Moldeándome
Abrí los ojos y la luz me hizo daño. Entraba como cuchillos por las rendijas de la persiana, y eso solo podía ser porque era muy tarde. Me estiré en la cama y por unos breves instantes pensé que todo había sido un sueño, lo que tardé en descubrir el contrato encima de la mesilla. Entonces reparé que estaba en el dormitorio de mi padre y los acontecimientos vividos la noche anterior se me amontonaron de golpe en la mente. Sentí un calambre en la vagina que hizo que la acariciara con la mano. Gracias a eso comprobé que continuaba con el plug metido en el culo. Lo moví un poco con el dedo y sentí una sensación agradable. «No, primero tengo que leer mi contrato como me ha dicho papá» pensé. Extendí la otra mano, alcance el contrato y me puse a leerlo. Era muy largo y enrevesado, y pasé directamente al anexo… pensé que como mi padre lo había mencionado sería importante.
Obligaciones de inexcusable cumplimiento de Ali…. Lo leí dos veces y sin entender en ese momento por qué termine muy excitada. Me tentó la idea de tocarme el chocho, pero no me atreví sin su permiso. Me levanté de la cama, salí de la habitación con el contrato de la mano, bajé al salón y lo encontré sentado en su sillón viendo un partido de futbol por la tele.
- Por fin te levantas bella durmiente, —dijo papá tendiéndome la mano para que me acercara.
- ¿Qué hora es papá? —dije mientras me sentaba en sus rodillas.
- Las cinco.
- ¿Las cinco? Que tarde, ¿no?
- Sí que lo es, pero anoche te dormiste muy tarde.
- No sé. ¿Qué hora era?
- Casi las cinco.
- Aun así he dormido un montón… ¡doce horas!
- Estabas muy cansada… y además bebiste vino y anís.
- El anís no me gusta, pero el vino sí.
- Pues fíjate que pensaba que iba a ser al contrario.
- Es que es demasiado dulce.
- Bueno vale… nada de anís.
- Pero vino si, porfa.
- De acuerdo. ¿Vas a ser buena y hacer todo lo que te diga?
- ¡Jo papá! No seas pesado… ya te dije ayer que sí, —mi padre se echó a reír mientras pasaba la mano por mi trasero y se ponía a juguetear con el plug— Además, he firmado este papel.
- ¿Lo has leído? —afirmé con la cabeza— Y ¿qué te parece? —me encogí de hombros— ¿No tienes ninguna duda?
- La verdad que es muy engorroso y solo me he leído el anexo… ¿Esto lo firmó mamá?
- Sí, y el suyo era mucho más estricto.
- ¿Por qué era más estricto?
- Porque cuando la conocí era un poco una cabra loca. ¿Sabías que tu mamá estaba muy delgada… en los huesos? —negué con la cabeza sorprendida— Pues sí, se le notaban todas las costillas y los pómulos de la cara era muy marcados, con unas ojeras que a veces daban miento... solo tenía 20 años había estado llena de vicios que le hacían nada bien, incluso se drogaba. Conmigo su vida cambió y cogió peso y cordura.
- ¿Sí? Pero si ni siquiera bebía alcohol.
- Ya lo sé.
- ¿Y tú cuantos años tenías?
- 5 más, ya lo sabes… tenía 25.
- Papá, tengo hambre, —dije después de una pausa.
- Cenaremos a las ocho.
- ¡Jo!
- Ven bájate y ponte entre mis piernas, —dijo poniéndome de rodillas entre sus piernas.
Después se sacó la polla tirando del pantalón deportivo y me la ofreció. Sin pensarlo ni un instante me la metí en la boca y comencé a chupar la barra de acero que emergía entre sus muslos. Al cabo del rato, me incorporó y tumbó bocabajo sobre sus rodillas. Comenzó a masajearme la vagina y cuando vio que empezaba a gemir, con la otra mano empezó a sacar y meter el plug de mi ano. A los pocos minutos alcance un orgasmo tan fuerte que me dejó sin fuerzas mientras y casi sin habla. Me bajó de las rodillas y me introdujo la polla en la boca. Al cabo de unos minutos se corrió y me lo tragué todo sin desperdiciar una sola gota del néctar recién producido por sus gónadas. Después, me atrajo hacia él y comenzó a besarme. Su lengua recorría todos los rincones de mi boca mientras yo, presa del deseo, intentaba atraparla. En tanto me besaba, me mantenía contra su pecho en una posición incómoda y con la otra mano metía y sacaba otra vez el plug. Mi respiración se fue haciendo más intensa hasta que al poco tiempo me llegó otro y esta vez berreé como una puta zorra.
Con suavidad me dejó caer al suelo y allí me quedé inerte. Era muy feliz. Desde el suelo miraba a mi padre que a su vez me miraba complacido y triunfante… como una autentico héroe dominante, a sus pies, totalmente entregada tenía a su más preciada posesión. Movió un pie acercándolo a mi boca y sin pensarlo comencé a chuparlo, cada dedo lo chupeteé y lamí por cada parte. Sentí placer. Ni mucho menos como las otras veces, pero lo sentí.
- Ven, vamos a bañarte, —dijo cogiéndome de la mano y levantándose del sillón.
Sumisa le seguí escaleras arriba y nos encaminamos al baño. Me besó con lujuria mientras me clavaba los dedos en cada nalga, yo me sujetaba a su cuerpo, abrazada como un náufrago a su bote… luego ordenó que me sentara en la taza del váter y meara. Sentí mucha vergüenza, pero le obedecí mi coño abriendo mis piernas… comencé a soltar un chorro que cada vez era más grueso… papá me tocaba el clítoris mientas aliviaba mi líquido, me dio a chupas sus dedos. Salió un momento y al poco regresó con algo que yo no había visto nunca… un tubo de aspecto metálico y con muchos agujeros en una punta. Vi como desmontaba la ducha de teléfono y lo enroscaba en su lugar. Me indico que me limpiara, me hizo arrodillarme y me introdujo la polla en la boca.
- Vamos a jugar a un juego nuevo, —dijo mientras bombeaba en mi boca— Te aseguro que te va a encantar… tu madre se volvía loca con esto. Bueno, la verdad es que se volvía loca con muchas cosas, pero con esta una de las que más. ¿Quieres jugar?
Que pregunta, pues claro que quería jugar. Desde hacía una semana, iba descubriendo continuamente cosas de las que no tenía ni puta idea, y cosas de las que no tenía ni puta idea que se pudieran hacer. Meneé afirmativamente la cabeza mientras seguía chupando verga… una garganta profunda.
- Te he preguntado si quieres jugar… contéstame.
- Sí papá, quiero jugar, —respondí sacándome la polla de la boca.
- Pues vamos a empezar, —me levantó y cogiéndome de la mano entramos en la bañera.
El agua caliente caía desde arriba y el vapor nos envolvía. Me enjabonó concienzudamente y cuando estuve bien limpia me hizo arrodillarme. Nuevamente me la metió en la boca y durante un rato se la estuve chupando con unas ganas locas… me metía el glande y los chupaba con duras succiones, luego le pasaba la lengua por todo el tronco hasta llegar a sus bolas. Me enloquecían chuparlas y tragarme una a una para jugar con ellas dentro de mi boca… luego volvía cubrir el tronco de acero con mis babas y a mamar como si de ello dependiera mi vida, hasta que finalmente cerro el agua de la ducha de arriba y abrió la de teléfono. Vi como empezaban a salir muchos chorritos de agua por la punta.
Si te gusta y deseas seguir la saga completa y otra muchas otras novelas completas, entra en la web de referecia del mi perfil.
Yo permanecía de rodillas. Sin hacerme daño me agarró del pelo y me inclinó hacia delante hasta que la cara tocó el suelo. Primero noté la calidez del agua en mi chocho, y a continuación, como la cánula se abría paso por mi ano. Sentí como el agua inundaba mis tripas y el vientre se abultaba. Al tiempo, mi padre imprimía un movimiento de vaivén a la cánula que me hacía gozar. Sacó la cánula, me incorporó y me mandó que vaciara el intestino. No hizo falta apretar mucho mientras mi padre me masajeaba el vientre. Me volvió a inclinar, volvió a introducir la cánula y volví a tener las mismas sensaciones. Según repetíamos la operación, el agua salía más limpia y yo sentía más placer hasta que, finalmente, mi padre me sujeto el chocho con la mano y mientras me masajeaba vigorosamente siguió penetrándome con la cánula. Esta vez no la sacó, siguió hinchándome mientras el aguan salía a presión por mi ano. Finalmente, me corrí berreando como una puta perra. Sin dejar que me recuperara, me puso en cuclillas, me sacó la cánula y me metió la polla en la boca de un solo envión hasta el galillo.
- Vamos, échalo todo, —me ordenó.
Agarrada a sus piernas, y mientras me follaba la boca, hice toda la fuera que pude para vaciar las tripas, y cuando se corrió, me lo tragué aunque no fue mucho… había pasado poco tiempo con la vez anterior, aun así con esa cantidad, podía llegar a preñar a varias putas. Me incorporó y me abrazó con ternura
- Buena chica, muy bien, buena chica, —repetía sin cesar mientras me acariciaba. Os puedo asegurar que en esos momentos era la mujer más feliz del mundo.
Para cenar pedimos algo a un chino y papá me sirvió una copa de vino. Me encanta la comida asiática y comer con palillos. Nuevamente cenamos envueltos en muchas risas y confidencias.
- Papá, ¿cuándo me la vas a meter?
- Bueno, ya te la meto, ¿No? —respondió después de atragantarse.
- No seas tonto, ya sabes a que me refiero… aun me tienes el coño virgen.
- ¿Por qué lo quieres saber, te preocupa no perder la virginidad u otra cosa…?
- No sé… quiero perderla contigo, sin embargo... Es que es muy grande.
- Por eso no te preocupes cariño. Entrará y te gustará. Tu coño lo tragará todo.
- ¿Te la has medido alguna vez?
- Vaya pregunta es esa… cuando era joven… ¡ah! Y también tu madre… un par de veces.
- ¿Mamá te la medía?
- Sí, ya te lo he dicho… un par de veces.
- ¿Y cuánto te mide?
- ¡Umm…! No me acuerdo, —le miré con desconfianza frunciendo el ceño. Me levanté y fui al costurero a por la cinta métrica.
- Eres un graciosillo… lo que quieres es que te la mida.
- ¿Yo? Que va… esto ha sido idea tuya, es tu curiosidad no la mía.
Me arrodillé entre sus piernas y me enfrenté al badajo de campana en que se había convertido su polla. Me la metí en la boca y comencé a succionar con el fin de endurecerla. Desde el primer momento me gustó esa sensación, saborear esa textura blanda, fofa, pero mucho más cuando, después de insistir un poco, empezó a crecer en mi boca e iba adquiriendo firmeza, volumen y rigidez. Seguí insistiendo hasta que comprobé que estaba tan dura que marcaba sus enormes venas en su contorno, en especial la gran vena dorsal que bombea sangre a su enorme capullo. Cogí la cinta métrica y la medí.
- 17 centímetros y medio.
- No jodas que se me está encogiendo… tu madre me decía que 18.
- No seas tonto… solo es medio centímetro. ¿Y de gorda? —volví a coger la cinta, pero no sabía cómo hacerlo.
- Para el diámetro necesitaras un calibre, —dijo papá riendo.
- ¿Tenemos de eso?
- No, no tenemos. Mide la circunferencia… si no recuerdo mal, 15 cm equivalen a 5 de diámetro más o menos. Al menos eso decía tu madre. Pero date prisa que se me está encogiendo, —volví a meterla en la boca y después de mucho chupar volvió a estar otra vez en condiciones para medirla.
- Pues te ha crecido papi… 17 cm ¿Eso cuánto es?
- Unos 6 centímetros de diámetro.
- Yo creo que es muy gorda… exageradamente gruesa para ser de un hombre…
- Mujer… sí que lo es, pero no te preocupes.
- No me has dicho cuando…
- Mañana. Eso toca mañana. Hoy vamos a seguir como ayer, —se inclinó, me levantó en brazos y me sentó sobre sus rodillas. Cogimos las copas de vino y las apuramos después de brindar.
- ¿Y ahora… por qué no me rompes esta noche?
- Ya te lo he dicho… vamos a seguir como ayer. Me encanta hacer que tengas orgasmos. Tu mamá también los tenía, pero la verdad es que creo que tú los tienes más seguidos.
- ¿Te gusta que chille como una ZORRA…?
- Sí, me hace muy feliz oírte chillar de placer… solo si es por ese motivo, el dolor sin placer no tiene ningún sentido, que tú goces es lo más importante.
- ¿Mamá también chillaba? Nunca la oí.
- Teníamos mucho cuidado con eso… erais muy pequeñas y para vosotras sería muy difícil de entender. Cuando la iba a hacer chillar la amordazaba…
- ¿La amordazabas? ¿Como?
- ¿Es que quieres que te amordace a ti también? —preguntó con intención mientras extendía el brazo y acercaba la caja que había traído la noche anterior. Yo me encogí de hombros mientras él rebuscaba en su interior. Finalmente, sacó una mordaza negra hinchable y otra de bola de color rojo, y me las dio.
- ¡Hala! ¿Y esto?
- ¿Te gustan?
- No sé. ¿Esto se pone en la boca?
- Sí.
- ¿Y mamá se lo ponía?
- Siempre que estabais en casa, —afirmó mientras yo inspeccionaba las dos mordazas— ¿Quieres usarlas?
Afirmé con la cabeza y estoy segura de que me brillaron los ojos y que papá se dio cuenta. Cogió la de bola y me la colocó. Me mantenía la boca muy abierta pero no me hacía daño porque el material no era muy rígido. Con una de sus grandes manos sujetó las mías a la espalda mientras la otra se alojaba en mi vulva pelada, de tal manera que aunque cerrara las piernas podía seguir estimulándome. Unos minutos después llegué a otro mientras la baba comenzaba a gotear de mi boca. Me soltó las manos y me abrazó mientras me besaba.
- Antes de empezar ¿Quieres un poco más de vino? —afirmé con la cabeza. Me sirvió un poco más y yo le señale la mordaza que seguía en su sitio— A sí, perdona.
- ¿Y ahora? —pregunte después de acabar con el vino.
- Ahora a la mesa, como ayer.
- ¿Me vas a poner eso? —pregunte señalando la mordaza de bola.
- Me gustaría mucho que lo llevases, pero el otro. Es necesario que te acostumbre a tener algo llenándote la boca cuando alcanzas el clímax.
- ¡Uy! clímax. ¿Qué es eso?
- Lo que alcanzas cuando necesitas chillar, —respondió papá riendo— Esta mordaza lleva una pieza que te entra por la boca y luego se puede inflar hasta que te la llena. Con ella casi no se te oye… es la que más le gustaba a mamá.
Nos levantamos y fuimos hasta la mesa del salón sobre la que todavía seguía la manta. Me colocó la mordaza y aunque no dije nada, me agradó la sensación de tener algo metido en la boca. Él sí se dio cuenta, porque la verdad es que me lee como en un libro. Me ayudó a tumbarme y comenzó a atarme con la cuerda. No lo hizo como la noche anterior. Me ató con las piernas flexionadas hacia arriba, muy separadas, con mi chocho completamente expuesto. Las manos juntas y hacia atrás. Se inclinó y me besó en la frente mientras me pellizcaba suavemente un pezón. Empezó a inflar la mordaza y noté como la mandíbula se me separaba según ocupaba el interior de la boca. Cuando consideró que ya era suficiente, sacó el instrumental de la caja y lo colocó a su lado, a mano.
- Voy a apuntar a qué hora empezamos y todos los orgasmos que tengas, —dijo papá enseñándome un papel y un boli— Quiero saber la frecuencia, —y riendo añadió mientras me sobeteaba las tetas— En una ocasión hice un estudio científico de tu madre… por algún lado debo de tener sus estadísticas… eran espectaculares.
Creo que papá se daba cuenta de que el mantenerme con la incertidumbre me excitaba, por eso no hacía más que hablar y hablar. Además, su tono de voz me ponía, y creo que de eso también se había dado cuenta.
- Llegué a preparar una presentación de PowerPoint con fotografías y todo, no creas, —continuo— También tengo videos. Cuando lo enseñaba, la peña flipaba… te lo aseguro. Varios quisieron comprarla, a tu madre ¿te imaginas? Fue la hostia… me ofrecieron una pasta para que ejerciese de su esclava. Pero en fin… vamos a empezar.
Miró el reloj y apuntó la hora en el papel. Me echó un buen chorro de lubricante en la raja del chocho y empezó a estimularme el clítoris con el dedo. Lo hizo con mucho brío mientras con la otra mano seguía pellizcándome los pezones. Rápidamente mi respiración se hizo más profunda y agitada hasta que a los pocos minutos alcance el primero. Arqueando las cejas, papá apuntó la hora en el papel. A continuación, cogió un masajeador y empezó a pasar la cabeza por la vagina mientras seguía sobeteándome las tetas. Inmediatamente tuve otro. Seguimos así mucho tiempo, cambiando de instrumental y de técnicas. Se sentó en la silla, con una toalla me limpió de lubricante el chocho, me metió un vibrador por el culo y comenzó a chupar… a la vez que me sometía, miraba como se hallaba su verga, completamente erecta… es un pollón descomunal que en esos momentos deseaba tener dentro de mí. Pronto llegué a otro, o fueron dos, no sé. Para finalizar, mientras mantenía el vibrador en el culo, con otro fino se dedicó a estimularme directamente el clítoris después de echar un buen chorro de lubricante otra vez.
Cuando llegué al siguiente, no aflojó para dejarme descansar, al contrario, continuó insistente hasta que tuve otro y otro. No sé cuántos fueron, pero el último fue tan grande que creo que perdí el conocimiento un poco, no estoy segura. Papá se percató inmediatamente y paro, aunque con la mano siguió acariciándome la vagina durante unos minutos más. Mientras lo hacía, me sacó el vibrador del culo y lo sustituyó por un plug más grade que el anterior. Me soltó la correa de la mordaza y me la quitó. Finalmente, me desató, me cogió en brazos y me llevó a la cama. Como la noche anterior, se arrodilló junto a mi cara y me metió la polla en la boca, follándomela hasta que se corrió vaciando sus gordos huevazos que siempre tenía llenos como odres de vino. En todo ese proceso no me moví para nada, estaba terriblemente cansada y lo único que quería era dormir.
Se sirvió una copa de ron y regresó a la cama. Me cogió en brazos y se sentó en el sillón del dormitorio. Apoyada sobre su acogedor pecho me quedé dormida mientras él se tomaba su copa, con esa sensación de triunfo que ahora sé que tenía. Me estaba moldeando como quería para convertirme en la mujer que hoy soy.
Continuará