. A cuatro patas encima de la cama, agarrada y arañando las sábanas, con los ojos turbios de placer, era yo la protagonista del relato, era yo la que le pedía a mi amante imaginario más y más, la que le pedía que me diera más fuerte sintiendo como sus huevos rebotaban en mi culo cuando su polla entraba en lo más profundo de mi coño.
Era mi culo el que recibía los azotes que lo dejaban marcado de rojo, era mi coño el que chorreaba y hacía esos ruidos tan jodidamente excitantes cuando su rabo me martilleaba una y otra vez, eran mis líquidos los que corrían por mis muslos y ya empapaban las sábanas de mi cama.
Mi mano aferraba la polla de látex con todas mis fuerzas y me la metía con violencia en mi coño, imaginándomelo a él, agarrado a mi grupa, rompiéndomelo, una y otra vez, más fuerte en cada empujón, sintiendo esa mezcla de dolor y placer tan sumamente placentera, un placer inenarrable.
Jadeaba de deseo, gemía, chillaba en algunos momentos sin importarme si alguien lo oía al otro lado de mi habitación, al contrario, casi deseando que fuera él quien lo hiciera, que entrara en mi casa, quitara mi juguete de las manos y lo cambiara por su rabo tal como yo lo imaginaba,.....
--si, si, si, más quiero más, fóllame más, por favor, soy tuya cabronazo, dame todo lo que necesito, fóllame el coño, lléname, quiero que te corras dentro de mí, ya, ya, hazlo, por favor, hazlo ya, me voy a correr, no aguanto más, me corro, me corro, hazlo conmigo por favor, ahhhh, yaaaaaaaa!!!......
Casi asustada abrí mis ojos, dándome cuenta en ese momento que los había tenido cerrados, sintiendo la humedad en mi coño que estaba mojando mi tanga. Cogí el café con nerviosismo, mirando a uno y otro lado y me lo llevé a los labios para dar un sorbo sintiendo como se había quedado helado.
Y enfrente de mí, el camarero con una sonrisa,
--¿le sirvo otro señorita?, ya debe de estar frío, no?.