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Fecha: 21-Nov-23 « Anterior | Siguiente » en Amor filial

Sábado sabadete

Marco
Accesos: 24.758
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Tiempo estimado de lectura: [ 22 min. ]
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Mi madre se va de fin de semana esperando la visita al Club, pero antes de ir se lleva un buen premio. Version para imprimir

La semana se me hizo eterna pero por fin llegó la tarde del viernes.

Volví de la oficina y vi a mis padres preparando la maleta para irse a la sierra, les di dos besos y me senté en el salón a ver la tele.

Al instante pasó mi madre en dirección a la cocina.

-          Marco. Ayúdame por favor, tengo que recoger unas cosas y yo sola no puedo.

La seguí y nada más entrar me empujó contra la puerta y me besó en los labios como si fuera una quinceañera, su lengua exploró mi boca y su respiración se aceleró hasta el punto que parecía ahogarse.

-          No sabes cuánto me gustaría quedarme hoy contigo, mi vida. Estoy deseando que llegue mañana para ir a ese club al que vas a llevarme.

Metí la mano bajo la falda y acaricié su sexo por encima de la braga.

-          Uffff. No me hagas esto, cariño. Ahora no. Si sigues tocándome voy a perder la compostura y vas a tener que follarme.

Hice caso omiso a sus palabras y al meter los dedos bajo la braguita comprobé que su vulva estaba empapada.

Deslicé un dedo entre los gajos y penetré su húmedo coñito.

-          Ummm. No, por favor, hijo mío. No sigas, te lo ruego.

Me pedía que la dejase pero al mismo tiempo sus piernas se arqueaban dándome acceso a su sexo.

Acaricié el clítoris muy suavemente y la penetré con los dedos.

Al instante entornó los ojos y comenzó a gemir apoyando la cara en mi hombro.

-          ¿Te gusta que te toque? – pregunté sabiendo de sobra su respuesta –

-          Uffff. Mucho, mi vida. Ya lo sabes.

-          ¿Quieres que te folle?

-          Ya me gustaría, cariño, pero no podemos, está tu padre.

Empujé mis dedos en su sexo, y al penetrarla con ellos vi como jadeaba y se agarraba con fuerza a mí cuello.

-          Esto no está bien, mi vida, tu padre puede pillarnos.

Sabía que tenía toda la razón pero estaba dispuesto a jugármela, pasé la lengua por su cuello y mi dedo acarició de nuevo su botoncito del placer logrando que se estremeciera.  

De repente subió su falda y tiró de la braga hacia abajo.

-          Date prisa, cariño. Fóllame rápido.

-          ¿Y si viene papá?

-          Uffff. Vas a volverme loca, no hagas más preguntas y métemela ya.

Esto era como el día de la marmota, no tenía más que entrar a buscarla y tocarla un poquito, y en cuanto notaba mis dedos en su coño, se mojaba y ya no le importaba nada, solo quería que la metiese mano y la follara por donde fuera.

La tenía tan excitada que estaba dispuesta a dejarse follar incluso con mi padre en casa.

Todo lo que mi hermana decía era completamente cierto, si sabía manejarla podría conseguir de ella lo que me viniese en gana.

Sujetó mi cara entre sus manos y sus labios me besaron desesperadamente buscando mi lengua con la suya.

Saqué los dedos de su sexo y comenzó a mover las caderas reclamándolos con insistencia.

-          ¡Fóllame! Hijo mío. No me dejes así. Métemela aunque solo sea un poquito.

Era increíble, necesitaba sentir la verga en su coño aunque solo fuera por un momento.

La vi tan entregada que quise ponerla a prueba.

-          ¿Vas a follar hoy con Papá?

-          Claro, mi vida. Todos los viernes lo hacemos.

-          ¿Y vas a dejar que te folle el culo?

-          Si, cariño. Ya sabes que sí.

Cogió mi mano y la metió de nuevo entre sus piernas.

-          Sigue tocándome, corre.

Con mi mano rozando su sexo comenzó a mover las caderas frotándose contra mis dedos.

-          Así, cariño, así. Tócame, por lo que más quieras.

-          No. Primero prométeme que no dejarás que te folle el culo.

-          ¿Por qué? Mi vida. – dijo con la yema de mi dedo acariciando su clítoris –

-          Lo quiero para mí, ya sabes que tu culazo es solo mío.

-          Pero cariño…

Intentó decir algo, pero acaricié de nuevo el clítoris y entre jadeos aceptó mi propuesta.

-          Ummm. ¿Eso es lo que quieres?

-          Si. Prométemelo.

-          Te lo prometo, cariño. El culo será solo tuyo.

Su coñito era un juguete en mis manos, lo penetraba cada vez más rápido y mis dedos salían de él empapados.

-          No. Así no, mamá. Dímelo como a mí me gusta.

Empujé con tal fuerza los dedos que mi madre tuvo que ponerse de puntillas.

-          Uffff. Te lo juro, mi vida. Reservaré mi culo para que lo folles tú mañana.

Continué masturbándola mientras se agarraba con fuerza a mis brazos. Jadeaba fuera de control pidiéndome que no parase y abría por completo las piernas ofreciéndome su sexo abierto.

Al instante vi como tapaba su boca con la mano para amortiguar los gemidos que salían de ella. Saqué mis dedos y se los mostré totalmente empapados.

-          ¡Joder! Hijo mío. Menuda paja me has hecho.

La besé en los labios y recordé lo que acababa de prometerme, quería su agujerito del culo intacto para follármelo yo al día siguiente.

Se fue rápido al baño y yo me senté a ver la tele.

Poco después salió mi padre por la puerta y mi madre se retrasó un poco para darme un beso de despedida. Al besarme me susurró al oído.

-          Mañana por la noche vendré para que me lleves a ese club del que me has hablado. Estoy impaciente por verlo.

Ella tenía ese deseo pero yo tenía otro más excitante.

-          Mañana quiero oír de tus labios como me pides que te rompa el culo.

-          Joder, Marco. Me pongo caliente solo con pensarlo. Mañana te pediré lo que tú quieras.

Salió por la puerta con una sonrisa lasciva y yo me quedé empalmado y contando los minutos para verla de nuevo.

A los quince minutos recibí un WahtsApp de lo más sugerente.

“Tu P… está contando los minutos para que la rompas el culo.”

¡Bien! – pensé nada más verlo- La tenía en el punto que yo quería.

Una hora más tarde llegó mi hermana. Esperé que apareciera en el salón como cada viernes buscándome provocativamente, pero en lugar de eso me dijo que me vistiera porque nos íbamos de marcha.

Salimos a cenar y después entramos en una discoteca. Vi a Diana mirando en todas direcciones buscando a alguien pero no me decía quien era.

De repente me cogió de la mano y me llevó a una esquina de la barra.

Al verla, un chico que estaba tomando una copa se giró sonriendo.

-          Joder Diana, veo que estás tan buenorra como siempre.

La cara de mi hermana me decía que el comentario no era de su agrado.

-          Y tú tan gilipollas como antes. – fue su respuesta –

Yo me había quedado dos pasos más atrás y el chico no sabía que la acompañaba.

-          Vaya con la fierecilla. Hacía mucho que no venías por aquí. ¿Qué buscas? ¿Quieres que te follemos otra vez?

-          ¡Cabrón! Vas a follar a tu puta madre. – respondió Dianita-

-          Jajaja. No, para puta la tuya. Sigue chupándola tan bien como siempre.

Al oír como hablaba de mi madre di dos pasos para cogerle del cuello, pero mi hermana me sujetó del brazo con disimulo.

-          Sergio, ya veo que nunca dejarás de ser un capullo.

Joder, éste era Sergio, el cabrón que se había follado a mi madre y a mi hermana y las había obligado a tirarse a sus amigos.

-          ¿Y éste quién es? - dijo mirándome a mi- ¿Ahora prefieres follarte a niñatos?

Diana me cogió de la cintura y llevó la mano a mi paquete.

-          Éste tiene la verga más grande y además sabe utilizarla, no como tú.

-          Jajaja. Si quieres hacemos un trío y compruebas quien te la mete mejor.

Diana me miró y me hizo un gesto interrogándome.

No puede ser – pensé - ¿De verdad estaba dispuesta a hacer un trío con ese cabrón y conmigo?

Negué con la cabeza y ella se encogió de hombros.

-          Va a ser que no, con él tengo más que suficiente.

-          Vaya. Como has cambiado. Antes te volvía loca que te folláramos Rafa y yo a la vez.

-          Eso era antes. Por cierto. ¿Dónde está Rafa?

-          No sé, quizá follándose a tu madre.

Di un paso para sacudirle y Dianita me sujetó el brazo.

-          ¡Joder con el muñequito! Si quieres competir conmigo que sea follándonos a tu chica, a ver quién la hace chillar más fuerte.

-          Hijo de puta. – respondí irritado -

-          ¡Vámonos! – dijo Dianita – A no ser que quieras…..

¡Otra vez volvía a insistir! No podía creer que estuviese dispuesta a follarse a ese cabronazo.

-          Vámonos. – respondí enfadado con ella -

Vi a Sergio reírse mientras nos alejábamos.

-          Ves, muñequito. Aún está deseando que me la folle, no tiene bastante contigo. Jajaja.

Salimos de la discoteca, y cuando iba a abroncar a mi hermana por su comportamiento, me pidió que me callase.

-          Shhhh. No digas nada, déjame hablar.

-          Es que no puedo creerlo.

-          Espera. Sólo quería que le conocieras y supieras cómo es.

-          Es un grandísimo hijo de puta. – dije enfadado –

-          Siiii. Pero siempre es así, tiene muchas tías dispuestas a follar con él y se comporta como un imbécil.

-          Si, pero tú estabas dispuesta a hacerlo también.

-          No, tonto. Si tengo todo el cuerpo dolorido desde el fin de semana pasado. Hoy no voy a poder follar ni contigo. Y ya lo siento.

-          Joder, Dianita. Me habías asustado.

-          Solo quería que vieses hasta qué punto se colgó mamá con él. La trataba así y a ella no le importaba. Y aún sigue sin importarle.

-          ¿Has oído lo que ha dicho de ella?

-          ¿Qué? Lo de “Sigue chupándola tan bien como siempre”.

-          Si. ¿Lo ha preguntado o lo ha asegurado?

-          Ufff. Marco, no lo sé. Pero me temo que lo ha asegurado, y eso quiere decir que sigue viéndole a escondidas.

-          No me jodas.

-          Bueno, si te he traído aquí es para que veas cómo es ella. Porque sé que mañana tendrás dudas cuando la lleves al club y no quiero que la cagues. ¿Está claro?

-          ¿Dudas de qué?

-          Dudas de entregársela a Fran. Si no dejas que se la folle como él quiere, mamá acabará otra vez en manos de este cabrón porque Fran dejará de protegerla.

Volvimos a casa y pasamos la noche juntos, dormimos en la misma cama pero olvidándonos del sexo, ni uno ni otro estábamos con ganas de hacer nada en ese momento.

El día siguiente Dianita me contó los planes para el club y después se fue a pasar el día con su Jefe.

Yo me quedé viendo la tele hasta que sobre las ocho de la tarde oí como se abría la puerta y mi madre asomaba con una sonrisa picarona.

-          ¿Está usted esperando a alguien? – me dijo entre risas-

Entró al salón contoneándose y quedé admirado al ver lo que tenía ante mí. Llevaba una minifalda cortísima y una blusa con un gran escote que mostraba sus grandes pechos generosamente.

Giró sobre sí misma y me miró expectante.

-          Bueno. ¡Di algo por Dios! ¿Te gusto o no te gusto?

-          Joder, mamá. Estás impresionante.

-          ¿De verdad?

-          Ufff. Estás para matarte a polvos.

-          Jajaja. ¿Y a qué esperas entonces?

Me aproximé a ella y la abracé estrujándola contra mi cuerpo, fundimos nuestros labios y mis manos fueron directas a su trasero.

Apreté con fuerza sus glúteos y ella pegó su pelvis al incipiente paquete que crecía entre mis piernas.

-          ¡Que ganas tenía de verte! Hijo mío.

Continuamos besándonos como dos adolescentes mientras nuestras manos se movían inquietas explorando nuestros cuerpos.

Nervioso, como si fuera la primera vez, subí la faldita y me amarré con fuerza a sus nalgas. Ella metió la mano bajo mi pantalón y cogió nerviosa y excitada mi verga.

-          Estoy calentísima, hijo mío. Venía en el coche pensando en este momento y tengo las bragas empapadas.

-          ¿Quieres que te folle? – dije sin más preámbulos –

-          Sí, mi vida, pero déjame un segundo.

Se arrodilló frente a mí y tiró de mi pantalón hasta sacarlo por los pies, después cogió mi polla, la descapulló y al ver aparecer el glande hinchado, se lanzó sobre él envolviéndolo con los labios para chuparlo como si fuera un helado.

-          ¡Dios! Cómo esperaba este momento.

Lo sacó de su boca y pasó la lengua por todo el tronco hasta llegar a mis huevos, los besó y después chupó toda la verga hasta volver al capullo enrojecido que esperaba ansioso ser tragado por su boca.

Sus babas se deslizaban por mi falo y ella seguía chupándolo con una ansiedad extrema.

-          ¿Quieres que siga chupando? – dijo con voz mimosa –

-          No, mami. Quiero follarte.

Se incorporó y me miró mordiéndose los labios.

-          Mamá ha sido buena y ha hecho lo que le pidió su bebé.

La miré extrañado.

-          Si, cariño. He reservado mi culo para que lo folles tu solito. – dijo dándose un sonoro azotazo en la nalga - ¿Quieres follármelo ahora?

Antes de que pudiera responder, se giró dándome la espalda y apoyó los codos en la mesa del salón. Ver cómo se inclinaba sacando el culito para ofrecérmelo, me calentó sobremanera.

Su cortísima faldita mostraba el inicio de sus cachetillos y se podía adivinar una diminuta braguita negra incrustada entre sus nalguitas.

Se giró mordiéndose los labios y dijo lo que yo mas deseaba.

-          ¡¡Méteme la polla por el culo!! Quiero que me folles tan fuerte que me vea obligada a pedir que pares.

La empujé contra la mesa y subí su corta faldita, sus glúteos firmes y rosados se comían esas braguitas negras que eran la última barrera para acceder a su deseado agujerito oscuro.

-          ¡Rómpelas! Cariño. Rómpelas y fóllame. ¡No sabes lo caliente que me tienes!

Di un tirón y arranqué una tira de su braga, al instante se deslizó por sus piernas cayendo al suelo.

-          Uffff. Hijo mío, no sabes como me pones. ¡Rómpeme el culo!

Verla tan excitada y con ese vocabulario tan obsceno me subía las revoluciones.

Hasta ese momento no me había dado oportunidad de hablar y era ella quién marcaba el guión.

-          ¿Quieres que te folle? Pídemelo otra vez.

-          Sí, mi vida. Me pone muchísimo saber que me la vas a meter por el culo. ¡Fóllamelo de una vez!

Metí la verga entre sus piernas y la lubriqué con los jugos que empapaban su coñito.

Al notar como la deslizaba entre sus gajos suspiró profundamente y echó la cabeza hacia atrás buscando besar mis labios.

-          Métemela ya, mi niño. Rómpeme el culo, por lo que más quieras.

Separé sus cachetes con una mano y con la otra apoyé el glande en su rugoso y estrecho agujerito.

Presioné un poco, y al ver cómo el glande abría el esfínter y se deslizaba sin dificultad en su interior, empujé hasta notar como mi pelvis impactaba con fuerza en sus glúteos.

Se encogió y se agarró a la mesa, pero ni una sola protesta salió de sus labios.

-          Siiiii. Métemela bien adentro, mi vida. ¡Fóllame con ganas!

Metí la mano bajo la blusa y me enganché a una de sus tetas mientras mi madre resoplaba y movía el culo de una forma enloquecida.

En ese instante recordé lo que Sergio había dicho en la discoteca y la duda volvió a mi mente. ¿Seguiría follando con él? No podía quedarme con la duda y quise averiguarlo.

Sabía que las obscenidades la espoleaban y decidí apostar muy fuerte.

-          ¿Te gusta cómo te follo el culo?

-          Ummmm. Mucho, cariño. – dijo muy excitada - Me encanta.

La embestí con fuerza y jadeó intensamente.

-          ¿Sergio te lo folla igual de fuerte?

-          Sí, mi vida, me folla el culo como un salvaje.

Había dicho que si, pero ¿Se habría confundido o era cierto que aún se la estaba tirando el muy cabrón? Viéndola tan excitada sabía que acabaría diciéndome la verdad, solo tenía que hacer la pregunta adecuada.

-          Vaya culazo tienes.

-          Ummm. Sí, mi vida.

-          Cuando te folla Sergio ¿También te lo dice?

-          Olvídate de Sergio, cariño. Y sigue follándome duro, me encanta como lo haces.

La embestí con fuerza obligándola a sujetarse a la mesa.

-          ¡Dímelo Joder! ¿Qué te dice Sergio?

-          Uffff. Cuando me folla el culo me dice barbaridades y eso me pone muy caliente. Él sabe que me excita escucharlo.

Ya estaba claro, seguía tirándose a Sergio. Enfadado le di una sonora cachetada dejando mis dedos marcados en su trasero.

Al recibirla se encogió y suspiró pero siguió moviendo el culo frenéticamente.

-          Uffff. Me encanta, sigue así, mi vida. No pares.

Sus gemidos se intensificaron y apoyó la cara en la mesa, al momento noté como mi madre se corría y su esfínter comprimía mi verga.

-          Ummmm. ¡Métemela entera hijo mío!

Movía las caderas con energía y verla en ese estado de excitación me hacía perder la cabeza. Sacudí una fuerte guantada en su nalga y enterré mi polla en su recto.

-          ¿Así es como te gusta? – pregunté muy enfadado -

-          Si, mi vida, si. ¿Y a ti?

-          Uffff. Muchísimo, mami. Me encanta follar tu culazo.

-          Si, cariño, sigue. Me pone muy caliente que me lo digas.

Mis embestidas eran salvajes y ella las aguantaba como si nada, gemía sin parar sujetándose a la mesa y parecía disfrutar con cada una que le daba.

-          ¿De verdad te gusta que te lo diga?

-          Sí, mi vida. Me encanta que lo digas.

-          ¿Quién más te lo dice?

-          Uffff. Todos, cariño. Todos me lo dicen, incluso tu padre.

-          ¿Quién son todos? ¡Joder!

-          Ummm. Sergio, Dragos, Francisco. Uffff. Todos los que me follan el culo.

Movía su culo adelante y atrás y mi verga salía y volvía a entrar penetrando su ojete con una facilidad pasmosa. Lo tenía tan lubricado, que mi polla se deslizaba del tirón por su recto hasta que mis huevos golpeaban su sexo.

¡Plas! ¡plas! ¡plas! Era un sonido excitante.

Ella lo notaba y parecía estar fuera de sí. Se giraba para mirarme y sonreía al ver cómo me esforzaba por empotrarla cada vez más fuerte.

-          Así. Métela bien adentro. No sabes como me pones.

Joder con mi madre, estaba desatada y lo que salía por su boca no lo hubiese esperado ni en el mejor de mis sueños. Se giró de nuevo y me miró de forma provocativa.

-          Dímelo, cariño. ¡Dímelo ya!

Esperé unos segundos pero ella continuaba mirándome fijamente sin dejar de mover su culazo.

Finalmente no pude contenerme.

-          Joder, mamá. Verte tan calentorra me pone muy bruto.

-          Ummm. Sí, mi vida. Eres tu quien me pone tan caliente.

Sus palabras me excitaron tanto que la sujeté por las caderas y me lancé contra sus nalgas.

-          ¡Dios! Me encanta como me follas. Voy a correrme otra vez.

Tensó las piernas estrechando el esfínter y mi polla no pudo aguantar más y soltó todo cuanto llevaba dentro.

Me quedé quieto mientras me corría y ella balanceó el trasero meciéndolo muy despacio con mi polla metida dentro.

-          Joder, mami. Ha sido la leche.

-          Uffff. No sabía que follabas tan bien, hijo mío. De haberlo sabido antes….

Se dejó caer sobre la mesa y yo sobre su espalda. Mi polla, aún alojada en su culo, palpitaba sin cesar derramando hasta la última gota de semen en su magnífico culazo.

Instantes después nos incorporamos y fuimos a ducharnos. Aún quedaba lo mejor de la noche, la visita al club tenía a mi madre entusiasmada.

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Los relatos que publico están filtrados en su vocabulario, si quieres leerlos enteros y sin filtrar, puedes hacerlo en mi Patreon.

La serie “Obsesión por mi madre” seguiré publicándola SOLO en Patreon, si quieres continuar leyéndola te espero en el siguiente enlace:

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Allí podrás leer los capítulos: “Mamá en el club de sexo”, “Mami y yo solitos”, “La doncella”, “Con mi amigo Andy”, “Con Dragos en el coche” y “Haciendo cochinadas”.

Además de los capítulos 4 y 5 de “Sexo en coche compartido” y el capítulo 2 de “Las perversiones de Facundo”.

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